Calatañazor, un histórico pueblo de Soria
Calatañazor es un pequeño pueblo de la provincia de Soria, uno de los enclaves medievales mejor conservados dela provincia y junto con el monumento Natural de La Fuentona constituye un bonito destino para una escapada corta. Su ubicación es también parte de su encanto, pues se encuentra sobre una roca a orillas del Río Milanos y muy cerquita de la capital soriana. Además es una población con un gran pasado histórico asociado al moro Almanzor y a la batalla de Calatañazor.
La llegada a Calatañazor por su parte alta nos ofrece una panorámica de la ciudad medieval en un escarpe bajo el cual discurre el río Milanos. Destaca sobre las casas del pueblo la iglesia parroquial. Llegamos desde Muriel de la Fuente, y ya la carretera de acceso al pueblo podemos ver un bonito perfil de la población con las ruinas del castillo coronando la fortaleza medieval. Justo antes de desviarnos para subir al pueblo hay una ermita junto a la carretera, la ermita de la Soledad. Dejamos el coche aquí, pues aunque se puede subir en coche merece la pena disfrutar de la calle principal y sus casas a pie. Comenzamos la visita subiendo la empinada cuesta de la bonita Calle Real y allí vamos viendo pequeñas casas de entramado de madera a medida que vamos ganando altura hasta llegar a la iglesia con su destacada torre junto a una serie de edificios que tienen unas pintorescas arcadas con postes de madera. Junto a la iglesia hay un mirador que da al río.
Las casas de Calatañazor son muy bonitas, están construidas con piedra, entramado de madera en muchas de ellas y algunas tienen escudos de antiguas familias nobles. Algunas de ellas aparecen coronadas por una particular chimenea cónica y las calles están empedradas lo que le da un aire antiguo muy acogedor. Además no hay apenas gente, pues muy pocos vecinos ocupan el pueblo y tampoco hay mucha afluencia de turismo, por lo que es un pueblo que se puede disfrutar de una manera muy especial.
Seguimos subiendo y tras una pequeña plaza y unas cuantas casitas más se llega hasta la Plaza Mayor donde está situado el Ayuntamiento y unas cuantas casas típicas más, éstas con columnas de piedra. La plaza es triangular y en un pequeño descampado contiguo se alzan las ruinas del Castillo. En el centro de la plaza podemos ver una columna de piedra donde en la antigüedad se exponían a los ladrones o maleantes para avergonzarles ante la población. Se denomina El Rollo. Justo al lado, se encuentra una enorme roca conocida como “La Piedra del Abanico” que alberga una palmera fosilizada.
Tras ver la plaza nos dirigimos al castillo, o sus ruinas mejor dicho, situadas en la parte más alta del cerro. Se puede ver parte de la antigua muralla y alguna de sus torres, como la Torre del Homenaje, el elemento más importante que se puede ver en pie. Desde la zona del castillo además podemos disfrutar de grandes vistas de todo el Valle de la Sangre donde tuvo lugar la famosa batalla de Calatañazor y sobre un antiguo cementerio a los pies de la fortaleza. En la parte alta tenemos una pequeña campa cubierta de césped que junto con los restos de muros y deificaciones del castillo ofrecen una bonita estampa. Para mejorar las vistas recientemente se ha habilitado una plataforma en la parte alta de la torre que n estaba cuando nosotros visitamos el pueblo. Se pueden subir las escaleras hasta la parte superior de la torre, donde hay acondicionado un mirador, que además de las vistas de los alrededores nos ofrece una preciosa panorámica del pueblo. Del castillo no hay mucho que ver pero si se pueden recorrer las murallas.
Después de callejear un poco por el pequeño pueblo disfrutando de su arquitectura tradicional y sobre todo de la tranquilidad que emana el paisaje visitamos el museo de la iglesia que alberga una caja fuerte incrustada en la roca del siglo XVIII, el Santo Cristo del Amparo, una talla gótica del siglo XV, dos pilas bautismales de estilo románico y alguna otra pequeña obra de arte. Y tras eso dimos por concluida la visita al pueblo. En la calle mayor hay un par de tiendas donde se pueden comprar productos típicos. También hay algún que otro restaurante por si decides quedarte a comer en el pueblo.
Lo siguiente que hicimos fue acercarnos a Los Castejones, un antiguo poblado del que solo se conservan unos mínimos restos. No obstante el interés no son los restos arqueológicos sino la preciosa vista de Catalañazor que hay desde este punto ya que se trata de un cerro elevado justo frente a las ruinas del castillo al otro lado del río Milanos. Desde la fuente de Calatañazor, bajo el puente que cruza el río Milanos, siguiendo la carretera SO-P-5026 en dirección contraria a Muriel, sale una senda en la margen izquierda del río que nos lleva hasta el castro y el improvisado mirador. Dejamos el coche al lado del río en un apartado que hay - no hay demasiado sitio – y seguimos el sendero hasta el mirador. La vista frontal hacia el castillo con las pequeñas colinas que lo rodean invita a hacer una foto muy pintoresca. Con esto completamos la mañana y tras comer algo ligero seguimos hasta nuestros dos próximos objetivos: el sabinar de Calatañazor y el Monumento Natural de la Fuentona.
El Sabinar de Calatañazor es un bosque de sabinas preciosas que se encuentra justo al lado de la carretera. Es completamente llano así que un paseo por el bosque es muy agradable. Se pueden ver magníficos ejemplares de estos árboles, alguno de ellos casi arrancados del suelo y caídos sobre los demás incluso. Según aparece en el panel informativo algunos delos ejemplares son de los más altos y lóngevos de España. Tras dar un paseo nos dirigimos hacia la Fuentona en Muriel. La Fuentona es una surgencia de agua subterránea que marca el inicio del curso del río Abión. Desde ese punto, sus claras aguas discurren por una serie de barrancos y desfiladeros de origen calizo que moldean un entorno de gran belleza. El centro de interpretación está ubicado en la llamada "Casa del Parque" en un antiguo palacio rehabilitado a la entrada de Muriel de la Fuente. Allí pudimos ver aparte de mucha información sobre el espacio natural unas curiosas cámaras que muestran la vida debajo del agua en el lugar de la Fuentona, algo muy curioso.
Para llegar a la Fuentona hay que hacer un agradable camino de 2 Km por un sendero cuidadosamente acondicionado y que discurre a orillas del río, tras dejar el coche en un aparcamiento habilitado a unos 300 metros de la Casa del Parque, cerca de la Ermita de la Virgen del Valle. Nosotros llegamos un día de acceso libre. Por lo visto en temporada alta el parking es de pago. Al legar a La Fuentona se ve una piscina de agua preciosa de color turquesa pero según habíamos leído en la casa del Parque, este pequeño acuífero esconde toda una red de cavidades subterráneas. El paisaje que roda a la Fuentona es precioso. Deshicimos la ruta hasta llegar a una señal que marcaba el camino hacia la Cascada de La Fuentona. Como aún nos daba tiempo lo seguimos, y aunque el camino merece la pena porque es precioso la cascada no llevaba demasiada agua, pero aun así era bastante pintoresca. Las fotos que habíamos visto con más agua eran espectaculares. No obstante simplemente el paseo hasta allí merece la pena, por un paisaje verde e idílico.
Calatañazor y La Fuentona: