Costa Azul, mucho más que sol y playa
Visitamos la Costa Azul, un destino no sólo apetecible por sus fabulosas playas sino también por lo cuidado de sus preciosos pueblos. De hecho la Costa Azul es la parte marítima de la Provenza, y eso se traduce en el estilo de sus edificaciones, las plazas, los paisajes…. Todo el encanto de la Provenza unido a la belleza de una costa de aguas azules y acantilados de roca roja. En definitiva un cuadro maravilloso, que recorremos desde Le Lavandou hasta Niza, el núcleo de la Costa Azul Francesa.
DÍA 1:
Viajamos desde Bilbao el día anterior hasta las cercanías de Aix-en-Provence. Este primer día lo dedicamos a ver algunos pueblos de interés en el interior antes de acercarnos a la costa. Nuestra primera parada fue Cotignac, situado bajo unas imponentes paredes rocosas. En lo alto de los acantilados, un par de torres medievales cuadradas (los "Sentinelles") vigilan el pintoresco pueblo. En los acantilados hay numerosas cuevas, que se han usado como refugio y que se usan como viviendas en algunos casos. Esto fue lo primero que visitamos. Un camino protegido por barandillas nos llevó a ver los acantilados y las cuevas de cerca. Además hay una muy buena vista sobre el pueblo desde aquí.
En el centro del pueblo, pasamos por una bonita plaza a la sombra de unos plataneros. Hicimos un pequeño circuito desde el pueblo por diferentes capillas antiguas. Tras la visita al pequeño pueblo tomamos la carretera hasta los "Sentinelles" en la parte superior de los acantilados, para disfrutar de una preciosa vista. Y ya dejando atrás esta primera parada del viaje nos acercamos al norte de Cotignac 6 km hasta el pueblo de Sillans-la-Cascade. Allí vimos una gran cascada de 42 metros en un hermoso entorno.
Nuestro siguiente destino fue Tourtour con su bello casco antiguo que data de la Edad Media y por el que el pueblo figura entre los pueblos más bellos de Francia. Recorrimos las estrechas calles bordeadas de pintorescas casas provenzales, y vimos un molino de aceite, la torre del reloj, y restos de dos castillos antiguos. La plaza central con el ayuntamiento, la oficina de correos (ubicado en un antiguo castillo) y la Capilla de la Santa Trinidad son los edificios más destacados. Disfrutamos de excelentes vistas desde la iglesia, que se extienden por todo el Mediterráneo más allá de Frejus y también hasta el Mont Ventoux.
Tras visitar el bonito pueblo nos desplazamos al cercano Les Arcs. El casco antiguo de Les Arcs es muy interesante con estrechas calles empinadas, pasajes abovedados, casas antiguas, puertas medievales… Incluso pudimos ver los restos de su castillo. Les Arcs es un pueblo bastante grande, al menos comparado con los anteriores. Empezamos el recorrido por la plaza del general De Gaulle y la iglesia de San Juan Bautista, que alberga algunas interesantes obras de arte relacionadas con la historia del pueblo. Avanzamos por las callejuelas de la zona vieja subiendo hasta el castillo-fortaleza y la torre sarracena que ahora acoge un hotel-restaurante en la parte superior. La zona está llena de puertas con arcos y pasadizos abovedados. Todo el lugar tiene el aspecto de un pueblo medieval. La torre del reloj fortificada está coronada por un precioso campanario. Desde la parte superior del pueblo hay algunas vistas de los tejados abajo, y desde un punto pudimos incluso ver el pequeño arroyo en cascada hacia el pueblo. También hay una bonita vista desde la colina con los antiguos molinos, justo al oeste de la colina en la que está la parte vieja.
Y tras estas interesantes visitas nos acercamos a la costa, en concreto al pueblo de Bormes-les-mimosas. El pueblo se llama de esta manera por la abundancia de mimosas, aunque en verano cuando hicimos el viaje ya no se encuentran en flor. El bonito pueblo está en una colina empinada, con un castillo en la parte superior y una miríada de calles estrechas y sinuosas que corren colina abajo. Dimos un paseo por las callejuelas – donde abundan las galerías de artistas – y vimos las Iglesia de Saint-Trophyme y la capilla de Saint-François-de-Paule. Las ruinas del castillo (no abierto al público) están en el punto más alto del pueblo y allí llegamos para disfrutar de unas vistas preciosas hacia el Mediterráneo y a las Iles d'Hyères. Seguimos más arriba de la colina detrás del castillo, y en poco más de media hora llegamos a una pequeña capilla con vistas panorámicas aún mejores.
La Place de L'Isclou d'Amour es una plaza típica provenzal, con su fuente central y ofrece una gran vista sobre los tejados del pueblo, las islas de Levant y Port Cros. Además de estas plazas hay otras preciosas que pudimos ver en nuestro recorrido. La plaza Lou Poulid Cantoun es una de las plazas más pintorescas. Hay un montón de rincones preciosos en todo el pueblo. Y con esto dejamos el pueblo y llegamos a la costa a un par de Km. Vimos varias playas bonitas entre ellas la de Cabasson donde está la Fortaleza de Bregancon en una pequeña isla, comunicada por un istmo al continente. Es una estampa preciosa aunque la fortaleza no se puede visitar.
bormes
Y finalmente tras este largo primer día nos dirigimos a Le Lavandou, donde nos alojamos. Le Lavandou es una agradable población costera con buenas playas de arena. Dimos un paseo junto a la playa y cenamos algo antes de retirarnos al hotel. Aunque es Julio se nota que hay mucha gente, como es lógico en un resort vacacional en el mismísimo centro de la costa Azul.
DÍA 2:
Empezamos el día muy pronto y no pudimos resistirnos a darnos un baño en las cálidas aguas del Mediterráneo. Elegimos la playa junto al puerto deportivo. Pese a ser una playa urbana la calidad de la arena y del agua es espectacular. Dejamos la costa y nos dedicamos las siguientes horas a explorar el macizo montañoso de des Maures. Se trata de un macizo modesto, con alturas no superiores a los 800 metros pero que alberga algunos miradores y pequeños pueblos interesantes. Básicamente seguimos la carretera D14, aunque con desvíos para ver los puntos más interesantes. En el corazón del macizo encontramos el antiguo pueblo de Collobrières con su antigua iglesia y ayuntamiento. Más lejos llegamos a Grimaud, que es un gran ejemplo de un pueblo encaramado sobre una roca típicamente provenzal. Un ascensor de cristal nos subió al pueblo desde la carretera principal. La calle más conocida y pintoresca es la porticada rue des Templiers, que conduce a la románica Église de St-Michel y a un precio castillo de los Caballeros Templarios. La vista desde las ruinas del castillo es magnífica. También vimos algunos molinos de viento tradicionales.
Muy cerquita paramos en Cogolin, justo al sur de Grimaud. Desde la plaza Bellevue, en la parte superior de la ciudad, disfrutamos de vistas de la península de Saint-Tropez. Y nuestra última parada en el macizo fue el coqueto pueblo de La Garde-Freinet, donde destacan los restos de una fortaleza que aún son visibles por encima del pueblo al lado de las ruinas de un castillo. Lo primero que hicimos fue subir hasta allí. Las ruinas son muy pintorescas y también ofrecen excelentes vistas. Además de a la fortaleza pudimos subir a una cruz, con una mesa panorámica y desde donde disfrutamos de magníficas vistas de toda la región. El pueblo también tiene su encanto medieval. Dimos un pequeño paseo y aprovechamos para hacer una pequeña ruta de senderismo hasta las Roches Blanches - algo menos de dos horas la ida y vuelta - . Es un magnífico paseo hasta el punto más alto de La Garde-Freinet, La vista panorámica es impresionante. Hay más excursiones interesantes por esta bonita zona pero no disponíamos de más tiempo así que nos dirigimos de nuevo a la costa, pasando por el Col du Canadel desde donde una bonita vista de la costa se abre ante nuestros ojos.
Descendimos hasta la costa y visitamos la playa de Layet. Un sendero bajo los árboles nos llevó a la cercana punta de Layet para disfrutar de un bonito tramo de costa. Seguimos la carretera de la cota hasta llegar al otro extremo de la bahía, al pintoresco Cap Negre, donde se levanta una torre defensiva, aunque no pudimos visitarla por dentro. Pero la vista desde allí es preciosa.
Seguimos por la costa hasta Cavalaire. Justo antes de llegar al pueblo paramos en la playa de Bonporteau, una pequeña cala salvaje en un entorno privilegiado. Además un precioso sendero parte de allí hasta la punta de Bonporteau. Las vistas de la costa son fantásticas. Dimos un paseo por la orilla de la fabulosa playa central del pueblo y el puerto deportivo y allí terminamos el día. Cavalaire es otra localidad costera dedicada al turismo pero con un paseo muy agradable y unas playas de arena fina preciosas. Nos alojamos allí mismo.
DÍA 3:
Empezamos el nuevo día recorriendo la península de Saint Tropez. Empezamos por el sur en la playa de Gigaro, de La Croix Valmer. Desde allí seguimos un sendero precioso hasta el Cap Lardier con bonitas vistas costeras en ambas direcciones. Seguimos la costa de la península y un poco más allá encontramos uno delos lugares más maravillosos de la península: el cabo Taillat. Allí una península rocosa queda unida a tierra por un istmo de arena, la playa de Taillat. Subimos hasta la cima de la península rocosa y la vista es espectacular. Desde luego no es el típico paraje que esperas encontrarte en plena Costa Azul, ya que no hay edificaciones a la vista y la playa de arena blanca y el azul del mar te hacen pensar que te encuentras en latitudes más exóticas.
Pasamos por las playas de Canadel y Escalet y desde allí retrocedimos hasta el interior y subimos al bonito pueblo de Ramatuelle, por encima de la famosa playa de Pampelonne. El pequeño y coqueto pueblo cubre la parte superior de la colina y sus agradables calles estrechas serpentean alrededor del mismo en un patrón circular. Cerca de la cima hay una bonita plaza. Vimos la Iglesia de Notre Dame, construida contra de las murallas protectoras y una pequeña prisión construida en un estilo netamente árabe. Paseando por el pueblo disfrutamos de sus calles estrechas, edificios de piedra cubiertos de buganvillas y pasarelas de piedra que una vez formaron parte de las defensas de la ciudad. Incluso hay una hermosa vista desde el aparcamiento, que da a los viñedos de los alrededores y al extremo sur de la playa de Pampelonne y al faro de Cap Camarat. El pueblo alberga una serie de pequeñas galerías de arte.
Ya saliendo del pueblo en dirección a otro pequeño pueblo, Gassin, encontramos el pintoresco molino de Paillais. Desde allí se domina toda la costa desde Cavalaire a Saint-Tropez. Llegamos a Gassin, uno de los "pueblo más bonitos de Francia”. Tiene la forma y el tamaño de un pequeño barco encaramado en una cumbre. Encontramos una mesa de orientación, cerca de la zona de aparcamiento más alta. Desde aquí se tiene una magnífica vista de la bahía de St Tropez y las colinas circundantes y se puede ver una gran cantidad de costa incluyendo La Croix Valmer, Saint Tropez, Grimaud, St Maxime y Les Issambres.
Continuamos caminando por la terraza medieval - la Promenade Dei Barri- donde disfrutamos de nuevo más bonitas vistas. Pasear por las calles antiguas de Gassin fue un placer. Vimos un viejo pozo y la calle l'Androuno - dicen que es la calle más estrecha en el mundo-. Otro elemento destacado fue la puerta de Sarrasine, que era una de las entradas medievales de una muralla que protegía la ciudad.
Tras estas visitas no pudimos resistirnos a bajar a la playa de Pampelonne para disfrutar de un baño. La playa es preciosa con su arena blanca y sus aguas azules. Además es realmente grande para el tamaño de las playas de la zona. Tras la agradable parada en la playa subimos hasta el faro de Camarat al que pudimos subir para disfrutar de fabulosas vistas – desgraciadamente por lo que sabemos ahora ya no es posible subir, se encuentra cerrado al público -. Desde el faro tomamos un sendero hasta la punta desde donde también hay preciosas vistas. Merece la pena llegar hasta aquí aunque no sea posible subir al faro.
Y así llegamos a Saint Tropez, la población con más fama y glamour de la Costa Azul. Y la verdad es que nos encantó. Dejamos el coche en un enorme aparcamiento a la entrada del pueblo. Saint Tropez fue en sus orígenes un pueblo de pescadores. Luego fue descubierto por Hollywood y ha sido un lugar de vacaciones de moda desde entonces. Sorprendentemente, cuando llegamos todavía pudimos ver el tranquilo pueblo de pescadores que una vez fue. El puerto es precioso con las casas pintadas de tono pastel. Sólo los opulentos yates amarrados allí desentonan con el pintoresco pueblecito. Las estrechas calles serpentean hacia atrás desde la costa hasta la ciudadela y las casas están todas construidas en un estilo muy simple, propio de las casas de pescadores. La parte más pintoresca de la ciudad es el puerto. Las mejores vistas se obtienen desde el 'Mole Jean Reveille', un muelle que sobresale de la ciudad. Hacia arriba sobre el puerto llegamos a la Place de l'HotelDe-Ville, con el Château Suffren y el bonito ayuntamiento. Una calle a la izquierda conduce a la rocosa Baie de la Glaye, mientras que al frente la rue de la Ponche pasa a través de puerta antigua a la plaza du Revelin por encima del puerto de pesca excepcionalmente bonito y su pequeña playa. Estuvimos recorriendo el laberinto de callejuelas y las pequeñas calas que aparecen al pasar por algún pasadizo o recoveco. El pueblo es realmente encantador.
Otra gran visita fue la ciudadela - las vistas desde aquí son estupendas-. Aunque es un castillo muy atractivo de estilo morisco lo mejor la verdad es que son las vistas. Vimos el Museo Naval, una interesante muestra en el interior de la ciudadela. Y con esto dimos por concluida la visita al precioso pueblo. Disfrutamos de su ambiente y del anochecer con el sol iluminando de una forma mágica las casas del puerto y cenamos por allí mismo. Esta noche nos alojamos en Saint Tropez.
DÍA 4:
Empezamos el día con una visita a Port Grimaud, la parte marítima de Grimaud, situado en una bahía natural al oeste de Saint-Tropez. Es un pueblo construido en el mar donde las calles casi parecen emerger del agua. Sólo se puede acceder en barco o a pie. Dejamos el coche en uno de los aparcamientos y entramos en la ciudad a través de una puerta de seguridad. Las casas en Port Grimaud están construidas en un estilo muy simple, pero un montón de puentes de estilo veneciano cruzan las vías fluviales, que unen las diferentes 'calles' dándole un cierto toque veneciano. El efecto general es muy hermoso, aunque mucho más artificial que el de Venecia. Subimos a la torre de la iglesia para disfrutar de vistas sobre la ciudad. Hay un montón de yates y barcos amarrados en los diferentes canales. Como a buena parte del pueblo no se puede acceder porque son urbanizaciones privadas hicimos un pequeño viaje en barco para ver parte de sus canales.
Seguimos nuestro recorrido remontando el golfo de Saint Tropez, pasando por varias playas de arena hasta llegar a Sainte Maxime, una de las poblaciones más conocidas de la Costa Azul. Estuvimos paseando por su bonito aunque pequeño casco antiguo. Vimos la iglesia y entramos en un pequeño museo en la tour Carré -situada enfrente- que muestra las tradiciones populares de la zona. En la oficina de turismo nos facilitaron un plano con un recorrido por los lugares más destacados de la ciudad, donde hay buenos ejemplos del Art Decó. También algunos de los elementos medievales de Sainte Maxime se han mantenido y pudimos verlos. El ayuntamiento sigue siendo un castillo. La ciudad vieja es un lugar agradable para visitar y callejear.
La playa de Sainte-Maxime es bonita y de arena. Cerca de la playa hay un montón de cafés y restaurantes y dimos un paseo por el puerto muy agradable. Aprovechamos para darnos el chapuzón diario que ya teníamos acostumbrado. Un poco más al norte del pueblo hicimos una preciosa ruta hasta Pointe des Sardinaux, un saliente con una maravillosa vista de la costa. Allí llegamos tras un corto paseo por un sendero balizado. Seguimos la carretera costera pasando por diferentes playas que se suceden hasta Fréjus, otro de los centros neurálgicos de la Costa Azul.
Frejus tiene un bonito centro medieval que se despliega alrededor de la Place Formage donde la catedral de San Léonce y el ayuntamiento llenan dos lados de la plaza. Desde la plaza paseamos por las calles laterales donde hay numerosas casas y tiendas de color pastel. La catedral es un edificio bonito pero sencillo pero es en el interior de la catedral donde está su gran atractivo, con un baptisterio y unos espectaculares claustros que pudimos visitar. Dimos una vuelta también por el bonito puerto deportivo, donde desemboca un canal. Otro de los atractivos de Frejus son las diferentes ruinas romanas que conserva. Siguiendo el Boulevard de Severin-Decuers está la Butte St-Antoine, que estuvo antaño coronada por una fortaleza. Fue una de las defensas del puerto, y vimos varias torres en ruinas. Un camino alrededor de la muralla sur sigue el muelle hasta la medieval Lanterne d'Auguste. Pasada la puerta romana de des Gaules ya lo largo de la rue Henri-Vadon, llegamos al anfiteatro, más pequeño que los de Arles y Nimes. Para ver el teatro romano tomamos el coche, al norte de la ciudad, a lo largo de la avenida du Théâtre-Romain. Al noreste de la misma, pasamos por seis arcos del acueducto de cuarenta kilómetros, que fue tan alto como las murallas.
Ya saliendo de Frejus vimos otras dos construcciones interesantes. La Mezquita de Djenné Missiri está en la izquierda de la D4 hacia Bagnols. Se trata de un edificio de color guayaba, con forma de fuerte, y es una réplica de una mezquita sudanesa en Malí. El otro edificio de interés que vimos es la pagoda Hong Hien, que aún se mantiene como un templo budista, se encuentra en el cruce de la RN7 a Cannes y la D100.
Seguimos la playa de Frejus y paramos en el cercano Saint Raphael, otro bonito pueblo costero, con un pequeño puerto y playas a ambos lados del puerto. Detrás del puerto paseamos por el casco antiguo. En la rue des Templiers una iglesia románica fortificada en ruinas tiene fragmentos del acueducto romano que llevaba agua desde Fréjus. El edificio más imponente es la basílica de estilo bizantino. La zona de las playas es muy pintoresca también con hoteles de época y además cuando pasamos había un animado mercado local. El paseo marítimo que rodea el centro del pueblo es realmente bonito. Tras un breve paseo nos adentramos en la costa que se extiende al este por más de 30 Km bajo el macizo de l'Esterel. Las playas y la sección rocosa de esta costa se caracterizan por una preciosa roca roja que con el sol crea unos maravillosos paisajes. Hay una carretera costera que parte de Saint Raphael y que pasa por lugares preciosos.
Nuestra primera parada fue el Cabo Dramont. Caminamos hasta la cumbre del cabo donde se construyó un semáforo marítimo que todavía se utiliza como un puesto de observación. Las vistas desde la cima del cabo son espectaculares. A los pies del cabo vimos el pintoresco puerto de Poussaï. En frente del cabo también vimos la pintoresca isla d'Or con una torre de roca roja. Toda la zona del cabo es una maravilla para pasear y disfrutar de esta maravillosa parte de la costa. La vista más bonita es sin duda hacia el este. Seguimos por la carretera de la costa y llegamos a la playa de Agay una de las más grandes del macizo del Esterel. Allí cenamos algo y nos alojamos para seguir al día siguiente nuestro recorrido por este maravilloso tramo de costa.
DÍA 5:
Nos levantamos pronto e iniciamos el recorrido por la costa del macizo de Esterel, una sucesión de pequeñas playas - algunas e arena otras de rocas - entre promontorios rocosos de un precioso color rojizo. La carretera de la costa - La Corniche d'or - que sigue la frontera sur del macizo de l'Esterel es una de las carreteras de costa más pintorescos que conozco en Francia. En muchos lugares los acantilados del macizo llegan al mar, formando pequeñas calas rodeadas de las rocas rojas típicas del macizo, con las rocas más escarpadas emergiendo desde el mar. A lo largo de la carretera de la costa hay algunas pequeñas poblaciones pero es el paisaje en general lo más interesante. Le Trayas está en el punto más alto de la cornisa y su costa es la más accidentada. Completamos la carretera haciendo varias paradas en diferentes miradores como el de Petit Caneiret, el de las calanques de St Barthélémy o el Pointe de l'Observatoire.
Además de la fabulosa carretera de la costa, las colinas, acantilados y montañas que conforman el macizo se elevan abruptamente desde la costa y nos regalan vistas maravillosas. Hay varios puntos donde se puede acceder al macizo y alcanzar las cumbres más altas - a veces solo hace falta un pequeño paseo para llegar a los puntos más altos -. La Rocher Saint-Barthélemy es un ejemplo de esto. Se trata de un enorme monolito con vistas al Estérel. Se encuentra entre el mar y Cap Roux y se puede subir hasta la cima mediante unas escaleras talladas en la propia roca. Las vistas son maravillosas. Y también subimos a Cap Roux - se accede desde el aparcamiento Sainte Baume en una caminata de unas 2 horas de ida y vuelta -, que es uno de los más bellos lugares del Estérel. Desde la mesa de orientación en la cumbre de la montaña se puede admirar una vista panorámica de las montañas que se hunden en el mar. Es una vista gloriosa.
Otro pico al que accedimos fue el Pic de l'Ours -492 metros – que es fácilmente identificable gracias a la antena de telecomunicaciones erigida en su cima. Una caminata de 1,5 horas a partir de la Col de Notre Dame nos llevó a la cima. Desde allí disfrutamos de una vista increíble con vistas al Estérel y el mar Mediterráneo. Subimos también al pic de Aurelles, otro excepcional mirador cercano a la costa y con una importante vista de las montañas del Esterel.
Tras una intensa jornada por el macizo del Esterel llegamos a Mandeliu-la-Napoule. Aunque el pueblo se encuentra un poco hacia el interior la parte más interesante es la del Paseo Marítimo de La Napoule. El más imponente monumento de La Napoule es sin duda el pintoresco castillo de Napoule, en el extremo sur de la playa. Aunque una pequeña parte del castillo (la torre sarracena) es original y muy antigua, la mayor parte del castillo que se puede ver es una reconstrucción. Desde la playa de la Raguette hay una vista preciosa del castillo sobre el propio mar. El precioso sendero litoral rodea el castillo junto al mar, bajo unas preciosas arcadas. Justo tras la playa el Mont San Peyre es una pequeña elevación de origen volcánico que tiene una vía fácil de acceder a la cumbre mediante un paseo empedrado. Hay un mirador y mesa de orientación en la cima con vistas espectaculares.
Dejamos la costa para visitar un par de pueblos en el interior. Callian es un pequeño pueblo tradicional en un entorno pintoresco sobre la ladera de una colina. Es un lugar pequeño pero atractivo, con una maraña de calles estrechas con pintorescas casas antiguas. El pueblo está dominado por un castillo medieval que se alza por encima del mismo y tiene la capilla de los Penitentes justo debajo. Estuvimos paseando por todo el casco antiguo. Desde la plaza abierta al lado de la iglesia vimos una pequeña cascada y bonitas vistas a la campiña. Las calles están muy bien cuidadas y descubrimos numerosos rincones pintorescos entre sus callejones. Cenamos algo y nos dirigimos a nuestro alojamiento muy cerca de Seillans, que ya visitaríamos al día siguiente, pues se nos había terminado el día.
DÍA 6:
Seillans es uno de los 'pueblos más bellos de Francia’. Con un centro medieval abruptamente inclinado el pueblo es accesible sólo a pie. Las calles dan paso a una serie de pequeñas y pintorescas plazas, con numerosos atractivos edificios antiguos, rodeados por las típicas casas y bonitos paisajes. El pueblo cuenta con un castillo y la encantadora iglesia de San Leger con su torre del reloj en su cumbre, mientras que algunas de las mejores vistas las disfrutamos desde el mirador en la Place de la Republique. También vimos una de las puertas de piedra originales en las murallas de la ciudad - la Porte Sarrazine. Hay una pequeña plaza preciosa en el centro de Seillans. Caminando hacia el este de la aldea pasamos por unas altas casas en Rue de l'Hospice con vistas a un hermoso valle. El campo de los alrededores Seillans está formado por capillas de estilo rústico, viñedos, bosques y olivares, todo muy idílico y típicamente provenzal.
Tras un breve paréntesis en esta típica población provenzal seguimos hasta Grasse, famosa por la producción de perfumes. Hay un Museo Internacional de Perfume aquí y cuatro productores de perfume importantes todavía tienen su sede en la ciudad y se pueden visitar. Pero además de eso Grasse es una ciudad muy agradable. El casco antiguo es el punto de mayor interés y tiene numerosos edificios antiguos y con mucho encanto - es en gran medida un tradicional pueblo provenzal, y el casco antiguo es uno de los más extensos de la Provenza-. Muchas de las altas casas estrechas están pintadas en colores naranja pastel para iluminar las calles. Además su situación en la ladera de una colina hace que el resultado sea aún más pintoresco. Visitamos la Catedral de Notre-Dame-de-Puy. Al lado de la catedral está el ayuntamiento con un bonito patio interior, su fuente, y una preciosa vista. También vimos la cercana torre cuadrada de piedra, la torre Sarrasin. La plaza principal, Place aux Aires, en la parte superior de la ciudad, está rodeada de soportales de diferentes alturas. Visitamos el museo del perfume, bastante interesante, sobre todo por encontrarse en un pueblo con tanta tradición en esta industria.
Dejamos Grasse y paramos en Valbonne, que tiene como centro la preciosa 'Place des Arcades'. El pueblo sigue un diseño en rejilla con las calles de todo el pueblo con el mismo ancho y formando un ángulo recto entre sí. Del mismo modo, las casas en Valbonne casi todas siguen el mismo diseño lo que hace que el conjunto sea muy pintoresco. Las calles están muy bien cuidadas y en muchas de las casas hay tiendas y boutiques. Hay muchas pequeñas joyas arquitectónicas y pequeños detalles - fuentes, un reloj de sol, puertas antiguas - que pudimos ver según paseamos por el pueblo. Los edificios más importantes son la iglesia de la abadía (a las afueras de la parte inferior del casco antiguo), un antiguo molino junto al río y la antigua Iglesia del pueblo. No nos entretuvimos mucho más y nos dirigimos de nuevo a la costa, a la preciosa ciudad de Cannes.
Cannes es una localidad muy turística, famosa por el prestigioso Festival de Cine. Como llegamos por la tarde lo primero que hicimos fue pasar a las islas de Lérins en ferry. En unos 15 minutos el ferry nos llevó a las hermosas islas. La estructura dominante de la isla de Ste Marguerite es el fuerte de Ste-Marguerite. Visitamos el fuerte donde lo más curioso fueron las celdas, incluyendo aquella en la que el hombre de la máscara de hierro de Dumas se supone que estuvo encerrado, y el Musée de la Mer, que contiene hallazgos locales en su mayoría romanos, y también los restos de un barco árabe. En la isla de Ste Honorat hay una abadía. Visitamos la iglesia. Detrás de los claustros en la orilla del mar se encuentra el pintoresco monasterio fortificado. Tras visitar las islas que nos llevó casi toda la tarde volvimos a la ciudad, donde sin duda, lo más destacado es su pequeño pero coqueto casco antiguo.
Detrás del viejo puerto y sobre la ladera de una colina conocida como Le Suquet, se encuentra la parte más antigua de Cannes. Esta es la parte más pintoresca de la ciudad, con calles estrechas y empinadas escaleras entre las casas antiguas. Hay un montón de restaurantes y bares con terrazas en esta zona. En la cima de la colina se encuentran los restos de un convento y la capilla de Santa Ana. Las vistas desde aquí hacia Cannes, y el puerto y las playas son fantásticas. Estuvimos paseando por la zona vieja disfrutando del ambiente, con las terrazas repletas de gente ya cenando - en Francia las cenas se hacen a una hora bastante temprana -. Sólo unos pocos cientos de metros al oeste de Le Suquet vimos también el Château Eléonore. Paseamos también por el puerto con muchos yates lujosos. Caminando un poco más a lo largo de este tramo costero se encuentra el famoso Boulevard de la Croisette, el paseo central de la ciudad de 3 kilómetros de largo entre la ciudad y la playa. Otro punto de interés es el Palais des Festivals, la sede del Festival de Cine de Cannes, que está en uno de los bordes del bulevar. Allí pudimos ver las placas con las huellas de las manos de las estrellas famosas. Llamado el Chemin des Etoiles ('camino de las estrellas ") éstas se pueden ver cerca del Palais des Festivals y a lo largo de la explanada Pompidou, así como en los jardines. Junto al Boulevard de la Croisette hay una larga playa de arena, aunque gran parte está ocupada por playas privadas pertenecientes a los lujosos hoteles del otro lado de la carretera. Más allá del casco antiguo Cannes es sólo un resort de alto standing sin demasiado que ofrecer al viajero, pero una visita a su parte antigua merece la pena. Cenamos en Le Suquet y nos alojamos en el mismo Cannes esa noche.
DÍA 7:
Dejamos la bulliciosa Cannes y nos fuimos hasta Antibes, un bonito pueblo costero que tiene una zona atractiva frente al mar con edificios históricos, un interesante casco antiguo y que sobre todo es un pueblo muy acogedor. Paseamos por las calles estrechas y sinuosas bordeadas de preciosas casas. Fuentes tradicionales y pequeñas plazas rodeadas de casas antiguas además de un mercado cubierto le dan muchísimo encanto al pueblo. El centro histórico está rodeado de murallas. Visitamos las iglesias medievales y la fortaleza, situada muy cerca del mar. La Catedral de Notre-Dame-de-Platea en Antibes tiene un campanario de piedra separado de la catedral por una pequeña capilla. El castillo Grimaldi -un pintoresco edificio con una torre cuadrada, que confiere al perfil de Antibes un carácter especial y que se puede contemplar desde la orilla del mar hacia el oeste - alberga el museo Picasso, uno de los más famosos lugares de Antibes. No lo visitamos pero la vista de a torre junto al mar y las murallas es preciosa. La verdad es que en Antibes hay un buen número de museos en la zona vieja. En las murallas defensivas de la ciudad hacia el oeste, hay una preciosa vista de todas las murallas y la torre de Antibes. Estuvimos paseando por aquí hasta llegar a la Pointe de l'Îlette, un saliente con una vista preciosa de Antibes aunque un tanto lejana.
Dejamos Antibes en dirección a Biot, un pequeño pueblo ligeramente hacia el interior. El pueblo es muy bonito, con una extensa parte antigua llena de casas de piedra preciosas y un buen número de rincones pintorescos. Se encuentra en una posición elevada al igual que otros pueblos provenzales y conserva las fortificaciones y las puertas de entrada que originalmente ayudaron a proteger la ciudad. Accedimos a Biot lo largo de la Rue Saint Sebastien - un amplio bulevar bordeado de casas muy coloridas y vistosas. El casco antiguo se encuentra en el otro extremo de esta calle. El centro del casco antiguo de Biot es la Plaza des Arcades, un lugar muy agradable y con mucho encanto. Pasamos por dos de las puertas medievales originales de la ciudad. También dimos un paseo por parte de las murallas. Desde las plazas hay vistas de los viñedos y de la colina de Aspres, con sus terrazas de cultivo soportadas por muros de piedra. Biot es famoso también por la industria de soplado de vidrio: hay muchas tiendas y talleres con ejemplos preciosos de este arte.
Seguimos hacia Niza y paramos en Cagnes-sur-mer. La parte costera del pueblo es bastante anodina pero la parte que se encuentra en la cima de la colina es más interesante, donde se encuentra su casco antiguo. Aquí encontramos un montón de viejas estrechas y empinadas callejuelas, pasadizos cubiertos, edificios antiguos, casas porticadas y escaleras. Y en la cima de la colina, el castillo. Este lugar ofrece miradores preciosos, y allí pudimos disfrutar de una magnífica panorámica de las montañas y el mar. Visitamos el imponente castillo que contiene algunos elementos muy interesantes como un impresionante patio interior con unas galerías encantadoras, una bonita escalera, una chimenea monumental y un techo cuidadosamente pintado. Las vistas desde la torre del castillo al mar son impresionantes. Hay un par de museos en el castillo aunque tampoco nos entretuvimos demasiado. La zona de la playa – de guijarros – no tiene demasiado interés. Una capilla de color amarillo ocre, y los barcos típicos conocidos como "Pointu", que se encuentran en el puerto son lo más destacado. Destacar que a partir de aquí y hacia Italia la mayor parte de las playas son de guijarros y no de arena como nos habíamos encontrado hasta Cannes.
Aquí de nuevo dejamos la costa para visitar otro encantador pueblecito, Saint-Paul-de-Vence. El pueblo no es muy grande. Accedimos por una puerta de piedra original a través de las murallas a la única calle principal, estrecha y adoquinada, que se extiende desde un extremo del pueblo a otro, con pequeñas calles laterales. Las fortificaciones de Saint-Paul de Vence abrazan los contornos del espolón rocoso sobre el que se levanta el pueblo. Además del encanto de pasear por las pequeñas callejuelas disfrutamos de vistas al campo de los alrededores desde las propias murallas. Nos sorprendió la variedad de estatuas ubicadas en nichos dentro de los muros de las propias casas. Le Donjon -la torre del homenaje resto de un antiguo castillo-, es la sede del ayuntamiento. La iglesia Colegial y la Capilla de los Penitentes Blancos son los principales edificios religiosos. La plaza de la Grande Fontaine es un rincón realmente pintoresco. También vimos en nuestro paseo por las murallas diferentes torres, que eran parte de las fortificaciones originales. Tras visitar el pequeño núcleo hicimos un pequeño paseo fuera del pueblo hasta la Chapelle Saint-Charles-Saint-Claude. Aparte de la capilla en sí hay grandes vistas sobre Saint-Paul de Vence, las colinas y el mar Mediterráneo. Este es el mejor mirador para ver la población amurallada desde el exterior.
Un poco más al norte encontramos Vence, otra pequeña y bonita población situada en un saliente rocoso y rodeada de sus fortificaciones originales. Paseamos por el casco antiguo admirando las casas antiguas y las pintorescas plazas. La Catedral, la torre de Saint-Lambert y la Chapelle des Penitents Blancs son algunos de los monumentos que pudimos ver. A la catedral pudimos entrar. El centro histórico de Vence es circular y conserva todas sus fortificaciones intactas - estas ahora en realidad son un anillo de casas antiguas en lugar de muros de piedra - con las cinco puertas que permiten el acceso al centro-. Las vistas hacia los alrededores también son muy bonitas. Aunque conviene recordar que aquí estos pequeños pueblos provenzales cerca de la costa no se encuentran en zonas de campo como ocurre más al norte y en lugar del típico paisaje provenzal con sus viñedos, campos de lavanda.... el paisaje está ocupado en buena parte por nuevas urbanizaciones dada la cercanía a la costa. Esto evidentemente les resta cierto encanto.
Y tras este recorrido por los pueblecitos de la Costa y sus alrededores nos encaminamos a Tourettes sur Loup, nuestro destino para esta noche. Tourrettes es un hermoso pueblo medieval encaramado en un estrecho espolón con la profunda garganta de un pequeño arroyo por debajo de los edificios. Visitamos su atractivo aunque pequeño centro medieval. Además de ver alguna iglesia y algún monumento, el pueblo es un placer en sí mismo con muchos pasadizos y callejones que pasan por los antiguos edificios de piedra. Hay un magnífico mirador hacia los alrededores con una mesa de orientación. Aquí hay preciosas vistas a la campiña. En la Grand Rue, una calle lateral sale a través del arco de la Portail Neuf, y desciende a lo largo de un camino empedrado por debajo de la población. Es un paseo agradable y una bonita vista, con colinas boscosas hasta el mar, el antiguo viaducto ferroviario y también con una buena vista hacia atrás hacia el pueblo, de la garganta del río Cassan. No nos dio tiempo a mucho más así que cenamos algo y nos alojamos en el mismo Tourrettes.
DÍA 8:
Ya nos íbamos aproximando a Niza, y este nuevo día lo empezamos visitando otro de los pueblos catalogados como más bellos de Francia: Gourdon. Al acercarnos a Gourdon por la carretera, la primera vista del pueblo es realmente impresionante. Gourdon se encuentra sobre un promontorio rocoso a una altitud de 760 metros, desde donde se tiene unas magníficas vistas sobre el valle del río Loup y más allá hasta el Mediterráneo, desde Niza a Théoule. La principal atracción del pueblo es de hecho el magnífico mirador, que se encuentra en un extremo del pueblo. Antes de llegar al pueblo merece la pena parar en otro mirador para ver la estampa del racimo de casas que conforman el pueblo situado sobre un promontorio rocoso.
El pueblo en sí es bonito y tiene calles medievales bordeadas de hermosas casas antiguas y tiendas de artesanía. Gourdon es un pueblo muy pequeño, poco más de una corta calle principal y un par de calles laterales. El principal monumento histórico en Gourdon es el castillo rodeado de jardines y que alberga varios museos aunque no entramos a visitarlo. Dimos una vuelta por las cuatro callejuelas del pueblo. Las vistas desde varias de las terrazas que hay en las calles del mismo son preciosas.
Desde allí nos dirigimos a visitar las gargantas del Loup, una de las atracciones naturales de la zona. Es una garganta tallada por el Loup, no tan espectacular como las de Verdon u otras de la zona, pero que bien merecen una parada si pasamos por allí. Tras adentrarnos por la carretera entre las paredes de la garganta llegamos a la Cascade de Courmes. Pagamos un euro o algo así para hacer un pequeño recorrido hasta un mirador sobre la bonita cascada que cae unos 40 metros. Seguimos por la carretera y vimos otras dos cascadas menores: Saut du Loup y la Cascades des Demoiselles. En definitiva un lugar bonito aunque no espectacular.
Y ya de camino a Niza, el destino final del día, paramos en el pequeño pueblo de Saint Jeannet. Este hermoso pueblo se encuentra justo al pie del espectacular paraje montañoso que domina toda el área de Vence. Saint Jeannet es un pequeño poblado lleno de encanto y con un carácter muy auténtico y se extiende por la ladera debajo del acantilado. Dimos un paseo por el laberinto de callejuelas muy típicas de la Provenza. Además del bonito paseo por el pueblo disfrutamos de una maravillosa vista espectacular sobre los viñedos y la costa desde la explanada detrás de la iglesia. Seguimos un sencillo sendero que sube hasta el acantilado rocoso tras el pueblo – el Baou – y tras un rápido acenso llegamos a la cima desde donde la vista es realmente preciosa, con el mar y las colinas descendiendo hacia el mismo en las cercanías de Niza.
Y ya para concluir la jornada llegamos a Niza. Niza es una ciudad enorme pero la parte de interés se ve bastante rápido. Niza es el centro turístico más grande y más visitado de la Costa Azul. Cuenta con una extensa playa, una parte vieja medieval, algunos grandes monumentos arquitectónicos y una amplia selección de museos. La playa y el paseo de los Ingleses es la parte más conocida de Niza y por allí comenzamos nuestra visita. El paseo marítimo es un amplio paseo de varios kilómetros que se dirige hacia el oeste desde el centro de la ciudad. Hacia el casco antiguo el paseo se convierte en el Quai des Etats Unis. Grandes casas (a menudo convertidas en hoteles y apartamentos) se alinean en el Promenade des Anglais a lo largo de unos cientos de metros al oeste del centro de Niza hasta llegar al Palacio Massena, ahora un museo. Más allá del mítico Hotel Negresco los edificios son más recientes y de menor interés, aunque la playa continúa. Es una playa fea, de piedra y la mayoría es pública. Sin embargo el color del agua es precioso, como en toda la Costa Azul.
Hacia el interior de la playa vimos una hilera de casas bajas, ahora parcialmente reformadas para albergar cafés y galerías de arte. Estas casas de pescadores tradicionales se han conservado como símbolo de la "vieja Niza" y se las conoce como Ponchettes. Detrás de Ponchettes está uno de los mercados más famosos de Francia, en Cours Saleya. Los edificios que bordean la calle incluyen un buen número de casas interesantes y pintorescas, sobre todo hacia el este alrededor de la Place Charles Félix. En el extremo occidental de Cours Saleya por la Rue Saint-Francois de Paule llegamos a la iglesia barroca del mismo nombre y también a la gran entrada a la Ópera de Niza, uno de los edificios más bonitos de la ciudad.
El Casco antiguo de Niza está detrás de Cours Saleya, y es una zona de altos edificios antiguos, muchos pintado en colores pastel descoloridos y plazas abiertas con la mayor parte de los monumentos históricos más importantes de Niza. Entre los monumentos más notables vimos el Palacio de Justicia (en la Place du Palais), una gran mansión con columnas; la catedral abovedada de Sainte-Reparate en el corazón de la ciudad vieja; la catedral ortodoxa de San Nicolás -con su exterior de ladrillos de color rosa-. Casi todas las calles de la vieja Niza tienen algo de interés pero la Rue du Marche y Rue de la Boucherie son las más interesantes.
Desde el casco antiguo subimos al parque sobre la colina que separa la ciudad vieja del puerto. Para acceder al parque también se puede subir en ascensor justo al lado de la Tour Bellanda en la parte más oriental del quai des États-Unis, En el parque hay grandes miradores de toda la ciudad y hacia el puerto. El cementerio de Niza, también en la colina, tiene muchos sepulcros y monumentos impresionantes, con hermosas vistas. Al este del parque, de nuevo bajando de la colina y siguiendo la línea de costa pasamos por el antiguo puerto de Niza, una zona agradable, rodeada de edificios de colores y una curiosa iglesia, lo que da a la zona un encanto especial. Cenamos algo en la parte vieja y nos alojamos en la misma Niza.
DÍA 9:
Seguimos por la costa al este de Niza hasta nuestro siguiente destino: Villefranche sur mer. Es un pueblo pequeño pero tiene un pintoresco puerto y un entorno increíble -se ubica a los pies de las montañas que caen hacia el mar y forman un anfiteatro protegido -. Y es que en esta parte de la costa hacia Italia los Alpes caen sobre el mar de manera abrupta dejando un paisaje impresionante. La población está construida sobre terrazas en una colina empinada que da a un hermoso puerto natural y una hermosa bahía a continuación. El principal atractivo de Villefranche es la parte que se extiende a lo largo de la orilla del mar (el Quai Courbet) y alrededor del hermoso puerto y la playa - de guijarros-. El puerto es predominantemente ahora un puerto de recreo, aunque una pequeña flota pesquera también opera desde aquí. El puerto es un lugar agradable con numerosos bares y restaurantes a lo largo de sus muelles y en la pequeña plaza (la plaza Amelie Polonnais) justo detrás del puerto. Estuvimos paseando por aquí disfrutando de las vistas. Muchas de las casas en Villefranche-sur-Mer están pintadas en brillantes colores naranja y rojo pastel creando un conjunto muy pintoresco. La mejor vista de la ciudad y del puerto natural la disfrutamos desde la carretera de la cornisa por encima del extremo más lejano de la playa.
Justo detrás del puerto está el atractivo casco antiguo con hermosas casas antiguas que recubren las empinadas calles empedradas que suben por la montaña. Paseamos por las calles que discurren a lo largo de la colina a través de los arcos bajo las casas, donde vimos numerosos rincones pintorescos. La más conocida de estas calles es la llamada Rue Obscura, una calle abovedada de más de 100 metros de largo que sigue las murallas medievales originales de la ciudad. Hacia el borde del casco antiguo (hacia la estación de tren) hay una pequeña plaza con una fuente llamada la Place du Conseil, que cuenta con hermosas vistas sobre la bahía, un lugar ideal para sacarse fotos. Después de ver el pueblo seguimos hasta la ciudadela de St-Elme, la gran fortaleza amurallada que se encuentra en un promontorio sobre el mar y a la que llegamos tras un corto trayecto desde el centro del pueblo. La ciudadela alberga el ayuntamiento y varios museos, principalmente relacionadas con el arte y además gratuitos. Desde las murallas de la ciudadela vimos los jardines del teatro.
Más allá de la ciudadela vislumbramos un puerto deportivo que aún conserva varios edificios navales de importancia histórica como las Corderie y oficiales de los cuarteles. Allí también hay una diminuta playa de complicado acceso. Y ya dejando el pueblo subimos con el coche a un mirador en el Mont Boron, desde donde hay un panorama precioso de la bahía de Villefarnche. Y desde aquí seguimos remontando la costa hasta Cap Ferrat, una península que alberga numerosas villas de lujo. La principal población de Cap Ferrat es Saint-Jean, y tiene un puerto y un pequeño centro. Hay otros lugares para disfrutar de la península como un atractivo paseo litoral, la famosa Villa Ephrussi y sus jardines y una pequeña iglesia con un cementerio de guerra belga. Pero es complicado encontrarlos y muy fácil perderse en la maraña de mansiones que ocupan el cabo. Dimos un paseo por el bonito paseo que sigue la costa de Cap Ferrat durante varios kilómetros. Comenzamos en la playa de Passable (en el noroeste de la península) y terminamos en el puerto de Saint-Jean-Cap-Ferrat (al noreste). Con el mar a un lado y jardines y laderas boscosas al otro, en el extremo sur de Cap Ferrrat pasamos por un bonito faro.
Visitamos la Villa Ephrussi, rodeada de jardines excepcionales. Vimos el interior de la propia villa, que contiene una serie de magníficas habitaciones que irradian de una gran área central abierta de dos pisos. Los jardines están divididos en distintas zonas incluyendo los sectores provenzal, francés, jardines japoneses y españoles y otros dedicados a las plantas exóticas y rosas. Hay vistas frecuentes a través de la costa y sobre las villas situadas por debajo. La visita está bien pero si vas apurado de tiempo tampoco pasa nada por saltársela. Pasamos muy rápidamente por el cementerio belga y después dimos otro paseo por la tour de Saint Hospice. Caminamos alrededor del antiguo puerto, y en la playa de Paloma bajamos los escalones para continuar hacia el extremo de la península donde llegamos a ver Mónaco, Cap Martin e Italia. El camino rocoso continúa con el mar abierto ahora a la izquierda. Las vistas de la costa son muy agradables. Dejamos Cap Ferrat y ya de camino a nuestro siguiente destino subimos a un precioso mirador sobre la península de Cap Ferrat. Se encuentra en La Condamine – un barrio de Villefranche – junto al jardín botánico de Saint Michel.
Tras la breve pero imprescindible parada seguimos hasta Beaulieu-sur-Mer, una pequeña y atractiva población turística con vistas a la bonita bahía des Fourmis y protegida por un anillo de colinas. No hay un casco viejo destacable como en las localidades vecinas pero es un lugar agradable para pasear. La costa tiene dos playas separadas, y un atractivo pequeño puerto situado en una bahía natural entre las dos. Caminando por el puerto también disfrutamos del impresionante telón de fondo de los acantilados tras la ciudad. Aunque vimos algún edificio interesante como La Rotonda, la costa de ambos lados de la población es lo realmente interesante aquí. Visitamos también la Villa Kérylos, una recreación meticulosa de una lujosa villa griega del siglo II antes de Cristo justo al lado del paseo marítimo. Hay un patio central con columnas y habitaciones con mosaicos, paredes paneladas de mármol y decoraciones de la época, así como una galería con algunas famosas estatuas griegas. Y éste día con tanto paseo se nos terminó aquí. Nos alojamos en un pequeño hotel camino de Éze.
.DÍA 10:
Dejamos la costa para subir hasta el pueblo medieval de Eze, que se alza en lo alto de una colina desde donde hay unas vistas preciosas de la costa. Es uno de los pueblos más bellos de Francia. Todo el pueblo medieval es totalmente peatonal por lo que dejamos el coche en el aparcamiento situado bajo el pueblo. Subiendo vimos la iglesia en la colina, y pronto entramos en las estrechas calles adoquinadas del centro histórico. Una de las primeras vistas de la costa ya se puede disfrutar desde aquí. Paseamos por las numerosas calles y callejones, descubriendo un montón de rincones pintorescos. Todo está increíblemente cuidado, como si todo el pueblo fuese un museo.
Visitamos la iglesia de color naranja con un impresionante interior con varios frescos. Cerca de la parte superior del pueblo, llegamos a los jardines que se han creado en las ruinas de un castillo medieval. Aunque poco queda del propio castillo, los jardines semi-tropicales son excelentes y las vistas de los tejados del pueblo y la costa son excepcionales. Los jardines incluyen una gran variedad de cactus y plantas. El mirador en la parte superior de los jardines es el mejor mirador del pueblo. Sólo por las vistas ya merece la pena pagar la entrada. Desde aquí se puede ver un pequeño campanario sobresaliendo por encima de los tejados. Justo debajo del casco antiguo visitamos el laboratorio de la fábrica de Fragonard, uno de los principales productores de perfumes en Francia. La visita es gratuita y es interesante.
Siguiendo por la carretera de la cornisa intermedia (a media altura en la montaña que cae al mar), lo que ya de por sí es un recorrido espectacular por las vistas, llegamos a La Turbie. La parte medieval de La Turbie es pequeña pero está muy bien conservada. El pueblo se extiende alrededor del imponente monumento romano ubicado en el pueblo que es el principal reclamo turístico. Entrando en el pueblo a través de una puerta de piedra medieval encontramos pintorescas calles empedradas y hermosas casas de piedra y callejuelas bordeadas de plantas exóticas, con una bonita plaza en el centro del pueblo. El cementerio por encima del pueblo también ofrece vistas al Trofeo de los Alpes -el Monumento romano- y las montañas de detrás. Conocido como el 'Trofeo de los Alpes', el gran monumento una vez contó con una gran estatua del emperador Augusto. La estatua ya no está, y la estructura se redujo sustancialmente. Ahora se encuentra sin estatua, con 35m de altura, y, visto desde la distancia, todavía se ve impresionante. El monumento está rodeado por un pequeño parque precioso con vistas al mar. También hay un pequeño museo en el sitio, con un modelo a escala del monumento original. Las vistas desde el monumento de La Turbie son espectaculares - entre las mejores de la Costa Azul. También hay un mirador hacia el lado izquierdo del monumento donde se puede ver una buena parte de las vistas sin tener que pagar la entrada del Trofeo de los Alpes. Desde allí se tiene una vista de pájaro sobre el Principado de Mónaco, Cap Martin y hasta Italia.
Y aún disfrutamos de más espectaculares vistas cogiendo el coche hasta el cercano Tete de Chien, un promontorio a escasos 2 Km del centro de La Turbie donde hay un antiguo fuerte y sobre todo un mirador sobre el Principado de Mónaco y sobre una amplia sección de la costa hasta el golfo de Saint-Tropez.
Seguimos hacia el interior para visitar unos preciosos pueblos en las estribaciones de los Alpes. El primero de ellos fue Peillon, en lo alto de un acantilado y con montañas más altas por detrás del pueblo. La vista hacia el pueblo cuando nos acercamos a lo largo de la estrecha carretera es también una de las estampas más impresionantes de las que disfrutamos en el viaje. El pueblo es peatonal, con calles empedradas y un montón de escaleras y callejones. Las casas se aferran a la roca, casi pareciendo formar parte del paisaje. Paseamos por las callejuelas, a menudo pasando por pasadizos abovedados. Llegamos a una plaza en frente de la iglesia con bancos y una gran vista en la parte más alta del pueblo. Aparte de la iglesia vimos un antiguo molino de aceite y una bonita fuente de piedra.
Seguimos adentrándonos en las montañas y a través de una estrecha carretera con túneles tallados en la roca llegamos a Peille, otro pequeño y pintoresco pueblecito. Es uno de los pueblos más atractivos de la región, con casas medievales apiñadas en una ladera de fuerte pendiente y rodeado de colinas boscosas. Peille todavía conserva una puerta medieval que da acceso al pueblo y por allí accedimos a su pequeño casco histórico. Es un placer explorar las calles empinadas y estrechas bordeadas de casas medievales. Los pasajes abovedados añaden más encanto si cabe. El centro es encantador, con calles estrechas y pequeñas plazas. La Place du Mont Agel tiene casas de piedra especialmente bonitas. Saliendo de la plaza se pasa por el palacio de Lascaris, al borde del acantilado y un camino nos llevó a un monumento de guerra, donde hay una magnífica vista sobre Cap d'Antibes. Vimos también varias iglesias y capillas en nuestra visita. Peille es un pueblo pequeño y se ve enseguida pero el entorno y las vistas hacen que sea muy aconsejable una parada aquí.
Y nuestra última incursión en la montaña antes de regresar a la costa fue otro pequeño pueblo: Sainte Agnes, otro pequeño pueblo rodeado de montañas y clasificado como uno de los más bellos pueblos de Francia. Aparcamos en el extremo sur de la población desde donde hay varias oportunidades para disfrutar de las maravillosas vistas. También en este extremo del pueblo vimos un gran búnker de hormigón y fortaleza que fue construido en el acantilado. Las amplias dependencias subterráneas de la fortaleza están abiertas al público aunque por la hora ya no pudimos visitarlas. Paseamos por las calles empedradas y a través de los pasajes abovedados disfrutando del ambiente medieval del pueblo. Seguimos un camino empinado desde la parte superior de la aldea hasta llegar a las ruinas del castillo, desde donde las vistas que abarcan hasta la costa son preciosas. Además es un lugar evocador para pasear, entre las ruinas que incluyen una cisterna de la época romana y varios muros del castillo. Dormimos en el mismo pueblo en una preciosa casa rural.
DÍA 10:
Nos levantamos y dedicamos la mañana a hacer una ruta de senderismo desde el propio St Agnès. Concretamente subimos al pico Baudon. El camino asciende en dirección oeste / noroeste hasta Pas de la Piastre. En el cruce giramos a la izquierda y comenzamos la bastante empinada ascensión por la arista norte. En la parte superior nos encontramos con una vista de 360º impresionante. Hay un mapa en el propio mirador, desde donde se puede ver hasta Córcega a lo lejos, ya que el día estaba muy despejado. Pero no sólo por eso, todas las vistas son impresionantes y la subida mereció mucho la pena. Es una caminata de 5 horas entre la subida y la bajada que nos llevó toda la mañana.
Tras bajar del monte comimos algo y nos dirigimos a nuestro siguiente destino: Roquebrune-Cap-Martin. El pueblo se divide en tres partes: el histórico pueblo de Roquebrune en Mont Ángel por encima de la costa; el complejo y más reciente centro de la ciudad a lo largo de la costa; y el propio Cap Martin, una península que alberga villas de lujo. Primero visitamos el bonito pueblo medieval, con vistas a Cap Martin en una dirección y a lo largo de la costa a través de Mónaco en la otra. Paseamos por sus calles estrechas y sinuosas entre las casas medievales. El pueblo de Roquebrune está dominado por su castillo. Es desde el interior del castillo desde donde vimos las mejores vistas de Roquebrune, a través de los tejados del pueblo y desde donde vimos también una extensa longitud de costa. También vimos una bonita iglesia barroca. Como curiosidad nos encontramos con un olivo antiguo que se dice que es uno de los más antiguos del mundo con más de 1000 años de antigüedad. Hay dos pequeñas capillas aún más lejos siguiendo el mismo camino que nos llevó al olivo.
Tras visitar el pueblo medieval bajamos a la ciudad nueva junto al mar donde se encuentra la playa y varias villas muy señoriales. Hay una larga playa de guijarros, y una segunda playa al oeste de la península de Cap Martin. La amplia y bonita zona del paseo marítimo continúa todo el camino desde la península de Cap Martin hasta Menton, aunque lógicamente solo hicimos un pequeño tramo. Lo que si hicimos fue un muy agradable paseo costero que sigue todo el recorrido alrededor de Cap Martin. Se inicia justo debajo del pueblo y lleva aproximadamente 1 hora y tiene unas vistas preciosas hacia Mónaco en el lado occidental y al resort de Cap Martiny Menton, al este.
Y así llegamos al destino final de nuestro viaje: el bonito pueblo de Menton, ya casi en la frontera con Italia. Menton es una ciudad costera y la combinación del mar y el puerto, el casco antiguo, y los magníficos jardines y villas lo convierten en uno de los destinos más populares de la costa Azul. Aparcamos cerca del puerto y nos dedicamos a explorar el precioso casco antiguo. Las casas se levantan sobre una pequeña ladera y con sus colores pastel crean una estampa preciosa con la playa justo debajo. El casco antiguo tiene calles estrechas. Las más interesantes son la calle principal peatonal, la plaza Place aux Herbes y las calles empinadas que trepan hacia la catedral y el cementerio. A medida que subimos por la colina llegamos a los principales monumentos históricos. La Basílica de Saint-Michel y la capilla adyacente de los Penitentes Blancos - están frente a una pequeña plaza con vistas al otro lado del puerto. Este conjunto barroco crea un rincón muy pintoresco. En el punto más alto de la colina llegamos al cementerio, con grandes vistas sobre la costa y las propias casas del pueblo.
Tras el agradable paseo por el casco antiguo bajamos al paseo marítimo. Desde allí se tiene la mejor vista de las altas casas de colores pastel de la población con las montañas detrás. Pasamos por una zona de parque agradable en una pequeña península en la costa. Otro monumento religioso interesante que vimos es la iglesia rusa, en el estilo ortodoxo ruso tradicional. Tras pasear por el puerto y una breve incursión en la parte nueva nos volvimos a cenar a la parte antigua de Menton. Tras este maravilloso paseo dimos por concluido el viaje y nos retiramos al hotel desde donde iniciamos el viaje de vuelta al día siguiente.
Como resumen decir que la Costa Azul nos encantó. Más allá de los típicos resorts turísticos de playa y sol hay muchísimo por ver. Sin duda es una zona fabulosa para recorrer y disfrutar de sus pueblos, sus paisajes y también su rica naturaleza.
Lugares de interés: