Esta es una de las más espectaculares rutas de senderismo que se pueden hacer en Noruega. La caminata tiene lugar en Romsdal, cerca de Åndalsnes y discurre por la cresta de una cordillera con unas espectaculares vistas de los paisajes de montañas y de la cercana costa. En la parte superior de la cresta hay una impresionante vista de los picos de Romsdalshorn, Kongen, Dronninga, Vengetindene y Trollveggen con sus pintorescas siluetas dentadas, el fiordo Romsdalsfjord y el mar de Noruega.
Es una ruta bastante dura por el desnivel que supera (unos 1000 metros) pero sin embargo no presenta dificultades técnicas por lo que es accesible a cualquiera con una preparación física aceptable. Algunos tramos de la cresta superior discurren por un sendero con caídas a ambos lados, por lo que el recorrido puede ser inadecuado si tienes vértigo, aunque el sendero es suficientemente ancho como para avanzar sin problemas. En las zonas más expuestas hay cadenas para ayudarse, aunque realmente no son necesarias.
Es una excursión sólo de ida – hacer la vuelta para volver al punto de origen sería una locura – pero como es muy popular y en Noruega todo está muy bien organizado, en verano hay un autobús que sale desde Åndalsnes y nos lleva al punto de partida de la caminata. Nosotros estuvimos en Julio y la verdad es que había mucha gente, pero como habíamos comprado los billetes del bus por internet no tuvimos ningún problema. La caminata comienza en el aparcamiento de Vengedalen (a unos 17 km de Åndalsnes) y desde allí la ruta sigue la cresta de Romsdalseggen hasta llegar de nuevo a Åndalsnes. La caminata lleva unas seis o siete horas y recorreremos algo más de 11 kilómetros. Bueno de hecho nosotros ampliamos un poco la ruta con otro pico adicional el Blanebba, y anduvimos unos 15 Km. En la parte final cuando descendemos a Andalsnes se pasa por un mirador espectacular, el Rampestreken, una verdadera maravilla de plataforma suspendida en el vació con increíbles vistas.
Empezamos en el aparcamiento donde nos deja el autobús. La ruta no tiene pérdida porque está perfectamente señalizada. El camino comienza con una empinada subida hasta una zona más llana. Aquí caminamos hacia un valle elevado, donde hay bastante vegetación y se ve ganado por la zona. Encontramos una bifurcación para hacer una versión más sencilla de la ruta que no pasa por las partes más expuestas, pero por donde obviamente no disfrutarás de las vistas que tendremos desde la cresta, y que son realmente el atractivo de esta caminata. Nosotros seguimos por la ruta normal.
La ruta normal nos lleva en ascenso poco a poco por secciones bastante empinadas hasta la cresta y el paisaje se vuelve ya más alpino y rocoso. La subida es durilla pero se hace bien. Una vez en la cresta empieza la parte más espectacular de la excursión. Desde ahora y hasta el final disfrutaremos de unas vistas maravillosas sobre el valle glaciar y el río Rauma serpenteando por él. Además las vistas alcanzan hasta un montón de montañas que todavía en julio aparecen con los picos nevados. El contraste del azul del río con el fuerte verde de los prados que lo rodean es impresionante.
Una vez alcanzada la cresta hicimos un pequeño desvío hacia la izquierda para llegar a la cima del monte Blanebba a 1320 metros de altitud. El camino está formado por cantos rodados más o menos pequeños y se llega hasta la cumbre. Esta cima nos da vistas incluso más amplias que la ruta original, pues nos encontramos más hacia el oeste y un poco más altos que en el resto de la cresta. Se nota que esta parte está menos trotada y la mayoría de la gente sigue la ruta normal hacia Andalsnes. Tras disfrutar de las impresionantes vistas nos dirigimos de nuevo a la ruta principal que ya seguiremos hasta el final.
Caminamos por la cresta con el fiordo siempre a la vista y para llegar a la siguiente cumbre hay que descender y atravesar un paso donde hay cuerdas para mayor seguridad. Desde aquí nuevamente las vistas son espectaculares hacia el Rauma. Se superan un par de zonas aseguradas con más cuerdas y llegamos a la siguiente cima de la cresta, el Mjolvafjellet. Esta es la zona donde el camino es más estrecho y atraviesa zonas con buenas caídas a ambos lados, pero insisto, que es lo suficientemente ancho para transitar sin miedo. Desde aquí además se ve el valle del Rauma ensanchándose hacia el fiordo y también se puede ver el valle vecino por el que desciende la famosa carretera de los Trolls.
El camino empieza a descender hasta nuestro destino, en Andalsnes. Cada vez nos acercamos más al fiordo y las montañas del fondo las vamos dejando atrás. Se pasa por dos picos más antes de comenzar el descenso final. Aquí el camino es muy sencillo y desaparecen las estrecheces. Tenemos buenas vistas también del brazo del fiordo que discurre al otro lado de la cresta y acaba en Isfjorden. No son tan espectaculares como las que hemos disfrutado el resto de la ruta pero desde luego no desmerecen para nada. De hecho hay una zona desde la que se ve el valle del Rauma y los dos brazos del fiordo, un paisaje impresionante. Aprovechamos esta zona más espaciosa para hacer una parada y comer en un entorno sin igual antes de iniciar el descenso.
En la zona final de la cresta la cima es muy amplia, hay una zona bastante extensa y ya la cresta no aparece tan afilada. Pasamos también al final por una construcción de piedra, ya en la parte final de la cresta con una vista muy abierta hacia el fiordo.
Poco a poco nos vamos adentrando de nuevo en el bosque y vamos perdiendo las vistas. Este sendero de bajada, con muchos tramos acondicionados con escaleras de piedra, cabe señalar que fue diseñado por los sherpas ya que mucha gente lo usa para subir al Rampestreken, un mirador por el que pasamos en el camino de bajada. Es un mirador espectacular, una pasarela colgada en el vacío a donde te puedes asomar – aquí tuvimos que hacer cola – y disfrutar de una maravillosa vista hacia Andalsnes. El mirador está a poco más de 500 metros sobre el nivel del mar y mucha gente sube desde Andalsnes hasta aquí solo para disfrutar de la vista. La bajada hasta Andalsness es extremadamente empinada, pues perdemos mucha altitud en poca distancia, así que acaba castigando un poco nuestras rodillas, pero finalmente llegamos a Andalsness, muy cerca de donde habíamos partido con el autobús.
En definitiva, esta es una excursión maravillosa por las espectaculares vistas que ofrece. Es bastante exigente por la ganancia de altitud, pero salvo por el tema mencionado del vértigo en la zona central de la cresta, no hay ninguna dificultad técnica. De hecho los pasajes más complicados – nada del otro mundo – aparecen siempre asegurados con cadenas o cuerdas. Así que no hay ningún problema, de hecho vimos varias familias con niños de unos 10-12 años haciendo la caminata.
Itinerario:
Relacionado
Lo más visto
