Qué visitar en París en 4 días
Paris es una ciudad que no necesita muchas presentaciones. Una de las más bellas del mundo, alberga infinidad de tesoros por descubrir. Aunque se puede pasar mucho más tiempo en la capital francesa, hacemos una escapada de cuatro días y medio para conocer sus principales atracciones. Desde la Torre Eiffel, hasta el Sacre Coeur, pasando por Notre-Dame o el barrio Latino… la ciudad alberga muchísimos rincones de una belleza y un carácter singular.
Para desplazarnos hasta la capital francesa elegimos el tren de alta velocidad, un medio de transporte comodísimo y que nos deja en el mismísimo centro de Paris, junto la torre de Montparnasse. Nos alojamos en un hotel bastante cercano a la torre Eiffel, la imagen más icónica de Paris.
DÍA 1:
Habíamos llegado la noche anterior a la capital francesa y el primer día – un miércoles no festivo en París – aprovechamos para visitar la Torre Eiffel. Habíamos reservado las entradas con meses de antelación a través dela web oficial. Conviene hacerlo así pues las entradas para visitar la torre completa – incluido el último piso – se agotan a bastantes días vista. A las 9.30 ya estábamos en la cola de entrada y comenzamos la visita. Subimos primero hasta la parte superior para evitar colas en el ascensor que lleva hasta arriba porque es bastante más pequeño que los de la planta intermedia. El ascensor que nos llevó hasta arriba es bastante pequeño por lo que vas viendo toda la estructura metálica y es un ascenso espectacular. Desde la terraza superior las vistas son maravillosas aunque la terraza es muy pequeña y hay una malla metálica que impide disfrutar de una vista completamente limpia. No obstante estar allí arriba es una experiencia maravillosa. Y una vez disfrutada la cima de la torre descendimos a los dos niveles inferiores para disfrutar de las vistas ya más relajadamente. Allí la gente ya se dispersa más y puedes disfrutar más del panorama sin el apelotonamiento de la parte superior. La bajada final desde la primera terraza la hicimos por escaleras caminando. Es una experiencia fabulosa también. Caminar por las escaleras por el interior de las patas de la inmensa estructura de acero es realmente aconsejable. Así se disfruta de otra forma de este maravilloso monumento.
Y para sacar unas bonitas vistas de la torre, además de la que sacamos de camino desde los Champs de Mars, nos subimos a la parte superior de los jardines del Trocadero. Allí concretamente desde la plaza Chaillot la vista es preciosa. Para mí, es el mejor mirador de la Torre Eiffel.
El Palais de Tokio y el Palacio de Chaillot en las cercanías del Trocadero albergan algunos museos y galerías. Aunque no entramos a visitarlos son unos preciosos edificios y por la zona hay buenas vistas del río y de la propia torre. Es una zona muy pintoresca. Una preciosa vista se tiene desde la Pasarela Debilly. Un poco más allá del Palais de Tokyo, en la plaza de l'Alma, vimos una réplica de la llama de la Estatua de la Libertad, que es un monumento a la princesa Diana después de su accidente automovilístico fatal en el paso subterráneo adyacente.
Antes de abandonar la zona cercana a la torre, nos fuimos a dar un paseo a la zona sur. Desde Pont Mirabeau hacia el norte, la orilla del río se ve adornada por algunas torres futuristas, levantándose de una plataforma peatonal a unos 10m sobre nivel de la calle. Dimos un paseo junto al río a lo largo de la estrecha isla artificial en medio del río, la Allée des Cygnes, a la que llegamos desde el Pont de Grenelle. Una versión reducida de la Estatua de la Libertad se sitúa en el extremo aguas abajo. Desde alguno de los puentes que pasan por encima de la isla hay vistas espectaculares de esta zona de París con la torre Eiffel como elemento principal.
Una vez recorrida esta zona de los alrededores de la torre Eiffel tomamos el metro para desplazarnos a otro de los monumentos más populares de París, aunque mucho menos espectacular, el Arco del Triunfo, en el centro de la Plaza Charles de Gaulle en París. Como segundo mayor arco de triunfo en el mundo, destaca por sus 50 metros de altura. El arco alberga la tumba del soldado desconocido, en conmemoración de las víctimas de la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial. Una llama eterna preside la tumba. Subimos en ascensor hasta la parte superior para disfrutar de las vistas, que lógicamente no tiene nada que ver con las de la Torre Eiffel. Las vistas no obstante llegan a través de las grandes avenidas hasta el Grande Arche de la Défense y al final de los Campos Elíseos hasta el Louvre. Aparte de las vistas el arco también alberga un pequeño museo que documenta su larga historia. Antes de dejar esta zona vimos por fuera la catedral rusa de St-Alexandre-Nevsky. Aparte de su bonito exterior, pudimos ver en el interior una gran decoración de frescos.
Ya desde aquí nos fuimos hacia la zona de la plaza de la Concorde. Pasamos por diferentes edificios muy destacados como el teatro Marigny, el de Rond Point, el Eliseo, el palacio presidencial y llegamos al Grand y Petite Palaise, dos imponentes palacios a orillas del Sena. El gigantesco edificio neoclásico del Grand Palais es un edificio muy singular. La fachada principal se adorna con un gran número de estatuas, como las cuadrigas tiradas por caballos que se pueden ver en la parte superior de cada lado de la misma. El edificio con una imponente estructura de cristal y metal alberga diferentes museos y salas de exposiciones. Frente a él el Petite Palais es otro imponente edificio con una fachada realmente espectacular. Alberga un museo de arte. No entramos a ver ninguno de los museos – en cuatro días no da para ello-.
Y allí volvimos al Sena, cruzando por uno de los puentes más bonitos de la ciudad, el Pont Alexandre III. En sus cuatro extremos hay enormes pilones coronados con esculturas de bronce dorado de caballos alados. El Pont Alexandre III conecta los Inválidos en la margen izquierda de la Grand Palais y el Petit Palais en la orilla derecha. Desde el puente se puede disfrutar de una vista panorámica de los edificios, así como la Torre Eiffel y el Sena. Es un lugar pintoresco y las vistas con el puente y el palacio están entre las mejores que se encuentran a lo largo del río Sena. La construcción del puente es una maravilla de la ingeniería. Consiste de un alto arco de acero de un solo tramo a través del Sena.
Cruzamos el puente y nos fuimos hasta Los Inválidos. La explanada de los Inválidos termina con la imponente fachada del Hôtel des Invalides, con su gran cúpula. Bajo la cúpula del edificio hay dos iglesias, una para los soldados, y la otra que contiene los restos mortales de Napoleón. Es uno de los edificios más espectaculares de París, y eso que hay donde elegir. El complejo alberga el gran Musée de l'Armée, un enorme museo de la guerra nacional. El patio al que se puede acceder libremente es un enorme espacio rodeado de las diferentes alas de edificio. Visitamos la espectacular Église du Dôme, que en su preciosa cúpula tiene frescos grandiosos y una gran abundancia de columnas y pilastras corintias. En el interior en medio de un foso circular pudimos ver la tumba de Napoleón.
Pasando por el edificio de la Asamblea Nacional y más palacios volvimos a la orilla norte del Sena, a la plaza de la Concorde, una de las plazas más bellas y con más historia de París. La pieza central de la plaza es un impresionante obelisco con punta de oro procedente del templo de Luxor. Varios hoteles de lujo rodean la plaza y dos fuentes monumentales completan la plaza. Atravesamos la plaza y nos fuimos hasta la Madeleine, la impresionante iglesia de aspecto imperial. Modelada en la forma de un templo griego clásico, está rodeada de 52 columnas corintias y está presidida por un gran frontón que representa el Juicio Final. Su apariencia es atípica para un edificio religioso. En el espectacular interior, hay una escultura maravillosamente teatral de María Magdalena ascendiendo a los cielos. En la cúpula superior, existe también una bonita pintura mural. Es un edificio realmente interesante y diferente a lo que se puede ver en el resto de París.
Volvimos al Sena y dimos un paseo por las Tullerías, un precioso parque a orillas del río que conduce al Louvre. Buscamos un sitio para cenar algo en el Barrio Latino y agotados tras un primer día muy intenso volvimos en metro hasta el hotel.
DÍA 2:
Madrugamos el segundo día y nos dirigimos de nuevo a las Tullerías, para seguir donde lo habíamos dejado el día anterior. Pasamos por el enorme museo de Orsay, ubicado en la antigua estación de tren Gare d'Orsay. No entramos en el museo pero el edificio es realmente impresionante. La plaza junto al museo muestra seis grupos escultóricos de bronce con formas alegóricas en una fila. La mejor vista del espectacular edificio se obtiene desde las Tullerías, a donde nos dirigimos.
Caminos arbolados flanquean el gran corredor central y estanques ornamentales enmarcan ambos extremos de estos preciosos jardines. Hay estatuas magníficas a lo largo de los jardines. Este espacio verde, que separa el Louvre de la Place de la Concorde, es un lugar muy agradable para caminar. Los dos edificios que flanquean el jardín en el extremo de la Concorde son la Orangerie, junto al río, y el Jeu de Paume, junto a la rue de Rivoli, una vez una pista de tenis real. En el extremo este de los jardines, justo donde comienza el gran museo del Louvre, pasamos por el imponente Arco de Triunfo del Carrusel.
Muy cerca de las Tullerías, al norte, llegamos a la plaza Vendôme, una de las más impresionantes de la ciudad. Es una plaza delimitada por un conjunto armonioso de elegantes mansiones, algunas de ellas hoteles, con una columnata maravillosa en su centro, coronada por una estatua de Napoleón vestido como César. En esta zona abundan las tiendas de lujo.
Siguiendo por la avenida hacia el norte llegamos al edificio de la Ópera Garnier, otro de los edificios más imponentes de París. El edificio es espectacular y cuando se ilumina por la noche aún más. Hicimos una visita al interior del mismo. Aunque hay visitas guiadas decidimos ir por libre para hacerlo más rápido. El interior es todo lujo y opulencia. Nos llamó mucho la atención la lámpara de araña central de seis toneladas, varios bustos de bronce de compositores y su gran escalera de mármol blanco de Carrara. El auditorio adornado con terciopelo rojo y oro con un falso techo espectacularmente pintado es el centro del maravilloso edificio.
En las calles alrededor de la plaza Vendôme y la Ópera, encontramos los encantadores pasajes parisinos - galerías comerciales con techo de vidrio – que se concentran entre el boulevard Montmartre y la rue St-Marc. Aquí hay una bonita mezcla de pequeñas tiendas que venden cualquier cosa, desde joyas a libros raros y materiales de arte. Algunas de estas tiendas son realmente antiguas y son en sí mismas dignas de ver. Uno de los pasajes más bonitos es el pasaje de tres pisos du Grand-Cerf, entre la rue St-Denis y Dussoubs. En esta zona también pudimos ver el Palacio de la Bolsa, otro fabuloso edificio con columnas en su fachada.
Seguimos callejeando por esta zona preciosa, encontrando rincones maravillosos y edificios destacados muy a menudo. Llegamos al Palais Royale, el Palacio Real, un palacio con jardines al norte del Museo del Louvre. En su parte trasera están los jardines bordeados de edificios de tres pisos señoriales construidos sobre arcadas que albergan extravagantes tiendas de antigüedades y diseño. Un lugar curioso es el patio principal del palacio, de acceso libre. Hay pilares de rayas blancas y negras, todos de distintas alturas, diseminados por dicho patio principal, creando una imagen realmente curiosa y pintoresca. Entramos a la Bibliothèque Nationale en el lado norte para echar un ojo a las encantadoras salas de lectura. Y nuevamente llegamos al Sena a la altura del Louvre y su maravillosa pirámide de cristal en el atrio de los edificios clásicos que lo componen. No visitamos el Louvre – su visita que hicimos en otra ocasión da para varios días -. Sin embargo los edificios y la pirámide, y en general todo el entorno junto al Sena merece mucho la pena.
Allí pasamos por el Pont des Arts, uno de los puentes más bonitos sobre el Sena con fabulosas vistas hacia la isla de la Cité donde se encuentra Notre Dame. Es una pasarela encantadora con vistas hacia todos los lados. El Pont des Arts se encuentra entre el Instituto de Francia y el Louvre. Desde el puente hay una vista muy conocida del Sena aguas arriba de la Île de la Cité, con las barcazas amarradas en el muelle de Conti, la Tour St-Jacques y Hôtel de Ville rompiendo el horizonte de la orilla derecha. La cúpula y frontón en el extremo del puente pertenecen al Instituto de Francia, sede de la Academia Francesa. Accedimos a la isla por el siguiente puente, el Pont Neuf. Justo debajo la punta de la isla ofrece una vista maravillosa hacia el Pont des Arts. Comenzamos a explorar la isla repleta de preciosos edificios como la Conciergierie, que se aprecia mejor desde la orilla norte del Sena. La Conciergerie es la prisión más antigua de París, un edificio de aspecto siniestro pero increíble. El edificio conserva su torre del reloj, muy pintoresca.
Aunque se puede visitar, decidimos entrar a otro de los imprescindibles en la isla, la Sainte Chapelle. El edificio consta de dos capillas separadas. La capilla inferior es más modesta, mientras que la capilla superior es la más espectacular, uno de los mejores logros de alto gótico francés. La reducción de la mampostería estructural al mínimo da paso a una enorme extensión de vidrieras realmente exquisita. Hay 15 magníficas vidrieras separadas por columnas estrechas que se alzan 15 metros hasta el techo lleno de estrellas. Saliendo de la capilla también vimos el impresionante edificio del Palacio de Justicia. Este enorme bloque de edificios que componen los tribunales de justicia de París se extiende por todo el ancho de la Ile de la Cité. Es un gran espectáculo con sus torres góticas que se alinean con los muelles de la isla. El Palacio de Justicia se encuentra entre la Sainte-Chapelle y la Conciergerie. La vista del edificio desde el patio de enfrente de la entrada principal en la calle ofrece una fabulosa vista del edificio y al mismo tiempo permite ver la Sainte Chapelle.
Ya atravesando la isla de la Cité llegamos a Notre Dame – este viaje lo hicimos antes de que las llamas devorasen buena parte de la catedral el verano pasado -. Notre Dame es todo un símbolo de París y es una catedral realmente bonita y armoniosa. La fachada de la catedral es impresionante y destacan numerosos detalles como las esculturas que adornan la parte superior de la entrada. Subimos a ver el campanario y las famosas gárgolas, accediendo a las torres. Las vistas desde las torres son interesantes ya que te dan otra perspectiva de la ciudad. En el magnífico interior destacan dos preciosos rosetones coloreados en púrpura. Es una visita ineludible, lástima los daños que ha sufrido con el incendio. En la parte trasera dela catedral hay un mirador hacia ambas márgenes del Sena. En lugar de seguir hacia la segunda isla conectada con la isla de la Cité seguimos hacia el ayuntamiento en la orilla norte del Sena.
El Quai de l'Hôtel de Ville es una de las calles que recorre la orilla norte del Sena y alberga algunos grandes edificios además de buenas vistas de las islas del río Sena. Pasamos por el Hôtel de Ville, el ayuntamiento, que es una mansión de grandes proporciones de estilo neo-renacentista en una animada plaza. Siguiendo a lo largo del quai hacia el este se encuentra la magnífica iglesia de St-Gervais-St-Protais, con columnas dóricas, jónicas y corintias. Y en el mismo quai más hacia el este vimos el Hôtel de Sens, uno de los pocos edificios medievales aún en pie en la ciudad. Callejeando al norte del Ayuntamiento llegamos al impresionante edificio del Centro Pompidou, con su futurista fachada formada por coloridas estructuras tubulares. En la plaza en la que se encuentra hay una preciosa fuente con esculturas modernistas muy en la línea con el edificio del Centro. Seguimos callejeando por esta zona, también muy agradable para pasear, y pasamos por el inmenso centro comercial del Les Halles, con su espectacular cubierta, más propia de un estadio de fútbol.
Cómo últimas visitas del día en los alrededores pasamos por la espectacular iglesia de St Eustache muy cercana al edificio circular de la Bolsa de Comercio. En esta zona un agradable parque da acceso a estas y otras vistas. Y nuevamente agotados tras otro día sin parar lo dejamos aquí. Esta vez en vez de volver en metro al hotel lo hicimos paseando para disfrutar de la iluminación de muchos de los monumentos que habíamos visto durante el día. La Ópera y la torre Eiffel son espectaculares de noche.
DÍA 3:
Este día cambiamos de zona. Cogimos el metro y nos fuimos hasta Montparnasse, donde nos había dejado el tren tres días antes. Nuestro principal objetivo fue subir a la torre de Montparnasse, un rascacielos más bien feo y que desentona un tanto en el barrio pero que ofrece vistas excelentes, ya que éstas incluyen la torre Eiffel. Aunque el centro de París está más distante, la vista desde la cima es mejor que la de la Torre Eiffel. También cuesta menos la entrada para ascender al mirador y hay mucha menos gente que en la torre. La plataforma superior del rascacielos es completamente diáfana y permite unas vistas abiertas. Dimos una pequeña vuelta por las calles adyacentes ya que Montparnasse es un barrio muy típico de París. La mayor parte de la vida del barrio se concentra entre el cruce con bulevar Raspail, y en la estación del boulevard du Montparnasse. A una manzana al noroeste de la torre, en la rue Antoine-Bourdelle, un jardín de esculturas invita a entrar al Musée Bourdelle. Sobre la estación del tren visitamos el extraordinario Jardin Atlantique, suspendido en la parte superior y rodeado de bloques de apartamentos como si fuesen altos acantilados.
Nos acercamos de nuevo al centro y estuvimos paseando por el distrito de St Germain. Cerca del Sena y del pont des Arts vimos la Casa de la Moneda y la Escuela de Bellas Artes. Caminando por la rue St-André-des-Arts y hasta el boulevard St Germain disfrutamos de una zona llena de cafés y restaurantes flanqueados por elegantes casas.
En la plaza y la rue St-André-des-Arts y a lo largo de la rue de Buci hay un montón de restaurantes, hasta el boulevard St-Germain. Recorrimos toda la zona y encontramos algunos rincones encantadores como el Cour du Commerce St-André. Otro rincón encantador es alrededor de la rue de l'Abbaye y la rue du Furstemberg. Pasamos por la bonita Place St-Germain-des-Prés, el centro del barrio, muy cerca del Museo Delacroix y de locales muy conocidos en París. Aquí está también la iglesia de St-Germain, donde Descartes está enterrado. Y finalmente en esta zona llegamos a la iglesia de St-Sulpice, un edificio clásico con dos preciosas torres, una de las iglesias más originales de París.
Tras pasar por el teatro Odeon, llegamos al Palacio de Luxemburgo. El palacio es un edificio precioso rodeado de unos amplios jardines por los que pudimos pasear. Hay un estanque central, y diferentes entretenimientos para niños y mayores. Muy cerca de allí llegamos al Panteón de París. El Panteón está situado en el Barrio Latino y es un magnífico monumento inspirado en el Panteón de Roma. En el interior del Panteón las paredes están muy adornadas, y hay una cripta donde están enterrados los restos de numerosas personalidades históricas como Rousseau, Curie, Dumas y Voltaire. Desde la columnata alrededor de la cúpula se puede ver todo París. Las vistas son excepcionales. Hay que tener en cuenta que este mirador solo es accesible cuando se hace la visita con un guía (que son gratis) y durante las horas habilitadas para ello. Tras el Panteón hay otra de las muchas iglesia s de París, la de St Etienne du Mont, con una fachada espléndida .
Cerca del Panteón pasamos por la Sorbona, un enorme complejo universitario alojado en unos preciosos edificios monumentales. Y siguiendo hacia el Sena pasamos por otra impresionante iglesia, la de St Severin. Tras atravesar la Plaza de Saint Michel, en la que se encuentra una enorme fuente con San Miguel luchando con un dragón, entramos en el animado barrio Latino. Aquí un entramado de callejuelas encantadoras y muy animadas compone esta zona de París. Muchos restaurantes y cafeterías con terrazas ofrecen precios bastante asequibles. Aunque hay varias calles con encanto, una de las principales arterias del barrio es la Rue Huchette.
Recuperamos de nuevo la orilla del Sena y estuvimos paseando por la zona del jardín Tino-Rossi. Esta parte de la orilla del Sena es realmente agradable para pasear, es una zona muy amplia y ajardinada que desciende suavemente hasta el río. Pasamos por el Instituto para el Mundo Árabe y por el Jardin des Plantes, que sólo pudios recorrer rápidamente porque nos cerraban. No obstante nos gustó bastante ya que se trata de un amplio jardín botánico gratuito con numerosas especies de plantas. En el mismo recinto vimos el edificio del Museo de Historia Natural y justo detrás del parque la Mezquita de París. Desde allí iniciamos el regreso al barrio Latino donde cenamos esa noche. Regresamos al hotel paseando por la orilla del Sena, de nuevo disfrutando de la iluminación nocturna de diferentes zonas de la capital.
DÍA 4:
Empezamos este día desplazándonos a la zona de Montmartre, bastante alejada del centro de la ciudad. Tras salir del metro nos dirigimos a la base de la colina donde se asienta el barrio y enseguida disfrutamos de la majestuosa vista de la Basílica del Sagrado Corazón, en el punto más alto de París. Es uno de los monumentos más emblemáticos de París y no es de extrañar. Cuando subimos hasta la Basílica disfrutamos de una vista panorámica de la ciudad, tanto desde el frente de la basílica como desde su cúpula, a donde subimos después tras el ascenso por la escalera de caracol del interior de la iglesia. El edificio es fabuloso, completamente blanco y de unas formas muy diferentes a las de cualquier otra iglesia de la ciudad. Los arcos abovedados en la cripta de la basílica son otro de los detalles maravillosos que pudimos apreciar en el interior. El campanario de la iglesia también es enorme.
Tras visitar la basílica nos adentramos en el precioso Montmartre, un pequeño barrio tras la basílica que en realidad parece un pequeño pueblo francés más que un barrio de Paris. La cima de la colina de Montmartre, en torno a la place du Tertre, está plagada de turistas, pero las empinadas calles alrededor preservan una atmósfera de pueblo atractivo, muy diferente de la ciudad. Al oeste de la colina, cerca del inicio de la rue Caulaincourt en la plaza Clichy, visitamos el cementerio de Montmartre. El cementerio está escondido debajo del nivel de la calle en el hueco de una antigua cantera con su entrada en la avenida Rachel debajo rue Caulaincourt. Una maraña de árboles oculta las tumbas de muchos franceses ilustres.
Bajando de Montmartre por sus callejuelas nos encontramos con muchos rincones preciosos. Por ejemplo la plaza minúscula de Calvaire tiene una hermosa vista hacia atrás sobre la ciudad, o la rue Tholozé, o el típico del Moulin de la Galette - el último superviviente de los molinos de viento de Montmartre-. Ya en la parte inferior vimos el mítico Moulin Rouge aunque la verdad es que no parece gran cosa al menos por fuera. Así llegamos de nuevo al metro. La Place des Abbesses es una postal bonita, con una de las pocas entradas completas de metro originales que sobreviven.
Dejamos Montmartre y nos fuimos en metro a visitar el cementerio Pere Lachaise. Es probablemente el cementerio más visitado del mundo y alberga muchísimas tumbas de personajes conocidos que forman un verde jardín de esculturas que ocupa una enorme superficie. Visitamos la tumba de Jim Morrison, Edith Piaf, Chopin y Oscar Wilde entre otras. A la entrada en el Boulevard de Ménilmontant recogimos un mapa con las tumbas más destacadas del cementerio. El cementerio es en realidad una mezcla entre un parque y un santuario. Hay muchas muestras excelentes de arquitectura funeraria.
Antes de volver la zona centro nos desplazamos al barrio de Bercy, antigua zona de almacenes hoy reconvertida en un espacio verde con elementos de la antigua zona de almacenes, tales como vías de ferrocarril en desuso y callejuelas empedradas. El parque alberga una enorme fuente en una de las orillas cubiertas de hierba. La pieza central de este distrito es el Palais d'Omnisports de Paris-Bercy, el principal lugar de la ciudad para grandes conciertos. La gran estructura piramidal, con sus empinadas laderas cubiertas de jardines, es un edificio muy interesante.
En otro de los extremos del parque vimos un edificio con el inconfundible sello de Frank Gehry, que se asemeja a un paquete de cartas desplomándose y que alberga la Cinemateca. Continuando hacia el este a través del Parc de Bercy, llegamos a Bercy Village, cuya calle principal es la Cour Saint-Émilion, una calle peatonal llena de antiguos almacenes de vino convertidos en cafeterías y restaurantes. La piedra de color ocre y la homogeneidad de los edificios forman un conjunto atractivo y es un buen lugar para un paseo. Cruzamos al otro lado del Sena por una bonita pasarela peatonal y en el otro lado también disfrutamos de una zona del Sena muy agradable junto a la Biblioteca Miterrand, con bonitas vistas y edificios más modernos.
Dejamos esta zona y nos desplazamos en metro a la isla de St Luis, contigua a la isla de la Cite. Esta isla es un gran lugar para pasear aunque no tiene importantes monumentos o edificios. La mayor parte de la isla es residencial, pero lo que más nos gustó es la tranquilidad y que el aspecto de la isla parece el mismo que tuvo hace siglos. Sí vimos una pequeña iglesia, la iglesia de St-Louis-en-l'Ile, con un interior de mármol y un bonito dorado barroco. El pequeño puente que conecta a la Ile Saint Louis con Ile de la Cité estaba ocupado por varios artistas callejeros, como malabaristas, mimos o cualquier otra cosa. Aparte de algunas fachadas elegantes y los muelles pintorescos a lo largo del Sena, no hay oportunidades para hacer grandes fotografías en la isla, a pesar de lo cual merece la pena al menos dar un paseo por la misma.
De aquí fuimos caminando al distrito de Marais, al norte del Sena. El Marais era un barrio aristocrático y se conservan muchas mansiones, hoy renovadas y convertidas en museos, bibliotecas, aunque también amplias zonas residenciales. Recorrimos las calles del distrito pasando por palacetes, hoteles y una pequeña torre que formaba parte de las antiguas murallas de la ciudad. Otro sitio con encanto son los alrededores del Musée Carnavalet, con dos hermosas mansiones renacentistas en su alrededor. El Museo Picasso también está es esta zona. Paseamos también por una parte del Marais que ha sido tradicionalmente el barrio judío de la ciudad, con un distintivo sabor mediterráneo. Uno de los lugares más visitados del barrio es una gran plaza de ladrillo y piedra con mansiones rosadas simétricas construidas sobre arcadas, la Place des Vosges. Esta plaza es considerada por muchos como la plaza más hermosa construida en París. Aquí además de la propia plaza en sí con unos cuidados jardines se encuentra el museo de Víctor Hugo. Desde la esquina suroeste de la plaza, una puerta conduce al jardín del castillo, el invernadero y la exquisita fachada renacentista del Hôtel de Sully. La adoquinada rue des Barres, la rue Saint Antoine o la pequeña plaza de Sante Catherine son otros rincones con encanto en la zona. Fue un paseo muy agradable ya que Le Marais es lo más cercano que se puede visitar a lo que fue el París medieval y tiene más calles intactas de esa época que cualquier otra área en París.
Muy cerca de allí llegamos a la famosa plaza de la Bastilla, aunque desde el punto de vista del viajero no es muy espectacular. La columna conmemorativa rematada con la estatua dorada del "Espíritu de la Libertad" preside la plaza de la Bastilla. La Opéra-Bastille, en el lado sur de la plaza, es otro edificio en estilo moderno destacado aunque muy lejos dela majestuosidad de la Ópera Garnier, que ya habíamos visto anteriormente. Del sur de la plaza parte un canal que se ha transformado en un puerto deportivo para embarcaciones de recreo, el Bassin de l'Arsenal. Las vistas sobre el canal están bastante bien.
En las cercanías de la Bastilla también comienza la Promenade Plantée, un tramo de la línea de ferrocarril en desuso, gran parte de ella a lo largo de un viaducto, que se ha convertido en una pasarela elevada y que se ha plantado con numerosos árboles y flores. Se accede por una escalera de piedra - o ascensores - con un número de puntos de acceso similares a lo largo de todo el camino. Hicimos solo un tramo porque es algo verdaderamente curioso y además se extiende hasta Bercy. Y como ya era de noche cenamos en los alrededores de La Bastilla, antes de volver a nuestro hotel.
DÍA 5:
Este último día teníamos menos tiempo porque a la tarde tomábamos el tren de vuelta a casa, así que madrugamos para hacer una de las dos visitas que nos quedaban. La primera fue Las Catacumbas. Las catacumbas son canteras subterráneas abandonadas - construidas en tiempos de los romanos – donde se apilaron millones de huesos a lo largo de los años. A lo largo de los túneles, los huesos se apilan sucesivamente, formando una pared grotesca para mantener dentro los huesos más pequeños. A lo largo de estas paredes hay a veces incrustados cráneos y diferentes placas que llevan citas macabras escritas en ellas. De la enorme extensión de las catacumbas sólo una pequeña parte está abierta. Sin embargo se pueden ver un buen par de kilómetros y puede ser una experiencia claustrofóbica. No obstante es una experiencia y una visita muy distinta a todo lo que habíamos visto y que yo recomiendo. La visita a las catacumbas nos llevó algo más de una hora. Además es un recorrido de sentido único y la salida está bastante alejada de la entrada.
Dejamos las catacumbas y nos dirigimos a nuestro último destino, el barrio de La Defense, el moderno distrito de rascacielos y torres de oficinas de París. El barrio está un tanto alejado, se encuentra más allá de los barrios del centro de París en el inicio de la periferia oeste de la ciudad. Además de los modernos rascacielos allí vimos el Grande Arche, uno de los edificios más modernos e imponentes de París, situado en el extremo occidental del gran eje formado por los Campos Elíseos, la Plaza de la Concorde y el Arco del Triunfo.
El Gran Arco de la Defensa es un edificio de gran altura que se parece más a un cubo hueco que a un arco real. El mirador panorámico del arco se encuentra abierto al público y permite contemplar la ciudad desde otro punto de vista diferente tras salvar los 110 metros de altura en sus ascensores panorámicos. La vista del Arco del Triunfo, el obelisco de la Plaza de la Concorde y el museo del Louvre justo en frente es espectacular. Además de las vistas merece la pena pasear por el conglomerado de rascacielos y edificios modernos. Es una zona peatonal muy cuidada por lo que es muy agradable pasear por aquí disfrutando de la arquitectura. También vimos un pequeño cementerio pintoresco al oeste del gran arco, que ofrece una curiosa mezcla de estilos bajo las enormes moles de los edificios. También para llegar aquí mediante la línea 1 de metro disfrutamos de una bonita vista del Sena, y después emergimos en una plaza peatonal salpicada de varias obras de arte, incluyendo el pulgar del César gigante. En definitiva una visita diferente de todo lo que habíamos visto en el centro y un gran colofón para culminar nuestra visita a la capital francesa.
Desde allí regresamos al hotel a recoger las maletas y acto seguido nos desplazamos a la estación del TGV. Lo bueno de viajar en tren es que sales del mismo centro de la ciudad y no hay que llegar con mucha antelación, por lo que pudimos aprovechar toda la mañana completa de este quinto día para hacer las últimas visitas.
Lugares de interés: