Isla de Tabarca: un antiguo refugio de piratas
Tabarca es una pequeña isla, la única habitaba en la Comunidad Valenciana, situada a unos 4 Km del cabo de Santa Pola, en la provincia de Alicante y muy cerca de la propia capital. Aunque apenas abarca unas 30 hectáreas de superficie, cuenta con un puerto, un pequeño y precioso pueblo - Conjunto Histórico Artístico- , dos playas y una naturaleza maravillosamente conservada. Conserva sus murallas, un faro, y una iglesia. En Tabarca no hay vehículos de motor. Apenas tiene calles, solo unas pocas, y no todas están pavimentadas. Se respira un ambiente decadente en cierta medida pero con un gran encanto.
Se puede visitar en una excursión en barco, tanto desde Alicante, Guardamar, Torrevieja o Benidorm como desde Santa Pola – la opción más cercana-. La isla es pequeña por lo que se visita muy bien en un solo día. Su longitud de una punta a otra es de menos de 2 Km y la anchura máxima es solo de unos 400 metros.
Nosotros partimos de Santa Pola. Hay varias opciones para llegar a la isla. En el puerto están los kioskos donde se compran los tickets para los barcos y hay bastante competencia entre compañías. De hecho acabamos negociando el precio con una de ellas. Básicamente puedes ir en un barco más grande y turístico incluso con fondo transparente o en un barco más pequeño y más rápido. Aconsejo personalmente esta última opción. Además de ser más barata, desde el fondo del barco grande apenas se ve algún pez cuando nos acercamos al puerto.
Una vez llegas a Tabarca desde el puerto hay dos zonas bien diferenciadas. A la izquierda te encuentras una zona con apenas edificaciones y numerosas calas y a la derecha está el pueblo. La zona en la que desembarcas detrás del puerto no es muy prometedora pues hay una explanada con playas a ambos lados con varios restaurantes bastante grandes y que afean bastante el paisaje. Además las playas no son tampoco muy atractivas. La arena es bastante basta y no son desde luego la estampa paradisíaca que te puedes esperar en una isla. Aunque eso sí el agua está realmente limpia. Pero no dejemos que esto nos desanime, el resto de la isla es muy bonito y merece mucho la pena. Así que conviene alejarse lo antes posible de esta zona central – salvo que hayas decidido comer allí, claro está-.
Nosotros comenzamos la visita por la parte más natural de la isla. En esencia es una zona verde que ocupa la parte más extensa de la isla. Sólo hay unas pocas construcciones: una robusta torre rectangular - la Torre San José -, el faro, unas ruinas de una antigua vivienda y el cementerio, todos ellos armoniosamente integrados en el entorno. Toda esta zona está cruzada por una red de senderos que nos permiten descubrirla. Nosotros básicamente fuimos rodeando la isla, ya que hay calas y rincones de la costa muy bonitos. No hay grandes acantilados, pero en general la línea de costa se encuentra unos metros por debajo de la zona por la que paseamos y disfrutamos de muy buenas vistas.
Nos desviamos de la ruta para visitar – por fuera – la torre, y el faro. Al final llegamos al cementerio y desde allí al extremo oriental de la isla, Punta Falcón. Desde allí podemos ver unos pequeños islotes, entre ellos el más conocido el de Los Farallones además de una continuación rocosa de la propia isla. Por el camino bajamos a alguna de las calas donde el agua está realmente limpia y apetece mucho más disfrutar de un baño que en las playas centrales. Volvimos por la orilla norte de la isla donde también pudimos ver varias calas. Toda esta zona es una maravilla para pasear y relajarse, sintiendo el mar y disfrutando de la vegetación y las vistas. Toda la zona está cubierta por hierbas y arbustos bajos haciendo muy agradable el paseo.
Tras regresar a nuestro punto de partida nos dirigimos a visitar el pueblo. Pero primero visitamos el pequeño museo de la isla situado justo al lado de la zona de restaurantes. Es un museo muy pequeño y además hay una proyección de una película que ilustra la historia de la isla. Se ve muy rápido y es muy recomendable para conocer un poquito más la isla y de paso descansar un rato y refugiarnos del sol.
Se accede al pueblo por un paseo que va a dar a un mirador sobre a zona del puerto. Desde allí entramos en el pueblo por una de las antiguas puertas de la muralla. Las calles son empedradas y rodeadas de edificios encalados bajitos encantadores. El pueblo no es muy grande pero merece mucho la pena pasear por las callejuelas donde no faltan algún que otro comercio, bares o restaurantes. Es una zona muy agradable para pasear o descansar en la terraza de la plaza central. Por el camino también pasmos por otra encantadora plazoleta. Tras callejear un poco llegamos hasta el extremo occidental de la isla cerrado por murallas y donde una puerta de la muralla nos da acceso a la zona de rocas.
Esta zona es muy bonita ya que desde fuera de la muralla puedes ver – y pasar mojándote un poco – hasta el islote de La Cantera. La explanada que se encuentra fuera de la puerta es un sitio maravilloso para ver la puesta de sol, o incluso desde el mismo islote de La Cantera. Las murallas nos proporcionan muy buenas vistas de toda esta zona.
Tras llegar a este punto avanzamos por el interior de la muralla – que forma una terraza con vistas al mar – hasta llegar a la enorme iglesia. Aquí seguimos por la terraza hasta llegar al mirador sobre el puerto. Todavía nos dio tiempo a recorrer la zona de la costa al sur del pueblo, donde se pueden ver algunas calas, pero que en general no tiene mucho encanto ya que está mucho más descuidada que la zona norte donde había un bonito paseo sobre las murallas.
Ya solo nos quedó regresar al puerto para tomar el último barco de vuelta a Santa Pola. Un estupendo plan de día, donde tenemos un poco de todo en la maravillosa isla de Tabarca: la posibilidad de caminar en la naturaleza disfrutando del mar, la visita a un encantador pueblecito y las diferentes calas donde poder darnos un chapuzón si nos apetece. Eso sí, la mejor época del año para hacer esta excursión es la primavera o a principios del otoño. En pleno verano hace mucho calor y aunque en Tabarca con la brisa no suele apretar tanto como en la costa alicantina, no es lo más recomendable pasarse el día andando a pleno sol.
Para comer hay muchas opciones. Nada más llegar a la isla te reparten publicidad de varios restaurantes. Nosotros comimos en uno situado en el casco urbano. Por un buen precio comimos muy bien en el pintoresco pueblo. Otra opción es traerte tu comida y comer en una de las calas de la zona virgen donde podrás estar prácticamente solo.
Isla de Tabarca y puerto de Santa Pola: