El corazón de la Provenza
De una belleza singular, con pueblos que rebosan encanto y preciosos paisajes, la Provenza es una de las regiones más pintorescas y bonitas de Francia. Esta región que se extiende desde el Mediterráneo hasta los Alpes, es sobre todo conocida por sus infinitos campos azules de lavanda, sus encantadores pueblos medievales y por un ambiente que atrapa al que lo visita. A lo largo de este viaje relatamos la visita a la Provenza interior, más alejada del turismo y donde se puede apreciar y disfrutar con mayor tranquilidad esta región tan icónica y significativa de Francia.
DÍA 1
Empezamos nuestro recorrido por una de las ciudades más importantes de la Provenza: Nimes. Nimes aun no siendo una ciudad preciosa alberga varios monumentos de la época romana: el anfiteatro y la Maison Carré. El anfiteatro tiene 2000 años de antigüedad y es el anfiteatro romano mejor conservado en Francia. Es de forma elíptica y tiene dos filas apiladas de arcadas. Entramos a visitarlo y la verdad es que es precioso, porque aun siendo más pequeño está incluso mejor conservado que el Coliseo Romano. Las vistas desde la parte superior hacia la ciudad son bonitas. Cruzamos la zona vieja y llegamos a la Maison Carré, que es un templo romano excepcionalmente hermoso. De hecho es el único templo romano que se conserva completo en el mundo. Éste sólo lo vimos por fuera. Al otro lado de la Maison Carré hay un moderno edificio de cristal diseñado por Norman Foster - el Carré d'Art (plaza del arte)-. Con la forma de un cubo de cristal, el Carré d'Art acoge una importante biblioteca y hay una cafetería en el nivel superior con vistas a la Maison Carré, la mejor vista que se puede tener del monumento.
Seguimos a lo largo del bulevar de Alphones Daudet, para a continuación, pasar a través de la plaza de la Place d'Assas, con sus interesantes esculturas, y luego seguimos a lo largo del Quai de la Fontaine para llegar al tercer importante monumento antiguo en Nîmes: el Templo de Diana, y los hermosos jardines que discurren detrás del templo hasta la Torre Magne. La Torre Magne es todo lo que queda de las fortificaciones originales de la ciudad, y subimos a la torre para disfrutar de bonitas vistas. Ni el templo de Diane ni la torre Magne en sí mismos son particularmente pintorescos, pero el entorno, con el agradable paseo por los jardines entre ellos, merece la pena. Tras la visita a los principales monumentos nos dedicamos a callejear por la ciudad vieja especialmente alrededor de la Place aux Herbes y la Place d'Horloge donde hay numerosas tiendas y restaurantes en las calles estrechas y antiguas.
También vimos la Catedral de Notre-Dame y Saint-Castor, no muy lejos de la puerta romana, la Porte Auguste, que una vez fue parte de las murallas de la ciudad. Otro vestigio romano importante es el Castellum, donde el agua llegaba desde el Pont du Gard, un precioso acueducto que visitaríamos en días posteriores.
Tras comer algo nos desplazamos a Arles, otra de las ciudades más importantes dela Provenza. Arles es famoso por sus ruinas romanas y su asociación con Van Gogh. La ciudad está compuesta de plazoletas unidas por estrechas calles bordeadas de casas y tiendas, muchas de ellas muy antiguas y bastante dejadas, aunque eso hace que el conjunto tanga una singular belleza. Estuvimos paseando por el centro de Arles hasta llegar al anfiteatro. Es una estructura redonda grande y prácticamente intacta. Es uno de los monumentos mejor conservados de la Provenza romana. También pudimos visitarlo, al igual que el de Nimes, y desde el nivel superior de nuevo disfrutamos de grandes vistas.
Justo al lado del anfiteatro visitamos el teatro romano, del que se conserva poco más que las gradas y unas pocas columnas en la zona del escenario. En la cercana Plaza de la República vimos la iglesia de San Trophime. El ayuntamiento, justo al otro lado de la esquina, tiene una bonita escalera y una estatua. Junto a la iglesia de San Trophime pasamos a ver los claustros de la iglesia. Callejeando vimos preciosos rincones con un aire muy típico de la Provenza, como la Place du Forum. Una visita curiosa en Arles es el Espace Van Gogh - con un pequeño patio recreado exactamente como fue pintado por Van Gogh en 'Le Jardin de la Maison de Santé a Arles'. Y en la parte del casco antiguo vimos las Termas de Constantino, aunque en un estado bastante ruinoso. Unas escaleras dan acceso al paseo junto al río que no tiene mayor interés.
A un par de kilómetros de Arles, pasamos por la Abadía de Montmajour, ya cerrada, por lo que nos tuvimos que conformar con verla por fuera. Y como este primer día arrastrábamos el cansancio del día anterior del viaje desde España decidimos dejarlo aquí y dirigirnos a Fontvieille, donde nos alojamos.
DÍA 2
Tras desayunar dimos un pequeño paseo por Fontvieille. No hay mucho que ver pero es un pueblecito agradable con su calle principal y su plaza y un par de callejuelas con bonitas casas provenzales. En la Oficina de Turismo nos dieron un recorrido relacionado con Daudet pero solo hicimos una parte del mismo. También vimos un molino justo en las afueras del pueblo, bastante pintoresco. No nos entretuvimos más porque no queríamos llegar muy tarde a Les Baux de Provence. Y es que este es un destino bastante concurrido, especialmente en verano. De hecho llegamos pasadas las 10 y media y ya había muchísimos coches así que tuvimos que aparcar algo lejos del centro, colina abajo, ante la afluencia de visitantes.
Les Baux es un pueblecito idílico con sus pequeñas plazas, terrazas sombreadas, calles estrechas y tiendas maravillosas. Situado en una meseta rocosa en el corazón de los Alpilles, la población de Les Baux-de-Provence ofrece una impresionante vista panorámica. Dimos un paseo por el pequeño pueblo y pudimos ver la iglesia así como una terraza con preciosas vistas a las formaciones rocosas característicos de esta zona: los Alpilles. Las callejuelas que conforman el pueblo nos llevaron al Castillo. La iglesia como es típico de las construcciones en Les Baux tiene su sección sur construida en la propia roca. En el lado sur, la Linterna de los difuntos es una elegante torreta circular coronada por una cúpula decorada con gárgolas.
El castillo se encuentra en un espolón de roca sobre el pueblo. Su emplazamiento es realmente impresionante. Desde el castillo, hay un impresionante panorama sobre la Provenza. Y es que nada más entrar se accede a una enorme explanada con vistas en todas direcciones. Allí mismo hay una catapulta y pudimos ver una demostración de cómo se lanzaba un proyectil. Tras eso nos dirigimos a la zona de las ruinas del castillo – que son muy amplias pero son ruinas - . Pudimos andar por diferentes zonas del gran castillo y visitamos la torre del homenaje, las torres de Sarrazine y Paravelle, el palomar, y un par de capillas. Hay lugares con mucho encanto y las ruinas son realmente evocadoras. Pasamos casi dos horas en el castillo investigando los diferentes recovecos, disfrutando de las vistas y subiendo a todos los tramos habilitados.
A la salida nos dimos un paseo hacia la otra atracción estrella del pueblo, las "Carrières de Lumières" -las viejas canteras hoy en desuso- . Estas canteras albergan espectáculos multimedia extraordinarios. Mientras haces el recorrido la imagen proyectada sobre todas las superficies de la roca te sumerge en un ambiente irreal y precioso. El suelo está completamente cubierto, también, y se convierte en una gran alfombra de imágenes. La verdad es que es una atracción original y digna de ver, además de que ya las antiguas canteras en sí serían dignas de una visita. Ya en coche paramos en la carretera muy cerca de las canteras para subir a un pequeño monte que tiene un mirador excepcional del parque de los Alpilles, con sus formaciones rocosas y el precioso Les Baux.
Salimos de Les Baux en dirección a Saint-Remmy-de-Provence, donde hicimos una primera parada en el yacimiento romano de Glanum. Las extensas ruinas romanas incluyen elementos como el arco del triunfo y un cenotafio muy bien conservado. Aunque otras edificaciones están mucho más dañadas si se puede ver el plano general de la ciudad y sus calles. También pudimos ver las Termas, un complejo de hornos, cámaras de baño y piscinas, y la Maison du Capricorne con algunos mosaicos. Un foro que data de la época romana, cerca de un teatro restaurado y las magníficas esculturas de los templos Geminées romanos (Templos Gemelos) completan el bonito conjunto. Además subimos a un pequeño montículo donde hay habilitado un mirador que ofrece una preciosa visión de conjunto de todo el yacimiento. La verdad es que es una visita también muy interesante.
Tras la visita a Glanum nos dirigimos al pueblo de St-Remy. La parte interesante es la zona central en forma de círculo con un puñado de calles peatonales con casas provenzales muy bonitas. La bonita plaza central rodeada de árboles y las calles adyacentes con sus plazas, fuentes, pintorescas tiendas y agradables bulevares son una gozada para pasear. Hay un itinerario relacionado con Van Gogh y en diferentes puntos aparecen reproducciones de obras del pintor. Saint Remy de Provence es también el lugar de nacimiento de Nostradamus y se pudimos ver su casa en la ciudad y una fuente con un busto de Nostradamus. La iglesia de Saint Martin es también muy bonita, con unas columnas clásicas en su entrada que hacen que no parezca una verdadera iglesia.
Tras recorrer las principales callejuelas del centro recogimos el coche y nos fuimos hacia Tarascon, un pueblo provenzal con un fabuloso castillo medieval de un aspecto muy robusto, con paredes y torres almenadas, a orillas del río Ródano. El patio interior está abierto a todos, y hay libre acceso hasta el segundo nivel. La vista del castillo desde el otro lado del río es espectacular con las murallas elevándose verticales sobre el agua. Entramos al castillo a última hora y la verdad es que nos sorprendió porque por dentro es realmente bonito. El castillo tiene una torre principal de 48 metros y con tres torres en cada lado conectadas entre ellas. Los salones y los pasillos están muy decorados y también nos encantó la vista desde la torre, sobre el propio castillo y sobre el río. Bajamos del castillo y dimos un paseo por las callejuelas del casco antiguo, que nos gustaron bastante. Llegamos al teatro de Tarascon y pasamos por la iglesia entre otros edificios de interés.
Salimos de Tarascon y cruzando el Ródano llegamos a Beaucaire. Allí subimos a las ruinas del castillo en la parte alta del pueblo, que son de acceso libre al estar en un parque y no ser muy extensas. Desde el parque que rodea las ruinas hay bonitas vistas dela zona vieja y de la impresionante iglesia de la ciudad. Después dimos una vuelta por el casco viejo, muy degradado, donde vimos la iglesia de Notre Dame des Pommiers, lo más destacado de toda la red de callejuelas. Llegamos a la zona del canal que desemboca en el Ródano donde hay una zona algo más atractiva de terrazas, frente a los barcos atracados en ambas orillas. En general no nos gustó demasiado Beaucaire sobre todo por la degradación del casco viejo, así que no es una visita que recomendaría, a pesar de que la zona del castillo es interesante. Dejamos Beaucaire y volvimos a Tarascon donde nos alojamos esa noche.
DÍA 3
Tras desayunar en el hotel visitamos la abadía troglodita de Saint Roman, justo al norte de Beaucaire. Es una auténtica maravilla constituida por salas, capillas y diferentes estancias completamente excavadas en la roca de la montaña. No había nadie y la visitamos tranquilamente con un folleto que nos explicaba lo que estábamos viendo. Es una visita curiosa y fantástica. Muy cerquita de la abadía subimos al monte Aiguille, una pequeña colina desde donde disfrutamos de una de las más espectaculares vistas del Ródano.
Dejamos definitivamente Beaucaire y nos fuimos al Pont du Gard, un fantástico puente sobre el Gard, parte de un acueducto dela época romana. El puente tiene tres niveles de arcos, progresivamente más estrechos en cada nivel. Tiene 49 metros de altura y 275 metros de largo y es un lugar realmente pintoresco. Hay un museo donde vimos información del monumento y seguimos un sendero señalizado de poco más de 1 Km alrededor de la zona. Realmente fue impresionante caminar a través del puente para apreciar las magníficas vistas desde el mismo. Debajo del puente hay varias zonas habilitadas para el baño, que en pleno verano estaban bastante concurridas.
Desde el Pont du Gard fuimos al señorial pueblo de Uzes, situado en una colina sobre el río Alzon. Media docena de torres medievales - la más interesante es la Tour Fenestrelle de estilo similar a la torre de Pisa y adosada a la catedral - se elevan por encima de sus tejados y calles estrechas de casas renacentistas y neoclásicas. Estuvimos paseando por el centro de esta activa población. El centro de la población se sitúa alrededor de Place aux Herbes, una amplia plaza rodeada de preciosos edificios. La Tour Fenestrelle es una torre de piedra redonda de estilo italiano con varios pares de ventanas arqueadas recorriendo su perímetro y de 42 metros de altura junto a la catedral. La catedral de Saint-Théodorit et Fenestrelle es muy pintoresca, aparte de la torre. Su interior es muy interesante y en la parte sur de la misma hay una explanada al lado del Pabellón Racine con su cúpula y puede disfrutarse del panorama de la región. El otro monumento importante en Uzès es el castillo del Duque. Desde el exterior vimos los muros del castillo dominados por sus tres torres y la torre del homenaje. Entramos para ver sobre todo las vistas desde la torre y también recorrimos varias estancias ricamente decoradas. El castillo se encuentra empotrado en el medio de la zona vieja.
A continuación hicimos una breve parada en Saint Lauren des Arbres, un pueblo que no tiene gran cosa pero su iglesia y su plaza central son realmente pintorescas. Hay una cruz en la plaza y simplemente vimos la iglesia y dimos una vuelta alrededor del conjunto. Seguimos nuestro recorrido hacia Avignon, otra de las joyas de la Provenza, al menos en lo que se refiere a su palacio papal. La parte histórica central de la ciudad, incluyendo el Palacio de los Papas, el puente de Saint-Benezet y las murallas que rodean la ciudad, son patrimonio protegido de la UNESCO. Empezamos la visita por el corazón de la ciudad, la Place de l’Horloge (con la torre del reloj), y el gran espacio abierto frente al palacio papal. En esta plaza abierta vimos el ayuntamiento en un lado, con el teatro en el otro lado.
Visitamos el Palacio de los Papas, que es uno de los edificios más impresionantes de Francia. Es realmente grande y domina la plaza frente al propio palacio. Sin embargo el interior del Palacio de los Papas es austero aunque enorme. Hay numerosas torres góticas en el palacio. En la visita pudimos ver de cerca la fachada gótica y pasamos por las habitaciones, cámaras, capillas y claustros del interior. La visita al edificio merece bastante a pena además por las vistas que se pueden disfrutar desde lo alto de algunas de las torres. No muy lejos del Palacio del Papa fuimos hasta el famoso Puente de Aviñón. Sólo 4 de los 22 tramos originales de este puente se conservan lo que le da un aspecto bastante fantasmagórico, terminando abruptamente en medio del río. También hay una capilla en el puente. La entrada al puente – de pago – la hicimos a través de una torre fortificada. Caminamos a lo largo de la parte superior del puente hasta el final de la sección existente. Las vistas hacia la ciudad son bonitas. Y la mejor vista general del puente es desde las orillas del Ródano un poco aguas arriba. También cruzamos al otro lado del río para tener una preciosa vista del pueblo y palacio de los papas por detrás.
El parque Rocher des Doms y los jardines por encima de la catedral tienen bonitas vistas sobre la ciudad y paseamos por las calles alrededor del palacio papal. La Rue Joseph-Vernet y la Rue du Roi-René están bordeadas de casas espléndidas. Vimos alguna iglesia más y dimos por terminada la visita, para dirigirnos a Orange. La ciudad de Orange está junto al río Meyne, un afluente del Ródano. Los principales puntos de interés son dos importantes monumentos de la arquitectura romana, el Teatro Antiguo y el Arco del Triunfo. A las horas a las que llegamos ya sólo podíamos ver el Arco. El arco tiene una altura de aproximadamente 22 metros y está compuesto por tres aperturas. Está situado en la antigua Vía Agripa. Sí que pudimos ver la Catedral de Notre-Dame-de-Nazareth, de estilo románico. Tiene varias capillas y esculturas y vidrieras espectaculares. Estuvimos paseando por el centro histórico. Orange es una ciudad muy agradable para pasear, sobre todo por la zona alrededor del Teatro, que es la zona histórica. La zona más interesante es alrededor del ayuntamiento, donde calles con bonitos edificios y tiendas se abren a plazas tranquilas. Subimos también a la colina de St Eutrope, justo detrás del teatro romano desde donde hay buenas vistas a la ciudad y al propio teatro. De hecho nos colocamos en la parte adyacente a las últimas gradas donde sólo una pequeña verja te separa del recinto, pero la vista es completa, así que la disfrutamos y evitamos tener que volver al día siguiente cuando estuviese abierto. Pudimos contemplaarlo tranquilamente desde esa colina a una distancia más que razonable. Y es que dicen – al menos en los folletos turísticos – que es el monumento romano mejor conservado de toda Francia.
DÍA 4
Partimos pronto de Orange y nos dirigimos al preciso pueblo de Vaison la Romaine. Aquí hay dos partes bien diferenciadas. Por una parte tenemos unas extensas ruinas romanas en una parte del pueblo y al otro lado de la carretera – cruzando el bonito puente romano - se extiende el precioso pueblo sobre una colina. Como ya habíamos visitado algunos restos romanos más importantes decidimos no entrara estos y dedicarnos al pueblo en sí. Sin embargo todo el recinto de las ruinas está rodeado por un vallado que permiten una vista perfecta de gran parte de las mismas, por lo que recorrimos las callejuelas del perímetros y nos hicimos una buena idea de lo que hay en las excavaciones. Nos dirigimos a la ciudad antigua y antes de cruzar el puente subimos a un pequeño promontorio donde hay una estatua de una virgen negra y desde donde la vista del pueblo medieval es preciosa en un saliente rocoso al otro lado del río.
Esta parte de Vaison-la-Romaine es muy bonita, con un montón de calles estrechas y empinadas que discurren colina arriba, pasando por casas medievales, a través de pasajes abovedados que conducen a pequeñas plazas con fuentes, y numerosas joyas arquitectónicas. Hay un bonito campanario y en frente de la iglesia pudimos disfrutar de espléndidas vistas al río. El casco antiguo tiene un doble muro defensivo. Subiendo llegamos a las ruinas del castillo, colgadas sobre la roca situada en la parte superior del pueblo. Hay unas vistas preciosas desde la parte alta. La parte medieval del pueblo está perfectamente conservada y es uno de los pueblos más bonitos que recorrimos a lo largo del viaje. Ya de vuelta a la zona nueva vimos la catedral, un bonito edificio, y una zona agradable de tiendas y calles peatonales en torno a la plaza principal. Y muy cerca del aparcamiento descubrimos la preciosa capilla de Saint-Quenin, apartada del centro y con un aspecto idílico.
Seguimos en coche hasta Seguret, un pequeño pueblecito situado en la base de una colina. Clasificado como uno de los pueblos más bonitos de Francia, Seguret está dentro de la región de vinos de Côtes du Rhône y el turismo en el pueblo se basa en gran parte en torno a la actividad vitivinícola. Dejamos el coche en un aparcamiento a la entrada y al casco antiguo llegamos por una calle empedrada bajo un antiguo arco de piedra, la Porte Reynier. Paseamos por las callejuelas del diminuto pueblo compuesto por casas de piedra tradicionales. Visitamos la pequeña iglesia de estilo románico de Saint-Denis y la capilla de Notre-Dame des Graces, la Fuente Mascarons y un lavadero tradicional. La encantadora plaza principal, aunque pequeña, alberga muchos de estos edificios de interés. Desde esta plaza las calles empedradas nos llevaron a la iglesia que está construida junto al acantilado. Encontramos un par de terrazas con vistas. Desde aquí se pueden ver las Dentelles de Montmirail, unos picos rocosos característicos de la zona. Subimos también hacia un mirador de camino al castillo desde donde hay buenas vistas de la región. No seguimos hasta el castillo porque nos dijeron que eran sólo unas pocas ruinas y además las vistas desde la cima donde se encuentra están totalmente tapadas.
A partir de aquí fuimos haciendo paradas en pequeños pueblos en torno a los picos de los Dentelles. Es una zona preciosa, con las montañas, los viñedos y los pequeños pueblecitos. Paramos en Gigondas, entre viñedos y montañas. El pueblo está formado por cafés, restaurantes y cuevas donde degustar el vino. El pequeño pueblo está dominado por la preciosa iglesia de Sainte Catherine, y junto a ella los restos del castillo feudal. Ambos ofrecen unas vistas espectaculares de la zona. Seguimos en coche hasta Beaumes de Venise, otro pueblecito donde hicimos una breve parada. Es el más grande de los pueblos de las Dentelles de Montmirail. Encima del pueblo pudimos ver unas pocas ruinas de un castillo, no muy vistosos. A las afueras de la ciudad, vimos una preciosa capilla, Notre Dame d'Aubune, un bello ejemplo de la arquitectura románica. El camino desde el pueblo hasta aquí es realmente pintoresco.
Paramos en Le Barroux, un pequeño pueblo medieval encantador dominado por un imponente castillo. Además del pueblo su ubicación sobre un afloramiento rocoso lo hace especialmente pintoresco. Subimos por las callejuelas hasta el bonito castillo y pudimos visitarlo. Las vistas en todas las direcciones son preciosas, con un paisaje encantador, sin grandes hitos paisajísticos pero sí dotado de una gran armonía. En el centro del pueblo visitamos una hermosa iglesia con un campanario, en el centro de las preciosas y estrechas calles empedradas. Aunque no lo teníamos previsto un folleto recogido en una de las oficinas de turismo nos animó a visitar Suzette y Crestet, otras dos pequeñas aldeas en la zona de los Dentelles. Suzette es un pequeño caserío de postal con las crestas montañosas como telón de fondo y además pudimos ver una preciosa iglesia, muy simple pero encantadora. Crestet nos encantó: una preciosa aldea en una ladera con fabulosas vistas y un castillo a medio construir en la parte alta, todo ello con un pequeño grupo de callejuelas realmente pintorescas, con pasajes abovedados y la propia iglesia enclavada en medio de una de las bajantes. La vista desde la plaza del castillo es fenomenal, desde el Mont Ventoux, las Dentelles de Montmirail, hasta los viñedos y valles.
Todo el recorrido en torno a las Dentelles es muy aconsejable, y eso que aquí el paisaje aun siendo precioso no es el que uno espera encontrarse en la Provenza. Tras el improvisado recorrido nos dirigimos a la pequeña ciudad de Carpentras donde nos alojaríamos esa noche. Carpentras es una ciudad no especialmente bonita pero en el centro histórico si hay algún que otro edificio de interés. No obstante dimos una vuelta y aprovechamos para cenar algo.
DÍA 5
Tras desayunar hicimos un pequeño desvío para ver el pequeño pueblo de Methamis. La parte interesante, la antigua, no es más que un puñado de casas que se arremolinan en una colina donde una calle principal nos lleva a la iglesia. El pequeño casco antiguo es agradable pero no dio mucho más de sí. Desde aquí nos fuimos a Venasque, un pueblo ya de mayor entidad. Situado en un alto y considerado como otro de Los Pueblos más Bonitos de Francia, el pueblo tiene vistas sobre el valle de Nesque. Desde la parte superior del pueblo seguimos una bonita calle de casas de piedra y llegamos a una pequeña plaza con una hermosa fuente. Más adelante en la calle vimos un campanario de piedra y el Ayuntamiento. Entre los monumentos destaca la Iglesia de Notre-Dame, con dos entradas de piedra, una de estilo romano y una de estilo barroco, y una balaustrada alrededor de la torre. La plaza frente a la iglesia también tiene una fuente y desde el mirador pudimos disfrutar de buenas vistas. Después visitamos el Baptisterio de Venasque, una estructura impresionante en la Place du Presbytère, al lado de la iglesia. El tradicional pozo en el medio del piso del baptisterio permitía a los adultos sumergir todo su cuerpo en el agua durante el bautismo. Es un monumento interesante y fue el final de nuestra visita a Venasque. Aunque no nos pareció un pueblo excepcionalmente bonito mereció la pena parar a dar un paseo.
Siguiente parada: Le Beaucet, otro pueblecito encantador, con sus callejuelas estrechas. Aparcamos a la entrada del pueblo, desde donde es fácil acceder tanto al pueblo como al castillo. Hay un gran acantilado entre estas dos partes del pueblo. Empezamos visitando e coqueto pueblo, no hay grandes monumentos pero las callejuelas empedradas y las preciosas casas hacen que la visita sea muy agradable. Según nos acercamos a la zona del acantilado pudimos ver algunas viviendas trogloditas, excavadas directamente en la roca. Pasamos por un lavadero tradicional y por dos puertas de piedra de las antiguas murallas. La iglesia del pueblo constituye un bonito ejemplo de iglesia rural provenzal, la iglesia de Saint-Etienne. Tras el paseo por el pueblo subimos al castillo, sus ruinas en realidad, situadas sobre una roca encima del pueblo. Desde el interior del castillo pudimos ver unas vistas preciosas de la zona y de los tejados del mismo. El paisaje es muy boscoso, bonito pero todavía no son las típicas imágenes de la Provenza que le vienen a uno a la cabeza. El castillo no merece demasiado la pena pero las vistas sí.
Nuestra siguiente parada fue un pueblo bastante más grande aunque con menos encanto: Pernes-les-Fontaines. Vimos las imponentes puertas de entrada a la ciudad histórica, y entramos por la Porte Notre-Dame, sobre un puente que cruza el río Nesque. Esta puerta está justo enfrente de una preciosa iglesia con aspecto de fortaleza. Dentro de la zona amurallada – no toda la muralla se conserva – hay unas 40 fuentes que se pueden recorrer a lo largo de un itinerario marcado. No lo hicimos entero porque tampoco aportaba demasiado. Algunas de las que vimos tienen diseños tallados muy elaborados. La Fontaine du Cormaran, una de las más bonitas que vimos, se encuentra junto al antiguo mercado. Dimos un pequeño paseo por el pueblo y aunque sí vimos alguna capilla, restos de la muralla, y algunas casas interesantes el conjunto no tiene el encanto de otros de los pueblos de la Provenza.
Tras visitar estos pequeños pueblos nos tocaba una pequeña ciudad, además con una estructura de lo más curiosa. El centro de la ciudad de L'Isle-sur-la-Sorgue está rodeado por las dos ramas del río Sorgue. Lo más interesante fue recorrer la isla central donde se asienta la parte vieja disfrutando de las pintorescas terrazas delos cafés, los bonitos puentes y el ambiente animado que había por todo el pueblo. Recorriendo el río vimos varías ruedas de molino en el río muy pintorescas y también la gran iglesia colegial de Notre-Dame-des-Anges en el centro, un impresionante ejemplo de barroco en La Provenza. También en la Plaza de la Libertad vimos una antigua torre de piedra, que una vez formó parte de las defensas de la ciudad. Toda la zona sur de la isla es realmente pintoresca.
Y finalmente este día lo acabamos en Fontaine de Vaucluse, otro precioso pueblo conocido por ser el lugar del nacimiento del río Sorgue. Y eso es lo primero que hicimos, hacer el agradable recorrido que sale del pintoresco pueblo a la fuente del río. Tras avanzar en paralelo al río dejándonos bellas estampas, el sendero termina en una profunda cueva bajo un enorme acantilado donde nace el río. Es un lugar singular aunque en pleno verano no llevaba demasiada agua. Sin embargo los acantilados que rodean el río hacen que el paseo sea precioso. De vuelta l pueblo el puente que atraviesa el río nos da preciosas vistas, de las terrazas colgantes de los restaurantes, las esclusas del río, una rueda de molino…. Vamos un conjunto realmente fotogénico. Sobre el pueblo, en el otro lado, en un saliente rocoso se pueden ver además las ruinas de un castillo, así que decidimos subir allí arriba. La vista hacia debajo de los acantilados del sendero que habíamos caminado era impresionante. Las ruinas del castillo no valen mucho la pena, ya que son poco más que unos muros. Y seguimos subiendo hasta la parte superior de los acantilados sobre el pueblo, para tener unas buenas vistas aéreas del río, el pueblo y el nacimiento. Es una ruta con unas vistas finales impresionantes. Deshicimos el camino y ya casi de noche llegamos al coche para buscar nuestro alojamiento que se encontraba en las cercanías.
DíA 6
Nuestra primera visita de este día fue el pueblo de Gordes, uno de los más visitados de la Provenza, así que llegamos temprano para no encontrar aglomeraciones. Gordes es un pueblo sobre una colina cuyas casas se desparraman por la ladera, de una forma realmente graciosa y fotogénica. En la carretera de acceso al pueblo hay un mirador con una vista excepcional del pueblo, una imagen que aparece en muchos folletos como una de las imágenes típicas de los pueblos provenzales. Aparcamos en un parking a la entrada del pueblo y nos dirigimos al centro. Gordes tiene calles estrechas y empedradas que serpentean a través de las casas antiguas hasta llegar a la iglesia y el castillo en la parte superior, con vistas a las montañas de Luberon y su región.
Estuvimos paseando por las calles con unas casas muy bellas, con bonitas puertas de época y ventanas, entremezcladas con tiendas de lujo y restaurantes. En la parte inferior del pueblo salimos a un espacio abierto en terrazas desde donde hay buenas vistas de la zona. Vimos el castillo, el monumento histórico más importante en el pueblo aunque no entramos. Las calles en torno al castillo y la cercana iglesia son las más atractivas. La pega es que son unas calles con una pendiente bastante pronunciada por lo que después de recorrerlas hay que volver a subir. A 1 Km del pueblo, ya en coche, visitamos la village des bories. Los bories son antiguas viviendas de piedra - pequeña Chozas de piedra- . La aldea es un buen ejemplo de un pueblo, con numerosos edificios, hornos de pan, etc. Hay casi 30 bories en el sitio y es fascinante pasear por este pequeño pueblo. Tras visitarlo nos dirigimos a la cercana Abadía de Sénanque, una hermosa abadía en el valle cerca de Gordes que es la postal oficial de la Provenza y que habíamos visto cientos de veces. La pena es que en pleno agosto la lavanda ya había sido recogida y el campo que hay frente a la abadía aparecía desnudo. No obstante visitamos la abadía que es un edificio precioso y en un entorno natural maravilloso. Aquí ya empezamos a ver un paisaje más típico de la Provenza y no sólo por la lavanda.
Oppede le Vieux fue nuestra siguiente parada. Este pequeño pueblo es una verdadera joya, un pueblo muy pequeño pero precioso. Está en una zona muy boscosa y hay que dejar el coche al otro lado de un pequeño bosque que cruzamos para llegar al centro. A lo largo del camino hay un punto en el que se ve el pueblo subiendo por una ladera. Así llegamos a una calle principal rodeada de preciosas casas de piedra que nos llevaron a la plaza, situada en la parte baja de una colina. La plaza es preciosa y está rodeada de edificios interesantes como el antiguo mercado y un par de cafés. Es uno de los lugares con más encantos que vimos en todo el viaje. Salimos de la plaza por una pasadizo abovedado y empezamos a subir por la colina que atraviesa el pueblo pasando al principio por preciosas casas y después ya en medio del bosque. Llegamos tras una subida decente a la Iglesia Colegial de Notre Dame d'Alidon, un precioso edificio en cuyo exterior hay una terraza con vistas preciosas hacia el valle. Junto a la iglesia también pudimos ver las ruinas de un castillo y otros edificios antiguos, pero lo que más nos gustó fueron las vistas.
Tras Oppede llegamos a Menerbes, otro de los pueblos más conocidos de la zona y también dentro de la lista de pueblos más bonitos de Francia. Es un pueblo medieval que se extiende por la ladera de una colina y con grandes vistas hacia los viñedos que lo rodean. La iglesia se alza en el extremo este de la loma, el antiguo castillo se alza en el extremo oeste, y el Ayuntamiento, con su campanario está entre ambos. Caminamos hacia arriba del pueblo hasta llegar a la iglesia siguiendo calles estrechas jalonadas de casas medievales. Los rincones más interesantes y pintorescos los vimos en los callejones estrechos que discurren a los lados de la calle principal. A través de un arco en la parte superior de la plaza junto al ayuntamiento disfrutamos de una magnífica vista a través de las llanuras, con varios pueblos como Gordes en la distancia. Hacia la mitad del pueblo pasamos por la torre del reloj en una pequeña plaza. De nuevo pasando a través del arco adyacente llegamos a un buen mirador. Aunque esté catalogado como uno de los pueblos más bonitos, y pese a no estar exento de cierto encanto, no es ni con mucho uno delos pueblos más bonitos que visitamos. Y ya en la carretera de nuevo pudimos ver un dolmen y algún borie como los que habíamos visitado en Gordes.
Seguimos adentrándonos en el Parque natural del Luberon y llegamos a otro pueblecito encantador: Lacoste. Aparcamos junto a la oficina de turismo, ya cerrada, y allí mismo vimos la Iglesia de Saint-Trophime. Desde la plaza de la iglesia llegamos a una entrada de piedra al pueblo, La Porte de la Garde, que da acceso a una calle estrecha y empedrada que va subiendo hacia el castillo. De hecho el pueblo es poco más que esta calle principal, junto con alguna callejuela que sale de la misma. Pero todos los edificios que nos encontramos a lo largo de la calle son preciosos, casas de piedra perfectamente mantenidas que no acompañan en la subida. Según vamos subiendo vemos el bonito campanario y otra puerta de entrada a la ciudad. La calle finalmente nos llevó hasta la parte superior del pueblo donde está el castillo del famoso marqués de Sade. El castillo no se puede visitar pero desde la explanada donde se encuentra hay magníficas vistas. Varias estatuas modernas que interpretan las obras del marqués adornan el exterior del castillo. Y desde allí volvimos a bajar hasta la plaza de la iglesia para dirigirnos a nuestro último destino del día: Bonnieux.
Bonnieux es un pueblo lago más grande que los que ya habíamos visto. Hay una carretera que pasa por el centro del pueblo y lo divide en dos partes. En la parte baja hay muchas tiendas, bares y restaurantes en bonitas callejuelas, pero la parte más interesante es la superior donde una red de callejones sinuosos llevan hasta la iglesia en la parte superior. Aparcamos en la parte baja del pueblo y paseamos por sus calles estrechas y tranquilas. Hay una preciosa zona de pasajes en estas callejuelas adornadas con pintorescas tiendas o galerías de arte. También en esta parte inferior hay una iglesia. Seguimos la Rue Voltaire por la colina hasta la carretera que parte en dos el pueblo. Cruzando la misma, pasamos por un arco que da a una callejuela en pronunciada pendiente y nos llevó a la iglesia. Por el camino pasamos por el antiguo ayuntamiento. Alrededor de esta calle, la Rue de la Marie, hay callejuelas que van a ambos lados y por las que más tarde dimos un paseo para ver algunos rincones interesantes. En la parte superior de la calle llegamos a un mirador que domina los techos de Bonnieux y el campo más allá. Desde aquí, una segunda escalera nos llevó a la iglesia del pueblo donde también hay vistas en todas las direcciones. La iglesia está rodeada de cedros y un pequeño parque. Y ya casi sin luz nos fuimos a nuestro hotel en Lourmarin, que ya visitaríamos al día siguiente.
Puntos de interés: