Santillana del Mar: uno de los pueblos medievales más bonitos de España
Santillana del Mar es un precioso y monumental pueblo medieval que se encuentra en Cantabria, no muy lejos de la capital, Santander. El pueblo alberga un paisaje medieval de los mejores que se pueden encontrar en España. Todos los edificios situados a lo largo de preciosas calles empedradas están perfectamente conservados. Se mantienen tal y como debían ser en la antigüedad. La Colegiata de Santa Juliana es la joya de la corona en lo que a monumentos se refiere. Un paseo por sus maravillosas calles adornadas con multitud de flores y a escasos Kilómetros de la costa cántabra es una experiencia inolvidable.
Nada más llegar al pueblo hay que dejar el coche en uno de los aparcamientos habilitados en el exterior ya que el centro es todo peatonal, con calles empedradas. Hay dos amplios parkings habilitados en la zona sur del pueblo aunque en verano y fines de semana de buen tiempo suelen estar abarrotados. El casco histórico de Santillana del Mar se organiza en torno a dos calles principales que van a parar a diferentes plazas. Ya más alejado del núcleo central está el convento de Regina Coeli, el de San Ildefonso y la casona de Sánchez Tagle. A lo largo de las calles del pueblo vemos como en muchas casas hay escudos nobiliarios.
Empezamos el recorrido por la calle de Juan Infante, una de las dos calles principales del pueblo y que es donde empieza la zona peatonal. Al poco de empezar a recorrer la calle ya vemos las primeras casas señoriales y llegamos a una primera bifurcación donde la otra calle principal parte a la derecha. Esta calle que inicialmente se llama Santo Domingo va tomando diferentes nombres hasta desembocar en la Colegiata. Pero eso será más tarde porque todavía hay mucho que ver en esta calle que es la que seguimos en el recorrido de ida. A medida que avanzamos vemos hoteles, bares, restaurantes y tiendas de productos típicos cántabros en los bajos de algunas de estas casas de piedra. Algunas casas tienen entramado de madera y otras son de piedra, pero todas forman un conjunto espectacular.
En el cruce de la calle Bertrand Clisson nos encontramos con el Museo de la Tortura, algo que no puede faltar en una aldea medieval. El museo es pequeño pero si no has visitado nunca uno de este tipo merece la pena. Hay algunos instrumentos de tortura muy curiosos y la exposición es interesante. A partir de ahí seguimos por la calle principal que ya empieza a descender poco a poco y vislumbramos la colegiata al final de la misma. Seguimos avanzando y podemos ver algunas casas con arcos en su parte inferior ocupados por bares y comercios. Pasamos por los antiguos lavaderos en una zona con casas muy típicas de Cantabria: casas de piedra con preciosas balconadas de madera adornadas por flores. Este es un rincón muy fotogénico. Y un poco después ya llegamos a la entrada de la Colegiata de Santa Juliana, el monumento más importante de Santillana. La torre circular que podemos ver aquí junto a la entrada principal es probablemente una de las imágenes más conocidas de Cantabria. Junto a la colegiata está el museo del Barquillero en realidad una tienda-museo, pero bastante interesante y además gratuita. Es un museo sobre la manera artesanal de hacer dulces. Enfrente del museo del Barquillero hay otro museo gratuito, el de Jesús Otero. Nada más pasar la entrada te encuentras en un jardín bonito, con varias esculturas y en la exposición se pueden ver varias de sus piezas, herramientas, y una biblioteca junto a una exposición de diversas fotografías. Después visitamos el interior de la colegiata donde recorrimos el claustro y vimos el interior de la iglesia, preciosa obra del románico. El lugar transmite una sensación de paz y tranquilidad enorme.
Tras salir de la colegiata llegamos a una plaza en la parte trasera donde se encuentra el señorial palacio de los Velarde. Desde esta plaza parte una callejuela empedrada, la Plaza de las Arenas, por donde nos salimos del pueblo, pero merece la pena avanzar un poco porque la vista del pueblo desde esa calle es muy bonita. Tras regresar a la plaza del palacio seguimos hacia el norte para recorrer un par de callejuelas donde hay más casas de estilo cántabro. Hecho esto retrocedimos por la calle principal hasta llegar a una fuente muy bonita incrustada en un muro de piedra, que se nos había pasado a la ida, y después cruzamos por la calle Racial que parece que no lleva a ninguna parte pero acaba desembocando en la Plaza Mayor, otro de los rincones más pintorescos de Santillana.
Esta plaza es preciosa. Tiene planta triangular y está rodeada por la pintoresca torre del Merino, el ayuntamiento, otra torre del Parador de Santillana y diferentes edificios con las balconadas de madera y adornados por flores. Adyacente a la plaza hay un callejón que nos lleva a otra zona, una especie de plaza menor rodeada de bonitos edificios también. Aquí retomamos la calle Juan Infante que empieza con las preciosas casas del Águila y de la Parra. Avanzamos por la calle empedrada con más casas bonitas, comercios y tiendas de productos típicos. Llegamos de nuevo a la entrada de la zona peatonal y recorrimos otra calle que nos quedaba, la calle Jesús Otero, donde se encuentra una gran oficina de turismo. Esta calle tiene menos interés pero aprovechamos para recrearnos en las callejuelas laterales y en disfrutar de otros rincones del casco. Realmente el pueblo es muy pequeño por lo que podemos recorrerlo en bastante poco tiempo. Aprovechamos para comer en una de las sidrerías que hay en el propio pueblo. Un poco caro, aunque comimos bien, pero saliendo de Santillana que es realmente turístico quizás hay sitios con mejor calidad precio.
Justo de camino al coche está el museo Diocesano, dedicado al arte religioso, aunque éste no lo visitamos. En las afueras del pueblo se encuentra el zoo de Santillana. Es un zoológico pequeño pero que si vas con niños es bastante interesante para ellos. Para los adultos se queda bastante corto. Nosotros nos dirigimos a la costa a visitar la pintoresca ermita de Santa Justa en la costa de Santillana, en la pedanía de Ubiarco concretamente. Esta Ermita se encuentra en una cueva, en un acantilado de la pequeña playa , y es accesible , por un camino de tierra dese el aparcamiento. Es una ubicación muy singular y el entorno de la costa acompaña, ya que es una zona bastante salvaje y preciosa. Justo sobre la ermita en la parte superior de los acantilados nos encontramos con la torre de San Telmo, unas ruinas en un saliente de la costa. Rodeando este espolón rocoso podemos ver a ambos lados dos pequeñas playas muy pintorescas, aunque muy pequeñas y no muy adecuadas para el baño porque son bastante rocosas.
La costa de Santillana no alberga grandes playas como otras de sus localidades vecinas, pero sin embargo es rocosa y con pequeños acantilados. Es una zona muy agradable para pasear por los caminos vecinales y disfrutar de bonitos paisajes costeros, como hicimos nosotros por ejemplo caminando hasta Punta Ballota en el vecino municipio de Suances. Además la región alrededor de Santillana tiene muchos más puntos de interés como Comillas o las fabulosas cuevas de Altamira, por lo que hay atractivos de sobra para pasar al menos un fin de semana aquí.
Santillana del Mar y Ermita de Santa Justa: