Costa sur de Inglaterra
Recorremos la costa sureste de Inglaterra, una zona de bonitos pueblos costeros y castillos, salpicada de algunos preciosos núcleos medievales y también grandes ciudades como Brighton. Pero sin duda lo que más caracteriza a esta región inglesa son sus impresionantes acantilados blancos cuyo máximo exponente son los de Dover. Y no solo los acantilados forman parte de la belleza natural de esta zona de Inglaterra. Encontramos preciosas playas, bahías, formaciones rocosas y hasta algún parque nacional. Sin duda un viaje muy completo cuyos detalles os desgranamos a continuación.
DÍA 1:
Volamos a Londres y allí alquilamos un coche – imprescindible para el tipo de viaje que vamos a hacer -. Nos dirigimos a nuestro primer destino, Canterbury, pero antes hicimos una parada en el pueblo de Chilham. Se trata de un pueblecito realmente pequeño pero muy bonito. De hecho ha sido utilizado en el rodaje de diferentes películas y series. El principal punto de interés es la preciosa plaza central rodeada de bonitos edificios de entramado de madera. Algunos de ellos son realmente antiguos. En la misma plaza está la entrada al castillo de Chilham, que estaba cerrado y no pudimos visitar. Desde la entrada se puede contemplar eso sí, la señorial fachada principal. Y muy cerca de allí – en realidad el pueblo es realmente pequeño – está la preciosa iglesia de St Mary, de piedra gris con su imponente torre. Junto a la iglesia se encuentra el cementerio de la población. Dimos una pequeña vuelta por el pueblo, que tampoco da para mucho más, y ya sí seguimos hasta Canterbury.
Canterbury es una de las ciudades más antiguas de Inglaterra y según nos acercamos enseguida destaca la imponente catedral de la ciudad que es la más importante del anglicanismo, y centro de peregrinaje para sus fieles. Es una construcción espectacular y allí nos dirigimos en primer lugar. A la catedral accedimos por la preciosa puerta de Christ Church Gate, con numerosas esculturas medievales. Destacan las imágenes de Cristo y los doce apóstoles, además de un buen número de escudos heráldicos. Allí mismo está la taquilla. Tras adquirir la entrada caminamos por una zona ajardinada que da acceso al impresionante conjunto monumental de la catedral. La catedral destaca por sus dimensiones, por poner un ejemplo la Bell Harry Tower tiene unos 90 metros de alto. Y si el exterior es impresionante por dentro no desmerece en absoluto. La nave principal es enorme y el coro y las vidrieras son de las cosas que más llaman la atención. Entre los diferentes sepulcros que alberga la catedral está el del famoso Príncipe Negro. Además el techado de las torres es espectacular. El recorrido también incluyo una visita al bonito claustro, la capilla de la Trinidad y la cripta.
Y ya saliendo de la catedral nos dedicamos a pasear por las preciosas callejuelas que se despliegan alrededor de la misma, en especial por la Sun y Palace Street. Son calles de casitas bajas con algunas casas antiguas de entramado de madera y otras de ladrillo, repletas de comercios de todo tipo, bares y restaurantes, y es que Canterbury es muy turístico. Desde allí cruzamos el río Stour por un pequeño puente peatonal y llegamos a los jardines de Abbots Mill, una bonita zona junto al río donde se ven las casas de la otra orilla y las torres de la catedral. Es un rincón bastante pintoresco. Siguiendo el río vimos el moderno teatro Marlowe, que desentona un poco con las tradicionales casas del pueblo. Al lado hay una estatua de una cara bastante grande, llamada Bulkhead, uno de los símbolos de la ciudad. Pasando por la iglesia de St Peter llegamos a la calle del mismo nombre, una bonita calle empedrada con preciosas casas y comercios, que nos llevó hasta la Westgate Towers, los restos de una antigua puerta de la ciudad. Atravesando la puerta accedemos a una zona de jardines con una iglesia de piedra que junto al paseo fluvial y la propia puerta conforman una delas zonas más pintorescas de la ciudad. En los mismos Westgate Gardens hay una preciosa casa de piedra.
En el río hay embarcaciones para hacer punting, un deporte/actividad muy típico de otras ciudades inglesas… Son unas embarcaciones de madera realmente pintorescas. Dejando estos jardines atravesamos unas callejuelas hasta llegar a otros jardines, los Greyfriars, a orillas de otro brazo del río. Es una zona muy bucólica con las casitas típicas, los canales, y la propia capilla del parque. Seguimos caminando alejándonos del centro hasta llegar al castillo, aunque en realidad son unas ruinas que tampoco tienen mayor interés. Allí además pudimos ver las antiguas murallas de la ciudad pero al estar junto a la carretera no son demasiado pintorescas. Lo que si nos gustaron fueron los jardines del parque Dane John. Allí vimos una fuente, el quiosco de música y una pequeña colina en la que hay un monumento y sirve de mirador hacia la catedral y el centro histórico. Aun no siendo una vista espectacular la vista hacia la catedral es bastante bonita.
Dejamos Canterbury y llegamos por primera vez a la costa, en concreto a Margate. Aquí empezamos a ver los espectaculares acantilados de la costa sur de Inglaterra, todavía una versión menor que los famosos acantilados de Dover, pero ya empezamos a vislumbrar la belleza de la costa. Lo primero que hicimos fue dirigirnos a Shell Grotto, una cueva realmente curiosa porque está completamente cubierta de conchas. Se ve rápido – es de pago y merece la pena. El único pero es que está en un barrio bastante feo, en el interior de Margate, lejos de la costa, pero en sí la visita a la cueva está bien. Ya desde allí nos dirigimos a la costa, concretamente a la Botany Bay, una playa rodeada de os bonitos acantilados blancos. Llegamos caminando hasta Kingsgate Bay donde hay un precioso arco en los acantilados y fabulosas vistas. Después en la parte superior de los acantilados vimos un antiguo fuerte, Neptune’s Tower. Seguimos por la carretera de la costa pasando por diferentes playas entre la serie de acantilados blancos hasta llegar a Broadstairs.
Paramos en Broadstairs para disfrutar del paseo que hay en la parte superior del acantilado, un paseo completamente urbano con vistas a la Viking Bay la principal playa de arena de la localidad. Es un paseo con bonitas vistas y muy animado con bares, comercios y restaurantes. En uno de sus extremos, los jardines Victoria ofrecen un buen mirador sobre la playa. Dimos un par de vueltas por las calles adyacentes y después bajamos al espigón que cierra la playa en uno de sus costados y ofrece bonitas vistas del pueblo. Es un sitio muy agradable con ambiente de lugar de veraneo. Seguimos la carretera y llegamos a Ramsgate nuestro destino para esta primera noche. A lo largo del recorrido disfrutamos de varios lugares con vistas hacia el acantilado y llegamos al centro del pueblo, mucho más grande que Broadstairs, aunque con menos encanto. En la playa hay unos túneles de la segunda guerra mundial que no pudimos ver por la hora a la que llegamos. Aquí la playa está mucho más desangelada que en Broadstairs y la zona interesante es la del puerto, donde hay diferentes atracciones y una bonita vista de los barcos con los elegantes edificios sobre el acantilado que va ascendiendo en altura. Esta zona está bien para un paseo. Y eso hicimos, nos dimos un paseo por aquí y buscamos un sitio para cenar y retirarnos al B&B que habíamos reservado para esta primera noche.
DÍA 2:
Tras un fabuloso desayuno en el B&B – todos los que reservamos para este viaje nos ofrecieron unos desayunos buenísimos – nos dirigimos a nuestro primer destino del día, le pequeño pueblo de Sandwich. Entramos al pueblo atravesando un puente y pasando por una preciosa puerta de entrada. El trazado del pueblo es claramente medieval y hay casas muy bonitas. La pena es que todo el pueblo está abierto al tráfico y no hay calles peatonales, lo que le quita bastante del encanto que podría haber tenido. No obstante un paseo por el pueblo fue bastante agradable, pudimos ver el río y sus embarcaciones de recreo, la plaza del mercado y algunas preciosas iglesias, con sus enormes torres de planta cuadrada.
Tras el paseo seguimos viaje hasta la cercana Deal, un agradable pueblo costero con su playa de arena y el típico muelle inglés adentrándose en el océano. Aquí pudimos ver dos castillos prácticamente idénticos: el castillo de Deal y el de Walmer. Ambos tienen una planta muy similar, siguiendo el de Deal la forma característica de la rosa de los Tudor. Visitamos por dentro el de Deal, recorriendo sus defensas, sus bastiones, las terrazas con vistas sobre la playa y las exposiciones en las estancias interiores. Es una visita muy interesante. El de Walmer lo vimos exclusivamente por fuera ya que es más sencillo que el de Deal. También dimos un paseo por el muelle de Deal, el típico muelle británico que se adentra en el mar y desde donde pudimos ver las pequeñas casitas que componen el frente marítimo de esta localidad.
Dejamos Deal y seguimos por la costa donde comienzan a levantarse los acantilados blancos que acaban en los conocidos acantilados de Dover. En medio de la cadena de acantilados paramos en la playa de St Margaret desde donde hay buenas vistas hacia ambos lados de los acantilados. Por toda la parte superior de los acantilados hay un sendero fabuloso que permite disfrutar de grandes vistas de los mismos. Subimos caminando hasta los faros – hay dos – de South Foreland, desde donde hay buenas vistas de la costa.
Nuestra siguiente parada fue Dover. Y antes de visitar los conocidos acantilados nos fuimos a ver el castillo, por temas de horario. Dejamos el coche en el pueblo y subimos caminando por el agradable parque de Connaught hasta el imponente complejo del castillo, formado por varios edificios y realmente extenso. La entrada principal al recinto es simplemente espectacular con sus robustos muros y la enorme puerta. Dentro del recinto pudimos observar varios edificios como un faro romano. Aparte de visitar los edificios y disfrutar de las vistas recorrimos las recreaciones de la vida en el castillo que hay en el interior. En las distintas salas que recorrimos pudimos ver muebles y objetos de la época del castillo. En conjunto el castillo merece la pena una visita y también hay buenas vistas desde las terrazas. Fuera del recinto también hay una buena vista desde la iglesia de St Mary.
Después de dejar el castillo tomamos de nuevo el coche y nos dirigimos al centro de visitantes de los acantilados de Dover. Si entras en coche hay que pagar. Si vienes andando desde el pueblo, desde el puerto, no. Tras pasar por el centro de visitantes nos hicimos una buena parte del paseo – en total son doce Km – que discurre por encima de los blancos acantilados. Hay varios miradores y zonas desde donde la vista es muy bonita. Es una pena que las instalaciones portuarias estropean un poco el precioso paisaje natural. La verdad es que es un paseo muy agradable y en cierta medida me recuerda al paseo costero que hay en Getxo, en Vizcaya. Disfrutamos de los fabulosos acantilados y después nos dirigimos a visitar el pueblo. La parte de la playa no tiene mucho que ver ya que la presencia del puerto y unas enormes moles de casas le quitan mucho encanto. Visitamos el centro del pueblo que no es espectacular pero sí que encontramos algunas visitas dignas de mencionar como la St. Mary’s Church. Dimos un paseo por las calles del centro bastante animadas con sus comercios y bares y llegamos hasta la zona del ayuntamiento y el Dover Town Hall, un fabulosos y pintoresco edificio de piedra al final de una de las calles peatonales. Hacia el oeste de Dover continúan los acantilados pero el paseo habilitado es simplemente un sendero y además las instalaciones del puerto afean mucho el paisaje.
Dejamos Dover y abandonamos momentáneamente la costa para visitar Rye, uno delos pueblos medievales mejor conservado de Inglaterra. Aunque no estamos en la costa el pueblo se encuentra en la confluencia de tres ríos y está prácticamente rodeado por los mismos. Dejamos el coche en un aparcamiento a la entrada y accedimos a la ciudad por una preciosa puerta de piedra rodeada de dos enormes torres. Aunque todo el pueblo es precioso, con casitas de entramado de madera esparcidas por aquí y por allá sin duda lo más encantador es la parte del pueblo que conserva su pavimento adoquinado y es peatonal. Entre estas calles destaca la calle Mermaid, donde la posada del mismo nombre es una imagen de postal. De hecho toda la calle es preciosa y da para una buena sesión de fotos en un entorno medieval, nos hace trasladarnos a la Inglaterra de hace unos cuantos siglos. Paseamos por las callejuelas y llegamos a la zona de la torre Ypres, que alberga un museo, que ya no pudimos visitar por la hora a la que llegamos. Sin embargo bajo la torre una puerta en una muralla lleva a una terraza donde se conservan unos cañones y hay vistas del río Rother que rodea esa parte de la ciudad. La cercana iglesia de St Mary es también preciosa. Pero lo que más nos gustó fue sin duda el pueblo en su conjunto, con algunas callejuelas que albergaban casas realmente antiguas, unas de piedra y otras de entramado de madera.
Dejamos el pueblo y nos acercamos a la cercana playa de Camber Sands, una preciosa extensión de arena con unas bonitas dunas y donde los prados verdes llegan hasta los pies de las mismas. La vista de los prados, las dunas y el mar es preciosa. Es un sitio fantástico para pasear junto al mar. Una lástima no disponer de más tiempo. Y así sin tiempo para más nos desplazamos a Biddenden, un pequeño pueblo a una media hora en coche. Legamos de noche por lo que nos fuimos directamente al B&B que habíamos reservado para esa noche.
DÍA 3:
Tras otro potente desayuno, nos dimos una vuelta por el pequeño pueblo de Biddenden. No tiene mucho que ver pero en un paseo por su calle principal vimos unas bonitas casas de entramado de madera y la iglesia del pueblo, que es también realmente preciosa con el recinto del cementerio en el propio campo que rodea al edificio. Tras este breve paseo nos fuimos a visitar el cercano castillo de Sissinghurst. En realidad lo que nos llevó hasta allí fueron sus jardines, ya que tienen gran fama y dicen que son de los más bonitos de Inglaterra. Se trata de unos amplios jardines en torno a una casa solariega de estilo isabelino. En realidad no es un castillo como tal. Todo el ambiente de los jardines es muy bucólico y aunque no seas un aficionado a la jardinería desde luego merece la pena una visita. Además del jardín que es el núcleo dela visita se puede recorrer también la casa solariega que es preciosa y además de las interesantes estancias nos ofrecen vistas de los jardines.
Dejamos los preciosos jardines y esta vez sí fuimos a visitar un castillo, el de Bodiam. Es un castillo completamente rodeado por agua y se accede por un pequeño sendero que atraviesa el inmenso foso. Una vez dentro pudimos subir a sus torres para disfrutar de preciosas vistas de los alrededores. El castillo no está amueblado y lo que se puede recorrer es su estructura. El patio interior está completamente cubierto de hierba. El castillo es maravilloso con su estructura exterior prácticamente intacta y en un paraje natural realmente precioso. Dentro del recinto hay una tienda de regalos y una cafetería, lo único que nos recuerda que no nos encontramos en el medievo en medio de las impresionantes murallas del castillo.
Y seguimos nuestra ruta visitando otro castillo, el de Herstmonceux. Aunque no es tan espectacular como el de Bodiam, se encuentra rodeado por agua en dos de sus lados y la entrada se hace a través de una pasarela similar a la del mencionado de Bodiam. El edificio es espectacular en una piedra de tono rosáceo y actualmente pertenece a una universidad. La entrada básica te da acceso a los jardines y a la cafetería que da al patio interior del recinto. Para hacer un tour del interior del castillo pagamos un suplemento y solo pudimos verlo mediante una visita guiada. Aunque no estuvo mal, si vas con prisas creo que lo que más merece la pena es el exterior del castillo, el propio edificio en sí con el fabuloso foso rodeando parte del mismo.
Tras el atracón de castillos y jardines paramos en el pueblo de Battle. Es un pueblo bonito, sin ser tan pintoresco como Rye por ejemplo pero con una bonita calle principal muy cuidada y salpicada de algunas bonitas casas de entramado de madera y otras casas georgianas. Al final de la calle encontramos la abadía de Battle. La entrada se hace a través de una puerta medieval que más bien parece el acceso a un castillo que a un edificio religioso. En la misma puerta tras pasar el acceso visitamos el Museo de la Vida de la Abadía, donde hay una exposición sobre la historia de los monjes que vivieron en el complejo. Después visitamos la Terraza de los Monjes, un camino que da a un gran prado y que finalmente nos lleva a la iglesia, el edificio mejor conservado de todo el conjunto. También pudimos ver el dormitorio de los monjes y las letrinas así como un hermoso espacio con arcos que era el antiguo dormitorio de las novicias. Salimos de la abadía, nos dimos una vuelta por el pueblo y salimos hacia Hastings, nuestro destino para esta noche.
Hastings es una ciudad costera bastante importante de unos 100.000 habitantes, es decir, de un tamaño considerable. Aparcamos cerca del muelle en el paseo marítimo. El muelle de Hastings es mucho más moderno y amplio que la mayoría de los que vimos en el viaje. Es un buen sitio para pasear y disfrutar de vistas de todo el frente marítimo de la localidad y su amplia playa de piedras. Paseamos también un poco por las calles adyacentes donde encontramos algún edificio digno de mención. Seguimos por el paseo marítimo – muy diferente delos que estamos acostumbrados a ver en España – con sus establecimientos de ocio en viejas casas de piedra, y llegamos hasta el funicular que sube hasta el castillo. En realidad son las ruinas del castillo pero merece la pena subir por las fabulosas vistas que hay desde arriba, de la ciudad, la playa y el Canal de la Mancha. Justo bajo la colina hay un pequeño parque de atracciones con una laguna donde se pueden alquilar las típicas embarcaciones de pedales. Para entrar al castillo, a pesar de ser unas pocas ruinas, hay que pagar una entrada y aparte de que ya estaba cerrado la verdad es que no creo que mereciese mucho la pena. Bajamos del castillo y nos dedicamos a callejear por la zona antigua de Hastings. Allí, la calle George Street, la arteria principal, está repleta de pequeños comercios y restaurantes. Es una calle empedrada y muy agradable, con mucho encanto. Saliendo a la zona del mar nos encontramos con una especie de zona de pescadores con unas casetas negras y las barcas varadas sobre las piedras de la playa. La zona de las casas de los pescadores es bastante pintoresca, y hay hasta un museo de pesca, al que no entramos. Caminando entre las pintorescas casitas de los pescadores llegamos a una pequeña capilla y un poco más allá hasta el final del pueblo desde donde hay vistas de los acantilados que se extienden hacia es este. Por último para completar la visita subimos hasta otra colina situada en esta zona y que nos ofreció nuevas vistas del pueblo, aunque son mejores las vistas desde la colina del castillo. Bajamos de la colina y nos dirigimos a buscar nuestro alojamiento para esta noche en el mismo Hastings.
DÍA 4:
Nuestro primer destino este nuevo día fue la ciudad costera de Eastbourne, un destino de vacaciones para muchos ingleses. El pueblo en sí no tiene gran cosa, pero vimos un par de fortificaciones en la costa y paramos en el clásico muelle de la localidad, uno de los más bonitos que habíamos visto hasta entonces. Dimos un paseo aprovechando el aire fresco de la mañana y nos fuimos hasta lo verdaderamente interesante del pueblo, los acantilados que comienzan justo al oeste, los acantilados de Beachy Head y Seven Sisters. Aunque se puede subir andando y seguro que es un paseo fabuloso nos acercamos en coche hasta la parte alta de los acantilado blancos.
Estuvimos paseando por las cercanías del cabo, disfrutando de varios miradores naturales sobre los acantilados y el pintoresco faro situado abajo en el mar, emergiendo de las aguas del Canal de la Mancha. Paseamos desde el aparcamiento situado en la parte superior del cabo en ambas direcciones disfrutando de las vistas y del buen tiempo. Después seguimos la carretera hasta el faro Belle Tout donde paramos de disfrutar de más vistas y llegamos a Birling Gap, un lugar realmente bonito con unas vistas fabulosas de los acantilados de Seven Sisters al oeste.
Aquí los acantilados descienden hasta una playa de guijarros y durante el camino de bajada las vistas hacia Seven Sisters son realmente preciosas, de las más bonitas de la costa. Es de hecho uno de los lugares desde donde están sacadas la mayor parte delas fotografías de este precioso paraje natural. Desde la playa hay también una bonita vista. Avanzando un poco más por la carretera llegamos a un aparcamiento que da acceso al Seven Sisters Country Park. Allí el río Cuckmere desemboca en una preciosa playa de guijarros con bonitas vistas. Siguiendo el sendero hasta la costa subimos a una pequeña colina desde donde la vista de los meandros que forma el río en un fondo de verdes prados es maravillosa. El paseo hasta la costa es de unos 2 Km y es muy agradable. También fuimos en coche hasta el otro lado del río, un lugar señalizado como Coastguard Cottages, desde donde la vista hacia el este es fabulosa. Esta parte de los Seven Sisters nos encantó, más incluso que los famosos acantilados de Dover. Caminando por un sendero desde las Cottages – un fabuloso lugar para un picnic – llegamos a una pequeña playa de guijarros a la que pudimos bajar por unas escaleras desde la parte superior del acantilado.
Dejamos momentáneamente la costa para visitar el pueblo de Lewes, unos pocos kilómetros al norte. Es un pueblo muy acogedor cuyo principal punto de interés es el castillo que se encuentra en un pequeño promontorio rocoso. Llegamos a primera hora dela tarde y pudimos visitarlo junto con el pequeño museo que alberga una exposición sobre la historia del castillo. Desde arriba de las ruinas, que es lo que realmente queda, las vistas son muy bonitas. La torre a la que se puede subir nos da una buena vista de todo el pueblo y los alrededores. Después de la visita recorrimos el centro del pueblo. Es un pueblo por el que da gusto pasear, aunque no tenga el encanto de Rye, pero sí que es muy agradable. Dejando el pueblo pasamos por los restos del priorato de Lewes, en realidad poco más que unos muros esparcidos por una zona de campo, donde hay algunos paneles explicativos. La verdad es que no hay demasiado que ver.
Volvimos a la costa y esta vez nos tocaba visitar una de las ciudades más importantes del sur de Inglaterra: Brighton. Además esta noche nos alojamos en la misma ciudad. Tras dejar el coche en el B&B nos dirigimos a la zona del muelle. El muelle de la ciudad, el Brighton Pier, es mucho más grande que los otros que habíamos visto hasta ahora y es desde luego el principal atractivo turístico de la ciudad. La playa que se extiende por el frente costero es una playa de guijarros poco atractiva. Antes de recorrer el muelle nos fuimos a la torre de British Airways, una plataforma de observación a 140 metros de altura. Es una atracción fabulosa. Subimos en una capsula de forma ovoide que es el propio mirador, es decir que te montas en el mirador desde abajo y asciende hasta la altura máxima donde se queda un rato para disfrutar de la vista. La subida es lenta para poder disfrutar del recorrido y sacar todas las fotografías que quieras. La vista del muelle y dela playa es espectacular. Tras disfrutar de las vistas en todas direcciones bajamos de nuevo. Por cierto que otra opción – más barata – para disfrutar de vistas es subirse a la noria que hay en el mismo paseo marítimo. Sin embargo la torre de observación es mucho más alta y más espectacular. La visita nos llevó en total una media hora.
Justo frente al pirulí del British Airways se encuentran los restos de otro antiguo muelle, el West Pier, con un aspecto fantasmagórico, tras quedar hace años arrasados por un incendio. Estuvimos después paseando por el muelle, repleto de atracciones y sobre todo disfrutando de las vistas hacia la playa y la ciudad. El final del muelle está ocupado por un parque de atracciones, con sus montañas rusas… muy animado a la hora en que lo visitamos. Sin duda es uno de los lugares de reunión de los visitantes y vecinos de la ciudad. Seguimos paseando por el paseo marítimo – a ras de playa – donde hay numerosas tiendas de souvenirs, bares, restaurantes… Después nos adentramos en el barrio de The Lanes, justo tras la playa en la zona del Pier. Es una zona muy animada, con tiendas, restaurantes, bares y todo tipo de locales. Todo ello aderezado además con numerosas muestras de arte urbano. Esta zona que se extiende North Street y East Street, es un encantador conjunto de estrechas calles que en su día fueron el antiguo barrio pesquero. Dimos una vuelta por allí y ya cenamos algo antes de retirarnos a nuestro alojamiento.
DÍA 5:
Lo primero que hicimos este quinto día de viaje fue acercarnos al edificio más conocido, emblemático y espectacular de la ciudad, el Royal Pavillion. Es un palacio de estilo hindú construido como residencia de verano de los reyes ingleses. El edifico por fuera es espectacular. Nosotros decidimos entrar a verlo, aunque aviso que no se pueden hacer fotografías en el interior. El recorrido por las diferentes estancias de sus tres plantas es muy interesante. Si el edificio por fuera es espectacular y extravagante el interior sigue la misma línea. Todas las estancias que recorremos están decoradas con gran opulencia. Pasamos por los salones para los banquetes y fiestas, los dormitorios o por su enorme cocina entre otros. Desde luego aunque no quieras entrar – la entrada no es precisamente barata – el exterior merece mucho la pena y se puede ver perfectamente desde los jardines que lo rodean.
A la salida del Royal Pavilion nos dimos una vuelta por el distrito de North Laine, una zona de la ciudad compuesta por pequeñas y estrechas callejuelas, con fachadas adornadas por grafittis o simplemente pintadas con colores muy vistosos. La calle más pintoresca y animada es Kensington Gardens, donde hay todo tipo de comercios además de bares y restaurantes. Otras calles interesantes del barrio son Gloucester Road y Gardner Street. Antes de dejar Brighton nos aceramos en coche hasta la Marina de Brighton, una zona con un puerto deportivo y unos paseos agradables justo bajo el acantilado que se levanta al este de la ciudad. Es una zona con muchos restaurantes y bares y un cierto encanto por su mezcla de zona de ocio y puerto de recreo. No nos entretuvimos demasiado y cogimos el coche hasta llegar a Steyning.
Pero antes de llegar a este pequeño pueblo paramos en Devil’s Dyke, una pequeña área recreativa del parque nacional de South Downs. Aunque se trata de un parque nacional desde luego no es lo mismo que el concepto de parque nacional que podemos tener en España o en otros países. Es un espacio natural de campiña, con colinas suaves y todo verde, muy agradable pero nada espectacular. Desde esta zona de Devil’s Dyke pudimos disfrutar de grandes vistas del entorno, ya que se encuentra ubicada en una zona elevada con vistas a la campiña inglesa. Seguimos nuestro viaje hasta Steyning, el típico pueblecito encantador, esencialmente inglés, de los que aparecen en las películas. La calle principal de Steyning es muy bonita, con las típicas casas de pueblo, de estilo Tudor, algunas con sus techos de paja y su estructura de entramado de madera… También es muy bonito el edificio con la torre del reloj y callejeando encontramos un callejón empedrado, Cobblestone Walk. Es un pequeño callejón con numerosas tiendas de todo tipo, realmente pintorescas y algunas de ellas diminutas. Realmente aparte de ver la calle principal y algunas callejuelas con sus pequeñas tiendas no hay mucho más que hacer en el pueblo pero merece la pena hacer una pequeña parada en el mismo.
En nuestra siguiente parada, Arundel, encontramos un castillo de cuento. El castillo de Arundel es un fabuloso edificio gótico y hay diferentes tipos de entradas para visitarlo, desde una visita a los jardines a una visita que incluye un recorrido por el interior. El castillo es bastante amplio. De la parte exterior nos encantó el paseo por parte de las murallas y los jardines con buenas vistas de los alrededores y del edificio desde una enorme torre circular separada algo del conjunto del castillo. En el interior vimos varias habitaciones y galerías, destacando alguna por su impresionante techo de madera, además de objetos de época… En definitiva merece la pena ver el castillo pues es un fabuloso edificio. Tras dejar el castillo dimos un paseo por el pueblo que también merece la pena con sus casas de entramado de madera, otras de piedra, el edificio del ayuntamiento… hay rincones muy pintorescos. De hecho muy cerquita del castillo nos encontramos con la iglesia de San Nicolás, una preciosa iglesia de piedra que disponía de dos naves perpendiculares, una para el uso de los anglicanos y otra de los católicos. Y callejeando llegamos a la catedral, realmente impresionante para un pueblo tan pequeño. Las vidrieras y el enorme rosetón son preciosos. La presencia del castillo y la catedral dan testimonio de la importancia histórica de este pueblecito. Por cierto que nos enteramos que en las cercanías se encontraba el museo de Amberley, el típico museo al aire libre con edificios y objetos de la historia de la comarca. Lógicamente por la hora no pudimos entrar a verlo, una pena.
Y dada la hora que era decidimos dirigirnos a un par de lugares que nos habían recomendado para disfrutar del entorno del parque de South Downs. En concreto visitamos brevemente el cerro de Cissbury Ring, una zona elevada donde hay una especie de castro y vistas de los alrededores y Chanctonbury Ring, otra zona elevada con bonitas vistas de la campiña. No son sitios espectaculares pero si lugares muy agradables para pasear. Además hay muchas rutas por estas zonas del parque que discurren por zonas verdes y suaves colinas. Como ya no nos dio tiempo para más nos dirigimos a Petworth donde teníamos reservado alojamiento para esta noche.
DÍA 6:
Como teníamos que aprovisionarnos aprovechamos esta circunstancia para dar un pequeño paseo por el pueblo de Petworth, un lugar muy agradable, el típico pueblo ingles con sus cuidadas casas, sus iglesias y sus coquetas tiendas. Dejamos el pueblo y nos dirigimos a Portsmouth, otra importante ciudad costera y destino de muchos ferries que llegan al sur de Inglaterra, a su importante puerto. Portsmouth no es una ciudad bonita pero su larga tradición marítima hace que tenga unas cuantas atracciones relacionadas con el mar que merece la pena visitar. Su parte antigua, Old Portsmouth también merece la pena un paseo.
Nada más llegar nos dirigimos a un moderno mirador que se encuentra en la zona portuaria, el Spinnaker Tower. Aunque menos espectacular que el de Brighton, la estructura del mirador es más bonita. Se encuentra en el paseo marítimo de Gunwharf Quays, y ofrece maravillosas vistas panorámicas de la ciudad y su importante puerto, así como de la costa sur de Inglaterra. Se llega a ver también la Isla de Wight, que visitaríamos posteriormente en este viaje. Hay en total tres plataformas de observación dentro de la estructura, que asemeja una especie de vela, y una cafetería. También hay las típicas áreas de suelo transparentes para poder asomarse al vacío sobre el puerto si no tienes mucho vértigo. Bajamos de la torre y nos dirigimos a hacer las visitas de dos barcos impresionantes y con mucha historia que son dos de las atracciones principales de la ciudad. De hecho toda esta zona es un verdadero parque temático de la historia naval de Inglaterra, con museos, barcos…. Nosotros seleccionamos solo algunas de las visitas pero hay unas cuantas más que se pueden hacer.
El primero de ellos fue el HMS Warrior, un enorme y estilizado barco de guerra del siglo XIX. Fue el primero en tener el casco de hierro y es realmente bonito. Pudimos visitarlo por dentro y la verdad es que es espectacular. La cubierta con todos los elementos necesarios para sujetar las velas y las cubiertas inferiores con sus camarotes, comedor y un montón de objetos de época son un verdadero museo. Vimos también los motores, ya que es un barco mixto de vela y motor. Lo mejor es que lo puedes recorrer a tu aire. Tras visitar este nos fuimos al segundo de los grandes barcos que se pueden ver en el puerto, el HMS Victory, un precioso barco de madera que Nelson utilizó en la batalla de Trafalgar. El interior es otro espectacular museo. Pasamos por la cubierta repleta de cañones, el elegantísimo comedor de oficiales, las cocinas, las dependencias del propio Nelson…. Todo ello nos hace sumergirnos en una auténtica película de otros tiempos. La profusión de objetos y el pulcro estado de conservación de todo el barco es espectacular.
Justo al lado de este barco hay otro mucho más moderno, el HMS M.33, un barco de la segunda guerra mundial que solo vimos por fuera. También en las inmediaciones está el museo marítimo Mary Rose, en un espectacular edificio moderno ovalado. También hay un enorme museo de la Marina Real en unos edificios clásicos. Para hacer una visita a todos los museos y barcos se necesitaría un día completo o quizás más y no disponíamos de tanto tiempo. Lo que si quisimos ver fue el HMS Alliance, un submarino situado en el otro lado del puerto y al que llegamos en una especie de autobús acuático, que además nos permitió tener una visión del enorme puerto desde el agua. Aunque habíamos visitado submarinos en otros sitios éste nos encantó. Los guías que nos llevaron por el submarino hicieron la visita realmente amena, explicándonos un montón de cosas mientras recorríamos los angostos compartimentos del submarino, la sala de mando, de misiles, el comedor…. Una gozada. Además el submarino no se encuentra en el agua sino elevado en una plataforma sobre tierra por lo que se puede apreciar el casco en todo su esplendor y perfectamente mantenido.
Tras la interesante visita volvimos al lado del puerto donde habíamos visitado los barcos y el Spinnaker. De hecho nos dirigimos de nuevo a la zona del mirador, donde hay un centro comercial y un pequeño puerto deportivo a su s pies. Es la zona conocida como muelles de Gunwharf. Paseamos hacia el sur descubriendo una zona nueva muy bonita de canales, con restos de la actividad portuaria que había dejado de recuerdo del pasado de la zona. Seguimos disfrutando de esta zona muy pintoresca hasta llegar un poco más al sur a la zona del Old Portsmouth, el puerto original que dio lugar a la gran ciudad. Aquí vimos la catedral de la ciudad, un edificio modesto, y un pequeño puerto pesquero, con sus barcos de pesca y sus redes diseminadas por los muelles… esta parte te hace pensar que estés en un pequeño puerto pesquero más que en un enorme puerto como el de Portsmouth. Paseando un poco más al sur vimos la Round Tower y la Square Tower, dos de las antiguas fortificaciones de la ciudad. Y así se nos pasó casi todo el día, recorriendo las principales atracciones del puerto de Portsmouth.
No nos adentramos en la ciudad porque no teníamos claro que hubiese mucho que ver y cogimos el coche para desplazarnos hasta Winchester, una pequeña población en el interior con mucha historia. Aparcamos muy cerquita de la Westgate, una de las antiguas puertas de la ciudad. Allí empieza la High Street, una preciosa calle peatonal con multitud de comercios y casitas preciosas, algunas de piedra y otras de entramado de madera. Pero antes de adentrarnos en el pueblo nos fuimos a ver el Great Hall, un resto de un antiguo castillo que alberga la que dicen que fue la mesa redonda del rey Arturo. Esta mesa, una tabla circular en realidad, se encuentra colgada del interior del edificio en una de sus paredes. Fuimos caminando después por la calle principal hasta llegar a la catedral que se encuentra en un parque en uno de los laterales de la calle. La catedral es un impresionante edificio y pudimos entrar a ver el interior con sus descomunales arcadas y alguna que otra obra de arte. Por la parte trasera de la catedral una zona de campo nos lleva a las ruinas del castillo de Wolveseley. El acceso es gratuito y las ruinas no son demasiado extensas pero el paseo, por lo que queda de este castillo con sus paneles explicativos, es bastante agradable. Retomamos nuestro paseo por la High Street, seguimos por la misma y pasamos por el Guildhall un gran edificio que hoy en día se destina a exposiciones y eventos varios. Su fachada de piedra es preciosa. Un poco más allá llegamos a la zona del río, donde hay un antiguo molino y un agradable paseo por la orilla del mismo. Es un paseo relajante y aunque comenzamos en una zona rodeado de bonitas casas se va convirtiendo en un paseo rural por el campo. Con esto dimos por finalizada nuestra visita al interesante pueblo de Winchester. De vuelta al coche callejeamos un poco por calles aledañas a la High Street, aunque no son tan interesantes ni tan pintorescas como ésta.
Esta noche dormimos en Southampton, en un hotel bastante arreglado de precio que encontramos en la zona de Ocean Village, un moderno puerto deportivo. Cenamos allí y dimos un paseo por el mismo puerto con edificios modernos, un lugar bastante agradable. Southampton no tiene mucho que ofrecer al visitante así que esto fue lo único que visitamos dela ciudad.
DÍA 7:
Salimos pronto de Southampton y nos dirigimos al Museo Nacional del Motor en el pequeño pueblo de Beaulieu. Es un pueblecito pequeño y agradable pero nuestro objetivo era el museo, albergado en un precioso castillo. Es un museo de coches donde hay cientos de modelos de coches representativos de la historia del automóvil. Hay muchos modelos raros y antiguos y también de motocicletas. Para los niños hay un parque estupendo con un circuito de coches eléctricos para los más pequeños y para los más mayores hay un circuito de karts. Nosotros nos centramos en la exposición porque no teníamos tiempo para más, pero es un excelente lugar para hacer un plan de día completo. Si no te interesa el mundillo de los coches es una visita que puedes obviar pero si te interesa es uno de los museos más interesantes y completos que he visto sobre el tema.
Dejamos el museo y nos fuimos hasta el castillo de Hurst en un saliente de costa justo frente a la isla de Wight. Esta zona pertenece al parque nacional de New Forest, una zona de agradables colinas cubiertas de verde, que aunque muy agradable tampoco resulta ser un paisaje espectacular. Aunque hay muchas rutas señalizadas para conocer el parque nos conformamos con disfrutar del paisaje desde el coche. Dejamos el coche en el pequeño pueblo de Keyhaven y desde allí cogimos un ferry a través de una zona de estuario del río Avon preciosa que nos llevó a una punta de playa de piedras donde se encuentra el castillo y un bonito faro blanco. El castillo es una fortaleza defensiva, no es un castillo de los típicos de cuento. La fortaleza de la segunda guerra mundial está compuesta por un montón de patios y estancias con mucha información histórica y la posibilidad de subir a las terrazas de la estructura central, desde donde hay una preciosa vista de la barra de arena por la que se llega al castillo, del estuario del río y de la isla de Wight. Estuvimos dando un paseo por la zona de la playa y cogimos el ferry de vuelta.
Dado que el resto de la tarde lo teníamos que aprovechar por la zona sin alejarnos demasiado, pues al día siguiente íbamos a visitar la isla de Wight, nos decidimos a explorar un poco el parque nacional de New Forest. Para ello aprovechamos un pequeño panfleto que habíamos recogido en una oficina de turismo, donde venían señalizados una serie de itinerarios y miradores. El parque no es como ya hemos comentado nada espectacular pero sí que encontramos paisajes agradables e incluso en algunos sitios la presencia de caballos sueltos sirve para crear estampas muy pintorescas. Paramos primero en el aparcamiento de Andrews Mare muy cerca del pequeño pueblo de Newtown. Desde allí dimos un agradable paseo hasta Mogshade Pond, un pequeño lago al que llegamos por un camino señalizado. El paseo fue realmente agradable.
Seguimos después hasta otra zona del parque, la zona de Godshill. De camino paramos en un aparcamiento señalizado como Deadman Hill, desde donde hay una bonita vista de esta sección del parque. En Godshill nos internamos por un sendero del bosque hasta llegar al mirador de Castle Hill desde donde hay una buena vista del rio Avon. El parque aun no siendo nada del otro mundo es un lugar fantástico para pasear porque tiene un montón de caminos muy agradables por los prados y bosques que lo componen. Y con estos paseos se nos hizo de noche y nos fuimos de nuevo a Southampton donde nos alojamos para coger un barco a la mañana siguiente a la isla de Wight.
DÍA 8:
Tomamos el primer ferry a la isla de Wight y llegamos a puerto de East Cowes, un lugar sin mucho que ver salvo por una enorme casa señorial, la casa Osborne, que nos conformamos con ver por fuera. Desde aquí nos fuimos a nuestra primera visita, el castillo de Carisbrooke, en Newport, la principal población de la isla. El castillo está construido sobre otra fortificación anterior de la que quedan restos y alberga diferentes estancias que puedes visitar a modo de museo. Pasamos por el Gran Salón, varias habitaciones reales y otras cámaras secundarias, donde vimos el mobiliario de la época y diferentes adornos. Además de la preciosa entrada y el edificio principal recorrimos varios edificios secundarios, como un molino, la capilla y los jardines. Las mejores vistas se obtienen sin duda subiendo los escalones que conducen a la Torre del Homenaje. Desde allí hay una vista lejana del pueblo el campo y el recinto del castillo. Es una visita muy interesante.
Dejamos el castillo y nos fuimos al enclave más conocido y pintoresco de la isla: The Needles. Se trata de una formación de tres agujas rocosas que sobresalen del mar en el extremo occidental de la isla donde además se ha construido un faro. Bajamos desde la parte superior del acantilado donde está el aparcamiento a la playa en un telesilla – es una sensación espectacular bajar hacia el mar así – y allí hicimos una preciosa excursión en barco para rodear las pintorescas formaciones rocosas. Una vez en tierra de nuevo caminamos por el acantilado en su parte superior hasta unas antiguas baterías militares y disfrutamos de las vistas de los acantilados y de las formaciones rocosas de The Needles. Todo el entorno natural es precioso y además como el tiempo acompañaba fue un paseo de lo más agradable.
De nuevo en la carretera seguimos por la costa sur hasta la Freshwater Bay, una pequeña bahía con unas formaciones rocosas en uno de sus extremos también bastante pintorescas. Con la marea baja pudimos acercarnos a esta zona, donde se puede acceder a una pequeña cueva marina y vimos de cerca las formaciones rocosas que se elevan desde el mar. Desde aquí la carretera costera discurre por la parte superior del acantilado con aparcamientos ocasionales que permiten descender a alguna playa. También hay un sendero que discurre por parte de la zona superior y nos asomamos a alguno de sus tramos para disfrutar del entorno. Pasamos incluso por un parque de atracciones pequeño en Blackgang. Muy cerquita pasamos por el oratorio de St Catherine, un precioso resto de un antiguo oratorio en una colina con grandes vistas a la costa.
Después de un tramo de carretera costera llegamos a Ventnor, donde dimos un paseo por su muelle y su espigón. También hay una playa con las características casetas de baño de colores. Nuestra siguiente parada fue el pueblo costero de Shanklin, uno de los más atractivos de la isla. El pueblo se divide en dos partes. La playa se encuentra lógicamente en la parte inferior del acantilado comunicada con un ascensor con la parte superior del pueblo. La playa es de las más bonitas que vimos en la isla y rodeándola hay diferentes tipos de tiendas y comercios. Sin embargo la parte más pintoresca del pueblo es la parte superior. Allí hay un buen número de casas antiguas que tienen como característica común sus tejados rústicos construidos a base de paja y vegetal y que confieren a esta parte antigua del pueblo una imagen de cuento. Lástima que no hay una zona peatonal y las calles están abiertas al tráfico lo que empobrece un poco el resultado final. No obstante merece mucho la pena darse un paseo por esta zona y disfrutar de las casitas de cuento, mucha s de ellas ocupadas por comercios, restaurantes, hoteles…
Seguimos por la carretera rodeando la isla y llegamos a la Batería de Culver, otro resto bélico en la cima de un acantilado con bonitas vistas a ambos lados. Hicimos nuestra última parada en Ryde, otro pueblo costero con un impresionante muelle que termina en una terminal de ferry y hasta donde llega una vía de tren y una pasarela de madera que se adentra en el mar unos 500 metros. Aquí también hay una playa y algunas atracciones pero tampoco tuvimos tiempo para mucho más. Dimos un paseo rápido por el pueblo y volvimos al ferry para regresar al Sur de Inglaterra y continuar con nuestro recorrido. Tras llegar a Southampton en el ferry nos desplazamos a Mudeford en coche, donde pasamos esta nueva noche.
DÍA 9:
Mudeford se encuentra en la desembocadura del río Stour, donde dos lenguas de arena cierran una zona amplia de marismas y dunas. En la zona en la que nos alojamos, donde está el pueblo propiamente dicho hay una zona de marismas con un centro de visitantes que te informan sobre paseos por la zona. Aquí no nos entretuvimos mucho y nos fuimos a la otra orilla de río donde la lengua de arena que cierra la desembocadura del rio forma un bonito espacio natural, donde las casitas de colores se desparraman sobre las dunas de la playa. Es un lugar bastante fotogénico y muy agradable para pasear. Recorrimos la distancia entre el cabo de Hengistbury Head y la punta arenosa de Mudeford Sandbank. La primera parte del paseo desde el centro de visitantes discurre por agradables senderos entre los brezales hasta llegar a un alto desde donde la vista es preciosa, la Hengistbury Hill. Desde allí el paseo sigue a una cierta altura sobre el mar hasta llegar a un mirador donde se divisa toda la lengua de arena con sus casitas. Desde allí bajamos a la zona de la playa y fuimos avanzando por la lengua de arena que en algunos lugares es bastante estrecha y permite ver el agua a ambos lados. Es un paraje natural muy interesante. La vuelta la hicimos por la playa de piedras bajo los acantilados hasta llegar al centro de visitantes.
Dejamos este precioso paraje para dirigirnos a uno de los centros turísticos más importantes de la costa sur inglesa: Bournemouth. Se trata de una ciudad bastante grande que además está unida a otras colindantes por lo que crea una zona urbana bastante amplia. No obstante hay varios puntos de interés que hacen que una visita valga la pena. El gran atractivo de la ciudad es la playa, de arena fina y realmente larga, extendiéndose a los pueblos colindantes. En el centro encontramos el muelle típico, con sus atracciones, puestos de helados y comida…. Este muelle es bastante interesante y justo a su entrada hay una explanada donde está la oficina de turismo, el acuario y una bonita noria. Estuvimos paseando por la zona. A ambos lados del muelle se elevan acantilados sobre la playa y en varios puntos hay unos pequeños funiculares que dan acceso a la parte superior del pueblo. Desde la explanada donde se encuentra el muelle parten unos jardines, los Lower Gardens que al final nos llevaron a una de las atracciones de la ciudad: un globo aerostático que está amarrado en los jardines pero que hace subidas hasta una altura pequeña para poder disfrutar de las vistas de la costa. Decidimos subir al globo en lugar de a la noria para disfrutar de las vistas y de paso disfrutar de la experiencia de subir a un globo aerostático. Es una experiencia muy recomendable. Al bajar del globo estuvimos paseando por una zona peatonal comercial al final de los jardines.
Salimos de Bornemouth y nos fuimos a visitar un pueblo mucho más pequeño a unos pocos kilómetros: Wimborne Minster. Allí visitamos una preciosa iglesia situada en el centro del pueblo, la centenaria iglesia de Wimborne Minster, también pasamos por el ayuntamiento, el Priest's House Museum y una buena colección de edificios antiguos que merece la pena ver. Es un pueblo muy acogedor aunque su principal foco de interés es la iglesia. La iglesia, de arquitectura sajona, es muy famosa porque aquí descansan los restos de un rey. El interior es desde luego digno de verse. Y en el pueblo también hay una atracción bastante curiosa: la Wimborne Model Town: una réplica en miniatura de cómo era la ciudad en los años 50. Aunque se trata de una ciudad en miniatura tiene un tamaño considerable que te permite pasear por sus calles y ver los diferentes edificios, tiendas, etc como si fueses un gigante en Lilliput. No es un recinto demasiado extenso y merece la pena entrar a echar un vistazo.
Dejamos el coqueto pueblo y nos dirigimos a Poole, donde pasaríamos la noche. Poole es un puerto comercial bastante grande y la verdad es que no tiene mucho que ver, simplemente es un buen lugar para alojarse porque hay todo tipo de servicios. Dimos un pequeño paseo por su paseo marítimo, un tanto afeado pro las instalaciones del puerto que se encuentran justo enfrente y buscamos un lugar para cenar antes de retirarnos a nuestro alojamiento, un B&B en la misma ciudad. Y aquí concluye esta primera parte de nuestro viaje. En la segunda nos adentraremos en la Costa Jurásica, una de las grandes maravillas naturales de la costa sur del país.
Podéis seguir la segunda parte de este fantástico viaje aquí.
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