Carcassone, espectacular ciudad medieval amurallada
Carcassonne es uno de los enclaves medievales más espectaculares que podemos ver en Europa, gracias a sus enormes y extensas murallas junto con un centro medieval cuidado con esmero. Es cierto que gran parte del mismo se debe a una amplia reconstrucción pero eso no le resta encanto a esta joya que podemos visitar muy cerca de los Pirineos y de la frontera con España.
Ya cuando llegas por la autopista A61 que discurre paralela a los Pirineos la estampa de la ciudad amurallada sobre una colina impresiona. De hecho hay un mirador en una de las áreas de servicio de la propia autopista. Parece una ciudad de cuento, sacada del rodaje de alguna película de la Edad Media, pero es real, y hoy la vamos a visitar. Por supuesto decir que lo que realmente impacta y es lo que nos interesa como viajeros es la Cité de Carcassonne, la parte vieja amurallada. Desde la autopista lo que no vemos es el resto de la ciudad, la ciudad moderna, que se extiende en los terrenos bajo la Cité hacia el norte.
Podemos aparcar en un enorme aparcamiento de pago que hay junto al recinto amurallado o bien buscarnos un sitio en la ciudad nueva donde luego acudiremos para ver el Pont Vieux, el precioso puente medieval que con la Cité en el fondo conforma una estampa espectacular. Nosotros optamos por aparcar en unos jardines junto al río, al lado del Pont Vieux, y así nos ahorramos la tarifa de aparcamiento. Desde los jardines, Jardin Bellevue, hay buenas vistas a la Cité y al puente medieval. El puente se encuentra apoyado en una especie de islote convertido hoy en parque y desde donde hay preciosas vistas del propio puente y de la cité por encima.
Cruzamos el puente medieval y nos dirigimos a la entrada principal al recinto amurallado, la Porte Narbonnaise. La Porte Narbonnaise es la puerta principal de la ciudad y está rodeada por dos torres con contrafuertes. Allí accedemos al recinto por un puente que cruza el foso – hoy en día seco y cubierto de césped – y que tiene una especie de torres que lo cubren. Es una entrada espectacular. Tras cruzar esta puerta de entrada llegamos a un espacio entre la muralla exterior y la interior desde donde se puede apreciar la enormidad de las murallas, sus torres, su altura… es impresionante. Las fortificaciones de Carcassone consisten en dos murallas concéntricas y en lo alto de ellas hay un camino de ronda con almenas. Las dos murallas miden la friolera de 3 kilómetros y albergan numerosas torres, en la exterior hay 13 torres y en la interior 26. Las lizas, el espacio entre las dos murallas, eran el lugar donde, en la Edad Media, los caballeros se ejercitaban para la guerra a base de justas. Caminamos a lo largo de algún tramo para poder ver más de cerca las murallas.
Y cruzando una nueva puerta bajo la muralla interior ya accedemos al recinto medieval propiamente dicho. Nada más cruzar la Porte Narbonnaise, a mano derecha, está la Oficina de Información Turística, donde nos dieron un plano del recinto de La Cité y sus principales visitas. Fuimos callejeando en torno a la arteria principal, repleta de tiendas de souvenirs, bares y todo tipo de comercios para turistas. Así llegamos al castillo condal.
El Castillo condal se encuentra adosado a las murallas exteriores de la Cité. Es un castillo con sus murallas dentro del recinto ya doblemente amurallado. Para entrar en él hay que pagar, así que sacamos la entrada y pasamos al interior a visitarlo. Nada más atravesar las murallas te encuentras en un patio – el patio de armas - que da acceso a un puente sobre otro antiguo foso en desuso que es el que realmente nos lleva al castillo. En el interior de algunos edificios y torres se ha instalado el Museo Lapidario, una exposición de escultura, la mayoría de la Edad Media. Las impresionantes torres en las murallas cuentan con unos pasajes de madera adosados en la parte más alta. En cuanto a la visita del castillo propiamente dicha, recorrimos sus salas, admiramos sus frescos y algunas piezas que se conserva en el mismo. Hay un pequeño museo donde te explican la historia y sobre todo la reconstrucción de la Cité en el siglo XIX y también pudimos recorrer los caminos de ronda - en algunos tramos está protegido por una estructura de madera para proteger a los centinelas - para disfrutar de una panorámica sobre las murallas exteriores de la ciudadela medieval y sobre la iglesia de Saint Gimer, situada justo debajo pero fuera del recinto amurallado. Las vistas desde lo alto de las murallas son espectaculares. Una vez abonada la entrada, la visita es libre y puedes recorrer todo el recinto sin límite de tiempo (pasamos unas dos horas dentro).
Tras visitar el castillo salimos del recinto por la Porte d’Aude, un lugar maravillosos para sacar fotos de esta parte de las murallas donde se encuentra adosado el castillo. Se sale por una rampa que pasa bajo un arco y es una zona muy pintoresca. Tras las fotos, volvemos sobre nuestros pasos y nos acercamos a la Basilica de Sant Nazaire, el otro gran edificio del recinto amurallado. Es una catedral grandiosa y tiene unas vidrieras realmente espectaculares. En las proximidades de la catedral también se puede ver un anfiteatro. Seguimos callejeando y descubriendo los rincones de la Cité. El recinto amurallado es bastante pequeño por lo que se puede recorrer tranquilamente. La Cité conserva el trazado de las ciudades medievales, con calles angostas y empedradas, plazoletas, barrios de artesanos y gremios. Hay algunas casas antiguas de entramado de madera a lo largo de las callejuelas y pasamos por las otras dos puertas de acceso al recinto la puerta del burgo o de Rodez y puerta de Saint-Nazaire–, todas realmente monumentales. También se puede ver a lo largo de las callejuelas uno de los pozos que abastecían de agua a la ciudad. La Plaza Marcou aglutina un buen número de terrazas y restaurantes y es una de las zonas muy animadas, aunque toda la cité se encuentra realmente saturada por turistas.
Tras pasar toda la mañana en la Cité bajamos de nuevo a la ciudad nueva, una bastida francesa, donde comimos en un restaurante bastante céntrico y a buen precio. Dimos un paseo por la zona nueva donde hay alguna iglesia y algún otro edificio interesante. Paseamos a lo largo de la calle principal, la Rue George Clemenceau, visitamos la catedral y descubrimos la plaza Carnot, muy animada con sus terrazas. Así se nos pasó la tarde y nos dirigimos de nuevo a la Cité para verla iluminada, que es un verdadero espectáculo. La iluminación es impresionante, rodea todo el perímetro de las murallas y se ve desde muy lejos. Por la noche lo que más merece la pena es buscar puntos para ver el conjunto desde fuera y disfrutar de esta iluminación.
Finalmente nos alojamos en nuestro hotel justo en la parte nueva de la ciudad junto al río. Al día siguiente visitaríamos otros castillos de la zona, que es muy rica en este tipo de construcciones, especialmente de la época cátara.
Carcassonne: