Cabo Norte y las Lofoten
Pasamos una semana en el Norte de Noruega, una zona aislada, salvaje y de una naturaleza impresionante. Recorremos las islas Lofoten y llegamos hasta el mítico Cabo Norte. Espectaculares carreteras recorren paisajes desolados y de una belleza superlativa. Apenas unos pequeños núcleos de población, aldeas de pescadores, rompen la homogeneidad del verde y el azul de esta fabulosa región. Además viajamos en verano, una época en la que apenas hay unas horas de algo similar al crepúsculo y dispusimos de luz solar durante prácticamente las 24 horas del día. Una ventaja si quieres estirar los días para disfrutar de las numerosas atracciones naturales de la zona. Es una sensación indescriptible estar a las 12 de la noche con luz solar, aunque también es un tanto incómodo para conciliar el sueño.
DÍA 1:
Llegamos vía Oslo al aeropuerto de Tromso, la principal población del Norte de Noruega. Es en realidad un pueblo grande, de unos 70.000 habitantes, pero en comparación con lo que encontramos por la región parecía una gran ciudad. Tromso se extiende a lo largo de una isla en uno de los canales de agua tan abundantes en esta zona de islas. Un puente une a Tromso al continente. Tras recoger el coche de alquiler –imprescindible para visitar esta zona – hicimos un pequeño recorrido por la ciudad, donde en realidad no hay mucho que ver. La zona del puerto junto al puente de la ciudad tiene cierto encanto con algunas casas de madera típicas y algún edificio pintoresco. En el otro lado del puente pudimos ver una bonita iglesia moderna con una forma triangular con un inmenso ventanal.
Tras pasar por la iglesia seguimos un poco hasta la estación inferior del teleférico de Fjellheisen. Allí un breve ascenso nos lleva a un mirador fabuloso que nos permite observar la isla de Tromso y sus alrededores. Se ven todas las montañas, los estrechos por los que discurren los canales de agua que dan al mar y es un lugar fantástico para disfrutar del entorno sin ningún esfuerzo. Un pequeño bar se encuentra en la estación superior. Desde allí caminamos un poco hacia arriba hasta mejorar un poco las vistas. Descendimos del teleférico y nos dedicamos a explorar un poco los alrededores de la ciudad.
Lo primero que hicimos fue dirigirnos a la pequeña isla de Hillesoya. El recorrido hasta allí es espectacular, con una precaria carretera que nos conduce pro lagos, pequeños fiordos como Ersfjord y algunas playas donde fuimos parando para sacar muchas fotografías. En una zona conocida como Hillesoy paramos y paseamos por varias playas en ambos lados de una pequeña península, donde un islote completaba el precioso paisaje costero. Tras cruzar un puente paramos en Sommaroya, una primera isla en donde paramos para subir un poco a una pequeña colina y disfrutar de una impresionante vista. En esta alargada isla pasamos por algunas playas y vimos unas bonitas casas rojas de pescadores sobre pilotes en el mar, muy típicas de Noruega. Las vistas son fantásticas a lo largo de todo el recorrido, pues el fondo de las montañas tras las islas y los canales del mar es espectacular.
Un último puente nos lleva a Hillesoya, la última isla de la carretera. Aquí paramos a ver alguna playa más dentro del paisaje idílico que encontrábamos tras cada curva. Subimos también aquí a una colina en el centro de la isla, desde donde la vista hacia el continente con la serie de islotes, playas, y las montañas es espectacular. Muy cerca de aquí una estación de radar corona la montaña y ofrece más vistas. La vista es muy amplia con montañas y mar por todas partes. En lugar de volver por el mismo camino regresamos por Brensholmen, bordeando la isla en la que nos encontrábamos por una carretera secundaria bastante estrecha pero sin problemas. Pasamos por alguna casa aislada y el paisaje fue menos espectacular pero mereció la pena por conocer otra zona de las islas. Ya casi de regreso a Tromso hicimos un pequeño desvío a Skulsfjord, otro pequeño fiordo en las islas donde el idílico paisaje continuaba.
Desde Tromso, nos dirigimos ya dirección cabo Norte. Para ello rodeamos otra de las islas y nos dirigimos al ferry de Breivikeidet. A lo largo de la carretera disfrutamos de maravillosas vistas de las montañas al otro lado del valle por el que discurre un río. No tuvimos que esperar mucho al ferry y no había cola – tónica en todos los desplazamientos en ferry que hicimos en Noruega -. El pequeño trayecto en ferry hasta Svensby nos hizo disfrutar de maravillosas vistas en todas direcciones mientras nos relajábamos en las terrazas del barco.
Tras el ferry bordeamos otro precioso fiordo rodeado de montañas y llegamos a la pequeña localidad de Lyngseidet, donde nos alojaríamos esta primera noche. Pero todavía nos daba tiempo a hacer una pequeña excursión: la que sube al precioso lago de Rottenvikvatnet. Por una carretera secundaria accedimos al aparcamiento para realizar esta pequeña pero preciosa ruta. El camino empezó subiendo por una pista ancha y enseguida tras salir de la zona de bosque llegamos a una zona con amplias vistas sobre el fiordo. Otro trecho más de subida y tras pasar una zona de unas suaves colinas llegamos al maravilloso lago, situado a los pies de las fantásticas montañas. El lago es un lago de un azul celeste impresionante y con unas fabulosas cascadas desparramándose por su extremo hasta el agua. Nos recordó mucho a los lagos de Canadá. Llegamos ya tarde al lago pero como seguía habiendo luz ni nos enteramos. Hicimos el descenso y regresamos al diminuto pueblo donde nos alojamos en un B&B que habíamos reservado previamente, en una ubicación ideal.
DÍA 2:
Desayunamos en el B&B y tomamos un segundo ferry hasta Olderdalen. El trayecto en ferry de nuevo nos regaló maravillosas vistas de la zona de montañas y fiordos con un impresionante glaciar en lo alto de las montañas. Olderdalen es otro pequeño asentamiento que se encuentra ya en tierra firme, en la Noruega continental. Allí aprovechamos para repostar, cosa muy a tener en cuenta porque en esta recóndita región no abundan las gasolineras.
Desde allí iniciamos el camino hacia Alta. Seguimos la carretera disfrutando de fabulosas vistas de los fiordos y las montañas enfrente. De vez en cuando pasamos por alguna pequeña casa típica noruega, de madera y colores rojizos. Nos desviamos un poco de la ruta a Alta para visitar la población de Skjervøy. Se trata de un pueblo no muy grande – aunque sí grande para esta zona de Noruega – con un puerto bastante activo y todo tipo de servicios. Para llegar allí tuvimos que pasar por dos islas y cruzar un puente submarino y otro normal. El paisaje hasta llegar a la población es precioso y paramos varias veces a sacar diferentes fotografías. En el pueblo dimos un pequeño paseo por el puerto e hicimos un pequeño sendero hasta una colina no muy alta tras el puerto. La vista desde esta pequeña atalaya es fantástica.
Un poco más adelante nos desviamos hacia la península de Biltoskogen. Vimos otro tramo de paisajes espectaculares, con más montañas, fiordos y cada vez menos actividad y asentamientos humanos. Aquí el placer es simplemente conducir y disfrutar del maravilloso entorno natural. Retomando la ruta principal pasamos por otro pequeño asentamiento, Oksfjordhamn, y tras un tramo de carretera alejado de la costa y un moderado ascenso aparecimos en una zona con grandes vitas pues la carretera se eleva sobre el mar y aparecen varios islotes y montañas a la vista. Paramos en un mirador en un restaurante, el Gildetun. Desde aquí la carretera vuelve a descender y tras pasar por un par de pueblos costeros nos alejamos un poco de la costa para llegar a Burfjord.
Seguimos la carretera y poco después nos desviamos hasta Øksfjord, en la punta de otra península de las muchas que jalonan la accidentada costa noruega. Los paisajes una vez más fueron maravillosos. Allí dimos un paseo hasta un bonito lago, el lago Vaasdalsvatnet muy cercano al mar. La vista hacia la apertura del valle al mar fue preciosa. Siguiendo por la carretera principal paramos en Isnestoften, donde una pequeña isa unida a la tierra por una pintoresca playa nos regaló una estampa fabulosa. Es otro de los rincones maravillosos que nos encontramos a lo largo de nuestro recorrido hasta Alta. Seguidamente paramos en Talvik, un precioso pueblecito costero con sus pocas casas rojas y varios rincones preciosos. En Melsvik nos encontramos poco más o menos lo mismo, más naturaleza, paisajes costeros y preciosas casitas.
Ya llegando a Alta pasamos por Kåfjord, un fiordo que es atravesado por dos puentes que van a dar al otro lado ya en la entrada de Alta prácticamente. El paisaje sigue siendo precioso. Uno de los puentes de tirantes es además muy pintoresco. Alta es una población bastante grande para esta zona y que cuenta incluso con aeropuerto además de un importante puerto. Lo primero que hicimos fue subir caminando hasta una colina sobre el puerto de la ciudad – el comercial, no el deportivo - con excelentes vistas de la zona. Aquí las montañas son más modestas que las que habíamos visto a lo largo de nuestro viaje hasta Alta. Dimos una pequeña vuelta por Alta aunque la ciudad tampoco tiene mucho que ofrecer. Sin embargo es un buen centro para aprovisionarse ya que aquí sí que hay de todo.
Como teníamos algo de tiempo y sobre todo luz fuimos a visitar un importante cañón que forma el río Alta tierra adentro. Se trata del Cañón Sautso. Tuvimos que recorrer unos 37 Km de carretera bastante estrecha y precaria hasta llegar a un punto donde dejamos el coche y anduvimos un par de Km para llegar a la parte superior del cañón. Las vistas son preciosas, con el imponente cañón flanqueando el río en una zona en la que no se atisba presencia humana en ningún sitio. Sólo nos cruzamos con otro par de excursionistas en todo el recorrido de ida y vuelta. Y tras la visita regresamos a Alta donde cenamos algo y nos retiramos al hotel, sobre las 11 de la noche y completamente de día. Este día hacía un sol de impresión y es cuando más notamos la ausencia de la noche.
DÍA 3:
Nos levantamos pronto con el objetivo de visitar el Cabo Norte, el Nordkapp. Saliendo de Alta tuvimos que atravesar una enorme meseta hasta llegar a Olderfjord. Durante el recorrido pudimos ver algún que otro reno cruzando la carretera – hay que ir con ojo – aunque nada en comparación de los que veríamos después. Esta parte del paisaje es bastante monótona, ya que vamos por el interior y no hay mucho que ver. Tras hora y media llegamos de nuevo a la costa y comenzamos a remontarla hacia el Cabo Norte. La carretera nos regala preciosos paisajes, con vistas al otro lado del fiordo, pequeñas casas de madera roja y secaderos de bacalao muy típicos en esta zona de Noruega. Cada vez nos fuimos encontrando rebaños de renos más y más grandes, en cualquier punto de la carretera y los alrededores. Una vista muy pintoresca, ya bien adentrados en el Círculo Polar Ártico como estábamos.
La carretera pasa por el precioso fiordo de Porsangerfjorden, un bonito entrante de la costa cerrado por unas montañas verdes realmente pintorescas. Las vistas hacia el fondo y desde el fondo del pequeño fiordo son preciosas. Un poco más adelante pasamos por varios entrantes de costa adicionales e igualmente pintorescos. Hicimos una parada en el pequeño pueblecito de Repvag, no más de un puñado de casas pero realmente pintorescas en esta región tan inhóspita. El pueblo se encuentra en un estrecho entrante de mar y dimos un paseo para sacar varias fotos por el lugar. También paseamos hasta unos cercanos lagos, el Rennavatnet y el Storvatnet. También en esta zona pudimos ver un par de playas en varios entrantes de la costa.
Poco antes de Kapfjord vimos una playa de arena dorada preciosa en una pequeña bahía, y pasamos por cerca de un lago. Las pocas granjas y casitas dispersas por los alrededores y las manadas de renos forman un paisaje de lo más pintoresco. Tras otra playa entramos en el túnel submarino que nos llevó a la isla en la que se encuentra el Cabo Norte. Justo antes de entrar en el túnel la carretera atraviesa una desembocadura de un río en el mar en un enclave bastante pintoresco. La isla en la que se encuentra el Cabo Norte es realmente preciosa, muy montañosa y con rincones maravillosas. Nada más salir del túnel aparamos en un aparcamiento y dimos un paseo hasta Veidneset, una colina con unas fantásticas vistas hacia el puente al norte, la playa cercada por acantilados y hacia el resto de la isla. Tras el paseo seguimos uno de los tramos más espectaculares de carretera junto a lagos, entrantes y salientes de la costa y montañas.
Y así llegamos a Honningsvåg. El pueblo es bastante bonito y grande. Dimos una vuelta por el puerto para disfrutar de las vistas desde diferentes ángulos de las casitas de colores desparramándose por la montaña. También nos encantaron los barcos de pesca de la ciudad, algunos de ellos muy pintorescos. Seguimos por la carretera hasta Nordvåge, otro grupo de casas de colores en un puerto natural en un entrante de la costa. Desde aquí nos recomendaron un paseo hasta el cercano Kjelvik, una pequeña ensenada con algunas casitas en la costa de la isla. Fueron dos kilómetros de recorrido y llegamos a lo alto de un acantilado con buenas vistas de la ensenada y las poquitas casas allí situadas. No bajamos al nivel del mar y retrocedimos hasta el coche.
Y también en coche hicimos otra pequeña ruta que partía del aeropuerto de Honningsvåg. Un poco más de un kilómetro de ruta por la costa de la isla nos descubrió unos paisajes fascinantes. Aquí podríamos haber hecho rutas mucho más largas pero no teníamos tiempo. Nos quedamos con muchas ganas porque el paisaje es espectacular. Desde aquí la carretera sigue rodeando una preciosa bahía donde vimos un pequeño islote comunicado con la tierra con una pequeña pasarela de madera que conduce a un par de casitas en el otro lado. Otro rincón maravilloso y pintoresco. Atravesamos a pie la pasarela de madera para llegar a la roca y sacar unas fotos. Seguimos por la carretera y pasamos por el camping de Nordkapp. Allí hicimos otra parada y dimos un paseo hasta una pequeña colina tras el camping con unas fabulosas vistas de la costa y de los pequeños lagos de la costa alrededor de camping. Un paseo corto pero muy gratificante. Las vistas hacia los abundantes lagos son espectaculares.
Desde el camping nos desviamos hacia el cercano Kamøyvær, un pintoresco puerto con sus casitas de pescadores de madera, sus muelles y los preciosos barcos de pesca. El telón de fondo que aportan las montañas circundantes es maravilloso. La carretera hasta llegar al pueblo está jalonada por algún barco y embarcadero adicional. Seguimos carretera hasta Nordkappp pasando por varios lagos y algún paisaje remarcable. Llegando ya a Nordkapp pasamos por el área de descanso que era el origen del sendero al verdadero cabo más al Norte de Noruega. No es el visitado y turístico Nordkapp, sino uno paralelo que se extiende hasta unos metros más al norte. No pudimos hacer la ruta porque no teníamos tiempo y son 16 Km ida y vuelta. Así que seguimos hasta el Nordkapp. Para entrar hay que pagar una entrada para atravesar una estación de peaje que da acceso al recinto.
El recinto de Nordkapp es una explanada balizada en la parte superior de un alto acantilado donde además de un pequeño museo hay dos miradores, uno de ellos con la conocida bola del mundo adornándolo. Un poco más al oeste hay un segundo saliente del cabo con otra estatua. Las vistas son preciosas hacia la costa pero tampoco el lugar es espectacular. De hecho desde aquí vemos el verdadero cabo más al norte, al que lleva la ruta de senderismo por la que habíamos pasado por la carretera. Entramos en el centro de interpretación donde vimos un documental sobre el Nordkapp y su evolución y algún elemento más, aunque tampoco es un museo demasiado logrado. De hecho venir hasta aquí es un poco por la ilusión de tocar el punto más al Norte de Europa – aunque en realidad no es así – porque vistas ya habíamos disfrutado muchas a lo largo del trayecto hasta aquí, y mejores que las que se pueden ver desde aquí.
De vuelta paramos en Gjesvær, para lo cual también tuvimos que hacer un desvío. Se trata de otro pueblecito con unas pocas casas, sus barcos y el pequeño puerto. La carretera hasta aquí sin embargo tampoco tiene demasiado interés. Ya desde aquí iniciamos el largo retorno hasta Hammerfest, atravesando de nuevo la meseta que habíamos recorrido a la mañana. En definitiva fue un día muy largo, pues Nordkapp está bastante lejos de Alta, pero mereció la pena, no solo por el propio cabo sino por toda la parte de costa que lleva hasta él.
DÍA 4:
Este día lo dedicamos a explorar Hammerfest y sus alrededores. Hammerfest es otra población de tamaño medio muy similar a las que habíamos visto en esta región. Es una zona preciosa donde hay varias posibilidades para explorar islas cercanas. Dado que no teníamos más que este día optamos por la opción más sencilla, que era explorar la isla de Sørøya. Para llegar a la isla, usamos una lancha rápida que viaja desde y hacia Hammerfest. Llegamos al pequeño asentamiento de Akkarfjord Brygge, donde hay una tienda y una cafetería al lado del muelle donde nos dejó el barco.
Lo primero que hicimos fue caminar hasta la granja Gamvik, un agradable paseo por una zona de fantástica naturaleza. Muy cerquita vimos una pequeña y preciosa playa de arena. Desde allí seguimos un sendero hasta el otro lado de la isla para disfrutar desde la parte superior de la isla de unos preciosos acantilados que descendían hasta otra playa arenosa. Desde aquí el camino sigue a una torre de piedra en el extremo norte de esta península, pero no teníamos tiempo para eso, así que volvimos a Akkarfjord. Muy cerquita de allí hicimos nuestra última visita. Llegamos a otra playa que es muy curiosa porque se extiende por el interior de la isla hasta otra playa en la otra costa. Esta lengua de arena parece estrangular la península del resto de la isla. Es una caminata preciosa y las playas son idílicas, aunque con el agua helada en pleno mes de Agosto.
Ya no tuvimos tiempo para más, aunque esta isla es enorme y hay infinidad de posibilidades de senderismo pero solo con lo que vimos ya mereció la pena. Así que volvimos de nuevo a Hammerfest en el barco y dimos una vuelta por el pueblo. Visitamos sus principales puntos de interés como el puerto, y el Arco Geodésico de Struve, que es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es una especie de instrumento que se usó en mediciones del círculo polar. Subimos un poco hasta el mirador sobre la montaña Salen donde disfrutamos de una buena panorámica del pueblo y del puerto. El camino es bastante empinado ya que sube desde el nivel del mar hasta unos 80 metros, pero es corto. Desde el mirador, otros 20 minutos nos llevaron a la cima del monte donde las vistas fueron todavía mejores. La iglesia también es muy bonita, en estilo moderno en forma de pequeños triángulos que se extienden por el cuerpo de la misma.
De camino a Alta paramos en el faro de Strømsnes. En realidad tuvimos que hacer un pequeño recorrido de un Km hasta llegar hasta el faro, desde donde las vistas de la costa y de los islotes de alrededor son preciosas. Seguimos recorriendo la costa que no habíamos visto bien el día anterior hasta llegar a Skaidi. Ya desde allí retomamos la carretera por el interior de la meseta hasta casi llegar a Alta.
Todavía tuvimos tiempo de hacer una última excursión para conocer más la zona. Paramos en el estacionamiento del ferry a Årøya, a solo 3 km del centro de Kviby. El sendero nos lleva hasta la cima de Dønnevarre, un modesto mirador de algo más de 400 metros sobre el nivel del mar pero que ofrece unas vistas maravillosas. Al principio el sendero pasa por una zona de vegetación con árboles y luego ya llegamos a la zona de rocas en la cima. En la parte superior hay una vista fantástica hacia Årøya y Stjernsundet. El sendero está perfectamente marcado con unas pintadas azules, y a la cima hay algo menos de 3 Km. Llegamos en poco más de una hora y tras disfrutar de las fantásticas vistas regresamos al coche y nos fuimos hasta Burfjord, ya pasado Alta, donde nos alojamos esta noche en unas cabañas con unas vistas espectaculares en un coqueto camping.
DÍA 5:
Dejamos nuestra cabaña e hicimos un par de visitas antes de seguir camino hacia el sur. La primera visita fue el bonito fiordo de Øksfjord, donde la carretera conduce junto a una de las orillas con unas vitas realmente espectaculares de las montañas situadas enfrente. Por aquí también vimos más casetas de madera y secaderos de bacalao. No llegamos hasta la parte norte del fiordo ya que las vistas no variaban. Y nuestra segunda visita fue el precioso glaciar de Jøkelfjord, derramándose sobre las aguas del fiordo en una maravillosa cascada. La pena es que sólo se puede ver de lejos tras caminar un par de kilómetros por la base del fiordo por un precioso paisaje verde con el glaciar siempre frente a nosotros. Volvimos a la costa por la carretera principal y volvimos hasta Olderdalen, donde nos dejó el ferry en nuestro viaje de ida.
Pasamos Olderdalen y recorrimos el fiordo completo hasta remontarlo por el otro lado. Paramos en Løkvoll, donde dimos un paseo para ver las preciosas casas de pescadores justo en la desembocadura de un río donde hay un bonito y pequeño puente. Seguimos la carretera hasta Skibotn, donde el río Ivgojohka desemboca en un amplio estuario con preciosas vistas. Seguimos hasta Oteren donde un nuevo estuario crea un espacio natural precioso. Cruzamos a la carretera del otro lado del fiordo para ver las espectaculares montañas por debajo de las cuales habíamos estado conduciendo el último tramo.
Decidimos hacer una ruta un poco más adelante en esta carretera. Esta ruta nos llevó al glaciar de Steindalsbreen. Desde el aparcamiento seguimos un sendero en ligero ascenso en una primera fase para luego seguir llaneando la parte trasera de la morrena glaciar. A partir de alli, seguimos por unas rampas relativamente empinadas antes de que el camino se volviese a allanar. Finalmente llegamos al glaciar tras algo más de 5 Km de caminata y pudimos disfrutar de la preciosa lengua glaciar frente a nosotros. Es una lengua bastante espectacular y además te plantas justo al lado de la misma, puedes tocarlo… y disfrutar de su color y del agua que emana debajo de una pequeña cueva que se ha formado en el mismo. Algunos paneles informan del retroceso del glaciar en los últimos tiempos. Desde allí volvimos sobre nuestros pasos hasta el coche y seguimos la ruta.
Y seguimos hasta Finnsnes, nuestro destino para esta noche, a las puertas de la fabulosa isla de Senja que ya visitaríamos al día siguiente. Pero antes de quedarnos en el pueblo seguimos por la costa el fiordo hasta el pueblo de Kårvikhamn en una pequeña bahía y sobre todo hasta la zona de playas de arena dorada de Aglapsvik. Son unas playas preciosas en una zona verde delante de unas pocas casas y cerradas en un extremo por un bonito acantilado. Descansamos allí un buen rato y terminamos el día, un día en el que nos había tocado bastante coche, sobre todo en la última parte menos vistosa que las zonas que habíamos recorrido los días anteriores. Desde la playa volvimos a Finnsness donde pasamos la noche en un hotel de la población.
DÍA 6:
Este día lo dedicamos a explorar la espectacular isla de Senja. Esta isla, no muy conocida por no formar parte de los circuitos turísticos más publicitados tiene un relieve espectacular con fabulosas montañas, fiordos y una naturaleza fabulosa. Accedimos a la isla por un puente desde Finnsnes y comenzamos a costearla por una carretera muy agradable con un paisaje de momento muy amable con pequeñas bahías, prados que llegan hasta el mar y bonitas vistas hacia el otro lado. Llegado un punto atravesamos por el interior parte dela isla para llegar a la preciosa población de Husoy. Fuimos descendiendo desde las montañas hacia el fiordo donde se sitúa la pequeña isla de Husoy comunicada con tierra con un pintoresco puente. La vista desde la altura de la carretera que desciende hasta allí es fantástica. El propio puente hace de dique para el puerto pesquero. El pueblo en sí no tiene mucho que ver pero en el extremo note hay una zona verde coronada por un pequeño faro que ofrece una vista preciosa de todas las montañas del fiordo.
Dejamos Husoy y nos dirigimos a Fjordgård disfrutando de maravillosas vistas hacia el lado opuesto del fiordo. Allí subimos a un modesto pico, el Hesten, que es un fantástico mirador del Segla, el pico más reconocido de toda la isla. El sendero comienza por encima de la escuela del pueblo y al principio está claramente marcado. Cruza algunos pequeños arroyos en el bosque y después pasado el bosque recorrimos una zona de rocas con vistas cada vez más amplias. Las vistas hacia Segla son de las más conocidas de la isla ya aparecen en muchos folletos turísticos. El final de la ruta llega a una pared casi vertical sobre el siguiente fiordo con fabulosas vistas en todas direcciones. Descendimos y como nos habíamos quedado con ganas de subir al Segla para mejorar las vistas – de hecho es una de las montañas más populares de la zona – subimos a ésta, y lo hicimos por la cara sur, que es la única posible. Descendimos un buen trecho hasta tomar el camino de ascenso al Segla. El punto de partida para las dos caminatas es la misma, pero nos ahorramos un tramo al encontrar un camino que conectaba ambas subidas. La subida final es bastante dura pero las vistas son realmente maravillosas ya que todos los alrededores son realmente ricos en montañas muy abruptas y pintorescas.
Descendimos de la montaña y nos fuimos hasta Mefjordbotn, el fondo del fiordo. Allí hay buenas vistas hacia ambas márgenes del fiordo. Seguimos por la carretera de la costa hasta llegar al bonito pueblo de Mefjordvær. Y es que es un pueblo bonito sobre todo por el fondo de picos preciosos que tiene en su pequeña bahía. Las casas de madera de colores le dan una belleza singular. Para apreciar la vista mejor subimos al Knuten, una pequeña colina de unos 100 metros de altitud que es un excelente mirador sobre la bahía y las montañas. Al bajar pasamos un poco hacia la playa de guijarros que se extiende al norte y seguimos al final para descubrir más bellas vistas de la costa que se extiende en esa dirección. Nuestra siguiente parada siguiendo por la costa fue la playa de Ersfjord, la playa más bonita de la isla, principalmente por las montañas en forma de afilados dientes que la cierran por uno de sus lados. De hecho se conocen como Devil’s teeth esas montañas. Es una playa realmente pintoresca donde aprovechamos a sacar fotos y pasear un poco por la arena.
Seguimos por la carretera y al doblar una montaña costera paramos en el área de descanso de Tungeneset, que es en realidad un fantástico mirador sobre estas fabulosas montañas que acabábamos de ver. Unas plataformas de madera sobre las rocas llevan a miradores fabulosos, realmente pintorescos. Seguimos por la costa hasta Steinfjord y nos desviamos hacia el norte hasta la punta de Skjaholmen. Para legar allí pasamos por varias playas de arena dorada pero en la punta nos encontramos una estampa idílica: una bahía de arena dorada en forma de media luna cerrada por una parte por fabulosas montañas y por otra por un faro y una pintoresca cabaña de madera sostenida por postes sobre el mismo agua. Una postal realmente increíble.
Seguimos por la carretera hasta la base del fiordo, donde hay un fabuloso mirador, el Bergsbotn utsiktsplattform, una plataforma de madera colgada sobre la ladera de la montaña con vistas fabulosas de todo el fiordo. Eso fue poco antes de pasar por un túnel. A partir de aquí la carretera discurre por una zona en la que pudimos apreciar bastantes islotes en la costa y llegamos a Hamn. Poco antes hicimos un pequeño camino hasta Sukkertoppen. Hay algunas partes empinadas y en la parte superior en una zona un tanto expuesta nos ayudamos con unas cadenas allí instaladas para que no hubiese problemas. De camino a Sukkertoppen pasamos por un mirador con preciosas vistas. El sendero es mayormente de tierra, con algunas partes rocosas. Pasamos por el lago Storvatnet y luego llegamos al lago Grytvatnet. En la parte superior hay un área pequeña donde aprovechamos para sentarnos, relajarnos y disfrutamos de la fabulosa vista, con los pequeños islotes que habíamos visto desde el coche. Tras la breve pero intensa caminata llegamos a Hamn.
Hamn es un puñado de casas y viviendas de vacaciones, pero las instalaciones de madera del muelle son realmente pintorescas y las vistas maravillosas. Seguimos por la escénica costa y paramos en la playa de Ballesvika, rodeada de preciosas montañas. La siguiente parada fue el bonito pueblo costero de Gryllefjord, con sus casitas de colores ya tan habituales y los barcos de pesca a lo largo de la costa. También las vistas hacia las montañas del otro lado del fiordo son preciosas. Sacamos unas fotos desde el muelle y junto al agua y decidimos subir al Middagstinden, la montaña local situada sobre el pueblo. Es una subida de unos 5 Km ida y vuelta y que nos ofreció preciosas vistas del fiordo y de todas las montañas circundantes. Desde allí vimos también el precioso lago de Glaervatnet. Aprovechamos a descansar en la cima y deleitarnos con las vistas.
Ya no daba tiempo a más porque la carretera aquí no deja seguir por la costa. Por eso decidimos hacer esta última subida en lugar de seguir explorando la isla. Nos alojamos en el mismo Gryllefjord para coger el ferry al día siguiente hasta nuestro próximo destino, las fabulosas islas Lofoten.
DÍA 7:
Cogimos el primer ferry hacia las Lofoten, concretamente hacia el norte de las islas, en la localidad de Andasnes. Tras desembarcar seguimos la ruta turística por la costa, pasando por varias playas y por una zona no muy montañosa. Enseguida llegamos al mirador de Kleivodden, una zona ya montañosa. Tras rodear este pequeño grupo de vistosas montañas llegamos a la bonita población de Bleik rodeada de casitas de colores y amplias playas de arena blanca, como muchas de las que nos encontraríamos en las islas Lofoten. Paramos en el pueblo y en las playas para sacar preciosas fotos de esta bonita zona. Retomamos la ruta que se despega de la costa por la existencia de otro grupo de montañas y llegamos a Stave, donde visitamos su bonita playa y dimos un paseo hasta la siguiente playa – Hoyvika – por la costa hacia el norte, una playa salvaje y preciosa rodeada de maravillosas montañas que se elevan sobre el mar directamente.
Desde aquí la carretera junto a la costa pasa por una zona muy llana durante bastantes kilómetros. Paramos en el bonito faro de Bornella y el mirador habilitado en la misma zona. Desde aquí pasamos por una zona más montañosa y cruzamos la isla para pasar a la siguiente isla por un puente. Desde aquí llegamos hasta el comienzo de las principales islas de las Lofoten. Nos desviamos de la carretera principal para recorrer el Tengelfjord, uno de los fiordos más bonitos y profundos de las islas y por el que haríamos un crucero durante nuestra estancia. Llegamos por la carretera hasta Digermulen, una pequeña población en el extremo sur del fiordo. Es un recorrido precioso en el que hicimos numerosas paradas para fotografiar el paisaje de altas montañas en el otro lado del fiordo. Pequeñas casitas de pescadores con su típico color rojizo jalonan el recorrido. Llegamos hasta Trollskaret donde hay una pequeña isla unida por un tómbolo arenoso a la tierra. Esta parte está en el otro lado de la isla por la que nos habíamos movido. Solo hicimos salidas breves del coche para ver algunos rincones que nos encantaron pero mereció mucho la pena.
Retomamos la ruta principal hasta la isla de Austvågsøya, donde tomamos la carretera del norte hacia Grunnfor, una maravillosa bahía cruzada por un puente con unas vistas de montañas fabulosas en todas direcciones. Es un lugar realmente fotogénico que nos encantó porque además la bahía tiene unas zonas de arenales preciosas. Paramos en numerosas ocasiones para disfrutar del paisaje. Paramos un poco más adelante en Laukvik, un pequeño pueblo con su faro y casitas de madera también con muy buenas vistas. Ya desde aquí nos dirigimos a Svolvaer, la ciudad más importante de las Lofoten. El pueblo no es especialmente bonito pero la zona del puerto con un par de islotes comunicados por puentes es bastante interesante con sus casas de madera de colores. El fondo de las montañas que se encuentran detrás del pueblo es también muy bonito. De aquí parten la mayor parte de cruceros por los fiordos de la isla y reservamos uno para la mañana del día siguiente. También visitamos el Ice Bar, una atracción curiosa. Se trata de un bar en el que todo es de hielo. Hay varias esculturas de hielo y nos tomamos algo allí. Por cierto que en el propio bar te proporcionan un chaquetón para soportar el frío.
Seguimos por la carretera hasta Kabelvåg, otro precioso pueblo donde encontramos una maravillosa iglesia de madera a la entrada del mismo. Dimos una vuelta por el puerto y el espigón. La vista desde el espigón es preciosa con las montañas y el frente de casas. Un poco más adelante llegamos a la zona del acuario, que no visitamos, pero que nos ofreció unas bonitas fotos porque además de los preciosos edificios de madera bajo las montañas en la bonita costa, hay un mirador maravilloso sobre las montañas. La vista incluso mejoró en el cercano Ørsvågvær, una zona con un camping donde subimos a una pequeña colina con espectaculares vistas. También aquí vimos unas bonitas playas.
Finalmente acabamos el día visitando Henningsvær, uno de los pueblos más espectaculares y pintorescos de las islas. Ya solo el acceso es maravilloso. Atravesamos una zona de montañas abruptas junto al mar, cruzando varios puentes e islotes. Nada más llegar aparcamos y nos subimos a la pequeña colina rocosa en la que desemboca el último puente para observar unas maravillosas vistas sobre el pueblo. El pueblo está básicamente formado por dos hileras de edificios preciosos de madera alrededor de un canal central. La colección de edificios que vimos aquí es de lo mejor de Noruega. Además por buena parte pudimos ir caminando junto al canal desde las terrazas de los diferentes edificios. Al final del pueblo varios brazos rocosos se extienden hacia el sur y nos ofrecieron bastantes buenas vistas. Dimos un paseo recorriendo las callejuelas y los salientes rocosos del pueblo y volvimos a Svolvaer donde nos alojamos esta noche.
DÍA 8:
Tras desayunar tomamos el crucero que habíamos reservado para visitar el Trollfjord. El recorrido hasta llegar allí ya es precioso pero el fiordo en sí es una maravilla. Es un brazo lateral de otro fiordo – el que ya habíamos recorrido en coche el día anterior – con una entrada realmente estrecha y espectacular. Por aquí aunque parezca increíble entran cruceros aunque nosotros íbamos a bordo de un barco más pequeño lo que hacía la sensación aún más sobrecogedora. Pudimos apreciar la fantástica naturaleza, varias cascadas cayendo por las paredes del fiordo y toda la fantástica zona montañosa de esta zona de las Lofoten-. El recorrido de vuelta hasta Svolvaer nos permitió descubrir maravillosas montañas y zonas salvajes de costa entre las islas.
Tras el breve pero intenso viaje en coche subimos a Glomtinden, un fabuloso mirador de la zona montañosa de Henningsvær. Esta corta caminata termina con preciosas vistas, incluida la montaña de Vågakallen situada contra el océano al sur y la ciudad de Svolvaer al este. El recorrido de ida y vuelta nos llevó algo menos de 2 horas. El sendero comienza en el primer desvío a la izquierda después de que la carretera llegue al lago Rørvikvatnet en dirección oeste.
Tras bajar del mirador retomamos nuestro viaje en coche y nos desplazamos a la isla contigua – unida por puente como la mayor parte de las islas e islotes de las Lofoten – Vestvågøya. Disfrutando del paisaje durante todo el camino paramos por primera vez en Eggum, un pequeño poblado al norte de la isla. Desde allí hicimos un sendero costero muy bonito, junto a un lago, con una escultura moderna situada en un entorno muy pintoresco y llegamos por la costa hasta el final de unos preciosos acantilados. Es un paseo precioso en una zona virgen de costa y donde también hay restos de una antigua fortificación. Como no se podía seguir por la costa ya en coche dimos un rodeo para visitar la siguiente playa, la de Unstad, muy conocida entre los aficionados al surf, y en un paisaje realmente bonito. Como también bonita es la siguiente playa en a que paramos, la de Bjorsand.
Seguimos por la costa e hicimos nuestro primer ascenso a una pequeña montaña, la de Veggen, entre las preciosas playas de Uttakleiv y Haukland. Ambas parecen playas caribeñas con sus arenas blancas y el mar azulado, contra las montañas verdes. La subida fue dura pero no demasiado larga y de sobra fuimos recompensados con unas vistas panorámicas alucinantes hacia todos los lados. La orografía accidentada de las islas es simplemente espectacular y desde las alturas se aprecia muchísimo mejor. Bajamos a la playa de Haukland y dimos un paseo para relajarnos tras la subida. Seguimos bordeando la costa disfrutando de más lagos, montañas etc…. Y llegamos al extremo oeste de la isla. Antes de seguir el camino subimos a otra pequeña montaña, que hace de espectacular mirador: Offersoy. Lo bueno de las Lofoten es que hay muchísimas montañas de mediana altura que proporcionan vistas espectaculares con un esfuerzo relativo ya que a pesar de ser subidas empinadas no son demasiado largas. Concretamente desde Offersoy la vista hacia las islas del extremo oeste de las Lofoten es gloriosa. Hay una zona despejada y luego vemos montañas y entrantes y salientes de la costa por todos los lados. Mereció mucho la pena este segundo ascenso del día.
Y para terminar el día optamos por una visita más relajada a la población de Ballstad al sur de la isla. Se trata de un bonito puerto con la típica colección de casas rojas. Dimos una vuelta por el pueblo y la zona del puerto y aprovechamos para cenar algo allí mismo. Y desde aquí nos dirigimos al que sería nuestro alojamiento durante los próximos días. La remota aldea de Nusfjord, una aldea de pescadores con sus casitas rojas recuperadas como alojamientos turísticos. Los alojamientos por dentro son bastante austeros pero la sensación de estar en un pequeño puerto pesquero noruego con sus muelles, sus barcas de pesca…. es simplemente inigualable. De hecho las barcas de pesca pueden ser utilizadas por los clientes, cosa que hicimos un par de veces simplemente por probar.
DÍA 9:
Tras desayunar en nuestra cabaña nos dirigimos a hacer una de las rutas de senderismo más exigentes de nuestro viaje. No es que fuese una ruta larga pero sí bastante dura por el desnivel. Subimos a Stornappstinden, un pico imponente que se eleva sobre el pueblo de Napp. El sendero hasta la cima de este impresionante pico es sencillo, y desde la cima disfrutamos de las fantásticas vistas típicas del paisaje de Lofoten, ya que nos encontramos en medio de los picos de las islas. La ruta comienza cerca de la aldea de Napp, en el pequeño centro de esquí en el lado norte de Nappskaret. Aunque sin marcas, el sendero permanece en buenas condiciones y sin ninguna exposición seria. La cumbre algo rocosa termina en un acantilado escarpado en la cara este, donde descansamos y nos dedicamos a disfrutar de las vistas.
Bajamos de la montaña y visitamos la playa de Storsandnes justo debajo de la cima que habíamos subido. Es una bonita playa como todas las de Lofoten con preciosas vistas a las montañas. Seguimos conduciendo por la costa norte de la isla y visitamos el precioso fiordo de Flakstadfjord. En el fondo del fiordo se elevan unos importantes farallones montañosos. En la zona norte del fiordo paramos en las playas de Flakstad, unos arenales impresionantes de arena blanca y aguas cristalinas con fabulosas vistas. Dimos un paseo y seguimos hasta otra montaña más baja que la que ya habíamos subido anteriormente: Flakstadtinden, un pequeño pico de montaña que se eleva sobre la playa de Skagsanden y el pueblo de Flakstad. Es una subida fácil que comienza subiendo por el valle y tras pasar un refugio contra el viento, la ruta se vuelve bastante empinada a medida que sube los 200 metros finales hasta la cima. El sendero a Flakstadtind comienza en un apartado de la E10 a medio camino entre los dos desvíos hacia la aldea de Flakstad. Las vistas sobre la playa de Skagsanden y esta zona de las Lofoten son espectaculares. La subida y la bajada nos llevaron algo menos de dos horas.
Seguimos por la costa norte y pasamos por la Playa de Ramberg, un extenso arenal blanco donde intentamos darnos un baño además de sacar muchas fotos por su encanto. Sin embargo el agua estaba helada, imposible meterse. Tras Ramberg nos encontramos una zona donde había muchísimos secaderos de bacalao. Dejamos la isla y mediante dos puentes gemelos preciosos pasamos por una amplia zona con muchos espacios de agua a Moskenesøya, la última de las islas que visitamos. Este doble puente de Fredvang es realmente pintoresco por lo que paramos en varios lugares para sacar fotos de los puentes con las montañas y los diferentes entrantes de agua. Precioso.
Y aquí nos dispusimos a hacer la última caminata de este intenso día. El objetivo era doble: la playa de Kvalvika Beach, una de las más bellas de la isla, y la atalaya de Ryten, un asombroso mirador sobre la mencionada playa. Y es que aparte de la espectacularidad del paisaje el aislamiento de la zona te hace pensar que estas en una remota isla perdida en el océano. Así que después de cruzar los puentes gemelos, giramos hacia el pueblo de Fredvang y seguimos hasta un bote rojo a la izquierda cerca del agua. Aquí aparcamos e iniciamos el sendero. Iniciamos el sendero y tras un leve ascenso llegamos a un pequeño paso entre dos montañas por donde claramente avanza el sendero. La ganancia de elevación es suave aquí y tras negociar el paso comenzamos el descenso hasta la espectacular playa. Aquí el camino se vuelve escarpado y rocoso en algunos lugares. En algo menos de una hora llegamos a las dunas cubiertas de hierba en la parte posterior de la playa. Disfrutamos del momento porque la verdad es que es una playa realmente maravillosa y estábamos solos, salvo por un par de senderistas que subían por la montaña hacia Ryten, nuestro próximo objetivo.
Tras disfrutar de la playa en el lado derecho de la playa vimos un pequeño arroyo que viene de las colinas. Tomamos un sendero que sube por la ladera de la montaña bastante abruptamente al principio. Después de varios cientos de metros subiendo, el sendero comenzó a ser más benévolo y llegamos a un pequeño lago. Tras el lago seguimos un sendero subiendo por la cuesta de la montaña por un sendero más grande. Este camino nos llevó a la cima de Ryten. Desde allí a vista de la playa y los acantilados que se encuentran en el otro extremo de la playa es una vez más espectacular. Y es que cada caminata que hacíamos, cada mirador que visitábamos descubríamos lugares cada vez más maravillosos. La naturaleza en estado puro. Disfrutamos de la vista y retrocedimos hasta el aparcamiento.
Como este día llevábamos ya bastantes kilómetros en las piernas nos fuimos a la cercana playa de Fredvang donde descansamos, dimos un paseo y nos mojamos los pies. Cabe recordar que pese a ser ya tarde aquí seguíamos con sol, pues las noches en agosto quedan reducidas a unas pocas horas de penumbra, ni siquiera oscuridad. Antes de regresar a Nusfjord visitamos el pueblecito de Sund en la costa sur de la isla. Más que un pueblo es un conjunto pintoresco de casitas de madera realmente fotogénico. Es bastante pequeño y dimos una vuelta por el pueblo para buscar las mejores fotografías. Estos pequeños pueblos de pescadores son realmente pintorescos y una de las estampas más características de las Lofoten. Y ya tras la visita regresamos a nuestro propio poblado, el de Nusfjord.
DÍA 10:
Esta mañana nos dirigimos hacia Moskenes, y nuestra primera parada fue un mirador muy asequible en Mølnarodden. Allí una carretera se desvía hasta una zona elevada donde dejamos el coche junto a una casa y que nos dejó muy cerca de Molnelva. Desde allí hay una bonita vista hacia el mar y hacia un enorme lago en el interior por la otra parte, ya que nos encontramos en una especia de loma de un pequeño paso montañoso. Seguimos por la carretera principal y nos fuimos hasta Reine para tomar un ferry que nos llevase hasta nuestra próxima visita: la remota y espectacular playa de Bunes. Bunes es una de las playas más pintorescas y aisladas de Lofoten.
El ferry se encuentra a unos 300 metros de la estación de servicio en el centro del pueblo. Tras tomar el ferry llegamos en unos minutos al diminuto pueblo de Vindstad. Tras salir del muelle en Vindstad seguimos el camino fácil a través del pueblo y hacia la parte posterior del fiordo. Después de unos 2 km y justo antes de las últimas casas seguimos un sendero que conduce sobre un pequeño paso y baja a la playa. En menos de una hora estábamos allí. La playa es más grande de lo que parece y casi necesitamos otros 10 minutos para llegar al agua después de tocar la arena por primera vez. Los altos acantilados que rodean la playa, y la impresionante cara de 600 metros al oeste de Helvetestind crean un paisaje salvaje y auténtico. Disfrutamos de la playa y nos dimos prisa en subir a la montaña que cierra la playa por su lado derecho. Nos costó algo más de media hora pero desde allí la vista es espectacular, aunque la zona de arriba es bastante estrecha y no muy indicada si tienes vértigo.
Volvimos al ferry de nuevo y regresamos a Reine. Reine es uno de los pueblecitos más espectaculares de las Lofoten y el que suele salir en todas las postales. Y es que hay varios puntos – perfectamente indicados algunos de ellos – que nos ofrecen postales inigualables. Dimos un paseo por Reine disfrutando de su belleza y sacamos la típica foto de postal desde el estacionamiento al sur del pueblo donde se obtiene la foto típica de todas las guías y folletos – lo cual no hace que sea menos espectacular -. Un poco más atrás, en otro de los islotes de la zona, Sakrisøy, estuvimos paseando por otro grupo muy pintoresco de casitas de madera con vistas a las montañas y el golfo natural que forman aquí las abruptas montañas. Nos acercamos caminando al Olenilsøya kystfort, un promontorio sobre una roca al lado del enclave, con fabulosas vistas de todo el conjunto de islotes y montañas. Y por último para cerrar la visita a esta parte tan espectacular visitamos otro pequeño islote con más casitas, el de Hamnøy. Aquí hay un fantástico mirador en uno de los puentes donde se ven unas casas de madera rojas sujetadas por postes sobre la roca y el mar, con las montañas de fondo. Una imagen que nos resultaba muy familiar también.
Para tener una vista mejor de esta fantástica zona de Reine subimos a Reinebringen, una de las excursiones más populares en Lofoten, y eso se nota, ya que aquí si encontramos bastante gente. A lo largo de la E10 en el desvío hacia Reine dejamos el coche en un área de estacionamiento. Aquí hay que caminar hacia el oeste por la E10 en dirección a Å. Aquí empieza un pequeño sendero con una flecha pintada en el camino. Tras un tramo que avanza por el bosque llegamos a unos escalones de piedra que serpentean por la montaña aunque son bastante empinados. De hecho hay algún banco para descansar. Al final de las escaleras ya solo queda un tramo sin escaleras que conducen a la cima y a las fantásticas vistas sobre Reine. Con esto completamos la serie de fantásticos miradores que hay en la zona de Reine. Es sin duda la zona más pintoresca de las Lofoten.
Seguimos hasta Sørvågen, otro bonito pueblo pesquero con sus preciosas casas. Aquí aparte de ver el pueblo y el puerto subimos a un mirador sobre una pequeña colina con antenas desde donde hay fantásticas vistas en todas direcciones. Desde el otro lado de la bahía en Tind vimos de nuevo preciosas vistas y seguimos avanzando por la carretera hasta Å, el último pueblo de las islas accesible por carretera. Éste es un precioso pueblo con una zona de puerto muy pintoresca donde hay un museo también. Estuvimos paseando y sacando varias fotos. El espigón ofrece una panorámica del maravilloso pueblo y de las montañas que lo rodean. En el extremo oeste del pueblo, un saliente rocoso hace de improvisado mirador hacia la hilera de montañas que cierran las islas principales de las Lofoten. Este es el último punto al oeste accesible por carretera de las islas.
Y aunque ya era un poco tarde para caminar aprovechamos las horas de luz para hacer una última ruta – la verdad es que estos días caminamos de lo lindo pero es que es la mejor forma de conocer estas maravillosas islas, a través de sus fabulosas montañas -. Esta corta caminata nos llevó rápidamente a un fantástico mirador sobre el punto más al sur de la isla de Moskenesøya y el Lago Ågvatnet. Partimos de Å. Al final de la carretera E10 después de un corto túnel tomamos el sendero hacia Litlandstabben y subimos a la cima de la colina que ya nos ofreció unas bonitas vistas a pesar de su escasa altura. Desde aquí, el sendero descendió a un pequeño paso que separa el lago Ågvatnet de la bahía de Andstabbvika. Después el sendero sube gradualmente aunque hay algunas secciones muy empinadas. La vista panorámica en la parte superior es impresionante. Disfrutamos del momento y volvimos al coche. Este día terminamos bastante tarde pero volvió a merecer la pena. La verdad es que se hace complicado seleccionar las caminatas para unos pocos días porque hay cientos para hacer en las islas, y todas ellas maravillosas.
Así que volvimos a Nusfjord a descansar tras un par de días muy intensos de senderismo.
DÍA 11:
Dejamos Nusfjord por la mañana tras explorar un poco los alrededores porque ya no volveríamos esa noche. Hay un par de colinas justo en los alrededores del poblado con bonitas vistas. Tras esto nos dirigimos de nuevo a Reine ara hacer una caminata similar a la del día anterior. Nuestro objetivo era esta vez la playa de Horseid. Tomamos el mismo ferry que para la playa de Bunes, pero nos bajamos en Kierkefjord. Tras atravesar el pequeño caserío pasamos un pequeño arroyo y seguimos por un sendero poco señalizado que se dirige hacia el paso entre las dos montañas frente a nosotros. En la parte superior, el sendero desciende por una colina bastante rocosa hacia la playa. En algo más de una hora llegamos a la playa. Al igual que la playa de Bunes, esta playa es realmente ancha, por lo que hay que andar bastante para llegar a la arena.
El aislamiento y la belleza salvaje de Horseid encarnan todo el encanto y esplendor de las Lofoten. De todas las fantásticas playas que vimos, incluida Bunes, ésta fue la que más nos gustó. Apenas había un par de tiendas de campaña en la playa y algún otro caminante como nosotros, pero pudimos disfrutar de la fabulosa playa casi en soledad. De vuelta subimos un trecho por las laderas de las montañas del valle para disfrutar de una vista aérea aunque no subimos hasta ningún pico, solo llegamos a una especie de paso que nos dio una vista fabulosa de la playa.
Regresamos al ferry y a Reine y comenzamos el camino de vuelta. Seguimos por la carretera hasta Leknes y desde allí nos desviamos a la costa sur de la isla que no habíamos explorado en nuestra estancia. Bajamos hasta Mortsundholmen donde vimos otro de los típicos poblados de casitas rojas de madera. Éste en concreto es bastante pintoresco y nos permitió sacar alguna foto que otra. Seguimos hasta la costa por Sennesvik y de camino paramos en un paso de montaña donde caminando un poco llegamos a un fantástico mirador sobre la costa.
Agradecimos las vistas ya que como habíamos llegado en coche hasta el paso de montaña no nos costó mucho esfuerzo llegar al mirador. Seguimos bordeando la costa y pasamos por algún pequeño pueblo más como Standsund. Desde esta ruta panorámica fuimos viendo las montañas de la costa sur a lo lejos y el recorrido es realmente agradable.
Después de aproximadamente 4 km, la carretera sube hasta el paso de Hagskaret, donde encontramos un gran edificio que es el inicio de nuestro último recorrido a pie en las islas. Justadind. Un sendero fácil a través de un paisaje montañoso pintoresco hace que llegar a la cima de Justadtinden sea una caminata relativamente fácil. Si bien la cima es bastante plana, la vista de 360º sigue siendo impresionante. Seguimos un camino de tierra hacia la gran antena visible unos cientos de metros hacia el norte. Tras la antena se sigue un sendero y ya de aquí la cima se encuentra a aproximadamente 6 km. La primera mitad del sendero gana suavemente elevación mientras recorre colinas y cordilleras bajas. La segunda mitad del camino aumenta gradualmente en inclinación. Finalmente subimos a la cima y disfrutamos de una amplia vista en todas direcciones. La ida y vuelta nos llevaron algo más de tres horas.
Seguimos la ruta panorámica por la carretera del sur y pasamos por puntos como Brustranda y Valverg. El paisaje sigue siendo precioso pero alterna zonas más lisas con otras algo más montañosas. Es un paisaje agradable y con algunos puntos de interés pero nada que ver con lo que habíamos dejado atrás. Aun así paramos varias veces para sacar fotografías o dar un pequeño paseo junto al mar. Y después iniciamos el viaje de regreso hasta Tromso. Aprovechamos este día para empezar a hacer kilómetros y llegamos hasta Kongsvika, donde nos alojamos en un B&B que habíamos reservado previamente.
DÍA 12:
Este día lo empleamos en volver a Tromso, ya que por la tarde teníamos que volar hasta Oslo para volver a casa. Así que nos dedicamos básicamente a conducir con alguna breve parada para disfrutar de algún sitio concreto, ya que el paisaje de toda esta parte de Noruega es fabuloso.
Seguimos hasta Harstad, aunque hicimos una breve parada en el bonito pueblo de Trondenes justo al Norte, y donde tomamos un ferry a la isla de Rolla, cuya costa sur bordeamos hasta llegar a Hamnvik. Desde allí un túnel submarino nos llevó a la siguiente isla, la de Andørja. En esta isla igualmente bordeamos la costa sur hasta llegar a un doble puente que nos condujo ya a la parte continental de Noruega. Todo el recorrido lo hicimos por carreteras estrechas pero sin ningún tipo de tráfico y rodeados de montañas y prados verdes. Todo muy relajante. Desde allí seguimos hasta un fiordo, el de Nordkjosbotn, con bonito paisajes también. Y así finalmente llegamos a Tromso donde devolvimos el coche y nos fuimos al aeropuerto.
Ya conocíamos el sur de Noruega pero la parte norte nos encantó y visitarla en verano con la cantidad de horas de luz que hay es una maravilla. La verdad es que fue un viaje agotador porque estirándolos días hicimos un montón de caminatas, y muchas más que nos quedamos con las ganas.
Lugares de interés: