Mónaco, glamour y lujo en la Costa Azul

El principado de Mónaco, con apenas cinco kilómetros de costa, es el segundo país más pequeño del mundo solo por delante del Vaticano. Sin embargo este reducido territorio es una de las mayores concentraciones de lujo del mundo y además ofrece varios puntos de interés para el visitante. Paseando por las calles de Montecarlo, nos toparemos con Ferraris, Lamborghinis y todo tipo de coches de lujo y podremos conducir por el trazado del famoso premio de Formula 1, por curvas míticas como Loews, la Rascasse, Santa Devota o atravesando el famoso túnel. Pero además del lujo y el motor Mónaco tiene muchas cosas que ofrecernos. Lo descubrimos en esta escapada al principado.

Vistas llegando a Mónaco
                                                                                                                       Vistas llegando a Mónaco

Mónaco es un lugar fácil de visitar caminando siempre y cuando nos movamos por la parte cercana a la costa. Sólo a unos pocos cientos de metros hacia el interior, las calles pueden comenzar a subir bastante pronunciadamente. Aunque a Mónaco se puede llegar en tren desde Niza - hay un tren que tarda 20 minutos y la estación de tren de Mónaco está en la parte alta de la ciudad, donde un ascensor la comunica con la zona del puerto - , si llegamos en coche disfrutaremos de la posibilidad de conducir por sus callejuelas y de un espectacular paisaje según nos acerquemos.  Y es que Mónaco se encuentra apretujado  entre los Alpes y la costa, y aquí los Alpes se levantan prácticamente sobre la propia costa, creando un paisaje espectacular. La autopista va literalmente colgada en las laderas de las montañas y ofrece vistas alucinantes mientras descendemos  a Mónaco. También se puede llegar por la carretera de la costa o una carretera que va a media altura por la ladera de las montañas. De cualquier manera una vez que lleguemos a Mónaco lo mejor es dejar el coche y movernos a pié. Nosotros tuvimos la suerte de dejar el coche en un solar que estaba en obras y así nos ahorramos el parking.

DÍA 1:

Por toda la ciudad hay ascensores públicos que salvan la orografía del terreno y es que Mónaco se encuentra como hemos comentado aprisionado entre las montañas de los Alpes y el Mediterráneo. Casi todas sus calles en cuanto nos separamos un poco de la línea de costa tienen escaleras. La parte más antigua del estado, Monaco-Ville, se encuentra alrededor del palacio en el alto promontorio rocoso, con el nuevo barrio residencial y deportivo de Fontvieille en su sombra occidental. La Condamine es el barrio del antiguo puerto en el otro lado del promontorio; Larvotto, el resort no demasiado espectacular  aunque con playas artificiales de arena importada, llega hasta la frontera oriental; y Montecarlo es el promontorio que se levanta en el medio.

La Roca, La Roche, Mónaco
                                                                                                          Vista de Monaco Ville en La Roca

Comenzamos a visitar el principado por Monaco-Ville, el casco antiguo, que es la única parte del principado que se ha librado del urbanismo brutal que ha atestado de rascacielos y edificios apiñados el resto del territorio. La parte vieja del principado se asienta en la Roca de Mónaco que es un gran monolito de roca, sobre el que se construyó la parte antigua de la ciudad. En la parte más alta de La Roca se sitúa el Palacio de Mónaco con unas vistas privilegiadas al mar. Esta zona es la que más encanto tiene sin duda alguna. Accedemos por la Rampa que va bordeando las murallas del viejo Mónaco, con varias puertas de acceso y unos bastiones espectaculares.  Esta rampa parte de la Avenue de la Porte Neuve y nos deja en la parte superior tras pasar por una entrada a las antiguas fortificaciones - Porte d'entrée au Rocher - . Durante la subida ya podemos disfrutar de vistas a la zona  del puerto de Hércules. Tras pasar por otro arco llegamos a la Plaza del Palacio de los Príncipes de Mónaco, custodiada por los guardias reales. Hay una fabulosa terraza en la que hay unos cañones y unas  montañas de balas de cañón a modo de monumento desde donde las vistas al puerto de Hercules son realmente impresionantes. Desde el lado opuesto se puede ver el puerto de Fontvieille.

Puerto Hercules, Mónaco
                                                                                       Vistas del puerto de Hércules desde la Roca

La Plaza del Palacio está rodeada de bajos edificios color pastel y presidida por la fachada del palacio y sus garitas con los soldados. Decidimos visitar el interior – solo posible en verano – y para ello compramos una entrada conjunta al Palacio y al Oceanográfico, que también queríamos ver. La visita resultó un tanto decepcionante. Hemos visto palacios mucho más interesantes y la visita se nos quedó un poco corta. Ves unos cuantos alones ostentosamente decorados, entre ellos el Salón del Trono y la Capilla Palatina. Continuamos el recorrido por esta zona vieja, la más encantadora de Mónaco por sus callejuelas estrechas y pulcros edificios, hasta llegar a la Catedral de Mónaco construida en piedra blanca en estilo romano-bizantino. A pesar de no ser un edificio  muy antiguo es muy bonita y tiene algunas pinturas muy interesantes. También pudimos visitar las tumbas de Rainiero y Grace. Junto a la catedral se encuentra el bonito edificio del Palacio de Justicia construido con piedra gris marina. Y callejeando por la zona alta llegamos  al famoso Museo Oceanográfico.

Palacio de los Príncipes de Mónaco
                                                                                                      Palacio de los Príncipes de Mónaco

El Museo Oceanográfico tiene una impresionante fachada encima de un pronunciado acantilado sobre el mar y tiene una altura de 85 metros sobre el mismo. Alberga una impresionante colección de especies marinas vivas y otras en forma de esqueletos. También pudimos ver en la exposición una gran variedad de objetos relacionados con mar como maquetas de barcos, restos de animales marinos desaparecidos, herramientas, armas, redes… Lo que más nos gustó fue la parte del acuario, que recrea los ecosistemas marinos propios del Mediterráneo y otros de tipo tropical. Hay muchísimas especies y está muy bien montado. La Laguna de los Tiburones y la Isla de las Tortugas se pueden ver en la terraza panorámica, que además ofrece vistas maravillosas al mar y la costa francesa.

Catedral de Mónaco
                                                                                                                                 Catedral de Mónaco

Tras salir del museo callejeamos por La Roca, con sus edificios meticulosamente conservados, sus casas medievales y sus pasadizos abovedados. Nos encantaron los jardines de Saint-Martin, el lugar perfecto para disfrutar de unas impresionantes vistas al mar. En la punta opuesta al Palacio hay un pequeño anfiteatro – pertenece al Fort Antoine y la entrada es gratuita - en la zona de jardines sobre el mismo puerto, es otro lugar fantástico para pasear y disfrutar de las vistas. Volvimos por la Rue des Remparts que nos da una panorámica excepcional del puerto hasta la Rampa Principal y descendimos al puerto.

Museo Oceanográfico
                                                                                                                            Museo Oceanográfico

Ya se nos había pasado la hora de comer así que engullimos lo primero que encontramos y seguimos la visita. Los precios en Mónaco son caros pero en los bares y restaurantes ‘normales’ tampoco son estratosféricos, están en la línea de lo que son en esta zona de Francia. Las calles justo detrás el puerto están repletas de edificios elegantes apiñados unos al lado de otros, en una pequeña zona llana. En el puerto hay infinidad de yates de lujo, y ya en el otro lado una calle empieza a ascender hasta Montecarlo, la Avenue d’Ostende. Desde aquí las vistas sobre el puerto tienen la ventaja de tener La  Roca justo en frente.  Justo antes de iniciar el ascenso hacia el interior se encuentra en una ubicación muy pintoresca la iglesia de Ste-Dévote. Es una preciosa iglesia y está  en una zona donde hay numerosos viaductos en el mismo lugar a diferentes alturas. La vista desde el primer viaducto – al que accedemos por una escalinata – es espectacular.

Iglesia de Ste-Dévote, Mónaco
                                                                                                                               Iglesia de Ste-Dévote

Tras este pequeño desvío iniciamos la subida por la Avenue d’Ostende que va hasta la cima de la colina de Montecarlo. Tras llegar a la cima de esta pequeña colina nos encontramos en la plaza del mítico casino de Montecarlo, donde no pueden faltar todo tipo de vehículos de lujo aparcados en su puerta. Esta plaza está rodeada de edificios espectaculares, como el propio casino, el Hotel de París o el Café de París. Frente al casino hay una especie de pabellones bajos con una cubierta blanca muy moderna que albergan diferentes comercios de lujo y justo al lado  un pequeño parque. Junto al casino está también el teatro de la ópera. En la parte trasera del Casino hay una serie de terrazas panorámicas sobre el mar que nos ofrecen unas vistas impresionantes del mar y de la costa. Es una zona preciosa con numerosos miradores  desde la posición elevada que nos ofrece la colina.

Casino de Montecarlo, Mónaco
                                                                                                                              Casino de Montecarlo

Bajando por el otro lado de la colina por una pintoresca carretera en zigzag – donde se encuentra la curva del Hotel Fairmont del circuito de Fórmula 1 - se llega al distrito de Larvotto, donde lo primero  que vemos es el bonito jardín japonés, una zona verde con pequeños estanques y vegetación al estilo japonés. Después pasamos por el enorme edificio del Forum Grimaldi, dedicado a diferentes exposiciones y con una amplia terraza que ofrece más vistas al mar. Tras el imponente bloque llegamos a las dos playas de Larvotto, dos pequeñas playitas de unos 150 metros de largo y artificiales, pero que suponen un respiro a todo el conglomerado urbano de Mónaco. Y un poco más adelante ya salimos del principado y entramos de nuevo en Francia. Desde aquí retrocedimos a la zona de la Roca callejeando un poco y tomamos el coche para alojarnos en la cercana localidad de Eze.

Playas de Larvotto, Mónaco
                                                                                                                                   Playas de Larvotto

DÍA 2:

El día siguiente lo dedicamos a ver algunas cosas que se nos habían quedado  en el tintero durante la primera jornada. Nos dirigimos de nuevo a Mónaco y aparcamos en el mismo lugar que el día anterior. Lo primero que hicimos fue dirigirnos al casino para hacer una visita guiada que dura cuarenta minutos y sólo se puede realizar por la mañana cuando el casino está cerrado. Te llevan por varias de las salas lujosamente ornamentadas y la verdad es que merece la pena, ya que es la única forma de entrar al casino a no ser que vayas a jugar.

Teatro de la Ópera, parte trasera del casino Montecarlo, Mónaco
                                                                                 Teatro de la Ópera en la parte trasera del Casino

Y tras abandonar el Casino nos dirigimos a la otra punta del Principado, concretamente a los Jardines Exóticos. Es una buena caminata pues el jardín está en la parte alta de Mónaco, aunque varios ascensores te ayudan en el camino.  Son unos jardines situados sobre una pared de la montaña en diferentes terrazas donde además de observar las diferentes plantas que allí se mantienen tenemos la posibilidad de entrar en una maravillosa cueva que se abre en las entrañas de la montaña y también de visitar el museo antropológico. Lo mejor la cueva y las vistas que se tienen desde las diferentes zonas del jardín, ya que la zona de La Roca nos pilla justo enfrente. Hay muchas plantas, especialmente cactus, distribuidas en una amplia zona y con una red de caminos que bajan por la ladera de la propia montaña. Es un lugar que merece la pena visitar. La cueva es bastante bonita con sus formaciones calcáreas, aunque nada que ver con otras grandes cuevas de este tipo, desde luego.

Jardines exóticos de Mónaco
                                                                                                                 Jardines exóticos de Mónaco

Cuando salimos del Jardín nos dirigimos a Fontvieille, que  es la parte más occidental de Mónaco y alberga el Museo del Automóvil. Hay un buen número de museos en Fontvieille, por debajo de la roca como el Museo Naval, el zoológico y el Museo de Sellos y Monedas, entre otros. Sólo visitamos el del Automóvil que cuenta con una gran colección de coches clásicos, que deben pertenecer a la colección del príncipe. La visita es interesante si te gustan los coches y además es bastante rápida. A la salida estuvimos paseando por un parque en terrazas que hay justo en las paredes de La Roca y que llevan al puerto de Fontvieille, una zona muy agradable para pasear. Aquí aprovechamos para coger algo para comer. Bordeamos todo el puerto hasta llegar al espigón que lo cierra desde donde hay preciosas vistas de la roca y las montañas. Muy cerca también hay unos jardines con el nombre de la princesa Grace Kelly y pudimos ver por fuera el estadio del Olympique de Monaco. Toda esta zona es una zona nueva que se ha ganado al mar y está repleta de edificios como no podía ser de otra forma en Mónaco.

Fontvieille, Monaco
                                                                                                                                                 Fontvieille

Volvimos al puerto de Hércules pasando por la bonita plaza d’Armes, y antes de coger el coche para dejar la ciudad estuvimos paseando por el puerto, por la zona del Muelle de Estados Unidos, bajo la colina de Montecarlo, por donde no habíamos andado el día anterior. Finalmente cogimos el coche y fuimos a visitar un mirador  para obtener unas vistas espectaculares de la ciudad. De hecho ya saliendo de la ciudad conducimos por la carretera Moyenne Corniche -una carretera con unas vistas espectaculares- que pasa por encima de la ciudad y cuyas vistas son realmente sorprendentes. Desde aquí Mónaco es un espectáculo singular, con edificios de gran altura y apartamentos que aparentemente cubren cada rincón del principado. Conducir por la propia ciudad entre los rascacielos a través de los túneles y diferentes curvas en herradura es una experiencia inolvidable.

Place d'Armes, Mónaco
                                                                                                                                          Place d'Armes

El mirador al que nos dirigimos es el de Tete de Chien en la vecina población francesa de La Turbie. Está en la cima de una de las montañas que se levantan en la costa monegasca y la vista es espectacular. Se puede llegar en coche casi hasta el mismo mirador. En la montaña hay una instalación militar, que se deja al lado y seguimos hasta  el fantástico balcón sobre Mónaco y la costa Azul francesa. Es una vista de las que quita el hipo. Y con esto dimos por concluida nuestra visita al principado de Mónaco, un lugar singular donde el  lujo y la ostentación más extremos también se combinan con otros atractivos de mayor interés para el viajero.

Vistas desde el mirador de Tete de Chien sobre Mónaco
                                                                    Vistas desde el mirador de Tete de Chien sobre Mónaco

 

Puntos de interés en Mónaco: