Praga, quizás la ciudad más bonita de Europa

Visitamos Praga en pleno invierno, a principios de Diciembre. Praga está especialmente encantador en esta época del año, con el ambiente prenavideño y los mercadillos y atracciones propias de la época. Estuvimos cinco días aunque se puede ver lo más importante en algo  menos de tiempo. De todas formas es una ciudad preciosa, que merece la pena saborear detenidamente.

Castillo de Praga y Mala Strana
                                                                                                                 Castillo de Praga y Mala Strana

Tras llegar del aeropuerto al hotel, tomamos un tranvía hasta la zona cercana al puente de Carlos - Karlův most -, el nexo de unión entre la zona vieja y la del castillo. Es un puente precioso, con dos torres muy características, una en cada extremo y numerosas estatuas que lo jalonan. Subimos a una de las torres, la más cercana a la parte vieja para disfrutar de unas preciosas vistas del río y la zona vieja – a la otra también se puede subir aunque no lo hicimos-. Aunque es un buen tramo de escaleras el esfuerzo merece la pena.

Vistas desde una de las torres del Puente Carlos
                                                          Vistas desde una de las torres del Puente Carlos - Karlův most -

Tras sacar numerosas fotos en los alrededores – aquí las vistas hacia el castillo son las mejores – nos adentramos en el distrito de Malá Strana. Es un barrio precioso con numerosos palacios y casas señoriales, muchas de ellas pintadas de alegres colores. Aquí además de seguir una ruta por los principales puntos de interés merece la pena callejear sin rumbo, ya que en cuanto nos alejamos de las vías principales el número de turistas disminuye enormemente y se puede ver la Praga más auténtica. Subiendo hacia el castillo el edificio más destacado es la preciosa iglesia de San Nicolás -Kostel sv. Mikuláše - , con unos frescos preciosos en el interior. Subimos también a su torre, que es un mirador espectacular de la ciudad. Tras comer algo en un bar subimos al castillo de Praga. En realidad no es un castillo al uso, sino un  conjunto de edificios en un recinto cerrado situado en un promontorio con excelentes vistas de la ciudad.

Iglesia de San Nicolás -Kostel sv. Mikuláše
                                                                                              Iglesia de San Nicolás -Kostel sv. Mikuláše

El recinto del castillo alberga muchos edificios oficiales que no se pueden visitar, y además la la catedral de San Vito - Katedrála Sv. Víta -, una iglesia románica y el conocido como callejón de oro, además de una buena variedad de palacios, torres y jardines. La catedral es el edificio más espectacular.  Además de su vistoso interior merece la pena subir a la torre para disfrutar de una panorámica espectacular de Praga. Esto por cierto lo tuvimos que hacer otro día pues el horario en que se puede visitar la torre es más restringido que el del castillo.

Catedral de San Vito - Katedrála Sv. Víta
                                                                                                  Catedral de San Vito - Katedrála Sv. Víta

 

 

Paseamos por las callejuelas de los alrededores de la catedral y por el Callejón de oro - Zlatá ulička -, una pintoresca calle con  unas casas diminutas pintadas de colores muy vivos en las que apenas se puede entrar sin agacharse y que están sobre todo ocupadas por comercios y galerías de arte. También visitamos un salón medieval del castillo y una bonita iglesia románica. Llegamos hasta la Torre Negra en la parte oriental del recinto disfrutando de los preciosos edificios del recinto y volvimos hasta la entrada. Para finalizar la visita paramos en un mirador a la entrada del recinto del castillo – las vistas son muy buenas pero no comparables a las de la torre de la catedral –.

Callejón de oro - Zlatá ulička
                                                                                                                      Callejón de oro - Zlatá ulička

Bajamos callejeando hasta el río y nos asomamos a una terraza con vistas sobre el río y el puente a la que se accede por un callejón que dicen que es la calle más estrecha de Praga. Justo unos pocos metros más al Norte está el museo de Kafka, con una curiosa estatua de dos hombres orinando en el patio y una zona sin pavimentar que te lleva hasta la orilla misma del río con excelentes vistas sobre el puente y la zona vieja.  Era de noche y la vista de la ciudad iluminada era espectacular. A este punto volvimos posteriormente de día para disfrutar de las vistas. Para acabar el día nos fuimos a cenar a un restaurante en la parte vieja. Los hay en gran número y cuanto más te alejas del centro turístico los precios son más asequibles.

Vistas desde la calle más estrecha de Praga
                                                                                            Vistas desde la calle más estrecha de Praga

El segundo día volvimos a coger en tranvía hasta el puente de Carlos y subimos hasta el castillo para ver algunas cosas que no nos dio tiempo el día anterior. Subimos primero a la torre de la catedral de San Vito, por unas estrechas escaleras de caracol. El esfuerzo vale la pena porque las vistas son espectaculares. Pasamos por la preciosa iglesia de Loreto, muy cerca del castillo y nos dirigimos al convento de Strahov prácticamente al lado. Este convento alberga unas estancias espectaculares entre ellas la Biblioteca Teológica, con una decoración en los techos que realmente sobrecoge. Ha salido incluso en varias películas. La visita no lleva mucho tiempo pero merece muchísimo la pena.

Biblioteca del convento
                                                                                                           Biblioteca del convento de Strahov

Y el barrio en torno al castillo y el convento también tiene numerosos callejones y rincones pintorescos. Desde allí nos dirigimos a la vecina colina de Petřín, paseando por un parque con unas vistas preciosas del castillo y de la propia ciudad. En la colina destaca sobre todo una réplica de la Torre Eiffel, a donde podemos subir tras dar cuenta de unos 300 escalones. Es una experiencia impresionante, ya que la estructura es muy estrecha y la subida agotadora, pero las vistas una vez más espectaculares, aunque eso sí a través de unas cristaleras. Tras bajar de la torre en las cercanías hay una bonita iglesia, los restos de una muralla y hasta un laberinto de espejos.

Vistas desde la torre de la colina de Petřín
                                                                                               Vistas desde la torre de la colina de Petřín

Comimos algo allí mismo disfrutando de las vistas y para bajar de nuevo a Praga tomamos el funicular, que te deja de nuevo en Malá Strana. Tras callejear por esa zona recorrimos la orilla del río alejándonos del puente de Carlos. Hay rincones preciosos y una serie de esculturas en las orillas del río o en el propio río como una silla gigante que dan mucho encanto al paseo. Deshicimos el camino y volvimos hasta la zona de la calle más estrecha de Praga para disfrutar de las vistas con los últimos rayos de sol. Aquí pasamos por la isla de Kampa. En realidad ni te das cuenta de que es una isla, ya que está separada solo por un pequeño canal del río. La parte cercana al puente de Carlos es realmente encantadora. Para cenar volvimos de nuevo a la zona vieja, donde se concentra todo el ambiente de la ciudad.

Vistas de noche del puente de Carlos
                                                                                                       Vistas de noche del puente de Carlos

El tercer día lo dedicamos a la zona vieja, Staré Mesto. De nuevo en tranvía nos acercamos a la zona del puente de Carlos pero en lugar de atravesarlo nos dirigimos a la plaza Staroměstské pasando por varias iglesias y bonitos edificios a lo largo de la calle Karlova. Esta plaza, centro de la vida en Praga es una espectacular plaza rodeada de magníficos edificios, entre los que destaca la iglesia de Týn con sus preciosas torres símbolo de Praga, que parecen sacadas de un cuento de hadas. Su interior barroco también merece la pena una visita. Justo en frente está el pintoresco ayuntamiento viejo con su famoso reloj astronómico – hay que esperar a las horas punta para ver sus figuras en movimiento -.

Reloj astronómico de Praga
                                                                                                                       Reloj astronómico de Praga

El resto de la plaza está repleta de palacios y casas de época espectaculares. Además en Diciembre estaba ya instalado el bonito mercado navideño. Subimos a la torre del ayuntamiento desde donde hay unas vistas preciosas de la plaza. Detrás del ayuntamiento hay otra preciosa iglesia, la iglesia de San Nicolás - Chrám svatého Mikuláše -. Una vez vistamos la plaza comenzamos a callejear por la zona vieja visitando alguna que otra iglesia – entre ellas nos encantaron las pinturas de la iglesia de San Jacobo – Kostel svatého Jakuba Většího - y disfrutamos de esta preciosa zona durante toda la mañana. Aprovechamos el mercado navideño para comer algo rápido y nos dirigimos hacia el barrio judío – Josefov - contiguo a la zona vieja.

Vistas desde la torre del Ayuntamiento
                                                                                                    Vistas desde la torre del Ayuntamiento

Volvimos hasta el puente de Carlos y desde allí recorrimos la orilla del río que se va curvando hasta llegar al extremo superior del barrio judío. Pasamos por otro puente, el Mánesův con excelentes vistas y por el Rudolfinum, un precioso edificio que alberga una sala de conciertos. Llegamos a la sinagoga Staronová que pudimos visitar y en sus cercanías el ayuntamiento judío. En la misma zona hay un par de sinagogas más, pero menos interesantes. Y dada la hora que era no pudimos visitar en ese momento el cementerio judío, la principal atracción del barrio. Nos dedicamos a callejear por esta zona – menos interesante que la parte vieja -  y acabamos en la Torre de la Pólvora - Prašná brána -, una preciosa torre similar a las del puente Carlos, y también accesible para disfrutar de las vistas. Otro edificio muy bonito justo al lado de la torre es la Casa Municipal - Obecní dům -. Seguimos paseando por la zona vieja hasta la hora de cenar, de nuevo en el mercado navideño.

Mercado navideño en Staroměstské náměstí
                                                                                           Mercado navideño en Staroměstské náměstí

El cuarto día lo dedicamos a la parte nueva de la ciudad. Es una zona mucho menos pintoresca que lo que ya habíamos visto pero si encontramos algunas cosas que valían la pena. En tranvía nos desplazamos hasta la plaza Venceslao - Václavské náměstí -. Allí se puede visitar el Museo Nacional junto a la estatua de San Venceslao. Hay algún edificio interesante como hoteles, cafés y la ópera de Praga pero lejos de la belleza de la zona vieja. Como teníamos tiempo decidimos ir andando hasta la zona de Vyšehrad, un recinto amurallado sobre una colina al sur del centro. De camino pasamos por la plaza de Carlos - Karlovo náměstí -, donde destaca la bonita iglesia de San Ignacio - Kostel svatého Ignáce -. Aquí y allá se veían algunos edificios interesantes hasta llegar hasta nuestro destino: Vyšehrad. Es una zona preciosa, situada en un promontorio rocoso junto al río Moldava, y presidido por la iglesia de San Pedro y San Pablo - Bazilika svatého Petra a Pavla -. Tras entrar por una de las puertas de las murallas se llega a un mirador que nos da una nueva perspectiva del río y de la otra margen del mismo y luego el camino que recorre las murallas nos lleva a otros miradores preciosos. También hay un pequeño cementerio con tumbas como la de Dvořák.

Plaza de Wenceslao - Václavské náměstí
                                                                                                 Plaza de Wenceslao - Václavské náměstí

Dejando  la colina y las fortificaciones esta zona no tiene mucho que ver, así que comimos algo e iniciamos el camino de regreso hacia el centro. Esta vez decidimos hacerlo por la orilla del río para disfrutar de la maravillosa arquitectura de la ciudad y cruzar sus diferentes puentes. Junto  uno de los puentes se puede ver un edificio muy famoso de Praga: el edificio conocido como “Ginger y Fred” - Tančící dům -, con su característica torre ondulada. Poco después paseamos por la pequeña isla de Slovansky desde donde hay vistas a los edificios clásicos a orillas del Moldava, incluido el majestuoso Teatro Nacional.  Desde el siguiente puente se puede acceder a otra isla, Střelecký, donde el principal atractivo son las vistas a ambas orillas del río. Aquí los edificios son realmente espectaculares. Con este paseo llegamos  de nuevo a la zona del puente de Carlos, por la calle Smetanovo rodeada de preciosos edificios clásicos. A pesar de ser la enésima vez que pasábamos por allí no nos resistimos a disfrutar del puente y sus alrededores. Cenamos algo muy cerca y nos retiramos al hotel.

Paseando a lo largo del Moldava
                                                                                                               Paseando a lo largo del Moldava

El último día lo dedicamos a hacer algunas cosas que nos habían ido quedado pendientes aunque en realidad ya habíamos visitado lo más importante dela ciudad. Primero nos dirigimos al cementerio judío. Es un  lugar muy evocador con cientos de lápidas retorcidas y erosionadas distribuidas de manera anárquica, pero la visita merece mucho la pena. Justo fuera del cementerio había numerosos puestos donde poder adquirir un souvenir. Tras la visita nos dirigimos al norte, al otro lado del Moldava, al parque de Letná. Se accede al parque subiendo por sucesivas series de escaleras  hasta llegar a un gigantesco metrónomo que se encuentra en la parte superior. Lo mejor de este parque son las vistas. Desde aquí hay una vista espectacular al río con la sucesión de puentes sobre el río creando un paisaje único, y una vista preciosa de la ciudad.

Vistas desde el parque Letna
                                                                                                                     Vistas desde el parque Letna

Después bajamos de nuevo al río e hicimos un pequeño recorrido por el río en uno de los múltiples barcos turísticos que lo surcan. Es un recorrido bastante corto, en realidad no llega a dos kilómetros de río, pero permite ver desde otra perspectiva algunos de los monumentos más importantes como el puente Carlos – se pasa por debajo -, el castillo o el Rudolfinum. Así pasamos la mañana y esta vez optamos por Malá Strana y uno de sus numerosos restaurantes para comer. Por la tarde visitamos la , bastante alejada del centro pero que había llamado nuestra atención porque se encontraba cerca del hotel. Es una torre de TV muy peculiar, con diferentes plataformas que se pueden visitar y desde donde hay muy buenas vistas de toda la ciudad, aunque la parte vieja queda un tanto lejos y las vistas no son comparables a las de los otros miradores a los que subimos. Sin embargo subir a la estructura es realmente toda una experiencia, y su diseño es espectacular. En los pilares de la torre hay unas esculturas muy curiosas de unos bebés trepando por ellas. De vuelta hacia el centro pasamos por una sinagoga situada fuera del barrio judío, en Jeruzalémská  con una bonita fachada. El resto de la tarde lo dedicamos a revisitar los lugares que más nos habían gustado, ya sin prisas, y dimos así por finalizado el viaje de 5 días a esta increíble ciudad.

Torre de televisión de Žižkov
Torre de televisión de Žižkov

 

Localización de los principales puntos de interés: