Estrasburgo, capital de Europa y Alsacia
Una de las capitales de la unión, la preciosa ciudad de Estrasburgo cuenta con un patrimonio histórico muy importante: La Grande Ile, la isla en la que se concentra su casco histórico, está en la lista Patrimonio de la Humanidad. El centro de la ciudad se concentra en esta pequeña isla plana rodeada por el río Ill y por un antiguo canal. La magnífica torre de la catedral es de color rosa en piedra arenisca y es visible desde toda la ciudad. La catedral se eleva sobre el amasijo de casas medievales situadas a sus pies. Perderte por las callejuelas de este casco antiguo es una maravillosa experiencia. Y también merece mucho la pena visitar la parte nueva de la ciudad con los espectaculares edificios de las instituciones europeas.
Empezamos nuestro recorrido por la catedral, situada muy cerquita del Ill y de la plaza Gutenberg, una típica y animada plaza francesa donde hemos aparcado el coche. La catedral es un edificio espectacular, tanto por fuera como por dentro. En el exterior destacan sus puertas de accesos, laboriosamente decoradas, el maravilloso rosetón que se ve desde la entrada de la Rue de La Merciere y la profusa decoración sobre la piedra de un color rosáceo muy peculiar. Tras contemplar la catedral por fuera entramos y vimos su rica decoración interior. El interior de la catedral también es magnífico, la alta nave es un modelo en cuanto a sus proporciones y está reforzada por una bonita secuencia de vidrieras. Además subimos hasta la plataforma en la parte superior de la torre para disfrutar de unas vistas de la ciudad realmente impresionantes. Vale la pena subir hasta allí a pesar de los innumerables escalones. Y es que la torre tiene una altura considerable. El reloj astronómico con su colección de figuritas que acompañan con un pequeño espectáculo el tañir de las campanas, algo muy típico por estas latitudes, también se puede ver dentro de la catedral. Y es que Estrasburgo aun siendo Francia tiene un marcado carácter centroeuropeo, no en vano estamos a escasos kilómetros de la frontera alemana.
Justo en l misma plaza de la catedral también se puede ver una de las casas más bonitas dela ciudad, la Maison Kammerzell, un edificio oscuro de varias plantas acabado en un tejado a dos aguas realmente pintoresco. La fachada está muy decorada y el edificio parece sacado de algún cuento. Hoy alberga un restaurante. Desde la catedral hacia el río al sur hay una serie de callejuelas con casas preciosas. Destaca la pequeña plaza de Place du Marché-aux-cochons-de-lait, con numerosos edificios de entramado de madera y repleta de terrazas, un rincón precioso. Allí llegamos por la rue du Maroquin, otra preciosa calle en los alrededores de la catedral.
Así llegamos al impresionante Palais Rohan, un imponente palacio que da al río y que alberga varios museos. Hay tres museos en el propio Palacio Rohan: el Museo de Artes Decorativas; el Museo de Bellas Artes y el Museo Arqueológico. Al lado, el Musée de l'Oeuvre Notre-Dame alberga las esculturas originales de la catedral. Entramos a visitar este último y aunque la visita es corta, pues no es demasiado extenso, sí hay algunas cosas que merece la pena ver. La verdad es que entramos porque la catedral nos había encantado. Pasamos al otro lado del río, hasta la plaza Corbeau y aquí hay unas vistas estupendas de este palacio y del Museo de Historia, otro fabuloso edificio que da al río cerca del siguiente puente. Toda esta zona tiene un paseo bajo los puentes a orillas del río por donde dimos una vuelta muy agradable. Aquí están también los embarcaderos de los barcos turísticos que te llevan a ver el canal y el río alrededor del casco antiguo de la ciudad. Pero eso lo dejaríamos para el día siguiente.
Dando un paseo de unos diez minutos hacia el oeste, en la punta de la isla, llegamos al pintoresco rincón de La Petite France. El barrio de la pequeña Francia es el barrio más bonito de la vieja Estrasburgo. Aquí las calles se han construido al nivel de los cursos de agua. Los preciosos y muy cuidados edificios de entramado de madera adornados con flores se reflejan en las aguas del canal y es una zona realmente preciosa.
En el extremo de una serie de pequeños canales están los llamados Ponts Couverts (no cubiertos ya en la actualidad), unos preciosos puentes que comunican los diferentes islotes entre sí, en cuya punta se levantan torres de las antiguas fortificaciones de la ciudad.
Un poco más al oeste está la presa de la ciudad, una construcción para controlar el caudal del río y de los canales en caso de guerra. Su parte superior es una terraza a la que se puede acceder libremente. Desde esta parte superior hay unas magníficas vistas sobre los Ponts, las torres y la ciudad vieja-. Contrasta la vista hacia el otro lado donde se levanta el colorido y moderno edificio del Museo de Arte Contemporáneo. Toda la zona de la Petite France es de postal, con serpenteantes calles – la más característica la rue du Bain-aux-Plantes - bordeadas por casas medievales adornadas con flores. Junto con el canal forman un conjunto realmente excepcional. Pasamos bastante tiempo recorriendo cada rincón pues hay rincones de gran encanto. Los islotes donde se encuentran los Ponts Couverts están destinados al ocio y zonas verdes. Es un lugar muy agradable para pasear y disfrutar de esta preciosa parte de la ciudad. Comimos aquí, en esta zona, en un restaurante con unos precios bastante asequibles.
Por la tarde nos dedicamos a pasear por el canal que rodea la isla. La zona sur es la más interesante, con atractivos edificios a lo largo del mismo. En el lado sur del Pont du Corbeau, la calle medieval, Impasse du Corbeau, mantiene su encanto original. Aguas abajo, hacia el este, el quai des Bateliers y las calles que desembocaban en ella - rue Ste-Madeleine, rue de la Krutenau y la rue de Zürich – merecen la pena una visita y dar un paseo por ellas. Dos puentes aguas arriba, el Pont St-Thomas lleva a la bonita iglesia de Santo Tomás, otro edificio bonito aunque menos espectacular que todo lo que ya habíamos visto.
Estuvimos paseando por allí y llegamos a la confluencia del río y el canal, un lugar bonito con vistas y donde destaca la iglesia protestante que se ve hacia el este en la punta de otro islote que rodea el río Ill. Seguimos por el canal hasta llegar a la Plaza de la República en el otro lado del mismo, donde hay un agradable parque y el palacio del Rhin, un monumental edificio. Esa amplia plaza se encuentra rodeada por otros edificios monumentales como la Biblioteca o el Teatro Nacional. Un poco más adelante pasamos por otra monumental iglesia con una cúpula verde, la iglesia católica de Saint-Pierre-le-Jeune, justo al lado del precioso edificio del Tribunal Supremo, con su entrada clásica con columnas. Los dos edificios juntos forman uno delos rincones más interesantes de esta parte del canal. Seguimos paseando por el canal pero como por esta parte vimos que ya no había nada de interés pues los edificios habían perdido la monumentalidad que tenían en otras zonas nos internamos en la zona vieja y llegamos hasta la alargada Plaza Broglie donde se encuentra la ópera de Estrasburgo, otro bonito edificio y el ayuntamiento de la ciudad, un edifico clásico pero nada espectacular.
No muy lejos de allí acabamos en la plaza Kleber. Es una plaza muy animada, centro de reunión de los habitantes de la ciudad y donde hay una serie de edificios mezcla de diferentes estilos. Es un lugar muy agradable para estar y tomarse algo en alguno de los bares cercanos. Por cierto que nos llamó mucho la atención la cantidad de bicicletas que había aquí, se ve que en esta ciudad se mueven mucho en bicicleta al estilo de Holanda. Pasamos el resto de la tarde callejeando por la zona vieja. La parte más interesante y pintoresca es sin duda la que rodea la catedral, donde se pueden ver las casas más antiguas y las callejuelas más coquetas. Al norte de la iglesia sin embargo es donde encontramos las calles peatonales más comerciales, con infinidad de tiendas de todo tipo. Desde la catedral al este también llegamos por la calle des Freres a la Plaza St-Etiene, otro bonito lugar con edificios interesantes. Estuvimos recorriendo estas zonas lo que restaba del día y para cenar volvimos a la zona de la Petite France. De camino al hotel pudimos ver toda la zona delos canales y los edificios más interesantes iluminada, una verdadera gozada.
DÍA 2:
Por la mañana tras desayunar nos dirigimos al embarcadero que está en la zona sur de la isla de la ciudad para dar un paseo en barco por el río y por el canal. El paseo se hace en unas barcazas enormes, muy largas y anchas y repletas de asientos, con techo completamente descubierto. Dimos un rodeo a toda la isla de la ciudad vieja e hicimos un desvío hasta la zona de las instituciones europeas.
Aunque muchos de los lugares ya los habíamos visto caminando la verdad es que desde e l agua tienes otra perspectiva y merece mucho la pena el viaje. Uno delos lugares más espectaculares es la zona de la Petite France y los Pont Couverts. Pasar por debajo de todos los puentes a lo largo del recorrido y bajo las iglesias, palacios… es una experiencia muy recomendable. El crucero es bastante largo. Estuvimos cerca de hora y media recorriéndolo todo.
Nuestro siguiente objetivo fue la zona que acabábamos de ver en barco, la zona de las instituciones europeas. Par allegar hasta allí fuimos caminando. Desde las cercanías de la universidad, el ancho y recto paseo Allee de la Robertsau, flanqueado por hermosos edificios, incluyendo algunas obras maestras del Art Nouveau, conduce a la sede de las principales instituciones europeas: el búnker del Palacio de Europa; el edificio de vidrio y acero del Parlamento Europeo, y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos con torres plateadas que se elevan hacia una superestructura forma de barco.
Se trata de una moderna zona verde donde pudimos disfrutar de un paseo y admirar los edificios. Es una zona preciosa y muy bien cuidada. La arquitectura de los modernos edificios y las zonas verdes crean una combinación perfecta para relajarse y disfrutar. El enorme edificio del parlamento europeo se encuentra comunicado con el otro lado del río por un puente acristalado que llega hasta los edificios dela otra margen. Y justo al lado de la zona de las instituciones hay un maravilloso parque, el de l’Orangerie, donde hay amplias zonas verdes, un palacete, un lago donde se puede pasear en barca con unas cascadas artificiales… en definitiva un lugar maravilloso para comer de picnic como hicimos nosotros.
Desde allí volvimos al centro en tranvía esta vez. Aquí aprovechamos por último para visitar el museo Alsaciano, sobre la gente y la cultura de la región. Está construido en unas antiguas casas de la ciudad, y recrea habitaciones reales que existieron en diferentes momentos en Alsacia, como una antigua botica, una cocina y una bodega. Es interesante ver cómo en el museo se explican la mezcla de culturas francesa y alemana. Es un museo muy interesante y se visita también bastante rápido. Tras salir de aquí ya no nos quedaba mucho tiempo así que aprovechamos para pasear un poco por la zona del canal al sur de la catedral y por las plazas que más nos habían gustado. Descubrimos justo al norte de la Petite France una iglesia más, la monumental iglesia de Saint-Pierre-le-Vieux, y cruzando el puente tras andar un poco por una calle comercial se llega al enorme edificio de la estación central de tren con una gigantesca cubierta acristalada.
Por último y antes de dejar la ciudad con el coche nos acercamos al Jardin des Deux Rives, una zona verde a orillas del Rín donde una preciosa pasarela peatonal cruza el río hasta Alemania. Desde la pasarela – del estilo de las de Calatrava – hay buenas vistas sobre el río y las dos orillas, en una zona donde sobre todo predomina el verde.
Puntos de interés en Estrasburgo: