Albarracín, el precioso pueblo de ladrillos rojizos en Teruel

Albarracín es uno de los pueblos más bonitos de España. Situado en la provincia de Teruel a 38 kilómetros al oeste de la capital, en un entorno natural espectacular, destaca sobre todo por el color rojizo de las casitas de sus preciosas callejuelas medievales y por las murallas que rodean buena parte de  la población. El núcleo urbano de Albarracín se sitúa en una zona elevada rodeada por un  meandro muy cerrado del río Guadalaviar, dentro de los Montes Universales. Por lo tanto las vistas hacia los alrededores desde el pueblo son preciosas.

Si llegamos desde el Norte podremos dejar el coche en un amplio aparcamiento en la parte baja dela ciudad. Sin embargo es más cómodo avanzar por la carretera hasta el sur del pueblo y subir al cementerio donde hay otro aparcamiento habilitado. De esta forma nos ahorraremos subir una buena cuesta para acceder a la parte central de la población.

Sin embargo si aparcamos en la zona inferior del pueblo encontraremos la oficina de turismo nada más salir del aparcamiento.  A partir de ahí subiendo la cuesta de Teruel llegaremos a la parte superior donde ya nos encontramos con las primeras callejuelas típicas y las preciosas casas de piedra rojiza. Tras callejear un poco se llega a la Plaza Mayor, el centro de la vida en el  pueblo. Es una plaza preciosa, donde se puede encontrar el ayuntamiento y desde unas galerías adyacentes se pueden ver muy buenas vistas del sur del  pueblo.  Al igual que en el resto del pueblo todo está realmente cuidado, incluso los propios letreros de los comercios son realmente discretos para no quitar protagonismo a la piedra, el gran elemento del casco antiguo de Albarracín.

Desde la plaza podemos dirigirnos hacia la parte opuesta al ayuntamiento para llegar a la zona de acceso a las murallas, que podemos seguir durante toda su longitud y disfrutar de preciosas vistas del pueblo, ya que las murallas se elevan sobre la parte superior del pueblo por la ladera de la montaña. Justo antes de atravesar un arco que da acceso al camino de subida a las murallas nos encontramos la Casa de la Julianeta, una peculiar casa que hace esquina de dos calles con unas formas muy peculiares y que aparece en numerosas instantáneas del pueblo. Tras recorrer las murallas podemos seguir avanzando desde este punto para explorar las callejuelas y las casas de esta zona del pueblo.

Otra zona que no nos podemos perder es la que parte de la plaza Mayor hacia la preciosa Catedral de Albarracín. Justo enfrente  de la entrada a la catedral hay un bonito mirador que ofrece una vista preciosa de las murallas y del centro del pueblo, una de las vistas más bonitas que podemos  encontrar callejeando.  Un poco más adelante encontramos el castillo. Desde lo alto del castillo hay un estupendo mirador. Incluso desde abajo, desde las escaleras de acceso, son perfectamente visibles las murallas que recorren gran parte de la montaña y las casitas del pueblo hacia el cañón del río. En julio y agosto hay visitas guiadas en el castillo. Tras el castillo se llega enseguida al extremo sur del pueblo. Pasado el cementerio nos encontramos sobre la punta del meandro del río con bonitas vistas sobre los alrededores.

En el interior de Albarracín podemos disfrutar de otros monumentos como la Iglesia de Santa Maria, el Palacio Episcopal y algunas mansiones señoriales como la de los Monterde. Además de la popular casa de la Julianeta, la casa de la calle Azagra, la plaza de la Comunidad o la Ermita de San Juan son otros de los lugares destacados. Pero lo que más destaca de este precioso pueblo es su arquitectura popular, el trazado de sus calles sobre la difícil topografía del terreno, con escalinatas y pasadizos donde menos te lo esperas y los tejados de las casas que  parecen tocarse unos a otros en las estrecahas  callejuelas. Tras visitar los principales puntos de interés merece la pena callejear sin rumbo para disfrutar de la red de callejuelas del pueblo.

También hay una buena oferta de museos para el pequeño tamaño que tiene el pueblo. Podemos visitar el peculiar Museo del juguete. Otra opción es el museo de Albarracín, frente a la antigua ermita de San Juan o bien el Museo Diocesano, al que se llega tras pasar por el claustro de la Catedral, en el Palacio Episcopal. También hay un pequeño Museo de la Forja junto a la Plaza Mayor.

Y una vez visitado el pueblo merece la pena y mucho explorar los alrededores, ya que Albarracín se encuentra en un paisaje natural excepcional, donde  podemos encontrar cascadas, cañones, montañas… y un sinfín de atractivos para el senderista y amante de la naturaleza. Hay un sencillo sendero de 2 Km que desde la oficina de turismo sigue el curso  del río, con puentes colgantes, pasarelas  y preciosas vistas desde abajo del pueblo. El paraje natural de los Pinares del Rodeno en las cercanías es otro precioso enclave. La ruta sale de la calle Llano del Arrabal – la parte inferior del pueblo –. El sendero sigue un barranco con rodeno y pinares y llegamos a un abrigo con pinturas rupestres (Fuente del Cabrerizo) y cerca de éste un mirador con grandes vistas. Pasa también por  la zona recreativa del Navazo a donde también podríamos haber llegado en coche. Desde aquí comienza una ruta circular que recorre abrigos de pinturas rupestres y lleva al mirador de Peñas Royas desde donde se puede admirar una buena vista de estos pinares, de la llanura de Teruel hasta las sierras de Gúdar. Peñas del Buitre (1.400 m.) es una pequeña cumbre que se puede acceder desde el área recreativa y que mejora aún más las vistas del mirador de Peñas Royas.

Otra bonita excursión es la que va hasta Torres de Albarracín, subiendo por encima de las murallas hasta las montañas que cobijan el pueblo para luego hacer un tranquilo recorrido y descender. Las vistas al inicio  de la excursión son preciosas, según vamos ganando altura y dejando abajo el pueblo.

Para alojarse en el pueblo hay bastantes opciones, y desde luego merece mucho la pena hacerlo en la zona vieja. Cualquier época del año es buena para visitar Albarracín pero si puedes venir en invierno y ver alguna nevada es una experiencia única, el pueblo parece sacado de un cuento bajo la nieve.