Las gargantas del Tarn son unas espectaculares gargantas que van desde Le Rozier, al norte de Millau, a Ispagnac, siguiendo el curso del río Tarn por 50 kilómetros en el departamento francés de Lozére. Las Gargantas del Tarn figuran entre las gargantas más profundas de Europa y constituyen una de las zonas naturales más bonitas de Francia. Las gargantas están flanqueadas por acantilados rocosos recorridos por carreteras con grandes vistas panorámicas. Una carretera discurre junto al fondo de la garganta y ofrece un montón de lugares para parar y disfrutar de este rincón de Francia. La carretera estrecha y muy sinuosa sigue la orilla derecha del río desde Le Rozier, pero las mejores vistas se tienen desde la carretera a San-Rome-de-Dolan sobre Les Vignes, y desde las carreteras que salen de La Malène y de la preciosa población de Ste-Enimie.
DÍA 1:
Salimos de Millau, muy cerca del impresionante viaducto del mismo nombre que siendo el más largo de Europa atraviesa el valle del Tarn. Nos dirigimos hacia La Rozier y nuestra primera parada es el Château de Peyrelade, un fotogénico castillo sobre un espolón rocoso que aunque no se encuentra estrictamente en el territorio de las gargantas merece la pena visitar. En realidad es un castillo que se hizo acoplándose a las rocas que existían sobre una montaña en las orillas del Tarn. De hecho gran parte del castillo es la propia roca de la montaña y aparte de las murallas sólo hay un par de estructuras hechas por el hombre, pero el efecto global es impresionante. Accedimos al castillo y tras franquear las murallas llegamos a una entrada de una torre cilíndrica por un puente bastante endeble. Una vez dentro de la torre subimos hasta la parte superior ya sostenida en parte por las rocas y donde hay unos espectaculares miradores con vistas al valle del Tarn. En la zona superior hay una pequeña estancia y otra zona más abierta con vistas. El castillo se recorre enseguida pero merece mucho la pena.
Tras dejar el castillo seguimos por la carretera principal adentrándonos poco a poco en las gargantas. Nuestra siguiente parada fue el pueblo de Le Rozier. El pueblo en sí no tiene demasiado interés pero subimos hasta el mirador de Capluc, en la cima de una pequeña montaña tras el pueblo. Las vistas son realmente impresionantes. Se ve el pueblo y su puente de acceso sobre el Tarn y fabulosas vistas hacia las gargantas y hacia el valle vecino. Además el acceso es muy sencillo, porque dejando el pueblo por la Route de Capluc se asciende hasta un caserío desde donde la subida a la cima es corta aunque empinada. El mirador sobre la peña rocosa está protegido por un vallado de madera que nos permite disfrutar de las vistas con tranquilidad. Retomamos la carretera principal y seguimos avanzando junto al río hasta llegar al circo de Saint Marcellin. En la carretera hay una pequeña zona de aparcamiento en el lado opuesto al río desde donde parte una pequeña ruta hasta la villa troglodita de Saint Marcellin. Son poco más de 4 Km de ida y vuelta y llegas a unas casas hechas sobre la propia roca que se levanta en ese lado del río. Además hay muy buenas vistas de esa zona del río. Toda esta zona está plagada de senderos que ascienden a las paredes de las gargantas. Hicimos algunos pequeños recorridos como éste pero las gargantas son un verdadero paraíso para los amantes del senderismo. Al bajar al coche aprovechamos para comer algo tras la pequeña ruta.
Seguimos hasta Les Vignes, otro pequeño pueblo en las gargantas y desde allí ascendimos por una carretera en continuos zigzags hasta el pequeño pueblo de Saint-Rome-de-Dolan, que no tiene nada que ver pero sí unas vistas fantásticas de la garganta y el río abajo desde un bonito mirador, acondicionado con unas mesas y bancos. Sin embargo el objetivo no era ese mirador sino seguir hasta el Point Sublime, en teoría el mejor mirador sobre las gargantas. Está a unos 11 Km desde Les Vignes. Una vez hemos alcanzado la meseta que se encuentra en la parte superior de las gargantas la carretera es muy sencilla hasta llegar a este punto. Es un punto bastante remoto pero donde nos encontramos con bastante gente e incluso hay habilitada una pequeña oficina de turismo. Las vistas desde el mirador son fantásticas, pues el punto se encuentra justo donde el río gira y se pueden ver dos secciones muy amplias de las gargantas. Anduvimos un poco por los alrededores del mirador desde donde también hay muy buenas vistas.
Para seguir el recorrido tuvimos que deshacer lo subido y bajar de nuevo hasta la carretera en el fondo de la garganta. En Les Vignes, uno de los pocos puntos en donde se puede cruzar el río por un puente, pasamos al cercano pueblo de Saint-Préjet, para ver una bonita vista del río y del propio pueblo de Les Vignes encaramado en la ladera. Tras esta pequeña incursión en la otra margen del Tarn retomamos nuestra ruta hasta llegar al mirador del Pas de Souci. Es un mirador encaramado en una enorme roca al lado de la carretera a la que se accede por unas escaleras metálicas. Además hay que pagar para acceder y dejar el coche en un minúsculo aparcamiento junto a la carretera donde hay un par de tiendas de souvenirs y refrigerios. Las vistas no son tan espectaculares como las que habíamos visto en el Point Sublime pero merecen la pena. El mirador es muy amplio en la superficie plana de la roca.
La carretera continúa paralela al río pro un maravilloso paisaje cada vez más encajada entre las rocas de ambas márgenes. Hicimos alguna parada en alguna zona donde se podía acceder a pequeñas playas de cantos rodados en el río para verlo más de cerca como en Le Soulio. Justo después la carretera pasa por varios túneles excavados en la propia roca. En algunos puntos la carretera ha obligado a excavar también la roca para que puedan pasar dos coches y es realmente estrecha pero muy bonita. Aquí se pasa por una zona donde los sentidos de circulación se separan y donde las paredes de la garganta presentan su cara más pintoresca. Después de este tramo hay alguna parada en la carretera que nos permite disfrutar de más tramos del río y las rocas. Tras otro puente excavado en la roca podemos ver la aldea de La Croze en la otra margen del río. Es la primera de estas aldeas que veremos a las que solo se puede llegar caminado o cruzando el río en canoa. En algunas de ellas hay una especie de tirolina instalada donde pasan suministros desde el lado del río donde discurre la carretera. Es algo muy curioso. Esta zona es la conocida como Les Detroits, donde la garganta es más profunda en todo el recorrido y la carretera va más elevada sobre el río.
Seguimos avanzando por el bello paisaje de las gargantas hasta llegar a La Malène. Poco a poco las gargantas van anchando y la carretera se va abriendo y descendiendo poco a poco hasta el nivel del río. La Malène es un bonito y pequeño pueblo donde hay algunas callejuelas pintorescas que recorrimos antes de cruzar el puente sobre el Tarn. En La Malène hay mucha actividad turística como se puede ver por los numerosos anuncios de canoas, visitas por el río en embarcaciones, rafting…. Nosotros cruzamos el puente y subimos por la sinuosa carretera un Km más o menos hasta un mirador donde hay una virgen sobre una columna. Las vistas sobre el pueblo y sobre una buena sección del río son espectaculares, ya que a pesar de haber andado solo un kilómetro se gana bastante altura. Y con esto bajamos al pueblo y nos fuimos a cenar algo, ya que esta noche nos alojamos en el precioso pueblo de La Malène.
DÍA 2:
Desayunamos en el pequeño hotel de La Malène y nos dirigimos en coche al pequeño pueblo de Rieisse sobre la garganta en la orilla sur. Desde el pueblo una estrecha carretera nos lleva al mirador de Roc des Hourtous, un maravilloso balcón sobre las gargantas que vemos aquí desde la orilla contraria a la de la jornada anterior. También se puede llegar aquí caminando desde la Malène pero es una ruta bastante larga. Y muy cerca de Rieisse también hicimos un corto recorrido (20 minutos de ida) a otro mirador, el Roc de Serre, éste más cercano a La Malène y con preciosas vistas sobre el pueblo. Tras los miradores deshicimos el recorrido hasta La Malène y seguimos la carretera por la orilla del río. Poco después de salir del pueblo bajamos a una playa fluvial para estar más cerca del río. En esta zona las montañas que rodean al río son más bajas y menos espectaculares. Poco después se llega a Hauterives, otro pequeño pueblo en la orilla opuesta del río, sólo accesible por canoa o a pie. Hay un pequeño aparcamiento para disfrutar de la idílica vista. El aislado pueblo con sus casas junto al río y sobre algunas rocas más altas es impresionante. Pasamos por el pintoresco castillo de La Caze, que alberga un hotel y solo se puede ver por fuera, de paso. Tras más túneles en la roca y pasando el pueblo de Pugnadoires llegamos a otra delas joyas de las gargantas: el pequeño pueblo de St-Chely du Tarn.
Justo antes del pueblo hay una playa en un meandro del río a la que podemos bajar para sacar algunas fotos. Para llegar al pueblo hay que desviarse y cruzar un pintoresco puente desde donde hay una maravillosa vista del pueblo con sus pocas casas, la iglesia, un molino y sobre todo una cascada cayendo al río. Una estampa de las más bonitas que nos encontramos a lo largo de todas las gargantas. Dimos un paseo por el pueblo llegando hasta el molino y la cascada, a lo largo de un recorrido encantador, donde también pudimos ver una pequeña capilla encajada bajo las rocas. Nos asomamos al puente, y aprovechamos para sacar fotos por todos los lados. Tras la parada comimos algo y seguimos el viaje hacia Sainte-Enimie. Tras dejar St Chely, donde la garganta era de nuevo más espectacular y encajaba el río de manera más abrupta, pasamos a una zona en la que el paisaje es mucho más abierto con montañas menos altas y el cañón menos marcado. Sainte-Enimie es uno de los pueblos más bonitos de Francia. Tiene un casco precioso con casas de piedras en cuesta desde el río y merece la pena callejear por cada uno de los rincones porque hay mucho que descubrir. Las mejores vistas se obtienen cruzando el puente y avanzando paralelamente al río entre las casas hasta llegar a un mirador con vistas a todo el pueblo en el que destaca la iglesia y alguna otra torre. El pueblo cuenta con un buen número de cafés y tiendas que se suceden a lo largo de la calle al lado del río. Seguimos un sendero autoguiado por la ciudad (los edificios individuales también tienen paneles informativos muy interesantes). En el casco antiguo las casas están talladas en la piedra arenisca local, y las calles estrechas y empedradas conducen de un fascinante edificio antiguo al siguiente. A menudo, los caminos parecen ser parte de la misma roca ya que para subir escalones en algunos lugares éstos están literalmente excavados en la montaña. Los elementos más destacados en el casco antiguo son las casas de la Place au Beurre y la cercana Halle au Blé (sala de trigo); las murallas y la capilla de Sainte-Madeleine en la parte superior de la aldea.
Tras visitar el pueblo cruzamos el puente en coche siguiendo la D986 unos 8 Km hasta legar al mirador de St Chely du Tarn. Las vistas sobre el pueblo y los meandros del río son espectaculares desde este mirador. El pueblo resulta todavía más pintoresco visto desde allí. De vuelta a Sainte-Enimie hicimos un pequeño recorrido hasta un mirador que habíamos visto al llegar al pueblo sobre el meandro que nos recibe al entrar por la carretera. Se sube en un camino en zigzag hasta un maravilloso mirador donde aparece una especie de hito como los que hay en las cimas de las montañas y desde donde se ve una preciosa vista de Sinte-Enimie. Subir y bajar desde el pueblo no nos lleva mucho más de una hora. Y ya con esto acabamos nuestro segundo día en las gargantas, cenando y alojándonos en el bonito Sainte-Enimie, donde por cierto también hay mucha actividad de deportes en el río como en La Maléne.
DÍA 3:
Tras desayunar en el hotel nos dispusimos a explorar la meseta norte de las gargantas y subimos por carretera hasta el pequeño pueblo – cuatro casas en realidad – de Boissets. Desde allí en un entorno rural idílico con grandes zonas de prados un corto sendero nos asoma al borde de la meseta desde donde hay preciosas vistas de las gargantas, ya más bien podemos hablar de un amplio valle pero que resulta igualmente espectacular por las paredes que se levantan en ambos lados. Es un paisaje excepcional. Estuvimos paseando por el borde del acantilado simplemente disfrutando delas vistas y de la quietud del paisaje. Después retomamos el recorrido en coche y llegamos a Tonnas, otro caserío similar al anterior en el que también pudimos asomarnos tras un corto recorrido al borde del acantilado. Paseamos otro rato por allí disfrutando delas vistas, aún mejores que las anteriores, y regresamos al coche para volver hasta Sainte-Enimie.
Desde allí retomamos la carretera que acompaña al río Tarn para adentrarnos en el último tramo de las gargantas. La carretera avanza por un paisaje menos espectacular pero igualmente agradable. De vez en cuando se abren las vistas al río con ciertas zonas de playas. Después llegamos al precioso pueblo de Château de Castelbouc, en la otra orilla del río. La vista desde la carretera es espectacular con las casitas de piedra apretadas contra la ladera de la montaña y todo ello presidido por las escasas ruinas que hay de un antiguo castillo. Al pueblo a diferencia de otros se puede llegar en coche y lo visitamos haciendo un pequeño recorrido por sus callejuelas, disfrutando de las bonitas casas y las calles empedradas. Seguimos por la carretera que pasa por una zona muy frondosa y con vistas hacia el bonito pueblo de Montbrun en la otra margen del río.
Pasamos por Quézac, un pueblo con un bonito puente de piedra sobre el río y poco después llegamos a Ispagnac, el final de las gargantas del Tarn. Para hacer el viaje de vuelta hasta Millau decidimos hacerlo por la parte superior de las mesetas que rodean las gargantas. Llegamos a Florac, desde donde una carretera en numerosas curvas cerradas sube hasta la parte superior de la meseta. Allí siguiendo algunas carreteras secundarias muy estrechas llegamos a fantásticos miradores sobre la región. Es una zona fantástica para caminar por las vistas, el terreno verde y despejado y una gran sensación de tranquilidad. Y ya desde allí iniciamos el camino de regreso hasta Millau, punto de partida para conocer esta fantástica zona natural de Francia.
Gargantas del Tarn: