La ciudad cátara de Minerve

Minerve es uno de “Les plus beaux villages de France”. Situado en la región de Languedoc-Roussillon, en el departamento de Hérault , es una antigua ciudad cátara situada en lo alto de una meseta rocosa rodeado de profundos barrancos excavados por los ríos Cesse y Brian. Aúna el encanto de un precioso pueblo medieval con el de un marco natural impresionante. Ya cuando nos acercamos en coche podemos ver que la estampa que forma el pueblo en su ubicación natural es de postal, rodeada además como está de viñedos y campos de olivo. La ciudad guarda diferentes vestigios de la época medieval: la muralla medieval, las puertas fortificadas, sus poternas, sus torres y la pared Norte del castillo del siglo XIII.

Panorama de Minerve desde la  carretera
                                                                                            Panorama de Minerve desde la  carretera

Para visitar Minerve hay que dejar el coche en el amplio parking de pago que se encuentra en l carretera D147 – al norte del pueblo –. Aparcar en el pueblo solo es posible para los residentes. En el parking hay una oficina de turismo donde te pueden facilitar un plano de la población. Desde allí ya tenemos una bonita panorámica. Siguiendo la Rue des Remparts desde el parking enseguida entramos en el pueblo y vamos viendo ya a nuestro lado el barranco excavado por el río.

Vistas desde el parking de Minerve
                                                                                                       Vistas desde el parking de Minerve

Entramos al pueblo  por un puente de piedra que es en realidad una continuación de la Rue des Remparts y está en el lugar del puente levadizo del antiguo castillo vizcondal, del cual sólo queda una de sus torres, la “Candela”, que podemos ver allí mismo tras cruzar el puente. Justo antes de la torre hay un pequeño espacio que hace de mirador en la calle y desde donde hay una panorámica preciosa del pueblo con su alto puente cruzando el río  - completamente seco en verano -. Avanzamos por la calle encajonada entre una enorme roca que sirvió de base al castillo y las casitas de piedra medievales. Un poco más adelante se abre la vista hacia la izquierda de nuevo al cañón formado por el río.

Accediendo por la Rue des Remparts
                                                                                                   Accediendo por la Rue des Remparts

Llegamos a la  iglesia católica de Saint-Étienne, un  precioso edificio de piedra, situada en una pequeña plaza donde también está el ayuntamiento y otro mirador hacia la zona baja del pueblo y el puente. En la plaza de la iglesia, hay una escultura conocida como  "Paloma de Luz" (la silueta de una paloma alzándose al vuelo), en memoria a los mártires cátaros. Más tarde visitamos la iglesia por dentro ya que su visita sólo se puede hacer si visitas el Museo Arqueológico. No tiene mucho que ver, así que seguimos hasta la plaza donde se encuentra el museo que cuenta con una  modesta colección de descubrimientos arqueológicos de la zona.

Calle de Minerve en la parte baja del pueblo
                                                                                        Calle de Minerve en la parte baja del pueblo

De la plaza parten dos calles. Seguimos por la Rue des Martyrs que es la más pintoresca del pueblo. Es una calle estrecha, empedrada y rodeada de tiendas de souvenirs, artesanía… pero sin dar la sensación de ser un sitio muy turístico. La calle es muy bonita y nos lleva a la parte sur del pueblo. En la calle también se encuentra el Museo Hurepel, dedicado al catarismo y la cruzada albigense, aunque éste no  lo visitamos. Desde allí accedimos a la zona de las murallas, por una escalinata muy agradable rodeada de plantas de lavanda. Desde allí asomándonos a las murallas tenemos vistas a la confluencia de los barrancos debajo del pueblo.

Rue des Martyrs
                                                                                                                                       Rue des Martyrs

Salimos de la zona amurallada por unas escaleras que tras atravesar una especie de puente levadizo moderno dan acceso a la zona por donde debería discurrir el río – ahora  seco -. Tras atravesar el lecho del río podemos ver unas pequeñas cuevas y unas escaleras que nos dan acceso a la zona opuesta del barranco donde hay una reconstrucción de una catapulta, la Malvoisine, que en su día sirvió para asediar la ciudad. La zona es preciosa rodeada de viñedos, y desde esta parte se aprecia perfectamente la ubicación del pueblo sobre la meseta rocosa, aunque no es su parte más fotogénica pues los edificios más emblemáticos dan al norte y a la zona del puente principal de acceso al pueblo.

Catapulta de la Malvoisine
                                                                                                                     Catapulta de la Malvoisine

Sin embargo desde aquí parte un camino que nos permite seguir por la parte superior del acantilado frente al pueblo y vamos remontando todo lo que habíamos recorrido anteriormente por el pueblo desde la orilla opuesta del barranco. El camino es muy agradable, porque las vistas son preciosas y además caminas  rodeado de viñedos. Subimos por este camino hasta dejar atrás el pueblo y un sendero nos permitió descender al lecho del río y hacer el camino de vuelta por el fondo del barranco. Fue un paseo maravilloso.

Vistas desde la catapulta
                                                                                                                        Vistas desde la catapulta

Una vez accedimos de nuevo al pueblo por las escaleras de la zona de las murallas regresamos al centro por la Grand Rue una calle más anchas que la de Martyrs, que nos condujo a la plaza del museo.  Desde allí bajamos a la zona del Pont Grand, el viaducto de principios del siglo XX. Cruzamos el viaducto para tener las mejores vistas  del pueblo. Aunque no hay acera habilitada te puede mover por la carretera hacia el norte y hacia el sur para ver las mejores panorámicas del viaducto, el barranco y los edificios más notables del pueblo.

Vistas cruzando el Pont Grand
                                                                                                              Vistas cruzando el Pont Grand

Regresamos al pueblo y nos dedicamos a pasear por las calles que no habíamos visitado – tampoco hay muchas pues es un pueblo bastante pequeño -. Llegamos  a la Puerta Sur que permite acceder al lecho del río Cesse. Desde allí las vistas del viaducto y las paredes erosionadas del cañón son preciosas también. Accedimos a los dos túneles naturales – Pont Petit y Grande Grotte - que se encuentran en las inmediaciones del pueblo en el lecho del río. Son unos túneles bastante espectaculares por su tamaño ya que son realmente altos. Por allí discurre el río. La entrada al primero se encuentra en la zona inferior del viaducto y el segundo hacia el oeste siguiendo el curso del río. De hecho la carretera que hemos tomado para acceder al parking al norte del pueblo –D147 – pasa por encima del Pont Petit. Es un recorrido curioso, pero un tanto incómodo si no vas con calzado de trekking pues discurre completamente por zonas  de cantos rodados. No obstante no te alejas más de 400 metros del viaducto así que se puede hacer fácilmente.

Grande Grotte de Minerve
                                                                                                                      Grande Grotte de Minerve

En un día se ve el pueblo y las atracciones naturales que hemos comentado perfectamente. Por  lo tanto esta escapada es ideal si te encuentras de paso en la zona y decides hacer una excursión de día a Minerve. El pueblo es muy pequeño pero las gargantas y demás atractivos hacen que la visita se alargue. De hecho en la oficina de turismo nos comentaron un par de rutas de senderismo más largas que llevan hasta unos dólmenes al oeste del pueblo, aunque decidimos no hacerlas porque ya eran bastante más largas.

Puntos de interés en Minerve: