Cassis es uno de esos destinos que lo tiene todo: un precioso pueblo con su coqueto puerto, playa, un castillo sobre un risco vigilando la costa, una carretera panorámica con espectaculares vistas y además es el punto de entrada al Parque Nacional de las Calanques, uno de los parajes naturales costeros más espectacular de Europa. Todo ello en la antesala de la Costa Azul, a muy pocos kilómetros – media hora en coche - de la bulliciosa Marsella.
Una vez que llegamos a Cassis, hay mucho que ver, pero recomendamos dedicarle un día al menos al parque Nacional de las Calanques. Se encuentra al oeste del centro urbano y está formado por una sucesión de calas de agua azul esmeralda custodiadas por enormes entrantes rocosos a modo de minifiordos. Realmente algo único en Europa y en el Mediterráneo. Hay dos formas principales de visitar el Parque: a bordo de una de las numerosas excursiones en barco o mediante una espectacular aunque exigente ruta de senderismo. Merece la pena disfrutar de las dos, si se dispone de tiempo.
La ruta de senderismo por el Parque más completa es la que va de Cassis a Marsella – unos 25 Km – y nos permite asomarnos a diferentes calas. Esta ruta solo es posible fuera de la temporada estival, ya que por el riesgo de incendios no está abierta en verano. Es una ruta muy dura, ya que el sendero discurre en su mayor parte por roca desnuda o piedra suelta, lo que ralentiza y endurece el avance. No obstante una ruta más corta y accesible es la que nos lleva hasta la cala d’En Vau, un verdadero paraíso, accesible también en verano. Eso sí hay que estar pendiente de los vientos, ya que debido al calor extremo que hace en esta zona durante todo el verano, con determinadas condiciones de viento las autoridades cierran el Parque a los senderistas. Lo mejor es informarse en la oficina de turismo, o bien con la app “MyProvence Balade”, donde el día anterior podemos consultar las condiciones previstas para la jornada siguiente.
Para comenzar la ruta hay que llegar hasta el extremo oeste de Cassis y dejar el coche en un aparcamiento de pago habilitado para todo el día – en temporada alta aparcar fuera del parking es misión imposible -. Desde allí accedemos tras una pequeña caminata a la primera cala, la de Port-Miou. Aunque ya se vislubra la belleza del parque, esta primera cala está completamente ocupada por amarres y barcos de recreo y diferentes construcciones que restan mucho encanto al lugar. Comenzamos la caminata y tras recorrer esta cala longitudinalmente – es la más profunda del Parque-, ascendemos hasta la parte superior de los acantilados para posteriormente descender por un sendero bastante accidentado hasta la cala de Port-Pin. Esta pequeña cala suele estar atestada en temporada alta y aún siendo muy bonita todavía no nos ofrece la verdadera dimensión de Las Calanques. Hasta aquí se tardan unos 45 minutos. Tras un baño reparador comienza la parte más dura de la ruta.
Un ascenso continuo por un sendero pedregoso nos lleva hasta la parte superior del acantilado. Allí merece la pena desviarse por un camino que nos ofrece unas vistas aéreas espectaculares de la cala d’En Vau. Continuando por el camino principal descendemos todo lo que hemos ascendido previamente hasta llegar a la preciosa cala. Hasta allí se tarda unas dos horas caminando. Esta cala es realmente paradisíaca y una de las más famosas del parque por su belleza. Otras rutas permiten conocer el interior del macizo rocoso que alberga las calas. Parten de la D559, la carretera principal que une Cassis con Marsella. Desde allí también se llega a la cala d’En Vau aunque lógicamente no se disfruta de las vistas de la costa. Desde el aparcamiento donde dejamos el coche para iniciar la ruta de las calas hay también un sendero circular que recorre la pequeña península más cercana a Cassis, el sendero del “Petit Prince”. Si se dispone de tiempo se puede hacer, ya que la vista sobre el Cabo Canaille al otro lado de Cassis es impresionante. Pero sólo si nos sobra tiempo, merece centrarse en la ruta principal de las Calanques hasta En Vau.
Una vez en el propio pueblo, el principal punto de interés y donde se concentra toda la actividad es el precioso puerto. Desde allí podemos hacer un viaje en barco por las calas para tener otra vista diferente del parque. Los hay de diferentes duraciones y que visitan diferente número de calas. Lo más aconsejable es contratar alguno que ofrezca la posibilidad de desembarcar en alguna de las calas y disfrutar de un tiempo en las mismas. El puerto se encuentra en un entrante natural de la costa y está rodeado por preciosas casas coloridas con un sinfín de restaurantes con sus terrazas. Cerrando el puerto en el otro extremo hay un paseo hasta el faro desde donde hay preciosas vistas del propio puerto y del castillo que se encuentra encaramado en un saliente rocoso, al este del mismo. En el puerto hay numerosas barcas tradicionales que dan mucho encanto al conjunto. Merece la pena recorrerlo por completo y pararse a tomar un café en una terraza para deleitarse con la belleza de Cassis y el ir y venir de gente. La oferta de restauración es bastante amplia, y en todos los locales se pueden degustar especialidades locales basadas en productos del mar.
Después de visitar el puerto se puede callejear hacia el interior para ver algunas callejuelas típicas, muy agradables y repletas de más restaurantes y comercios. El centro del casco urbano lo constituye la plaza Baragnon, donde podemos visitar el mercado los miércoles y viernes por la mañana. Allí puedes encontrar de todo, desde artesanía a todo tipo de productos regionales. También allí mismo se puede visitar el museo de Cassis, el museo de Artes y Tradiciones Populares. Un poco más hacia el interior podemos ver la plaza de la República y podemos regresar al puerto por cualquiera de las callejuelas interiores. Se recorre rápidamente ya que es una zona muy compacta y donde tampoco hay monumentos relevantes. Lo único destacable es la bonita iglesia de St-Michel, al norte del puerto. En el propio puerto se encuentra otra amplia plaza, junto al quiosco de reserva de los barcos, donde los lugareños suelen jugar a la Petanca, una verdadera religión en la zona de la Provenza.
También en el propio centro podemos disfrutar de la playa. Aunque la playa principal, la Grande Mer, tiene preciosas vistas a la mole rocosa del Cabo Canaille, es de piedra y desde luego no es comparable en belleza a las Calanques, pero sirve para refrescarnos. Otra playita, la de Bestouan, se encuentra de camino al punto de partida de la ruta de las Calanques.
El castillo es otra de las imágenes que nos impacta al visitar el pueblo. Su imagen sobre un promontorio sobre la playa de Grande Mer es realmente espectacular, pero la única forma de visitarlo es alojarse en él ya que hoy en día es un hotel. En invierno si debe ser posible la visita una mañana por semana según nos informaron en la oficina de turismo. Sin embargo si podemos subir hasta un mirador de acceso peatonal adyacente al castillo para disfrutar de las vistas. Además, desde el extremo este de la playa podemos seguir un sendero que a nivel del mar bordea el acantilado del castillo y nos lleva hasta la Anse du Corton, una pequeña bahía de piedras con buenas vistas al cabo Canaille. Es un paseo realmente agradable que además no suele estar nada concurrido por muy congestionado que esté el pueblo. Si seguimos la costa tras la punta du Corton hacia el este llegamos a una zona de viñedos, muy típicos de toda la región, y a otra playa un poco más amplia, la Plage de l’Arène, igualmente de piedra y justo debajo de la mole rocosa del cabo Canaille, por lo que éste se ve más impresionante si cabe.
Y por último para completar la visita a este precioso rincón del Mediterráneo cogemos el coche y nos disponemos a seguir la espectacular Route des Crêtes, que nos llevará sobre los acantilados del cabo Canaille – parece que son los más altos de Francia – hasta la vecina localidad de La Ciotat. La ruta sigue durante 13 Km una carretera que rápidamente asciende desde el centro hasta los 400 metros de altura del Cap Canaille. A lo largo de la ruta hay numerosas paradas habilitadas donde aparcar el coche y acercarnos a miradores con unas vistas realmente espectaculares de Cassis, los propios acantilados y en el fondo el macizo rocoso que alberga las Calanques. También hay un sendero que sigue más o menos la misma ruta por lo que se puede hacer andando, aunque si andas corto de tiempo o no tienes ganas de caminar todos los miradores son accesibles en coche. Es preferible hacer la ruta por la mañana, ya que por la tarde tenemos el sol frente a nosotros y no nos permite una visión clara en dirección Marsella, que es hacia donde encontramos las principales vistas.
En definitiva Cassis es un destino maravilloso para una escapada, nos ofrece playa, senderismo, un casco urbano y un puerto con mucho encanto y una ruta panorámica espectacular. Para poder disfrutar de todo ello al menos se necesitan dos días, ya que el Parque de las Calanques puede llevarnos prácticamente un día entero si lo visitamos a pie y disfrutamos de las preciosas calas. En verano Cassis es un destino turístico muy solicitado, por lo que suele haber muchísima gente. Para aparcar se puede hacer en uno de los numerosos parkings de pago o bien en el parking gratuito de las Gorguettes, al norte del pueblo. Está a desmano pero hay un autobús que nos puede acercar al pueblo y al punto de inicio de la ruta de las Calanques. Para alojarnos hay numerosas alternativas, incluyendo el propio castillo si nos podemos dar el capricho. Y si solo dispones de un día acortando la ruta de las Calanques y haciendo un recorrido más corto en barco también te dará tiempo a ver o principal, aunque merece mucho la pena disfrutar con tranquilidad de este tesoro oculto del mediterráneo francés.