Un día en la ciudad medieval de Frías
El pequeño pero encantador pueblo de Frías está situado sobre un cerro sobre la llanura a través de la cual discurren las aguas del Ebro. Es un pueblo bastante pequeño pero está cuidadosamente conservado y se encuentra presidido por el Castillo de los Velasco y su imponente torre. Es uno de los pueblos más bonitos de España. Pasearse por sus calles empedradas, contemplar las amplias vistas desde el castillo que corona la población, disfrutar de las casas sobre las propias rocas del cerro o pasar por el puente medieval con su antigua puerta de acceso a la ciudad son sólo algunas de las cosas que hacen de este destino un lugar muy recomendable para una escapada en la provincia de Burgos.
Nada más acercarnos a Frías nos sorprende su señorial silueta con las casas alineadas en lo alto del Cerro de la Muela. Son casas típicas de la época medieval, construidas en piedra y entramado de madera, de las que ya quedan pocas en España. Algunas parece que se encuentran colgando sobre el precipicio. La ubicación de Frías además es una maravilla pues aparte de la llanura por la que transita el Ebro se encuentra entre los parque s naturales de los montes Obarenes – San Zadornil a un lado y el Parque Natural de Valderejo al otro.
Para entrar al pueblo si vienes desde el norte hay que cruzar un puente sobre el río Ebro. Este puente discurre paralelo al antiguo puente medieval. Así que nos paramos aquí mismo y nos dedicamos un tiempo a disfrutar del precioso puente. Es un puente maravilloso de piedra y que en el medio tiene una puerta fortificada con una imponente torre. También es de los pocos de este tipo que se conservan en España. Se puede aparcar en cualquiera de los extremos y disfrutar de vistas desde ambos laos. Desde el puente de la carretera actual de hecho se tiene una vista muy bonita del puente. Además en las orillas del río hay zonas arboladas muy agradables para pasar el rato, y disponen de mesas de merendero y barbacoas.
Tras la visita al puente dejamos el coche en un parking bastante amplio que hay a los pies del castillo, a la entrada del pueblo. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al castillo. Para ello empezamos a subir por una calle empedrada, la calle del Mercado, donde ya empezamos a ver las preciosas casas del pueblo, algunas con soportales y arcos con traviesas de madera. Es un pueblo muy animado. Hay muchos bares y comercios para mantenerte entretenido un buen rato. Según subes por esta calle vas viendo ya desde el principio el castillo que se levanta por encima de las casas del pueblo, dando la impresión que el castillo se puede desmoronar sobre las cabezas de los visitantes. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al castillo sin entretenernos en la calle. A pesar de que el castillo está sobre el parking hay que recorrer toda la calle del Mercado para llegar al otro extremo del pueblo y ya desde la parte más alta retroceder y acceder a la entrada del castillo.
La entrada es realmente barata y merece la pena por disfrutar de las impresionantes vistas que ofrece el castillo, especialmente hacia las casas pueblo que se despliegan sobre el cerro en un alineamiento muy pintoresco. La entrada al castillo se hace cruzando un puente levadizo que salva un foso excavado en la roca, llegando entonces a una primera puerta, que tras un pasillo nos lleva a la verdadera entrada del castillo. El castillo está formado por un recinto cuadrangular cubierto por hierba y rodeado de las murallas, los restos de la torre del homenaje y otro par de torres cilíndricas bien conservadas. Se puede caminar por todo el perímetro de las murallas y subir a la torre del homenaje – las vistas desde aquí son inmejorables – y a las dos torres cilíndricas. Lo que es el castillo se ve rápido pero como las vistas son preciosas nos pasamos una hora y media dentro del castillo sacando fotos en los diferentes puntos y disfrutando de las vistas y de la quietud y tranquilidad del paisaje castellano.
Una vez visitado el castillo pasamos a recorrer sus callejuelas. Las calles son estrechas y empinadas pero muy pintorescas ya que los edificios que las rodean son preciosos. Retomamos la calle del Mercado que habíamos seguido para llegar a la entrada del castillo y seguimos en ascenso por la calle repleta de casas de piedra hasta llegar al ayuntamiento. Desde allí un estrecho callejón nos conduce a una plaza en el otro extremo del pueblo respecto al castillo en la que se encuentra la parroquia de San Vicente Mártir, una preciosa iglesia de piedra, con una curiosa mezcla de estilos. Desde la terraza que esta sobre los cortados del cerro hay maravillosas vistas a los alrededores pues nos encontramos en la otra punta del risco sobre el que se asienta el pueblo. Desde el conocido como el Mirador de las Casas Colgadas, nos asomamos a las caídas del cerro por esta vertiente pudiendo apreciar parte de las casas escalonadas. Desde allí rodeando el risco llegamos a una puerta de entrada a la ciudad, y una calle empedrada que va descendiendo por la ladera del cerro hasta llegar al parking donde habíamos dejado el coche. Las vistas desde esta calle que baja son preciosas también.
Sin embargo no bajamos y nos dedicamos a callejear por el pueblo, descubriendo sus rincones y callejuelas. Muy cerca de la parroquia en la calle San Vicente se puede acceder a las murallas del pueblo en una zona verde bastante amplia. Las vistas de nuevo, impresionantes. Visitamos las calles del otro lado del cerro que descienden zigzagueando hasta la calle Mayor de San Vitores donde se puede ver otra iglesia de piedra más modesta que la que corona el pueblo.
Alejándonos por la carretera un poco al sur y por un camino rural se llega a una zona en la que hay una preciosa panorámica del pueblo también desde este lado. Comimos en uno de los restaurantes del pueblo y dimos un último paseo por la zona alta antes de descender al coche por la calle empedrada que desciende desde la parroquia. Por cierto que desde un grupo de casas que hay cruzando la carretera principal frente al aparcamiento sale un camino de tierra que asciendo por una zona un poco más elevada y desde donde hay vistas muy buenas del pueblo, desde una perspectiva diferente.
Como todavía es media tarde, queremos aprovechar para acercarnos al cercano pueblo de Tobera, 2 Km al sur de Frías. Saliendo de Frías las vistas son también muy bonitas desde la parte sur. Hay una zona de la carretera en que la estampa del pueblo colgado sobre el cerro es preciosa, concretamente a la altura del antiguo lavadero. El principal objetivo de ir a Tobera es ver las cascadas que atraviesan el pequeño pueblo. La ruta de las cascadas de Tobera, El Paseo del Molinar, es adecuada para todos los públicos. El camino está acondicionado y es muy corto. La distancia que se recorre es de poco más de un Km. Empezamos el recorrido desde las ermitas de Santa María de la Hoz y El Cristo de los Remedios, junto al río Molinar. La imagen de estas dos edificaciones religiosas modestas junto al puente romano de piedra es preciosa.
Desde allí fuimos descendiendo junto al cauce del río hacia el núcleo del pequeño pueblo deTobera, pasando junto a varias cascadas pequeñas y varios miradores acondicionados. Es un recorrido precioso, donde hay muchos rincones encantadores creados por las caídas del agua y el entorno rural. Las cascadas se encuentran además atravesando las pocas casas que hay en el pueblo así que eso le da todavía mayor encanto. Acabada la ruta volvimos por el otro lado del río hacia las ermitas, y dimos un pequeño paseo por el pueblo, un remanso de paz y tranquilidad. Un plan perfecto para completar la visita al precioso pueblo de Frías.