Qué ver en Lisboa

Lisboa es una bonita ciudad que combina tradición, encanto y también una buena dosis de modernismo. Una escapada ideal para un par de días o tres y que nos pilla muy a mano, tanto para acercarnos en coche como en avión. Recorremos en tres días la capital portuguesa, disfrutando de su gastronomía, tradiciones y recorriendo sus barrios más tradicionales y una buena colección de miradores que jalonan la ciudad.

DÍA 1:

Este primer día lo dedicamos a visitar el centro de Lisboa. Cerca del hotel hicimos una primera parada en el parque Eduardo VII. Allí en la entrada norte hay un precioso mirador sobre los alargados jardines del parque que desembocan cuesta abajo en la plaza del Marqués de Pombal. Se ve hasta el Tajo en el fondo. Esta zona es muy agradable, aquí también pudimos ver un lago artificial con un chorro de agua en una amplia zona verde. En el parque también está la Estufa Fría, un importante jardín botánico, que no visitamos. La plaza del Marqués de Pombal está rodeada de edificios que son las sedes corporativas de importantes empresas y grandes hoteles. Desde aquí nos acercamos a la zona centro de la ciudad, hacia el barrio  de Baixa, a lo largo de la Avenida de La Libertad. Esta calle es una amplia avenida repleta de tiendas y comercios de todo tipo.

Parque Eduardo VII, Lisboa
                                                                                                                                   Parque Eduardo VII

Así llegamos a la plaza de Restauradores, donde parte uno de los funiculares que conecta con el Barrio Alto. La imagen de los tranvías subiendo por la estrecha callejuela es de las más típicas y características de la capital portuguesa. La pena es que los tranvías están bastante estropeados con grafitis lo que afea la típica e idílica imagen. No lo tomamos en este momento y seguimos hasta la cercana plaza de Rossio. Esta plaza es el corazón de la ciudad y tiene un característico piso ondulado. En sus alrededores abundan los bares y restaurantes, como el café Nicola con su bonita fachada art decó. Además en la plaza destaca el edificio del Teatro Nacional Doña María II. A la izquierda del Teatro Nacional se encuentra la imponente estación de tren de Rossio. En una plazoleta adjunta vimos también la iglesia de São Domingos, que aunque modesta por fuera es bastante bonita en su interior. Desde allí llegamos a otra pequeña plaza, la Praça da Figueira también rodeada por preciosos edificios.

Convento de Carmo, Lisboa, Portugal
                                                                                                                                   Convento de Carmo

Muy cerca visitamos una de las joyas de la capital, el convento de Carmo. Se encuentra en una pequeña colina y es una iglesia sin techo – fue destruido  por un terremoto – medio en ruinas pero con un encanto innegable. En su parte trasera hay una bonita terraza elevada con vistas a las calles circundantes. Es un lugar muy fotogénico, y eso que la entrada principal es realmente ruinosa, lo que no hace presagiar la joya que te vas a encontrar dentro. Muy cerquita accedimos a otra joya de la capital, el mirador de Santa Justa, un ascensor formado por una torre metálica que conecta la parte de Carmo con el barrio inferior, pero que hoy en día se ha convertido en una atracción turística. En la parte superior accedimos a una terraza panorámica con preciosas vistas  de la ciudad. Y también callejeando por la zona nos encontramos en la rua da Trinidade, en pleno corazón del Chiado, una preciosa fachada con azulejos en rojo, blanco y amarillo con alegorías del agua, la tierra, la ciencia, la agricultura, la industria y el comercio.

Mirador de Santa Justa, Lisboa, Portugal
                                                                                                                              Mirador de Santa Justa

De nuevo en el barrio de Baixa nos dirigimos por la Rua Augusta, una calle peatonal con un piso precioso empedrado con motivos geométricos hasta llegar a la plaza del Comercio, otra de las plazas más importantes de la ciudad y que da al estuario del Tajo. La plaza es muy amplia y muy bonita. En el extremo por el que  entramos hay un fabuloso arco, el arco de la Rua Augusta, y el resto de la plaza está rodeado por fabulosos edificios, en cuyo centro hay una estatua ecuestre de Jose I. Subimos al arco de la rua Augusta para disfrutar de fantásticas vista sobre el río y la zona circundante. Justo en la orilla del Tajo hay una explanada que desciende hasta el río en una cuesta y es un lugar muy pintoresco, la Cais das Colunas. Las vistas hacia el estuario y el puente sobre el Tajo son preciosas. Incluso hay una pequeña playita. Seguimos paseando por la Ribeira das Naus, una zona nueva junto al río con vistas, un  paseo muy agradable, zonas verdes y algunos edificios oficiales. El paseo acaba en  una preciosa terracita sobre el Tajo. Es una pena que aquí el paseo concluye y más allá la zona de la orilla del río está ocupada por instalaciones portuarias sin ningún encanto.

Plaza del Comercio, Lisboa, Portugal
                                                                                                                                    Plaza del Comercio

Visitamos después el Museo del Azulejo de Lisboa, para lo cual tuvimos que coger el tren. No es que nos interesase especialmente la temática del azulejo pero es que el museo se aloja en la antigua sede de un convento, el de Madre de Dios, y sólo el edificio ya merece la pena. Hay varias estancias maravillosamente decoradas, incluida la propia iglesia. Y ya que estábamos pues vimos las exposiciones de azulejos, entre la que nos encantó una panorámica de Lisboa muy amplia en la que se muestra la ciudad antes del fatídico terremoto que marcó su historia. La visita no nos llevó demasiado tiempo. Volvimos al centro de nuevo en tren.

A continuación tomamos un ferry hasta el otro lado del río y un autobús nos llevó enseguida a la plaza de Cristo Rei, donde una fabulosa estatua de Cristo en una colina ofrece espectaculares vistas sobre Lisboa y el puente del 25 de Abril. Las vistas desde la plaza ya son espectaculares pero subimos en ascensor y por un pequeño tramo de escaleras a los pies del  Cristo, a más de 100 metros de altura. La vista desde aquí es sublime. Merece mucho la pena venirse hasta aquí, además de por las vistas por el paseo en barco. De vuelta al centro tras pasear un poco por las calles del centro nos fuimos a cenar a Embaixada, un antiguo palacio árabe donde hay varias tiendas de productos típicos y un restaurante  muy pintoresco, en el patio del palacio.

Puente de 25 de Abril, Lisboa, Portugal
                                                                                                                                Puente de 25 de Abril

DÍA 2:

Tras desayunar en el hotel nos dirigimos en tranvía hasta el distrito de Bélem donde se encuentran algunos de los monumentos más conocidos de Lisboa. Una de ellas es la Torre de Bélem en la misma orilla del Tajo. Es una preciosa torre y ya a primer hora había gente en la cola, aunque no tanta como pudimos ver más tarde. Nada más acceder a la planta baja vimos un montón de ventanas con cañones e hicimos un recorrido por los fosos y huecos por donde se lanzaba a los prisioneros antiguamente. Unas estrechas escaleras de caracol nos llevaron hasta la parte alta de la torre desde donde hay buenas vistas del barrio de Belém y el río. La verdad es que  aunque la vista es buena, merece más la pena ver por fuera la torre desde diferentes ángulos que la visita interior. La torre es un verdadero monumento a la era de los descubrimientos.  Justo al lado de la torre pasamos por una explanada con el monumento a los combatientes de Ultramar y un museo con la misma temática.

Torre de Bélem, Lisboa, Portugal
                                                                                                                                           Torre de Bélem

Seguimos por la costa por el paseo Doca Pesca, otra zona muy nueva y con edificios modernos como la sede de la Fundación Champalimaud. Son unos edificios circulares realmente bonitos. No nos entretuvimos demasiado y nos dirigimos a la otra estrella del distrito: el monasterio de los Jerónimos. Ya desde fuera el edificio, de considerables dimensiones, es precioso. Primero visitamos la iglesia, donde justo entrar destacan unas preciosas columnas con tallas muy elaboradas. El interior en general es muy interesante por la arquitectura y también por las obras de arte que alberga. La tumba de Vasco de Gama se encuentra en el presbiterio inferior. Y tras la iglesia visitamos el espectacular interior del monasterio. El Claustro tiene piedras color miel y una decoración realmente bonita.  Tiene dos pisos y los recorrimos por completo admirando todos los detalles de la profusa decoración.

Monasterio de los Jerónimos, Lisboa, Portugal
                                                                                                                    Monasterio de los Jerónimos

Tras la visita al Monasterio – realmente merece la pena aunque no te gusten las iglesias – nos acercamos de nuevo a orillas del Tajo hasta la Plaza de los Descubrimientos, donde hay un impresionante monumento dedicado a los descubridores con forma de proa de barco y los descubridores sobre el mismo. Desde la plaza de atrás el monumento tiene forma de cruz. El monumento tiene más de 50 metros de altura y subimos en ascensor hasta la parte superior del mismo para disfrutar de fantásticas vistas del río y del cercano Monasterio de los Jerónimos. Seguimos el paseo marítimo donde encontramos un curioso restaurante en medio de un lago junto al rúo y llegamos al faro de Bélem, un tanto fuera de lugar en medio del paseo.

Plaza de los Descubrimientos, Lisboa, Portugal
                                                                                                                   Plaza de los Descubrimientos

Volvimos sobre nuestros pasos y paseando hasta el centro entramos en el Museo de los coches. Es un museo curioso porque alberga una colección impresionante de antiguos carruajes. Es pequeño pero merece la pena lo que cuesta la entrada. Los carruajes son espectaculares – alguno de ellos es español -. Y tras pasar por la terminal de ferries y un bonito edificio de ladrillo rojo llegamos al MAAT, el Museo de Arte Moderno de Portugal, un futurista y precioso edificio a orillas del Tajo. No entramos a verlo pero solo el edificio por fuera merece la pena. Además se puede acceder libremente a la terraza que se encuentra sobre el mismo y que también ofrece bonitas vistas, sobre todo hacia el puente 25 de Abril, el pequeño Golden Gate portugués. Y como hacía muy buen tiempo seguimos hasta el mismo  puente para poder sacar unas fotos de cerca. Además justo allí mismo hay una zona muy bonita en un pequeño puerto deportivo.

MAAT, Lisboa, Portugal
                                                                                                                                                          MAAT

Nos acercamos al LX Factory, un espacio en las inmediaciones, que es una especie de mercadillo situado en los edificios de una antigua fábrica y donde hay tiendas, bares, restaurantes, arte…. Un poco de todo. Es interesante, pero nos sirvió sobre todo para picotear algo antes de dejar esta zona. Volvimos al centro en tranvía hacia el barrio de Chiado, hasta  Largo de Camões.  Es una preciosa plaza rodeada de preciosos edificios y con mucho ambiente. Hay una bonita iglesia y varios edificios clásicos que hacen que la plaza sea una de las más bonitas que vimos  en la capital. Entramos en la iglesia de Nossa da Senhora da Encarnacao, con un precioso interior barroco opulentamente decorado. Y desde la plaza nos acercamos al mirador de San Pedro de Alcántara pasando por la iglesia de San Roque.  Aprovechamos de camino para callejear un poco por esta zona y descubrimos rincones muy bonitos y típicos de la capital. El mirador es una zona de parque bastante amplia con unas vistas preciosas hacia el norte y el este de la ciudad. Se encuentra justo en la parte superior del funicular que habíamos visto el día anterior desde la plaza del Rossio. Las vistas son preciosas.

Mirador de San Pedro de Alcántara, Lisboa, Portugal
                                                                                                         Mirador de San Pedro de Alcántara

Seguimos paseando por el barrio de Chiado y callejeando por diferentes zonas hasta que llegamos a otro de los miradores que abundan en la ciudad, el de Santa Catarina. Es bastante más pequeño y menos concurrido que el de Alcántara pero las vistas son preciosas. Y desde aquí aprovechamos para ver la preciosa puesta de sol. Y ya de regreso nos fuimos a la zona de la plaza del Rossio donde entramos a cenar en uno delos bulliciosos restaurantes de la zona a muy buen precio.

DÍA 3:

Comenzamos el día en el barrio de Alfama y nos desplazamos hasta allí en tranvía. Lo primero que visitamos fue la catedral de la ciudad. La catedral por fuera es un precioso edificio románico y está en una zona muy pintoresca. De hecho el tranvía pasa justo por delante y crea una estampa maravillosa, pasando justo por la entrada de la catedral. A la catedral entramos gratis aunque para ver el claustro y el tesoro sí tuvimos que pagar una pequeña tarifa. El claustro de la Catedral o Sé de Lisboa es parecido al del Monasterio de los Jerónimos aunque bastante más pequeño. En el interior del claustro hay también restos romanos, árabes y medievales que se han encontrado en los últimos años. En la parte superior de la catedral visitamos el tesoro donde pudimos ver en una serie de salas elementos como trajes, joyas y reliquias variadas.

Catedral de Lisboa, Portugal
                                                                                                                                    Catedral de Lisboa

Muy cerca de la catedral vimos la casa dos Bicos, aunque solo por fuera. La fachada es preciosa porque está compuesta por una serie de piedras talladas como si fuesen diamantes.  Y a partir de aquí nos dedicamos a callejear por el barrio de Alfama. La verdad es que es el barrio más auténtico de Lisboa, donde te puedes encontrar la colada tendida en los callejones por los balcones de las casas, estrechos callejones, y pintorescos rincones.  Los callejones empedrados van ascendiendo hasta el castillo y por el camino encontramos varios miradores. Aquí hay menos turistas, lo que es muy curioso porque es el barrio con más carácter de la capital y el más auténtico sin duda. El mirador de Santa Lucia es el primero que nos encontramos y ofrece unas vistas impresionantes de los tejados del Barrio de Alfama y llegan hasta el propio Tajo. En la parte de atrás hay unas ilustraciones en azulejo sobre diferentes episodios del asedio de Lisboa.

Mirador de Santa Lucía, Portugal, Lisboa
                                                                                                                             Mirador de Santa Lucía

Muy cerquita encontramos otro de los fabulosos miradores, el de Portas do Sol. La vista desde aquí es probablemente de las más bonitas que disfrutamos en nuestra visita a Lisboa. Seguimos callejeando por las intrincadas pendientes y callejuelas y pasamos por la iglesia de São Vicente of Fora, con un interior bastante interesante. Y muy cerquita vimos el Panteón, otro delos monumentos principales de la ciudad. Entramos al Panteón – pagando entrada – y el interior es espectacular con sus diferentes bóvedas y su interior monumental de mármol. Después de la visita, seguimos por una calle con mucha pendiente para llegar al increíble Mirador Santa Graça, donde hicimos una buena parada para reponernos y disfrutar de las maravillosas vistas. Aquí la vista es realmente amplia, abarcando buena parte de la capital y el puente del 25  de Abril.

Mirador de Graca, Portugal, Lisboa
                                                                                                                                        Mirador de Graca

Y para acabar con la interminable lista de miradores lisboetas nos acercamos al de Nossa Senhora do Monte. Aquí  la vista es espectacular porque se ve muy nítidamente el castillo en primer plano y la vista sigue sobre buena parte de la ciudad. Y desde aquí nos dirigimos precisamente al castillo. El castillo se encuentra en la colina más alta de la ciudad y aunque el mismo no es especialmente espectacular, merece la pena subir por las vistas y también por conocer un lugar tan emblemático de la capital. Además de las once torres hay un museo y el recinto es bastante grande. Lo bueno es que abren hasta bien avanzada la tarde por lo que  no hay problemas de horario. En una de las torres hay un periscopio o cámara oscura que proporciona imágenes de la ciudad en tiempo real. Un artilugio similar al que hemos visto en otras ciudades europeas.

Vistas desde el castillo de Lisboa, Portugal
                                                                                                            Vistas desde el castillo de Lisboa

Salimos del castillo y seguimos callejeando por los  alrededores del mismo. Tras un buen paseo por diferentes rincones del barrio nos dirigimos a la parada del tranvía 28, uno de los más pintorescos. Nos montamos e hicimos una buena parte de su trayecto para  disfrutar de otra perspectiva diferente a la que habíamos visto hasta entonces.

Tranvía 28 en las calles lisboetas, Portugal
                                                                                                             Tranvía 28 en las calles lisboetas

Tras repasar esta parte de la ciudad cambiamos completamente de tercio y nos fuimos a una zona muy diferente de la capital, el Parque de Las Naciones, la zona más moderna de la ciudad. Es una zona completamente nueva y formada por modernos edificios que se crearon para la Expo 98. Está a unos Km del centro y llegamos en tren.  La propia estación de tren es realmente maravillosa, un fabuloso edificio moderno de Calatrava y realmente espectacular. Se trata de la estación de Oriente.  Estuvimos paseando por toda la zona de edificios modernos con impresionantes ejemplos de arquitectura moderna. Fuimos paseando por la orilla del río y llegamos hasta la fabulosa Torre de Vasco de Gama. Desde allí hay una buena vista del puente Vasco de Gama, un larguísimo puente que cruza el estuario del Tajo. Nos acercamos un poco hasta prácticamente situarnos bajo el puente para poder disfrutar de su grandeza. De vuelta a la torre, tomamos el telecabina, una bonita forma de ver toda esta zona. Es un telecabina muy curioso porque se toma en una estación directamente situada en el agua, sobre una plataforma dedicada específicamente a esta atracción.

Estación de Oriente, Portugal, Lisboa
                                                                                                                                   Estación de Oriente

Desde las alturas fuimos viendo los diferentes edificios como el Altice Arena, un espectacular y modernísimo palacio de conciertos. Llegamos hasta el Acuario, otro fabuloso edificio en el  centro de un pequeño lago adyacente al río. Bajamos del teleférico y seguimos paseando por el paseo y los muelles disfrutando de esta agradable zona y de todos sus edificios. Pasamos por el pabellón de Portugal de la Expo, que emula un velero portugués del descubrimiento. El Casino de Lisboa también se encuentra en esta zona y ocupa uno de los pabellones que se utilizaron para la expo. Ya a última hora regresamos al centro en tren y buscamos un local para cenar  cerca de la catedral donde disfrutamos del fado, ese canto portugués tan típico. Cenamos en un local pequeño por muy buen precio y pudimos disfrutar de una buena dosis de fado.

Acuario de Lisboa, Portugal
                                                                                                                                      Acuario de Lisboa

DÍA 4:

Este día volvíamos a casa a media tarde así que nuestro recorrido tuvo que ser más corto de lo normal.  Y la ruta que seguimos fue un poco caótica porque nos propusimos ver algunas cosas que nos habían quedado colgadas en diferentes partes de la ciudad. Lo primero que hicimos fue acudir muy prontito a hacer el recorrido del tranvía nº 28, el más escénico de todos los de la capital,  que conecta Martim Moniz con Campo Ourique y atraviesa varios distritos turísticos de Graça, Alfama, Baixa y Estrela. Fuimos a bordo del precioso tranvía amarillo que nos llevó bamboleándose por las estrechas callejuelas de la ciudad. El tranvía discurre por calles estrechas y pendientes impresionantes…. Toda una experiencia.

Tranvía por las calles de Lisboa, Portugal
                                                                                                               Tranvía por las calles de Lisboa

De vuelta al centro fuimos a visitar el funicular de Lavra, otro fantástico tranvía funicular que supera un desnivel entre dos zonas de la capital. Lo tomamos también simplemente por el placer de subir al funicular. Unas buenas fotos dieron testimonio de nuestro paso por esta zona. Callejeando llegamos de nuevo a la Plaza de los Restauradores donde nos encontramos el teatro Eden, una fabulosa fachada que nos había pasado inadvertida en días anteriores. Seguimos por las callejuelas del Barrio Alto, que aunque menos pintoresco que el de Alfama también nos ofreció rincones con mucho encanto. Y llegamos a la parte superior del ascensor de Bica. Lo tomamos para descender hasta la estación inferior a lo largo de la maravillosa calle ocupada por los raíles del funicular. A la salida se sale por una puerta que parece la del portal de un edificio que oculta completamente la parte inferior del funicular.

Plaza Don Pedro, Lisboa, Portugal
                                                                                                                                         Plaza Don Pedro

Seguimos paseando entre calles hasta llegar al Palacio de San Bento, sede de la asamblea nacional. Es un palacio precioso con sus señoriales columnas del que solo pudimos ver la fachada, pues el resto del recinto se encuentra rodeado por un muro que impide la visión. Llegamos hasta la Basílica de la Estrela, con un bonito interior y estuvimos paseando por los jardines de la Estrela donde hay unas curiosas plataformas en un laguito que hacen de terrazas para las cafeterías de este bonito parque. Allí tomamos algo tras la caminata que nos habíamos pegado y nos desplazamos en tranvía hasta la zona de Alfama.

Quisimos dedicar las últimas horas de nuestra visita a recorrer de nuevo las callejuelas más auténticas de la capital. Paseamos sin rumbo por las calles fijándonos en detalles que no habíamos visto los días anteriores. Y es que esta zona da para pasar mucho tiempo recorriendo sus diferentes callejones, plazoletas…. Y con esto dimos por terminada la visita a la capital portuguesa. De aquí tuvimos que volver al hotel a recoger las maletas y de allí al aeropuerto.

Puntos de interés: