Córcega, una perla en el Mediterráneo
Pasamos algo más de dos semanas en la fabulosa isla de Córcega, una de las islas más espectaculares del Mediterráneo. Y es que a su fabulosa costa se une un interior montañoso y abrupto, con picos que llegan hasta los 2700 metros a escasos kilómetros de la costa. Playas paradisíacas, bahías salvajes y recónditas, espectaculares desfiladeros, lagos de montaña, cumbres imponentes, recintos prehistóricos y pintorescos pueblos conforman el paisaje corso. Una isla que a pesar de recibir mucho turismo cada año se conserva en gran parte salvaje, como demuestra la inexistencia de grandes complejos hoteleros. A eso contribuye sobremanera la intrincada red de carreteras que recorre la isla, pues no hay una sola autovía ni siquiera carreteras de trazado sencillo. Eso hace que desplazarse por la isla sea una tarea farragosa, lenta pero a la vez muy gratificante porque el carrusel de espectaculares escenarios que se despliega ante nuestros ojos es espectacular.
Para alojarnos elegimos dos casas rurales. Una primera parte del viaje nos alojamos en el Norte, concretamente en el bonito pueblo de Lama y la segunda parte nos desplazamos al sur a Petreto. Y es que si se quiere recorrer toda la isla – cosa que recomiendo fervientemente – hay que alojarse al menos en dos puntos de la misma, idealmente quizás en tres, porque los desplazamientos como comentaba son bastante largos. En este post vamos a detallar el viaje en nuestra primera etapa donde conocimos la parte norte de esta fabulosa isla.
DÍA 1:
Nos decidimos por utilizar el ferry para llegar a Córcega. Y fue todo un acierto, sobre todo viajando con niños. El ferry además de contar con una pequeña piscina tiene una sala de juegos fabulosa para los más pequeños. Y desde Niza a Bastia a donde llegamos son sólo 5 horas que se te pasan volando. Así que madrugamos y salimos del puerto de Niza para llegar a Bastia a la hora de comer.
Desembarcamos del ferry y lo primero que hicimos fue visitar Bastia. Bastia es una de las dos grandes ciudades de Córcega – aquí el concepto de ciudad es relativo pues tendrá unos 50.000 habitantes -, y aunque no es especialmente pintoresca si tiene alguna cosa que merece la pena ver. Lo más interesante es sin duda el pequeño puerto antiguo. Está rodeado por las casas más antiguas de la ciudad y estuvimos dando un paseo por los muelles disfrutando de las preciosas vistas. El puerto está rodeado de restaurantes y la fachada de la iglesia de San Juan sobre las casas del puerto es la estampa más pintoresca que nos dejó la ciudad.
Tras recorrer el puerto subimos hasta la iglesia, situada en una bonita plaza, la Plaza del Mercado, rodeada de restaurantes con sus terrazas. El interior de la iglesia no es nada del otro mundo. Después de ver esta zona nos fuimos hasta el otro punto más interesante de la ciudad, la fortaleza, donde se encuentra el museo de la ciudad que no visitamos. Estuvimos paseando por las callejuelas del interior de la fortaleza, unas calles estrechas donde pudimos ver algún palacete sencillo, y alguna otra iglesia más. A los pies de la ciudadela, paramos en el jardín Romieu donde desde el mirador, disfrutamos de unas magníficas vistas de la ciudad y del puerto de Bastia.
Dejamos la zona de la ciudadela y llegamos hasta el centro paseando por calles con las casas de piedra de estilo italiano. De hecho los pueblos de toda la isla recuerdan más a Italia que a Francia. Bajamos de la ciudadela hacia la zona el centro neurálgico de la ciudad paseando por calles del XVII y XIX viendo el Oratorio de la Cofradía de la Inmaculada Concepción, hasta llegar a la Plaza de San Nicolás, una enorme plaza que es el centro de la ciudad nueva. Dimos unas vueltas por allí y cogimos el coche para hacer la carretera de la Cornisa hasta San Martino. El interés de hacer esta pequeña ruta es que se sube a la montaña sobre la ciudad y desde aquí pudimos disfrutar de la vista hacia Bastia y más allá el enorme lago costero de Biguglia con la lengua de arena interminable que se extiende hacia el sur.
Dejamos Bastia y nos fuimos hacia Lama. Para ello elegimos la ruta más larga pero más pintoresca, la que pasa por Saint Florent. Subimos poco a poco hasta el Col de Teghime que ofrece unas vistas maravillosas nuevamente sobre el lago de Biguglia. Un poco más allá, el mirador de Barbaggio ofrece más espectaculares vistas, esta vez hacia la parte oeste de la isla, con la costa de Saint Florent y el desierto de los Agriates. Es de verdad una ruta espectacular, con unas vistas maravillosas en todas direcciones. Paramos bastantes veces para disfrutar de las mismas. Desde el col de Teghime hicimos un desvío para subir aún más hasta la Serra di Pigno, una cima hasta la que pudimos llegar en coche y disfrutar nuevamente de una vista fantástica. Además desde aquí parte una ruta de senderismo maravillosa. No teníamos tiempo para hacerla pero simplemente andando por la cresta unos 500 metros llegamos a un punto donde había vistas a la vez sobre las dos costas de la isla y sus numerosas montañas. Simplemente espectacular, y prácticamente llegamos en coche hasta aquí.
Y ya desde allí continuamos la carretera hasta Lama pasando por Saint Florent y el desierto de los Agriates, donde no pudimos resistirnos a hacer alguna parada para disfrutar de la belleza del paisaje con las espectaculares formaciones montañosas tan cercanas a la costa. No nos entretuvimos demasiado porque esta zona ya la exploraríamos en los días venideros. Así que llegamos a Lama y nos alojamos en la fantástica casa rural que habíamos reservado.
DÍA 2:
Este primer día en la isla nos dedicamos a explorar el desierto de los Agriates. Se trata de una zona salvaje y prácticamente virgen de montaña que cae sobre el mar formando algunas de las mejores playas de la isla. La carretera que bordea el denominado Desierto es espectacular. Hicimos muchas paradas para disfrutar del espectacular paisaje montañoso y sacar fotos de los diferentes paisajes hasta llegar a SaintFlorent.
Saint Florent es una pequeña pero bonita población costera situada en una preciosa bahía en el extremo este de los Agriates. Su paseo marítimo aunque pequeño es muy agradable. Llegamos hasta la ciudadela genovesa, un edificio imponente que se asoma al golfo, ofreciendo unas vistas preciosas. Entre la ciudadela y el puerto hay unas casas que caen sobre el mar, realmente pintorescas. Dimos un paseo por las callejuelas cercanas al puerto y allí tomamos un barco para llegar a la playa de Saleccia, la más bonita del desierto de los Agriates. Aquí solo se puede llegar en barco, caminando durante varias horas o bien en 4x4 por una carretera de tierra. Según nuestra anfitriona coches normales lo intentan pero ella no nos lo recomendó por lo que nos decantamos por el barco. Salimos de Saint-Florent y en una media hora llegamos a Saleccia. Dicen que es una de las mejores playas de todo el Mediterráneo. La calidad de sus aguas y arena de color turquesa son impresionantes. Pero es importante venir un día que esté el mar en calma para apreciar en toda su magnitud esta belleza natural. Tras disfrutar de un buen baño aprovechamos para caminar hasta las playas de Lotu y de Ghignu, una al este y otra al oeste de Salecccia. Las playas son también muy bonitas aunque más pequeñas y el paseo por los Agriates es espectacular con las montañas levantándose en un lado y el mar azul turquesa en las playas.
Dese Lotu hicimos un tramos del sendero costero hasta llegar a la Punta Mortella donde hay un semáforo y una bonita torre de vigilancia como las muchas que veríamos en nuestra estancia en Córcega. La vista con las montañas de Cap Corse justo en frente es maravillosa. Así que al final nos dedicamos más a caminar que a disfrutar de la idílica playa de Saleccia pero es que esta zona merece muchísimo la pena. De hecho hay un sendero costero que recorre todo el desierto de los Agriates – se hace en dos días- y que debe ser una verdadera maravilla, pero nos conformamos con haber hecho este tramo entre algunas de sus playas más destacadas por su belleza.
Para regresar a Saint Florent tomamos de nuevo el barco en Saleccia. Ya de vuelta cruzamos a la playa de la Roya, también una bonita laya aunque no comparable a las maravillas que habíamos disfrutado en los Agriates. Nos dimos otro baño para descansar y librarnos del calor que habíamos pasado caminando. El viaje lo hicimos en Agosto y hacía un calor realmente sofocante por momentos. Y este día no nos dio para más. Recogimos el coche y volvimos por la pintoresca carretera de los Agriates hasta Lama.
DDÍA 3:
Dedicamos este día a explorar el espectacular Cap Corse, el característico cabo al norte de Córcega. Es una zona remota, alejada de los circuitos habituales del turismo en la isla, pero de una belleza sobrecogedora. Un día la verdad que es un tiempo un tanto escaso para hacer todo el recorrido pero tratamos de exprimir el día a tope. Madrugamos y comenzamos el recorrido al norte de Saint Florent. Enseguida la carretera se eleva por la ladera de la montaña que cae directamente al mar. Pasamos por la pequeña cala de Negro, donde hay una torre de vigilancia. Y enseguida llegamos a nuestra primera parada de entidad: Nonza.
Nonza es un pequeño pueblo espectacular ubicado de manera imposible en un peñasco rocoso en una de las curvas de la carretera costera. Nos costó bastante aparcar y al final dejamos el coche precariamente en el arcén de la carretera. La imagen de la Torre Paoline en la parte más alta del pueblo es espectacular, merece la pena contemplarla desde el sur y desde el norte. El pueblo en sí son cuatro callejuelas que ascienden hasta la torre desde donde hay unas vistas preciosas. Hacia un lado se ve la espectacular playa negra de Nonza. Es una playa espectacular de piedra, pero muy peligrosa para el baño. Hacia el otro lado vemos la costa de Cap Corse y también tenemos vistas hacia las casas del pueblo. Es uno de los sitios más pintorescos de Cap Corse. El interior de la torre está ocupado por una tienda de souvenirs, por lo que no se puede subir a la parte superior.
Seguimos por la carretera costera y paramos en la Torre de Albu, una vez más dejando el coche como pudimos en el arcén. La bajada hasta la torre es muy corta y permite disfrutar de buenas vistas de otra pequeña playa de piedra, la de Albo. Un poco más al Norte nos detuvimos en el pequeño pueblo de Canari, donde hay una torre semáforo en un mirador con amplias vistas sobre la costa. Seguimos por la carretera disfrutando todo el tiempo de unas vistas espectaculares hasta llegar a la playa de Giottani, una bonita vista desde la carretera. Nuestra siguiente parada fue la marina de Pino, un pequeño enclave costero pero muy pintoresco. Hay una cala de guijarros rodeada de casas de piedra gris preciosas en un pequeño entrante de la costa con vistas maravillosas – una constante a lo largo de todo el viaje - .Desde aquí abandonamos un poco la costa para dirigirnos a la torre de Seneque. Es una de las pocas torres de vigilancia en el interior de Córcega. Desde el aparcamiento una ruta de menos de media hora nos lleva a un espolón rocoso donde se encuentra la torre. Las vistas son espectaculares tanto hacia la costa como hacia el interior.
Retomamos de nuevo la carretera costera hasta el puerto de Centuri. El pueblo de Centuri está en la montaña, pero su puerto es precioso, el más típico de todo el cabo. El puerto es muy pequeño pero realmente encantador. Las casas destartaladas se asoman al pequeño muelle en forma de U donde se amarran las embarcaciones tradicionales de pesca. Varios restaurantes completan el conjunto. La mejor vista del puerto la tuvimos desde el espigón que lo cierra en su parte exterior. Paseando un poco por la costa vimos también el islote de Capense junto a la costa. Toda esta zona es espectacular.
Dejamos Centuri y retomamos la carretera principal que circunvala el Cap Corse. Llegamos al Col de Serra, donde paramos para subir al molino Mattei, un pintoresco molino hoy en desuso pero situado en un alto que ofrece maravillosas vistas de toda la costa incluyendo el precioso puerto de Centuri que acabábamos de visitar. Desde el molino seguimos un corto sendero hasta un lugar donde mejoraban las vistas. Y aunque desde aquí partían apetecibles rutas de senderismo tuvimos que seguir porque no teníamos tiempo para hacer ninguna de ellas. Y así llegamos a la zona norte del Cabo, la parte más salvaje y deshabitada.
Nos desviamos primero hasta Tollare, un pequeño asentamiento donde un grupúsculo de casas arropan a otra bonita torre de vigilancia. Una pequeña playa de piedra no muy atractiva completa el asentamiento. Y desde allí fuimos a Barcaggio, el pueblo más bonito de esta zona. El puerto es pequeño pero pintoresco – aunque no tanto como el de Centuri – y hay una preciosa playa de arena junto al pueblo, lo que pasa que estaba tan cubierta de algas que perdía parte de su encanto. Desde allí hicimos una ruta hasta la punta de Agnello, muy sencilla, pero muy agradable por la playa de Barcaggio y con un ascenso final hasta una nueva torre de vigilancia.
Dejamos Barcaggio y seguimos por la carretera principal hasta el mirador de Rogliano. Allí un corto sendero nos lleva a un mirador que tampoco tiene unas vistas espectaculares pero nos da una idea de lo que son las montañas de norte de Cap Corse. Seguimos la carretera hasta Macinaggio ya en la costa este del cabo. Allí pasamos por un par de bonitas playas, especialmente la de Tamarone, y siguiendo con el coche una precaria pista de tierra llegamos a una de las torres genovesas más pintorescas del cabo y de la isla, la de Santa María. Y es que es especial, por encontrarse en ruinas y por ser la única que se encuentra parcialmente sumergida en el mar – supongo que por una subida del nivel del mar a lo largo de los años -. Pero ambos factores hacen que la torre sea especialmente pintoresca, en el entorno salvaje e idílico en el que se encuentra.
Desde allí comenzamos a recorrer la costa este del cabo, que nada tiene que ver con la oeste. Aquí la carretera discurre a ras del mar prácticamente por unos paisajes muy suaves muy diferentes del entorno montañoso y abrupto del otro lado del cabo. Vamos pasando por agradables ensenadas con bosques tupidos y colinas suaves. Los pueblos por los que pasamos no son nada del otro mundo hasta que llegamos a Pietracorbara, donde vimos una bahía con su playa muy pintoresca con una pequeña montaña y el pueblecito de fondo. Allí paramos para subir a las ruinas de la Torre de Castellare, un mirador fantástico sobre este tramo de costa y las montañas en la parte opuesta.
A partir de aquí ya nos acercamos a Bastia y la zona comienza a estar más poblada. Paramos en Erbalunga, un pueblo más grande con un viejo puerto realmente precioso. Las casas destartaladas que rodean el pequeño puerto con sus pasadizos, galerías y hasta una torre genovesa forman un conjunto encantador. No es muy grande pero es una gozada recorrer las callejuelas de la parte vieja. Y un poco más al sur paramos en Miomo donde otra torre genovesa se encuentra rodeada por unas casas en otro pueblecito con cierto interés, aunque no comparable con Erbalunga. Y aquí ya se nos hizo de noche, por lo que tuvimos que coger el coche y hacer todo el viaje de vuelta hasta nuestro alojamiento. El Cap Corse es una zona fabulosa de naturaleza costera. Quizás en dos días se puede recorrer mejor y hacer alguna ruta de senderismo adicional, pero fue un día muy intenso y nos quedamos con muchísimas imágenes en la retina.
DÍA 4:
Tras el amplio recorrido por Cap Corse, este día nos lo tomamos con calma y exploramos la costa cercana a Lama. Primero nos acercamos a la playa de Ostriconi, una playa salvaje y preciosa que pertenece al extremo occidental de los Agriates. Primero paramos en un mirador de la carretera a Ille Rousse para disfrutar de una vista espectacular de la playa. Después retrocedimos al parking oficial, desde donde un paseo de 20 minutos por diferentes caminos, pistas, y atravesando un río a final llegamos al impresionante arenal. Aprovechamos para darnos un baño en tan paradisíaca playa, una playa donde para que te cubra algo has de andar bastante.
Seguimos en coche por la costa y paramos en varios miradores más. Enseguida llegamos a la playa de Lozari, otra espectacular playa de aguas verdosas y transparentes. Nos conformamos con sacarla fotografías desde dos miradores uno al principio de la playa y otro al final de la misma. Dejamos la costa un momento para subir a los pueblos del interior de la región de Balagne. El primero que visitamos fue Belgodere. Debido a su posición en la cima de una pequeña montaña, Belgodere tiene espectaculares vistas sobre todo el Valle. Se puede disfrutar de estas vistas tan pronto como llegamos al centro de la aldea. La plaza central es muy bonita con la preciosa iglesia de Santo Tomás, que además contiene algunas obras de arte interesantes. Subimos callejeando hasta las ruinas de un castillo en una roca en la zona alta del pueblo y desde allí las vistas mejoraron todavía más. Al caminar por las calles antiguas también vimos otros pequeños monumentos religiosos y algunos lugares bastante pintorescos.
Seguimos por la carretera de la montaña disfrutando de fabulosas vistas todo el rato hasta Spelocanto, otro pequeño y bonito pueblo de la montaña. La estampa de las casas sobre un promontorio rocoso es preciosa. Y tras aparcar lo que nos encontramos fue algo muy similar a Belgodere, un pintoresco grupo de casas y callejuelas empedradas con algunos rincones realmente encantadores y unas vistas fabulosas en la parte superior. Aquí además había una mesa de orientación donde podías reconocer la costa perfectamente con L’Ille Rousse, el lago de Codole y el pueblo de San Antonino que sería otro de los que íbamos a visitar ese día. Las callejuelas del pueblo son muy bonitas y típicas y Spelocanto nos gustó más que Belgodere.
Siguiendo por la carretera de la montaña y disfrutando de más vistas nos dirigimos a San Antonino uno de los pocos pueblos de Córcega que ostenta el título de pueblo más bonito de Francia. La estampa de San Antonino es la de un pueblo encaramado sobre una alta prominencia montañosa. Esta pintoresca aldea tiene vistas espectaculares y se extienden hasta Calvi y l'Ile Rousse. El pueblo es un laberinto de calles estrechas, empinadas vías que pasan por pasajes abovedados y antiguas casas tradicionales. Las estrechas calles de vez en cuando dan paso a pequeños puntos destacados - un pequeño patio, una pequeña capilla, un horno de pan u otra característica arquitectónica interesante -. Paseando por las diferentes callejas, vimos como la piedra de los edificios se combina armoniosamente con la propia ladera formando un todo.
Uno de los monumentos más imponentes está en el propio aparcamiento donde dejamos el coche, bajo el pueblo. Se trata de la Iglesia de la Anunciación que tiene un campanario muy alto. El paseo por el pueblo fue delicioso, tanto por el pueblo mismo como por las vitas que nos ofreció. Y tras el paseo y antes de abandonar el pueblo anduvimos por la cresta de las montañas como un kilómetro hasta una antena de telecomunicaciones, desde donde se nos abrieron vistas todavía más espectaculares.
Y nuestra última parada antes de volver a la costa fue Corbara. El pueblo en sí no aporta demasiado pero pudimos subir hasta una capilla situada en la parte superior del mismo con fabulosas vistas sobre la costa y la Ille Rousse. Además la cercanía a la costa hacía la vista aún más espectacular. La capilla situada sobre una roca en la parte alta del pueblo es también una preciosa estampa.
Bajamos hasta la costa y antes de entrar en Ille Rousse pasamos a ver la playa de Ghjunchitu, una de las que habíamos leído que era de las más bonitas de la isla. Y la verdad es que es otra de tantas playas idílicas y paradisiacas de las que encontramos en la isla. Nos dimos un baño rápido – ante estas playas es difícil resistirte – y desde allí nos fuimos a la Ille Rousse. El pueblo tiene algunos edificios bonitos, un agradable paseo estilo Riviera y un animado puerto. El centro del pueblo está en la Place Paoli donde hay un agradable mercado cubierto. Recorrimos el casco antiguo, con sus calles adoquinadas y casas antiguas, con un ambiente animado con un montón de pequeñas tiendas y restaurantes. También vimos dos iglesias en el centro.
Tras recorrer el casco viejo paseamos por el paseo marítimo, donde la Plage Napoleon se encuentra rodeada por el precioso paseo marítimo de Marinella. Además las vías del tren discurren junto al paseo, creando una imagen muy curiosa cuando pasa por el pueblo. Las vistas desde el paseo son preciosas, y desde allí seguimos hasta la Isola di La Pietra. Este islote está ligado a la tierra firme por un muelle pintoresco con una torre genovesa y un faro. Sin embargo ya anochecía y no pudimos explorar esta zona a gusto así que lo dejamos para el día siguiente.
DÍA 5:
Retomamos nuestra visita a l'Ile Rousse haciendo un pequeño recorrido hasta el faro de Ile de la Pietra, pasando primero por la pintoresca torre genovesa. El emplazamiento del pueblo contra el granito rojo se puede apreciar mejor desde aquí. Esta zona es realmente preciosa con unas vistas maravillosas. Antes de continuar hacia el oeste por la costa hicimos un pequeño desvío a Monticello, otro pequeño pueblo en la montaña que no teníamos previsto visitar pero que nos aconsejaron en la oficina de turismo de Ille Rousse. El pueblo es pequeño y lo más interesante son las fabulosas vistas que hay desde el cementerio situado en la parte superior del mismo.
Seguimos por la carretera de la montaña hasta otro delicioso pueblecito, Pigna. Es un pueblo muy pequeño con una estampa típica de los pueblos que ya habíamos visitado estos días, encaramado a una roca y con una preciosa iglesia. Son cuatro callejuelas pero con mucho encanto. Encontramos rincones preciosos, una bella plaza central, y como no podía ser de otra manera vistas fabulosas hacia la costa, dada su ubicación en la montaña. Una parada muy recomendable.
Continuamos por la costa hasta Algajola, otro bonito pueblo costero que destaca sobre todo por la preciosa playa y la zona cercana a la ciudadela. Dimos un paseo por las calles junto a la ciudadela donde vimos algunos arcos muy pintorescos, una iglesia y buenas vistas. El rincón formado por las arcadas del Hotel de la Plage sobre el mismo extremo de la playa y la pequeña capilla que allí se encuentra es un lugar precioso. Desde los jardines de la ciudadela hay preciosas vistas sobre el mar.
Nuestra siguiente parada fue la aldea abandonada de Occi. Se trata de unas ruinas a las que llegamos tras hacer una sencilla ruta de unos 40 minutos. La verdad es que no está nada señalizada por lo que conviene llevar el GPS. Dejamos el coche en el propio arcén de la carretera y desde allí iniciamos la subida, disfrutando cada vez de vistas más amplias. La aldea es realmente preciosa, hay muchos restos de los edificios, entre ellos la iglesia completa y muchas casas que dan un aspecto irreal al sitio. Además una vez llegas a la aldea se abren vistas hacia la bahía de Calvi, su playa y el pueblo, y son realmente preciosas. Mereció y mucho la pena subir hasta aquí a pesar del calor que pasamos, como en todo el viaje.
Retomamos la costa y fuimos a visitar la Punta Spano, una preciosa zona natural donde unas grandes rocas de formas redondeadas dominan el paisaje de un cabo con unas vistas maravillosas, por la costa y por las montañas que se encuentran muy cercanas a la propia costa. También pudimos ver aquí una torre genovesa y unas ruinas de algunas construcciones de piedra, así como una zona de baño muy pintoresca por las enormes rocas redondas que la bordeaban. Dimos un fabuloso paseo por toda esta zona, remanso de paz y de una grandísima belleza natural. Al final del cabo disfrutamos de vistas del islote de Spano.
Seguimos por carreteras secundarias pegados a la costa y pasamos por varias zonas preciosas como Punta Caldanu, un pequeño cabo también con formaciones rocosas muy pintorescas. Y así llegamos a la preciosa bahía de Calvi. Es una inmensa bahía con una playa donde los pinares llegan hasta la arena aunque a mitad de la bahía las vías del tren van literalmente pegadas a la playa. Pero eso aunque parezca mentira no le resta encanto sino que crea una imagen realmente pintoresca. Desde la playa se ve la preciosa e imponente ciudadela de Calvi sobre un promontorio bajo el cual hay un lujoso puerto deportivo. La ciudadela domina el puerto y el paseo marítimo de Calvi. Enormes bastiones protegen sus cuatro lados, tres de ellos con vistas al mar.
Dejamos el coche en un fantástico mirador donde hay una escultura a los caídos, saliendo ya del pueblo. La vista desde allí de la ciudadela es preciosa. Y desde allí llegamos caminando a una punta cercana ya a la ciudadela, la Punta de San Francesco, desde donde las vistas son también preciosas. Una rampa y unos buenos tramos de escaleras nos llevan a la parte superior de la ciudadela. Recorrimos todas las murallas disfrutando de las vitas en todas direcciones. Después callejeamos por las cuatro calles de la ciudadela, y llegamos a la preciosa plaza central, donde la preciosa iglesia junto con las callejuelas adyacentes es de lo más bonito del casco antiguo. El resto de callejuelas tampoco aporta demasiado. Desde allí bajamos a la parte baja donde recorrimos el paseo del puerto y las callejuelas que se levantan sobre el mismo. Son unas callejuelas encantadoras con muchas tiendas, restaurantes y comercios de souvenirs. En el puerto hay una torre muy fotogénica, parte de las antiguas instalaciones portuarias. Vimos los restos de una casa que la anuncian como el lugar donde nació Cristóbal Colón. Hay una estatua allí mismo. Más adelante está el faro, que domina la entrada del puerto. El puerto deportivo de Calvi es uno de los más bonitos de toda Córcega. Desde aquí parten además muchas excursiones hacia la espectacular y poco accesible costa oeste dela isla.
Y nos dio tiempo por último a subir – en coche – hasta Notre Dame de la Serra, una capilla en un fabuloso mirador sobre la costa, Calvi y sobre la espectacular punta de la Revellatta, un cabo que se adentra en el mar con una costa accidentada y espectacular, salpicada de pequeñas calas. Las vistas desde aquí son de las mejores de la zona. El emplazamiento de la capilla además es espectacular, en una zona rocosa preciosa. Desde allí bajamos y nos fuimos hasta la Punta de la Revellatta. La carretera es de tierra pero se puede hacer con un coche normal yendo despacio. Hicimos varias paradas a lo largo del recorrido para disfrutar de maravillosas vistas. Llegamos hasta el final, hasta la Punta para disfrutar de unas espectaculares vistas. Todo el cabo es una fantástica zona natural, muy accidentada y una gozada por el paisaje. Y sin tiempo para más regresamos a Lama.
DÍA 6:
Este día habíamos reservado un viaje en barco desde Galeria para ver por mar la reserva de Scandola y el golfo de la Girolata, dos de las secciones de costa más espectaculares de la isla. Y nos tocó madrugar porque habíamos reservado el viaje a las 9 de la mañana desde Galeria, para aprovechar mejor el día. Llegando a Galeria ya vemos que el paisaje es espectacular y nos adentramos en una zona muy deshabitada y salvaje de la isla. Salimos en un pequeño barco – 12 pasajeros únicamente - y pusimos rumbo a Scandola. La Reserva Natural de la península de Scandola es una de las reservas naturales de Francia inscrita en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. La península alberga estructuras rocosas en un característico color caldera, cuevas y formaciones realmente espectaculares. Además la reserva alberga muchas aves marinas y plantas endémicas y protegidas.
El barco nos llevó por toda la costa pasando por diferentes estructuras sobre las que nos iba informando el guía y acercándose a los lugares más característicos. La verdad es que no paramos de sacar fotos. El barco se cercó bastante a las formaciones rocosas más espectaculares como algún arco y alguna cueva. Tras rodear toda la fabulosa península llegamos a otro de los lugares emblemáticos de la costa corsa: el golfo de la Girolata, un lugar sólo accesible en barco o tras una ruta de senderismo un tanto larga. Es un pequeño golfo donde hay una playita de piedra y una torre genovesa en el promontorio que cierra la bahía. Además hay algún restaurante en el idílico lugar. Allí hicimos una parada en nuestra excursión de una hora y nos dieron tiempo libre para explorar a nuestro aire la zona. Una hora no da para mucho así que lo primero que hicimos fue subir a la torre – ésta está rodeada por unas pequeñas murallas- para disfrutar de las vistas desde arriba. La costa es impresionante, espectacular, la verdad es que faltan palabras para describirla. Y tras la visita a la torre nos dio tiempo a ir al otro extremo de la playa para subir un poco por un sendero y obtener una panorámica del fabuloso golfo. Y casi sin aliento llegamos de nuevo al barco para seguir la excursión. Sacrificamos el baño en tan idílico lugar pero en una hora es imposible hacer más. Y el viaje de vuelta ya fue directo a Galeria sin acercarse tanto a la costa aunque seguimos disfrutando de maravillosas vistas.
A la una del mediodía ya estábamos en Galeria, ventajas de haber madrugado. El pueblo en sí no tiene nada, pero en un pequeño promontorio visitamos la torre de Galeria una bonita torre genovesa – ésta con un edificio alargado anexo – desde donde hay vistas preciosas a la Plage de Riciniccia, una playa de arenas oscuras en la desembocadura del río Fango. Antes de continuar por la carretera costera remontamos un poco el río hasta el Ponte Vecchiu, desde donde hay unas vistas preciosas del río que forma una serie de pozas realmente pintorescas con unas maravillosas formaciones rocosas bajo el precioso puente de un arco.
Y desde aquí nos dispusimos a recorrer la carretera costera de la reserva de Scandola. Lo malo es que la carretera discurre muy lejos dela costa, por lo que es ineludible hacer el viaje en barco o bien algunas rutas de senderismo para conocer la reserva. Y como no andábamos sobrados de tiempo elegimos el barco, aunque quisimos completarlo con el recorrido por carretera al menos para disfrutar de algunos miradores. Nuestra primera parada fue el Col de Palmarella. Desde allí hicimos una pequeña ruta hasta la Punta Literniccia, una cima con unas vistas maravillosas hacia la reserva y también hacia Galeria. De hecho avanzamos un poco más por la cresta hasta un punto más cercana a la costa para mejorar las vistas. En total fueron 2 Km más o menos que no tardamos mucho en recorrer a pesar de que tuvimos que subir un cierto desnivel.
A partir de aquí seguimos la carretera ya con vistas a la costa sobre el Golfo de la Girolata. Cada poco parábamos a disfrutar de las vistas en miradores improvisados. La carretera avanza a gran altura sobre la ladera de las montañas que imponentes caen al mar. Otra de las paradas imprescindibles en este recorrido es Bocca a Croce. Desde el aparcamiento subimos a la mesa de orientación, siguiendo un sendero de unos 20 minutos por el interior de un frondoso bosque. La vista desde el mirador es preciosa, espectacular, llegando hasta la torre genovesa de Porto, otro de los lugares más emblemáticos de Córcega. Seguimos un poco más la carretera hasta donde nos dio tiempo disfrutando de algún mirador más.
Y como teníamos bastante recorrido hasta Lama empezamos a deshacer el recorrido por el mismo camino hasta Galeria, donde para llegar a Calvi tomamos la carretera costera en lugar de la carretera principal. Todo un acierto, porque la belleza de esta zona de la costa es espectacular y disfrutamos de unos paisajes costeros y de unos acantilados fabulosos. Llegamos a la parte oeste de la Punta de la Reparatta, que ya habíamos visto en días anteriores, pero esta vertiente de la costa es realmente maravillosa y merece mucho la pena hacer la carretera costera desde Galeria.
DíA 7:
El nuevo día cambiamos de tercio completamente. Nos fuimos a explorar el interior de la isla, concretamente al valle de la Restonica, uno de los valles más espectaculares de Córcega. Desde Corte fuimos ascendiendo por el mismo junto al río y por un paisaje que cada vez iba ganando en espectacularidad. La carretera en muchos tramos es de un único carril pero subiendo a primera hora no nos encontramos a nadie de frente. Dejamos el coche en un aparcamiento y comenzamos a hacer la ruta al lago de Melo.
La ruta comienza en un puente sobre unas maravillosas pozas en las que muchísima gente se bañaba. Es una de las imágenes más conocidas del interior de Córcega. Seguimos el ascenso por un paisaje maravilloso, como si estuviésemos en los Alpes. Vimos muchos paisajes sobre el río, alguna cascada y un valle de ensueño. El ascenso final al lago nos dejó en este fabuloso lugar de la montaña corsa. Desde la orilla del lago las vistas sobre las montañas y el valle de la Restonica son preciosas. Continuamos el camino, subiendo un poco más, hasta el pintoresco Lac du Capitellu, un lago glacial rodeado de acantilados escarpados. El paisaje es abierto e impresionante: a la izquierda está el Monte Rotondo de 2622-m de altura, y a la derecha la cresta de Capo Chiostro.
Bajamos de los lagos tras cuatro horas de caminata y aprovechamos para darnos un baño en una de las pozas cercanas al aparcamiento. Deshicimos la carretera del valle y paramos en Corte, una de las poblaciones con más historia en Córcega. La población no es muy grande y todos los caminos parecen conducir a la calle principal. Recorrimos sus callejuelas con bonitas casas alineadas a lo largo de las calles empedradas. La iglesia de la Anunciación en la Place Gaffori es uno de los edificios más antiguos de Corte. El alto y esbelto campanario domina todo el barrio viejo. Una corta y fuerte bajada por la Rue Feracci conduce a una mansión barroca conocida como Maison Palazzi. Si se desciende hacia el río se puede admirar el antiguo puente genovés.
Tras visitar el casco antiguo nos dirigimos a la ciudadela. La ciudadela es visible desde cualquier punto de la zona, está en lo alto de una roca escarpada. Antes de visitar la ciudadela, llegamos hasta el Belvedere, que ofrece una magnífica vista del castillo, la torre del Nid d'Aigle ("nido de águila"), por debajo, la población y la confluencia de los ríos Tavignano y Restonica. Desde el mirador un empinado sendero conduce a las orillas del río Tavignano. La recompensa es una impresionante vista panorámica sobre los acantilados rocosos de la Ciudadela. Entramos en la ciudadela donde se encuentra el castillo, con el Nid d'Aigle, la torre más alta, con vistas a los valles de Restonica y Tavignano, y con unas vistas magníficas. También hay un museo que visitamos rápidamente dentro de la ciudadela.
Y dejando Corte nos desplazamos al valle de Asco, un poco más al norte. El largo valle es una de las zonas más aisladas en Córcega. La carretera que lo atraviesa sigue el curso sinuoso del río Asco hasta la más llamativa cordillera de montañas de Córcega, dominada por el perfil oscuro de Monte Cinto, el pico más alto en la isla con 2706 m. El paisaje es precioso a lo largo de toda la carretera. A lo largo de la carretera vimos también un espectacular circo glaciar, cerca de Monte Cinto, en la cabecera del valle. Desde el pueblo de Asco un camino de tierra lleno de curvas cerradas cae hacia las orillas del río y luego llega a un puente genovés maravilloso con el arco abovedado típico. La carretera termina en la pequeña estación de esquí de Alto Asco. Aquí solo pudimos hacer algunas paradas y disfrutar de vistas ya que no teníamos tiempo para hacer otra ruta de senderismo. Una pena, porque la zona es preciosa y seguro que las rutas por aquí son fabulosas. Lo que si pudimos disfrutar fue de las gargantas de l'Asco, un impresionante ejemplo de los muchos cañones profundos creados por los ríos que fluyen de la Córcega interior hasta el mar. Esta es la parte más espectacular del Valle de Asco. También aquí vimos algunas piscinas naturales que el río ha formado y que son aptas para el baño, aunque no tuvimos tiempo. La carretera junto al río es muy estrecha en algunos tramos. Desde aquí nos volvimos a Lama.
DÍA 8:
Este último día en la parte norte de la isla lo reservamos para hacer una ruta de senderismo. Aunque las opciones son muchísimas elegimos una no demasiado larga para poder dedicar una parte del día a explorar la parte este de la isla. Nos fuimos hasta Pozzo, al norte de Bastia con la intención de subir al Monte Stello, el monte más alto del fabuloso Cap Corse.
La subida no es técnicamente complicada, pero sí algo costosa con el calor que hacía en Agosto (5 horas, 11 km ida y vuelta). El ascenso total desde la aldea de Pozzo no es despreciable ya que es algo más de 1.000 m. Las vistas son realmente espectaculares, tanto durante el ascenso como desde la cima. El sendero está bien marcado y la subida comienza después de pasar las últimas casas del Pozzo. Primero subimos abruptamente a veces entre densa vegetación. Finalmente llegamos al paso de Bocca di Santa Maria desde donde ya se puede disfrutar de una magnífica vista a la bahía de St Florent en el oeste, y a la pequeña aldea de Olmeto. Desde el collado, el sendero desciende inicialmente un poco antes de dar vuelta al norte ascendiendo hacia Monte Stello. La cumbre ofrece una gran panorámica sobre el Norte de Córcega y sus montañas e incluso se puede ver la isla de Elba. Como el día estaba muy despejado disfrutamos tranquilamente de las vistas. Descendimos por la misma ruta.
Pasamos por la enorme playa que bordea el lago de Biguglia y aprovechamos para darnos un baño. Esta playa aunque perfecta para darse un baño y enorme no tenía el encanto de las del oeste. La costa este es una costa mucho más llana, ya que las montañas están lejanas a lacosta y el paisaje es más monótono.
Tras la playa nos fuimos a visitar la zona de la Castagniccia. Con sus colinas verdes, esta región ofrece un paisaje muy diferente al del interior montañoso de Córcega. Toma su nombre de los numerosos castaños que hay en la región. Hicimos una ruta y pasamos por pequeñas aldeas, capillas barrocas y bonitas iglesias. Recorrimos un laberinto de pequeñas carreteras serpenteantes por las laderas. Pocos de los pueblos aquí tienen atracciones destacadas, aunque muchos tienen iglesias atractivas y emplazamientos aún más atractivos. El conjunto tiene mucho encanto aunque no hay grandes focos de atención.
Morosaglia fue uno de los pequeños pueblos donde paramos, un pequeño pueblo con una bonita iglesia - Santa Reparata -. Otra pequeña iglesia, la de San Pantaleo está en la carretera que desciende desde Morosaglia en dirección a la aldea de Saliceto. Tiene un espléndido ábside, con hermosos frescos. La aldea de La Porta es una obra maestra de la arquitectura barroca de Córcega. La iglesia de St-Jean-Baptiste se levanta sobre la aldea con una torre muy alta y pintoresca. Paramos también en Piedicroce, donde la iglesia barroca de St-Pierre-et-Paul domina un paisaje suave de verdes colinas. Su fachada de color claro está ricamente decorada, y en su interior alberga bonitos frescos. Y así seguimos el resto del día por esta región, parando de vez en cuando para ver algún pueblecito, capilla o iglesia. Vescovato fue uno de los pueblos que más nos gustó por la preciosa estampa que ofrece sobre el tupido manto e vegetación verde. Con esto terminamos nuestro último día en la parte norte de Córcega.
DÍA 9:
Este día lo dedicamos a recorrer parte del interior de Córcega en nuestro camino hacia el Sur. Salimos en dirección Corte y unos Km antes nos desviamos hacia la Scala de Santa Regina. La carretera estrecha y sinuosa discurre por un paraje de una belleza sobrecogedora junto al río Golo y entre enormes moles rocosas. Hicimos varias paradas para disfrutar de maravillosas vistas, y muy cerca de Corscia – a unos 4 Km – hicimos un sendero que básicamente sigue el trazado de la carretera pero a cierta altura, por lo que la vista mejora bastante desde allí. Merece la pena hacer este tramo de sendero porque es un lugar fabuloso.
Así llegamos a Calacuccia, la principal población de la región montañosa de esta región de Niolo. Es un pueblo ubicado a orillas del lago creado por una presa en el río Golo. Hay unas magníficas vistas del Monte Cinto al noroeste y del Capo Tafonato, que se levanta al lado de Col de Verghio. En la orilla sur del lago artificial está la aldea de Casamaccioli, y subiendo hacia el paso de montaña de Bocca di l'Arinella, una carretera sin asfaltar ofrece impresionantes vistas del lago y las montañas circundantes. Seguimos el curso del río Golo hacia el paso transitable más alto de la isla, el Col de Verghio, a 1.464 m sobre el nivel del mar. Desde el Col hay unas vistas preciosas en ambas direcciones. Subimos por un sendero desde el lado contrario de la carretera y desde allí mejoramos las vistas hacia la vertiente oeste.
Seguimos hasta la localidad montañosa de Evisa, una de las más bonitas de esta zona de montaña. Y pasamos por el bonito bosque de Aitone, donde hicimos uno de los paseos cortos más populares, que es el que va al Belvédère, un gran balcón natural que ofrece magníficas vistas a través de las rocas del desfiladero de Spelunca. Para llegar hasta el mirador, hay que buscar una zona amplia de parada en el lado izquierdo de la carretera, a 5 km al noreste de Evisa. Una señal hacia la izquierda indica la ruta a través del bosque. Disfrutamos de las vistas y después siguiendo la pista forestal sin asfaltar que sigue a la izquierda un poco más arriba en la carretera principal, llegamos a la piscine naturelle d'Aïtone, una de las zonas de baño más accesibles en el bosque, donde el río discurre a través de una serie de piscinas idílicas y pequeñas cascadas.
Hicimos una breve parada en Évisa, aunque realmente lo más interesante es la propia vista general del pueblo, con la iglesia y las bonitas casas de piedra emergiendo del bosque. Tras Évisa recorrimos por carretera las espectaculares gargantas de Spelunca. Aquí vimos algunos de los paisajes más espectaculares del día. El río Spelunca atraviesa el desfiladero entre grandes rocas y piscinas - en algunos lugares la garganta es casi roja -, mientras que por encima los altísimos acantilados de granito se hunden hacia los ríos y arroyos de abajo. Paramos en varios miradores y bajamos hasta el Pont de Pianella, un arco perfecto sobre unas bonitas piscinas del río. No pudimos hacer ninguna ruta aquí porque no disponíamos de tiempo pero los paisajes que vimos desde la estrecha carretera nos dejaron maravillados.
Así llegamos a Porto, en la costa oeste de la isla y uno de los pueblos más pintorescos. Sin duda, la vista ineludible de la pequeña población costera es la torre genovesa de Porto. Se levanta en medio de a costa del pueblo sobre un promontorio rocoso espectacular. Para acceder a la parte superior, tras pagar una entrada, subimos por unas escaleras con vistas maravillosas, hasta llegar a la torre. Entramos a la torre y accedimos por una escalera a la terraza superior. Desde allí las vistas son gloriosas en ambas direcciones, hacia las Calanques de Piana y hacia el norte hacia la carretera que lleva al golfo de la Girolata. La vista hacia la playa de Porto es fabulosa, en el otro lado del río que desemboca en el mismo pueblo.
El pueblo en sí no tiene mucho más, pero subimos por la carretera hacia el norte para disfrutar de una vista espectacular de la torre de Porto en medio de la bahía en la que se encuentra el pequeño pueblo. La carretera que va hacia el norte es también fabulosa, muy estrecha , llena de curvas e impresionantes miradores. Recorrimos unos Km por la parte más espectacular.
Ya no nos daba para más el día por lo que tuvimos que seguir el viaje hasta nuestro alojamiento en Petreto-Bischisano. Y próximamente seguiremos contando nuestras andanzas por la parte sur de esta fabulosa isla. Continuamos el relato de nuestro viaje aquí.
Puntos de interés: