Burdeos es una ciudad preciosa, ideal como escapada de fin de semana. Su centro histórico, patrimonio de la humanidad, destaca por su gran belleza y a unos 50 kilómetros se encuentra la maravillosa Bassin d’Arcachon, una de las zonas más espectaculares de la costa atlántica francesa. Y además, sus vinos locales están considerados como los mejores vinos franceses. En los alrededores de la ciudad hay grandes zonas de viñedos. Varias rutas turísticas enlazan los diferentes castillos productores de los vinos bordeleses.
La ciudad de Burdeos se extiende a lo largo del lado occidental del río Garona, con el casco antiguo entre la plaza de la Comédie al norte, los imponentes edificios de la orilla del río y la catedral al oeste. Al norte del centro se encuentra la gran plaza de la explanada de Quinconces, y más allá, el Jardin Public, que contiene algunos restos del pasado romano de Burdeos. El mejor lugar para empezar la visita es el Viejo Burdeos, la zona antigua, que se centra el barrio de St-Pierre y se extiende hasta el Grand Théâtre al norte, la catedral al oeste y el paseo Victor-Hugo al sur. Empezamos la visita recorriendo las callejuelas repletas de bellos edificios de piedra calcárea, con sus balcones estrechos y barandillas de hierro forjado, y sus tejados de pizarra gris. La gran mayoría de estas calles son peatonales. Subimos a la Torre Pey-Berland, el campanario de la catedral gótica en cuya cúspide se alza la estatua de Notre Dame de l'Aquitania , desde donde se obtienen unas estupendas panorámicas de la ciudad. Es una torre separada de la catedral de St-André que se encuentra justo al lado, un magnífico edificio al que también entramos y donde pudimos disfrutar de su decoración y fantástica arquitectura. Entramos dentro de la Catedral de manera gratuita.
En la misma plaza está el ayuntamiento de Burdeos, un monumental edificio con una entrada vallada y precedida de un jardín. Por la parte de atrás un amplio parque nos ofrece otra perspectiva del ayuntamiento. En las cercanías también está el Château du Hâ, unas murallas con una robusta torre circular rodeada de un edificio moderno. Avanzamos hacia el norte por la Cours d'Albret hasta la Place Gambetta, una plaza central cerca de los museos de la ciudad y la catedral, que es un poco el epicentro de toda esta zona. Allí se puede ver la Porte Dijeaux, una de las puertas de acceso a la ciudad antigua. Y muy cerca también vimos la basílica de St Seurin. Los mejores museos se encuentran dispersos en las calles que rodean la Catedral. Nosotros visitamos el Musée d'Aquitaine, en el paseo Pasteur, que es uno de los mejores museos de la ciudad según la oficina de Turismo. Una variedad de objetos hace hincapié en la etnografía regional. La muestra es bastante interesante y no nos llevó demasiado verla, al menos lo fundamental.
Desde la zona de la catedral, un par de manzanas al este, siguiendo la Rue St-James llegamos a una imponente y preciosa torre gótica, la Grosse Cloche, originalmente parte del ayuntamiento medieval. Es un edificio precioso y que por las noches se ilumina de una manera espectacular. La puerta, formada por dos torres circulares de 40 metros de altura, una gran campana y el reloj constituye un emblema de la ciudad. Seguimos por la rue Sainte Catherine, repleta de comercios, hasta llegar a la Porte de Aquitaine otra puerta en la plaza de la Victoire, donde se levanta también un obelisco. De aquí nos dirigimos hacia el río y llegamos a otra bonita plaza con una gran iglesia, la basílica de Saint Michel, que curiosamente al igual que la catedral también tiene el campanario separado de la parte principal del edificio. Esta plaza está repleta de terrazas y es un lugar muy agradable para pararse a tomar algo.
Desde la plaza de la basílica salimos al paseo de río, que justo en esa zona tiene una explanada con vistas a la otra margen del Garona. Enseguida llegamos al Pont de Pierre para disfrutar de las vistas de la ciudad vieja con el campanario de la catedral dominando el paisaje urbano. Justo frente al puente y a la entrada del casco antiguo se puede ver otra de las puertas monumentales de la ciudad, la Porte de Bourgogne. Seguimos por la orilla del río hasta el embarcadero de Quinconces, un amplio espacio desde donde salen algunos barcos que te llevan por el río e incluso hasta la desembocadura del mismo en un crucero. Justo al comienzo del embarcadero podemos visitar una fantástica torre gótica en el lado de la ciudad vieja, la Porte de Cailhau, del mismo estilo que la Grosse Cloche. Pudimos entrar a visitarla y desde sus ventanas hay una preciosa vista del pont de Pierre que acabábamos de pasar hace poco. En sus diferentes plantas, una exposición nos muestra el proceso de construcción de la ciudad. Un montaje audiovisual nos ilustra sobre los antiguos picapedreros.
Tras salir de la torre y comer algo rápido en la cercana Place de Palais, vemos otra bonita plaza, la de Saint Pierre, una de las más pintorescas del casco antiguo. Después volvemos al embarcadero y seguimos el curso del río, y así llegamos a la plaza de la Bourse tras atravesar una zona de bonitos jardines. Pasear por aquí es un verdadero placer porque vas disfrutando del río, la zona de jardines y los elegantes edificios de la zona vieja. Frente a la plaza de la Bourse nos encontramos con el Miroir d'eau, uno de los lugares más fotografiados de la ciudad. Es una obra que básicamente consta de una capa muy fina de agua sobre una gigantesca – realmente enorme - placa de granito que transforma el paisaje urbano alternando efectos de niebla con efectos de puro espejo. Es un lugar muy interesante y desde luego aquí podrás entretenerte un buen rato si te gusta la fotografía, pues el efecto que produce la superficie de agua sobre el entorno es espectacular. Además como telón de fondo está la plaza de la Bourse justo detrás. Es una enorme plaza rodeada de edificios clásicos y con una elegante fuente en el medio que se abre hacia el Garona. El conjunto de la plaza y el espejo de agua es de lo más concurrido en Burdeos. Hacia el interior se encuentra la preciosa Place du Parlament una de las plazas con más encanto de la parte vieja. Y un poco más hacia el interior encontramos un impresionante centro comercial en Sainte Catherine. Es un lugar curioso, muy moderno en medio dela parte vieja y formado por diferentes edificios, terrazas y pasarelas. Tiene cierto encanto a pesar de ser un centro comercial.
Volvimos al río a la altura del espejo de agua y justo después de la plaza nos desviamos un par de manzanas al interior y llegamos al Gran Teatro, otro imponente edificio. Además se encuentra en una zona preciosa en la Place de la Comedie, rodeado de grandiosos edificios, un bulevar y una zona con mucho encanto. El Café Napoleón III que se encuentra al lado del teatro es una verdadera joya catalogada como uno de los cafés patrimonio-histórico europeos. Merece la pena entrar y tomar algo solo por ver el recinto. Aquí una callejuela nos lleva a la iglesia de Notre Dame, otro rincón bastante pintoresco. Y una calle más al oeste nos encontramos un curioso centro comercial completamente circular y acristalado, el centro comercial de Les Grands Hommes. Al Norte del Gran Teatro, el paseo du 30-Juillet conduce a la extensión desnuda de la explanada de Quinconces. En el extremo del muelle hay dos altas columnas y en el extremo opuesto de la explanada está el Monument aux Girondins en una especie de fuente con una columnata. Al noroeste se encuentra un hermoso parque, el Jardin Public con los jardines botánicos de la ciudad. Al este de los jardines, cerca del río, el Museo de Arte Contemporáneo en la rue Ferrère tiene un elegante bar-restaurante en la azotea. No visitamos el museo pero si merece la pena subir al bar para disfrutar de las vistas que se tienen desde aquí. Un par de manzanas al oeste del Jardin public, en la rue du Dr-Albert-Barraud, visitamos el llamado Palais Gallien, un circo romano del siglo III que es todo lo que queda de la capital romana de Aquitania. Son unas pocas ruinas encerradas entre casas y callejuelas donde se ha dispuesto un sencillo mirador.
Y tras esto volvimos al centro para seguir callejeando sin rumbo lo poco que nos quedaba de día. El casco antiguo es realmente precioso, y vale l pena recorrerlo sin prisa. Aquí y allá vas descubriendo rincones, una iglesia, un edificio… y aprovechamos para cenar algo en la zona del teatro y después dirigirnos al hotel también en la misma zona. Antes de ir al hotel aprovechamos para ver también el puente de Pierre y los principales monumentos iluminados, algo totalmente recomendable, pues de noche la ciudad tiene un carácter especial.
El día siguiente lo empezamos haciendo un pequeño viaje en barco por el río Garona. Lo reservamos el día anterior en la oficina de turismo y partía del muelle de Richelieu muy cerquita del Pont du Pierre. No había demasiada gente en el barco y el viaje fue bastante interesante ya que te permite ver algunos de los monumentos de la ciudad desde otro punto de vista y pasas por debajo de los principales puentes sobre el río. La guía hablaba en inglés y francés y nos dio todo tipo de explicaciones sobre la ciudad, su historia y sus principales monumentos. En total fue hora y media de viaje y no demasiado caro. La verdad es que las vistas están bien pero no son tan espectaculares como en otras ciudades porque el río es anchísimo y en algunos tramos la distancia a la orilla hace que se vea todo muy distante. No obstante sí es recomendable el viaje si dispones de tiempo.
Una vez dejamos el barco nos propusimos continuar el paseo por el río más allá de la explanada de Quinconces. A partir de ahí ya fuera dela zona vieja, hay un agradable paseo junto al río que está rodeado por terrazas, bares y todo tipo de comercios. Además era domingo y en la zona del paseo más cercana al centro había un mercado gastronómico de lo más interesante. Es un paseo largo pero muy agradable, pues además hacía buen día y así caminando sin prisa llegamos hasta la zona de la Ciudad del Vino. Justo antes hay un espectacular puente, el puente de Jacques Chaban-Delmas, que cuenta con un tramo central que se abre para el paso de los barcos grandes, aunque no tuvimos la oportunidad de verlo en funcionamiento pero debe ser espectacular porque las torres que marcan el alto a donde llega el puente cuando se eleva son realmente altas. No obstante el puente en sí es precioso y justo detrás está el espectacular y futurista edificio de la Ciudad del Vino, dedicada como su nombre indica al vino de la región. Aunque no entramos sólo ver el edificio por fuera ya merece mucho la pena.
Y tras comer algo en uno de los bares del paseo nos acercamos a ver la Base de Submarinos Alemana que se encuentra a unos 600 metros de allí, en un entrante del río comunicado por una esclusa con el mismo. Es una construcción austera pero imponente, una inmensa mole de hormigón que albergó durante la guerra un buen número de submarinos alemanes. No siempre está abierta por lo que hay que informarse en la oficina de turismo previamente, pues la base se encuentra en una zona sin ningún interés y podemos hacer el paseo en vano. Este domingo que visitamos nosotros la ciudad sí estaba abierta porque había una exposición de arte. Se puede pasear libremente por los muelles y puedes ver la grandiosidad de la construcción, aunque eso sí, es un lugar realmente lúgubre. Tras la curiosa visita emprendimos el regreso hacia el centro. Volvimos por el paseo del río y ya al acercarnos al final nos desviamos a ver la iglesia y el mercado cubierto del Barrio de Chartrons, muy cercanos al río. Y con esto apuramos nuestro último paseo por la zona vieja antes de coger el coche y volvernos de un fantástico fin de semana en Burdeos.
Burdeos como hemos dicho es un gran destino para un buen fin de semana, pero si dispones de algún día más, merece la pena hacer alguna excursión al cercano Arcachon con su fantástica duna du pilat y también al precioso pueblo de Saint Émilion, otro de los epicentros de la cultura del vino en la región y con mucho para ver.
Puntos de interés en Burdeos: